Monday, September 13, 2010

Isla de Margarita, parte de mi mundo. Segunda Parte

"Yo tengo un mundo mío, y voy a compartirlo con alguien como yo, sueños de amor y fantasía serán las normas mías para regir mi vida, mi mundo es complicado, difícil de explorarlo, difícil de vivir, pero es mio, es el mundo mío, lleno de triunfos y fracasos, virtudes y pecados, y en él no cabes tú".

Esa melodía de Luis Enrique suena repetidamente en mi mente cada vez que estoy en mi isla de ensueño.


Vuelvo a Margarita cuatro años después y la encuentro más linda que la última vez.


Es que esa isla es encantadora. Nadie te niega una sonrisa. Su gente. Sus paisajes. Es un embrujo.


Recorrerla es cargar el espíritu de energía, de ganas de vivir en ese paraíso.


Coincido con las festividades de la Virgen del Valle, la Patrona local. Mejor aún. Soy testigo de la devoción de su gente.


Dan unas ganas enormes de volver, de vivirla, de recorrer todos sus rincones, de conocer su gente hermosa.


Encontré a la isla muy activa, mucho turismo y comercio, motivado quizá por las restricciones para obtener dólares a nivel nacional.


Las playas más hermosas que mis ojos han visto. Definitivamente la isla enamora.


Sin lugar a dudas: “Margarita es una lágrima… que un querubín derramó”.


*Gracias Bluesoul por mostrarte en 3D y compartir tan agradable conversa conmigo.

Sunday, August 29, 2010

Reloj, no marques las horas...



El tiempo. Así de implacable. Nunca se detiene. Y a veces tendemos a perder el control. Sabemos cuando comienzan las cosas pero nunca cuándo ni cómo terminan.


La mayoría de las veces pensamos que vivimos en una eterna rutina donde una cadena de acontecimientos se repite sin cesar. Hasta que la vida nos demuestra que no es así.


Para esos seres privados de libertad, por errores que han cometido en sus vidas, el tiempo pasa a perder su significado primitivo, es decir, el de la duración de los acontecimientos. Ellos saben mejor que nadie cuando entran a la cárcel pero ni siquiera saben si saldrán vivos, así que para ellos, la vida es un momento a la vez, un encuentro a la vez, una simple mirada y la interpretación que se le da.


Para el piloto de un avión en problemas a diez mil metros de altura, el valor de un segundo es inmensurable. Y la velocidad en que múltiples alternativas de solución se pasan por su mente más aún. La misma velocidad en que se cotejan y desechan soluciones. Una decisión cambiará el destino de 180 personas que muchas veces ni se dan cuenta del percance.


Un hombre en caída libre, cuyo paracaídas tarda mucho en abrir, puede ver claramente los principales acontecimientos de su vida en un abrir y cerrar de ojos. La velocidad de sus pensamientos es inversamente proporcional a la velocidad en la cual caen sus lágrimas sabiendo el destino que, de no abrir el artefacto que porta en su espalda, le espera irremediablemente.


La madre que cuenta los días que faltan para el regreso de su hijo, quien presta el servicio militar en el frente de batalla, mira el reloj, y detalla cuidadosamente la fecha del mes, la hora, los minutos y hasta los segundos que transcurren mientras mantiene su mirada en la esfera del tiempo, y calcula con precisión matemática el tiempo que falta, si no hay noticias fatales, para su regreso.


El joven abandona el naufragio y se lanza en medio del río, pensando que tendrá fuerzas suficientes para llegar a la orilla, y luego de nadar y nadar un largo tiempo, y darse cuenta que la orilla aún está lejos, le fallan las fuerzas, y no sabe, en medio de su angustia, qué cosa medir: si el tiempo que le falta para tocar la orilla o el instante en que sus fuerzas menguarán y sucumbirá ante la corriente.


El amante que, luego de muchísimos intentos, por fin logra estar a solas con su amada, compartiendo sábanas en una noche interminable, con pasión desenfrenada. Una noche que ambos desearían que fuese eterna. Como en la canción de Roberto Cantoral:

"Reloj, no marques las horas, porque voy a enloquecer,
ella se irá para siempre, cuando amanezca otra vez.

No más nos queda esta noche, para vivir nuestro amor,
y tu tic-tac me recuerda, tu irremediable dolor.

Reloj, detén tu camino, porque mi vida se apaga,
ella es la estrella que alumbra mi ser,
yo sin su amor no soy nada.

Detén el tiempo en tus manos, haz esta noche perpetua,
para que nunca se vaya de mí, para que nunca amanezca."


Sunday, August 22, 2010

Pausa


Levantarse temprano rinde sus frutos. Salgo de casa rumbo a la estación del subterráneo a buscar a alguien. Ese alguien se retrasa y lo avisa, llamada telefónica de por medio. ¿Qué hacer entre tanto? ¿Un café?

Vómero es el nombre de un barrio de Nápoles. Para mí es más bien sinónimo de un buen café en Caracas. ¿Por qué pensarlo dos veces? Hacia allá vamos. A veces uno va a probar un cappucino (único en la ciudad) y nuestra amiga Anna Rosa lo adereza con unos sandwichs que prepara al instante, y que son una auténtica delicia. Ella hace magia con sus manos, y allí mismo, frente a tu mirada, pone, sobre una rebanada de pan de afrecho, el auténtico tomate seco ahumado italiano y te dice, con total seguridad de que vas a quedar encantado, extasiado y estremecido por el buen sabor:


–Prueba.


–Mmmmmmmm… ¿Cómo no quedar extasiado? –respondo yo.


Es sábado en la mañana, y la ciudad se esmera por mostrar su mejor cara, luego de los estragos del viernes en la noche. Y lo consigue, porque esta ciudad de Caracas da para mucho más de lo que uno se imagina.


Las vías están libres de los embotellamientos de la semana, del frenesí, las groserías de los conductores impacientes y el desorden típico de otros días. Y la vista apacible al romántico Ávila, testigo de tantas y tantas historias, lo llena todo. Puedes ir de un extremo a otro de la ciudad en pocos minutos, tarea imposible e impensable durante los días laborales.


No estoy corriendo en el Parque del Este desde hace un tiempo. Decidí hacer una pausa en el ejercicio y dedicar el tiempo a otras cosas que también me llenan. Y entre las cosas que más extraño están esas vistas preciosas a la montaña que se contemplan desde la pista del parque. Extraordinarias. Te devuelven el espíritu luego de una jornada de entrenamiento corporal.


Pero todo en la vida requiere de una pausa. Al menos para mirar hacia adentro. Para observarte a ti mismo desde una perspectiva externa. Algo así como parar en un sitio, salir de tu propio cuerpo, caminar unos pasos y voltear a mirarlo, desde todos los ángulos, a ver qué está mal y qué está bien, qué debes cambiar en el aspecto. Porque el aspecto revela todo.


Y cuando digo aspecto me refiero, en un instante cualquiera de tu día, a la posición de la columna, la ubicación de los brazos, las piernas, la dirección de la mirada, el semblante, la boca. Todo tiene algo que decir. Y no es mirarse en un espejo. Es diferente. Frente al espejo te preparas y pones (sin querer, queriendo) tu mejor pose. Aquí no. Aquí te sales por completo y desde afuera te ves tal como eres en ese preciso instante congelado en el tiempo, todo alrededor, desde arriba y a los lados (de planta y elevación diría un ingeniero). Ves tu propio semblante. Y puedes descifrar tu propio código.


Esa pausa nos cambia. Nos hace sentir bien con nosotros mismos, que es la puerta a sentirnos bien con los demás. Nos lleva a tomar decisiones importantes. Nos modela el espíritu. Nos hace mejores personas. Hace que cuerpo y espíritu se tomen de las manos. ¿Lo han intentado hacer alguna vez?


Cierro esta divagación con las sabias palabras de Piero Ferrucci, filósofo italiano:


“Elimina algo superfluo de tu vida.


Rompe un hábito.


Haz algo que te haga sentir inseguro.


Lleva a cabo una acción poniendo en ella toda tu atención e intensidad. Como si fuera la última de tu vida”.


¿Vale?

*Fotografía de Julián Calderón Oviedo en Panoramio (Google Earth).

Friday, August 20, 2010

De la coma y el sentido de las cosas.

Esta tarde tuve una amena conversación con mi amigo Félix (que no el gato) sobre la escritura y las situaciones que de ella se derivan.

A Félix le encanta la escritura y tiene planteado escribir un cuento infantil, para lo cual pule sus condiciones en la Escuela de Escritores.

Yo nunca he revisado esa página porque, en mi opinión, para escribir mi novela solo necesito leer bastante y escribir a menudo.

Un día me siento a escribir y la novela saldrá sola. Eso pienso pero Félix difiere.

En la tarde, cuando conversamos, le mencioné la obra “La maleta de mi padre” de Orhan Pamuk, donde el laureado escritor deja saber sus impresiones acerca del arte de escribir.

Félix no perdió tiempo y voló a la librería, compró el libro y en tres horas ya era historia. También tuvo a bien recomendarme un libro sobre el tema: “Mientras escribo”, de Stephen King (Plaza & Janés, 2001). Ahora lo estoy leyendo. Me gusta mucho leer a los escritores cuando disertan sobre la escritura y lo que significa para ellos.

En ese mismo sentido, hace poco leí un libro que escribió José Antonio Millán “Perdón, imposible. Guía para una puntuación más rica y consciente” (RBA Libros, 2005). En una prosa muy amena e inteligente, José Antonio nos lleva a comprender cómo una simple coma puede cambiar radicalmente el sentido de una frase u oración.

Lo matiza con una anécdota interesante, que les coloco a continuación:

"De mis años escolares recuerdo una anécdota atribuida a Carlos V (luego la he encontrado referida a otros reyes, pero nos dará lo mismo...). Al emperador se le pasó a la firma una sentencia que decía así:

Perdón imposible, que cumpla su condena.

Al monarca le ganó su magnanimidad y antes de firmarla movió la coma de sitio:

Perdón, imposible que cumpla su condena.

Y de ese modo, una coma cambió la suerte de algún desgraciado..."

Otro amigo, Angel, me envía otra anécdota sobre los estragos que puede hacer una coma puesta aquí o más allá:

Julio Cortázar escribía:

"La coma, esa puerta giratoria del pensamiento"

Leamos y analicemos la siguiente frase:

"Si el hombre supiera realmente el valor que tiene la mujer andaría en cuatro patas en su búsqueda"

Si usted es mujer, con toda seguridad colocaría la coma después de la palabra mujer.

Si usted es varón, con toda seguridad colocaría la coma después de la palabra tiene.


Friday, August 13, 2010

¿Luz de la calle, oscuridad de la casa?


Un vecino vio a Nasrudin Hodja buscando algo en el suelo-

–¿Qué estás buscando Hodja? –le preguntó.

–Mi llave –dijo Hodja.

De inmediato el vecino también se puso de rodillas a buscar la llave.

Al cabo de un buen rato de buscar y no encontrar, el vecino le pregunta a Hodja:

–¿Y dónde exactamente se te ha caído la llave?

–En mi casa.

–¿Y entonces, por qué la buscamos aquí afuera?

–Porque aquí hay más luz que en mi casa.


Imagen: http://www.gizmodo.es/

Thursday, August 05, 2010

She is an artist!


El arte fluye dentro de ti, como la savia en los árboles. Y no me asombra. Porque soy testigo de ti desde que eras muy pequeña.

Dios te dio ese don artístico del cual ya comenzamos a disfrutar los que te conocemos, y que pronto conocerá mucha gente.

Eres una prueba más de que con el talento se nace.

Desde ya eres mi artista favorita, y una prueba más de que esta tierra tiene esperanza. Estando contigo siento que pronto va a amanecer, un amanecer luminoso y bonito.

Me cuentas de Jackson Pollock, y de sus abstractos que son divertidos y yo me asombro.

A ti también te gustan los abstractos, te quedan muy bonitos, pero tus rostros tienen algo que me fascina y me deja pensando ¿hasta dónde llegarás? ¿En qué nube lejana te subirás? Soy feliz de saberte. No tengo dudas.

Sunday, August 01, 2010

Paraíso en la tierra...

Día bonito es cualquiera, cuando se tiene frente a sí la belleza de la naturaleza, la sencillez de lo simple, lo verde, lo azul, el sol impecable, el viento que acaricia, una temperatura sólo posible en estos lares de Dios.



Todo se conjuga, todo juega a favor, la vista se regocija, los sentidos agradecidos. Sientes que la presión está esta vez en el botón de pausa, la válvula de escape se abre y deja escapar todo el stress acumulado, lentamente…



Vienen a tu mente imágenes de tus mejores momentos, de intercambios, de palabras bonitas, de escenas hermosas, y buena música.


Agradecemos al Infinito su presencia, el poder compartir tanta paz y guardar un poco para cuando se necesite. Porque no todo es tan malo. De verdad que yo disfruto estos momentos de relax. ¿Quién no?


Fotografías realizadas en Bahía de Buche, Venezuela.

Saturday, July 24, 2010

Una carta para ti...


Das media vuelta y te vas, irritada, sin encontrar un punto en común, un punto de encuentro. Te cierras y dejas que tu verdad sea dueña de todo. No miras atrás, hacia las fuentes de donde nace todo. Te encegueces y permaneces cerrada.



Hay días de días. Días malos. Días buenos. Pero son días que pasan, que cuentan menos en el calendario de nuestras vidas. Por eso no debemos desperdiciar ningún momento de nuestra existencia. Siempre hay tiempo para dar, tiempo para recibir, y tiempo para estar con nosotros mismos, y con los demás.


Por eso cada día tiene que tener algo de especial. Un motivo para compartir, un aprendizaje, una experiencia.


No se pueden desperdiciar los días tratando de vivir una vida que no nos pertenece. Tenemos que vivir la nuestra, la propia, la única y original.


Para eso debemos buscar la manera de minimizar los malos momentos, y engrandecer los buenos. Tener un objetivo que perseguir, una razón de ser, o de existir.


No más ayer tenía 25 años y hoy ya está a punto de cumplirse 25 años de ese momento. Es mucha agua la que ha corrido bajo el puente. La corriente es en una sola dirección. Lo que significa que hay momentos que no volverán a ser. Vendrán otros, nunca los mismos.


Quedan las vivencias, los hitos que nos marcan y nos configuran como seres humanos. Una vez que se tienen 48 años ya la gente alrededor nos conoce muy bien. Ya tenemos la certeza de que nadie va a ir a decirle a los demás quienes somos. Ya todo está a la vista, reflejado en la mirada, esa mirada que nos delata aunque nuestra boca permanezca cerrada. Ya se sabe qué esperar de cada quien. Pocas cosas nos sorprenden.


Dice Gibrán en su libro “Cartas de amor del profeta” (Planeta, 1998):


“Que el hombre y la mujer sean capaces de llenar cada uno la copa del otro, pero que no beban de la misma copa”. “¿Qué quiero decir? Que una pareja no puede vivir la misma vida. Cuando se empieza a hacer esto por amor, se termina descubriendo que este camino conduce al odio”.


No se puede pedir mayor claridad de pensamiento. Ven, lee. No quiero que respondas, sino que te sientes, en la paz que se respira en esta casa virtual (que también es tuya), a reflexionar. Es mi deseo…

Wednesday, July 14, 2010

Aprender a escuchar con el Maestro Krishnamurti


¡Hola a todos! Ya terminó el vértigo y el furor que causa ese fenómeno de masas que denominan “La Copa” unos, “El Mundial” otros, en el cual se enfrentan equipos de fútbol representativos de los cinco continentes, y que en esta edición ganó España por primera vez. ¡Enhorabuena a todos mis amigos y amigas de España!

Luego de finalizado el evento, viene un período de calma, de ensimismamiento, de reflexión entre lo que fue y lo que pudo ser.

Es muy interesante, en momentos como éste, dedicarse a escuchar, que no a oír. ¿Qué es escuchar? Parece simple la respuesta pero no lo es tanto. Dejemos que sea el Maestro Krishnamurti quien nos lo explique:

“Pienso que es muy importante saber cómo escuchar. Si saben cómo escuchar, llegarán inmediatamente a la raíz de las cosas. Si escuchan el sonido puro, tendrán un contacto instantáneo con su belleza. De igual manera, si supieran cómo escuchar lo que se está diciendo, habría una comprensión instantánea. Escuchar es enfocar completamente la atención. Ustedes piensan que la atención es una cosa cansadora, que aprender a concentrarse es un largo proceso. Pero si realmente saben cómo escuchar, entonces la atención no es difícil y encontrarán que llegan inmediatamente al corazón de las cosas, con un estado extraordinario de alerta.

La mayoría de nosotros no escucha realmente. Nos distraen los ruidos externos o tenemos algún prejuicio, alguna propensión que deforma nuestra mente, y eso nos impide escuchar verdaderamente lo que se dice. Esto es especialmente así con las personas mayores, porque tienen tras de sí una larga serie de logros y fracasos; son alguien o no son nadie en el mundo, y es muy difícil penetrar las capas de sus formulaciones, de sus conceptos previos. Su imaginación, su condicionamiento, su sentido de la realización personal impedirán que lo que se dice pueda penetrar. Pero si sabemos cómo escuchar lo que se está diciendo, si podemos escuchar como si escucháramos el canto de un pájaro en la mañana, entonces el escuchar es una cosa extraordinaria, especialmente cuando lo que se dice es algo verdadero. Puede no gustamos, puede que lo resistamos instintivamente; pero si realmente podemos escuchar, veremos la verdad de ello. De ese modo, el auténtico escuchar quita la carga de la mente, limpia los desperdicios de muchos años de fracasos, éxitos, anhelos.

Ahora ustedes me están escuchando; no están haciendo un esfuerzo para prestar atención, simplemente están escuchando; y si hay verdad en lo que oyen, encontrarán que dentro de ustedes ocurre algo notable: un cambio no premeditado ni deseado, una transformación, una revolución completa en la que sólo reina la verdad y no las creaciones de la mente. Si puedo sugerirlo, de ese modo tienen que escucharlo todo, no sólo lo que estoy diciendo sino también lo que dicen otras personas; así tienen que escuchar a los pájaros, el silbido de una locomotora, el ruido del autobús que pasa. Encontrarán que cuanto más lo escuchan todo, mayor es el silencio, y ese silencio no es roto por el ruido. ”

Monday, July 05, 2010

Respirar nuestro aire, respirar otros aires...


El país convulso. ¿El ambiente en la calle? De mucha agresividad. No se respetan las normas mínimas de convivencia.

Sin embargo no perdemos la esperanza. Las cosas pueden cambiar, como el mar, que a veces está turbulento, tormentoso, y luego viene una calma que lo convierte en un espejo.

Cuando se puede, buscamos oxigeno en otras tierras, de manera temporal.

Al tomar el vuelo y despedir nuestro suelo, la sensación es de tristeza por lo que se deja atrás. Es la tierra a la que estamos unidos con lazos de sangre; la que fue testigo de nuestras vivencias de niño y de adolescente, de nuestro primer beso y nuestro grado académico. De nuestro primer trabajo y de nuestros errores por inexperiencia.

Ella queda atrás. Sentimos que nos mira, con ojos compasivos, cuando despegamos, como si no quisiera estar sola. Desde el aire contemplamos con estupor, a través de la ventanilla, como nos dice adiós con la mano, y vemos en su mirada la esperanza de que un día, no tan lejano, volvamos a pisarla, a sentirla, a abrazarla.

Pronto desaparece de nuestra visión, y por más que miremos entre las nubes, confundiendo muchas veces mar con cielo en el horizonte, ella ya no está, se ha perdido en la lejanía.

En algún momento aterrizamos en otra tierra, que nos recibe con algo de indiferencia. No nos sentimos el hijo que vuelve a casa. Es otra casa, con otros muebles y otros habitantes. Otras reglas, otro aire, otras vidas.

A veces caemos en el odioso terreno de las comparaciones, de ver todo lo bueno e ignorar lo malo, que también está presente, aunque de modo diferente, y a veces hasta sutil. Estamos preparados mentalmente para insertarnos, que nunca es tal, porque siempre aparece la tendencia a la patria, el corazón que la llama. Cuando escuchamos a alguien hablar nuestro español característico, o hasta en la forma en que las madres regañan a sus hijos, la sangre vuelve a relucir.

Mientras más tiempo pasamos en la otra casa, más nos acostumbramos a ella, a sus vivencias, a su forma de vida, a su gente, porque, al fin y al cabo, la vida es algo que nunca se detiene.

Y luego nos toca volver, y el corazón se nos llena de emoción, nada más imaginar su calor, su gente, sus paisajes tan familiares para nosotros. Y a medida que se aproxima la partida se empiezan a cruzar los sentimientos. Unos de nostalgia por lo que se deja, las amistades, lo vivido, la tranquilidad que no tiene precio, la organización, presente en todas partes. Otros por lo que nos vamos a encontrar a la vuelta. Mucha incertidumbre, que no se calma ni siquiera por el hecho de seguir a diario las noticias locales, vía web. Nunca es igual que te lo cuenten a que lo vivas.

Los primeros días del regreso son de un shock cultural que comienza en el mismo aeropuerto. A reorganizar nuestra vida y adaptarla a las “condiciones de borde” originales. Nos llenamos de “¡no dejes la cartera en la silla!”, “¡no estaciones el coche allí, que es muy oscuro!”, “¡esa calle está muy sola!”, “¡en ese banco no podemos sacar dinero!” y un sinfín de advertencias que nos hacen poner rápidamente los pies sobre la tierra, nuestra tierra.

Paramos en un semáforo con luz roja y el de atrás nos suena la bocina insistentemente, todo porque en la transversal no vienen coches. En medio de la calle, sin importar nuestra escena cotidiana, una joven hace malabares con unas teas encendidas que dan giros en el aire, con preciosismo de circo, y luego, con rigurosidad de relojero suizo, detiene su acto segundos antes de que la luz cambie a verde, con el tiempo suficiente para pasar pidiendo dinero por las ventanillas.

Un enjambre de motociclistas conduce por los espacios entre los canales de circulación a velocidades extremas. A su vez, los vendedores ambulantes se apartan raudos, haciendo detenerse a los vehículos, todo para evitar la embestida de la motocicleta. Escena típica que nos arrastra con su carga de anormalidad.

A nuestro lado, una joven lanza por la ventana del autobús la lata de la Coca Cola que acaba de tomarse, convirtiendo a la calle en una inmensa cesta de basura. La miramos a los ojos desde el coche y nos sonríe con dulzura, inocente de todo mal, con una cara bellísima, como es característico en estos lados del mundo.

Llegamos a casa y nos refugiamos en nuestros libros, buscando una salida momentánea al bizarro mundo que está allá afuera. Y digo bizarro con el significado que tiene en el idioma inglés, es decir, extraño, extravagante.

Friday, July 02, 2010

No me olvides...



Hoy escuche esta pieza musical de Era. La verdad, me partió el alma. Es un diálogo entre dos niños en desamparo. Escúchenla. A mi me mató. Besos y abrazos. Oz
Mom´s sick. She says she can´t get up. (Mami está enferma. Dice que no puede pararse).
My little brother is getting hungry. (Mi hermanito tiene hambre).
I must go to the village and ask for some food. Would you help me? (Debo ir al pueblo a pedir comida. ¿Me ayudas?).
Sure Connie, I´ll help ya! (¡Claro Connie! ¡Te ayudaré!).
I always feel good when you´re with me. (Siempre me siento bien cuando estás conmigo).
You´re my friend Connie. (Eres mi amiga Connie).
Are you always gonna be there when I grow up, are you? (Vas a estar siempre allí cuando yo crezca, ¿cierto?).
Cross my heart! (¡Te lo juro!).

Sunday, June 27, 2010

Don Ernesto Sabato


El pasado 24 de junio Don Ernesto Sabato cumplió 99 años de edad. Excelso escritor, es el autor de “Sobre Héroes y Tumbas”, una de las novelas más vívidas e impactantes que he leído. La primera novela que se hizo con mis pensamientos en su totalidad y que no los soltó durante mucho tiempo. La que me abrió los ojos a la maravillosa aventura de leer literatura y comprender que no se trata de otra cosa sino de una extensión del mundo real. La misma donde vi plasmados mis miedos y angustias acerca del misterioso mundo de los ciegos.



Don Ernesto ha vivido durante muchísimos años la tragedia de la pérdida familiar, representada en Matilde, su esposa, y Jorge Federico, su hijo. Si lo vemos desde el punto de vista japonés representado en las novelas “Kitchen” de Banana Yoshimoto, y “Un grito de amor desde el centro del mundo” de Kyoichi Katayama, Sabato se nos transfigura en un auténtico héroe del sufrimiento, la melancolía, el aguante y la resignación ante la ocurrencia de los hechos que nos privan de la presencia de nuestros seres más queridos.


Ha sido Don Ernesto uno de los pocos valientes que ha asumido la responsabilidad de saltar de un mundo eminentemente científico a las profundidades de una literatura de primer orden, para beneplácito de muchos y envidia de otros que se volcaron directamente hacia el mundo literario, pero que aún hoy no han comprendido de que va todo esto, y en su largo trajinar no han podido capturar la esencia y la belleza de los pequeños detalles.


Una vez más cito sus palabras cuando se le preguntó acerca de los libros que el considera que hay que leer: “Lean lo que les apasione, será lo único que los ayudará a soportar la existencia”. Sabias palabras para un héroe personal. ¡Feliz Cumpleaños Don Ernesto!

Thursday, June 24, 2010

El piano de Billy, y nuestra voz interior...


“Sing us a song, you’re the piano man. Sing us a song tonight. Well, we’re all in the mood for a melody. And you’ve got us feelin’ alright…” El fondo musical es de Billy Joel y su “Piano Man”. Cuantas verdades encerradas en esas letras hermosas y evocadoras de recuerdos. Y no conformes con eso, aderezadas por un piano exquisito y una voz muy especial. La escucho en una grabación “en vivo”, realizada en el Madison Square Garden de New York, y la gente canta embelesada, con todo el espíritu puesto en la letra, con una magia de tal magnitud, que Billy les cede gentilmente los coros. Si no fuera por estos momentos
Alterno mi música con lecturas de sabiduría oriental, como la que les dejo a continuación. La lectura es aquí lo de menos, lo importante es el mensaje que lleva consigo, y que espero que a todos les llegue…
Iban caminando por un hermoso sendero un Maestro Zen y su discípulo, observando el hermoso espectáculo de la naturaleza.
En su paseo iban escuchando las voces de las animales del campo: las vacas mugían, los pájaros trinaban insistentemente, las ovejas balaban, los caballos relinchaban, los grillos y las chicharras cantaban.
“¡Si tan sólo pudiera comprender un instante lo que alguno de ellos dice!”, dijo el discípulo suspirando, refiriéndose a los animales.
“Mucho más importante para ti sería si tan sólo pudieras comprender, aunque fuese por un instante, la verdadera esencia y significado de lo que tú mismo dices”, respondió el Maestro Zen.

Sunday, June 13, 2010

De libros y librerías...


Un fondo musical de Simply Red (Holding back the years) que me transporta a aquel día en que me encontraba inmerso en la librería “Borders” durante muchas, muchísimas horas, tantas que cuando salí ya era de noche.



Me quedé sorprendido de que sólo al salir fue que sentí hambre, ganas de ir al baño, solo allí pensé en las cosas que tenía pendientes para ese día, las mismas para las cuales ya no tenía tiempo. Estaba en trance.



Las librerías ejercen esa influencia sobre mí. No importa si son pequeñas o grandes. Es la magia que ejercen sobre mi mente, que hace que transcurran horas, muchas horas, en un trance que por lo general termina en un timbre telefónico, en un tropezón con algún otro fantasma de pasillo, que como yo, extasiado camina sin ver a quién tiene frente a sí.



Y siempre encuentro cosas interesantes para mirar. Buenos recuerdos de lecturas pasadas. Nuevos temas sobre los que me gustaría indagar. Títulos que no pensaba encontrar en esta época de escasez y de limitaciones de importación en Venezuela. Títulos que me recuerdan a mí mismo, y a otras personas, fielmente retratadas en ellos.



Cambia el fondo a Al Stewart y su “Year of the Cat”. Claro que también las hay espantosas, mal llevadas, peor manejadas, porque llevar una librería no es igual a llevar un restaurant ni mucho menos una tienda de zapatos. No es mercancía que se expone para vender y obtener un beneficio, aunque eso esté implícito en el negocio. Yo he salido con libros bajo el brazo por los cuales no he pagado un céntimo. Que el librero me los ha obsequiado, y que yo he leído con muchísimo placer. He mantenido unas tertulias interesantísimas sobre autores y libros que ya me gustaría haberlas grabado para escucharlas en el tiempo. Aprendo mucho de ellos, y ellos de mí. Es nutrición en ambos sentidos. Es algo hermoso y al alcance de todos. Algo que te llena el espíritu de lumbre.



Suena Dido y “Hunter”…en estos tiempos de mucha superficialidad es bueno dedicar un tiempo a leer, lo que les guste, lo que les atraiga, pero leer, abstraerse y vivir lo que se nos muestra en el papel. Oler el libro, si, ese olor a tinta y a fibra vegetal, disfrutar de las palabras y su infinito poder. Si por casualidad se les contagia este placer, yo les aseguro que van a ver la vida de un modo distinto, mucho más bonito, porque parte de la vida, una parte muy importante, implica vivir otros mundos, con personajes tan reales como ficticios, implica soñar, y como varias veces he escrito para terminar mis posts, los sueños se cumplen…



Suena ahora Tracy Chapman y su “Fast Car”, hermosísima canción, y mientras Tracy canta, yo quiero citar a Orhan Pamuk en su libro “La maleta de mi padre” (Random House/Mondadori, 2007):



“Todos los días necesito ocuparme de la literatura para ser feliz. Como esos enfermos que tienen que tomar cada día una cucharada de su medicamento para seguir vivos”. ¡Ha dicho!

Friday, June 04, 2010

La gran lección...

(Fotografía de Associated Press/Paul Sancya)

Vaya tema para mi post número 300. Es inútil pensar en lo que hubiese podido pasar. En los libros de records nunca quedará registrado. Pero es algo que muchos no podremos olvidar jamás. El juego perfecto de Armando Galarraga, el día 2 de junio de 2010, tristemente arruinado por una decisión errada del árbitro de primera base, Jim Joyce.

¿Qué es un juego perfecto? Es un partido donde un equipo no permite a ningún bateador del equipo contrario alcanzar alguna base por ninguna circunstancia. No hay bases por bolas, no hay hits, no hay carreras.

Especulaciones hay miles. ¿Opiniones? Muchas más. Lo verdaderamente cierto es que muy pocos podrán olvidar que un pitcher nacido en Venezuela, con apenas tres temporadas completas en el béisbol mayor de Estados Unidos lanzó una joya que, en la larga historia de más de 130 años de béisbol, solamente había sucedido 20 veces.

El primer juego perfecto lo lanzó John Lee Richmond en 1880, cuando aún no se usaban guantes en el béisbol.

Lo mejor de la hazaña de Galarraga: lo hizo con apenas 88 lanzamientos, apenas superado en la historia por Addie Joss (Año 1908-78 lanzamientos). Dave Cone, de los New York Yankees lo hizo en 1999, con 88 lanzamientos.

¿La mejor lección? La que yo nunca olvidaré. La humildad y grandeza espiritual de Galarraga, quien, cuando ya se aprestaba a celebrar su hazaña contempló con estupor la señal de “safe” del árbitro ante (lo que parecía) la jugada final del partido. Armando se llevó las manos a la cabeza, y apenas atinó a sonreír. El estupor reinó en el resto de los jugadores (incluido el jugador del equipo contrario que corría hacia primera base) y en las tribunas del “Comerica Park” en Detroit, sede de su equipo “Tigres de Detroit”.

Al final del partido, el árbitro pidió hablar con Galarraga, luego de haber visto los videos de la jugada, y personalmente admitió su garrafal error. Galarraga le contestó: “Todos cometemos errores. Nadie es perfecto”.

Joyce admitió públicamente su monumental error, y eso lo enaltece como ser humano, así como enaltece a Galarraga haberlo perdonado.

Al día siguiente del partido, Galarraga y Joyce volvieron a encontrarse, antes de iniciarse el partido. Joyce se enjugaba las lágrimas cuando Galarraga se acercó a entregarle la alineación de su equipo, y se dieron un apretón de manos. La disputa quedaba zanjada. Y el mundo recibió una lección.

Sunday, May 30, 2010

La concha


Nada, nada en absoluto nace.
Ni muere.
Lo dice la concha una y otra vez

desde las profundidades del vacío.

Su cuerpo, barrido por la marea, ¿qué importa?

Durmiéndose en la arena,

secándose al sol,

bañándose a la luz de la luna.

Nada que ver con el mar,

o cualquier otra cosa.

Desaparece una y otra vez 

con las olas que revientan en la playa.



Shinkichi Takahashi, poeta japonés.

Saturday, May 22, 2010

Demora justificada



"Todo florece. Se me hace tarde, volviendo a casa por el sendero".

Son palabras del Maestro japonés Yosa Buson, más que justificadas cuando uno se detiene a mirar la belleza de los pequeños detalles de la naturaleza.

Imágenes que hablan por sí mismas, con elocuencia y desenfado, que paralizan, inspiran, que fortalecen el concepto subjetivo de la belleza.

El sentido de la vista lo agradece infinitamente. Es la magia de lo natural. Detengámonos por un momento a mirar, a saber que estamos vivos...

...y a pensar en nuestros nietos, y en los hijos de ellos; y a hacer un esfuerzo para que, cuando les corresponda, también puedan disfrutar, al natural, de imágenes como éstas...

*Fotografías tomadas esta primavera por Pasquale Lattarulo en el Parque Floral de Paris, Francia.

Saturday, May 15, 2010

Haikus: instantes eternos.


“Anatomía de un instante” se llama un libro de Javier Cercas, escritor español, también autor de “Soldados de Salamina” (ambos de Mondadori). Nada mejor, para describir la captación de la escena en los haikus japoneses, que el título de ese libro.

“La vida mía / La noche entera / ¿Cuánta me queda todavía? / ¡Tan pasajera!”. Shiki.

Hoy cumplo 48 años y al pasar en mi mente los flashes de la película de mi vida, termino haciéndome la misma pregunta. ¿Cuánto más queda por vivir?

“En la montaña / la luna alumbra también / al que robó las flores”. Issa.

Y es que la luna brilla para todos, los enfermos, los niños y los ancianos, independiente de su condición, el cielo, el mar, los árboles. La luna es verdaderamente generosa con todos.

“Abre el oído / somételo al silencio de las flores”. Onitsura.

Tan hermosa es esta escena, mirando las flores abrir sus pétalos ante ti, espectáculo único e irrepetible.

“No quiere el día despedirse / remolonea entre los charcos”. Issa.

¿Se lo imaginan? Como un niño travieso en la tarde, que no quiere dejar de jugar, aún cuando ya se despiden los últimos rayos de luz. Déjà vu.

“La luz debuta en primavera / en las alas de las aves que vuelan”. Chora.

Nunca mejor descrito el instante, cuando aún el sol no asoma en el horizonte, sobre la línea del mar, y aparece, en lo alto, una bandada de gaviotas con sus alas blancas y resplandecientes.

“Este camino / ya nadie lo recorre / salvo el ocaso”. Basho.

Como ese, muchos, polvorientos, olvidados, que parecen no llevar a ninguna parte, y que una vez fueron florecientes, luminosos, llenos de vida. ¿Conocen alguno así?

“La luna y yo / al sereno en un puente / al fin solos / los dos”. Kikusha.

¿Existe de verdad un momento más romántico?

“Escampa / lo anuncia la cigarra colgada / de una rama al ocaso”. Shiki.

Cuando llueve copiosamente y luego sale el sol, son las cigarras, con su melodía, las encargadas de anunciarlo. Todos lo entendemos así.

“Lo que escucha un anciano / música de la lluvia / tejas abajo”. Buson.

Esos seres de luz que ya viven el ocaso de sus vidas, todo lo piensan, cavilan, meditan, observan, sentaditos, así, sin mayor ruido. Y lo captan todo, en medio de sus reflexiones y pensamientos. No hay detalle que quede por fuera. Luego nos miran y sonríen.

“Silencio de una hoja de castaño / cayendo al manantial”. Shoohaku.

El ruido del agua al caer entre las piedras. Rumor natural que nos llena de sosiego y paz. Y esa hoja que cae frente a nuestros ojos, hasta rozar la superficie del agua, y despedirse, marchándose con la corriente, entre burbujas…

“Me pongo de puntillas / y el cielo estrellado / se tambalea”. Sumitaku Kenshin.

La relatividad del espacio ante nuestros ojos. ¿Quién se mueve y quién esta fijo?

“¿Qué soñarán / las mariposas mudas / sobre las flores?”. Reikan

Tan tranquilas que son ellas. Las tratas de atrapar y vuelan alrededor, en un juego contigo, nunca asustadas ni agresivas. Las observas posadas sobre la rama. Abren y cierran sus alas en una danza misteriosa que sólo ellas entienden. Y mientras tanto sueñan. Y los sueños se cumplen…

* Imagen: www.fondos10.net

Saturday, May 08, 2010

Sábado de poesía


Inestable. No hay balance posible. Escribir cuando no se tiene nada que escribir. Todo lo que pasa por mi mente son cosas técnicas, de diseño. Debo buscar el equilibrio. Lo encuentro en la poesía japonesa. Ella es delicadeza, es dulzura, es visión y es sentimiento, armonía, y al mismo tiempo la paz soñada.


“En mi viaje en solitario / veo bajo una colina una barca pintada con arcilla roja / que navega hacia la otra orilla”. Kurohito.

Cambio las fuerzas de tracción y corte por una laguna tranquila, donde un hombre rema pacientemente en su ruta hacia algún lugar, y detiene el instante para narrarnos, cual hermosa fotografía, lo que observa.

“Alborotadas / por una ráfaga de viento / las hojas secas vuelven a descansar”. Basho.

Sientes el viento repentino barrer la calle y levantar la hojarasca, que responde haciendo un ruido particular, para luego dejarse caer y volver al letargo en que se encontraba hace un instante. Todos hemos percibido la escena en algún momento. Nada la evoca de mejor manera que el poema de Matsuo Basho.

Los poemas japoneses son la medicina precisa para buscar el equilibrio entre el cuerpo y el espíritu. No sé cuál es el efecto que les deja a los demás cuando los leen. A mí me permiten aguzar el oído y prestar atención a los sonidos de la naturaleza, me calman, me hacen saltar del carril vertiginoso de la vida moderna y al volver a mirar el paisaje, lo siento más hermoso, porque ahora están los detalles, que siempre estuvieron allí, mientras giraba con vértigo para tratar de cumplir con el proyecto, terminar la tarea del diseño urgente, la reunión prioritaria.

“Un gorrión / entra y sale / de la prisión”. Issa. ¿Puede haber un modo más bonito de describir la libertad?

¿Mejor manera de ilustrar una imagen que se queda en nuestra mente a través del tiempo? “Tras caerse / me persigue / la imagen de una peonía”. Busón.

“Esta seta es venenosa / pero también, claro está / muy hermosa”. Issa


*Imagen: florasierramadrid.wikispaces.com

Sunday, May 02, 2010

Rain


Estoy leyendo “Rain”, de Jeffrey J. Fox (Jossey-Bass/Wiley, 2009), uno de esos libros interesantes sobre negocios que tanto me gustan. Versa sobre la sapiencia para los negocios que comienza, y se va desarrollando a partir de la simple labor de la venta de periódicos cuando niños, y que sorprendentemente tiene como protagonistas a hombres como Warren Buffett, Walt Disney, Sam Walton (Wal-Mart), Don McLean (American Pie), Tom Cruise, Rev. Martin Luther King, Jr., Isaac Asimov, John Wayne, Willie Mays, Jackie Robinson, Bing Crosby y, entre otros, a los presidentes (CEO) de entes como el Bank of America, General Electric, Time Warner y Goodyear. Todos comenzaron con la noble labor de repartir periódicos en las casas, siendo niños, cuando sus amigos aún dormían entre cálidas sábanas y en las tardes con el vespertino, cuando esos mismos amigos jugaban apaciblemente.


Me trajo a la memoria mi primer trabajo, que no fue otro que lavar los carros (coches) de mis vecinos del edificio y, posteriormente, de la manzana completa. Recuerdo que decidí hacerlo un buen día, cansado de esperar a que mi padre me diera dinero para ir al cine los fines de semana, y ocurría que muchas veces no había excedente y simplemente tenía que esperar a la próxima semana. O la siguiente.

La primera vez me costó mucho hacerlo, porque no quería exponerme a las burlas de mis amigos de entonces, que no tenían otra cosa que hacer sino jugar y estudiar. Pues decidí que tenía que arreglar el tiempo para hacer las tres cosas: estudiar, jugar y trabajar. Sólo que cuando yo tenía que trabajar, bajo un sol inclemente, ellos jugaban, eso cuando no pasaban a mi lado a saludarme y mirarme con cierta lástima.

Así lo percibía yo. Algunos hasta se atrevieron a preguntarme por la situación económica de mi casa, que en verdad era crítica, pero en un tono de burla, o de compasión.

Sin embargo seguí adelante con mi propósito. Era eso o seguir en la misma rutina de pedirle a mi padre, y esperar, y esperar.

Poco a poco fui desarrollando la técnica, la velocidad, lo que me fue permitiendo abarcar un mayor número de carros (coches) y lograr la satisfacción de mis clientes y, como consecuencia mi dedicación, la lástima de mis amigos.

Fue mi primer contacto con el trabajo, con la labor realizada y el dinero obtenido por ello. Para ello sacrificaba todas las mañanas y más de una tarde de los días sábado y domingo durante por lo menos 50 semanas al año. Mis manos destrozadas eran mudas testigos de mi ardua labor.

En los inicios, esperaba con mis implementos la llegada de los potenciales clientes. Con el tiempo, ellos iban hasta mi casa a reservar el espacio de tiempo para el servicio de sus vehículos durante el fin de semana, y pagaban un adicional que yo agradecía mucho en esos días.

Aprendí mucho de la vida en esos días que transcurrieron entre mis doce y mis quince años, cuando me becaron en el liceo (cosa que continuó en la Universidad). Compré mis primeras prendas de vestir, llevaba a una amiga al cine, compré un guante de béisbol, las pelotas, le compraba cosas a mi mamá, todo con el dinero que ahorraba.

De esos días me quedó un gran aprendizaje, que tiene que ver más con la persona que con los negocios.

Aprendí el valor que una simple propina puede tener para un empleado que presta un servicio, con la cual se puede completar el pago de una inscripción a un curso de sus hijos, comprar una medicina y otras cosas que, a los ojos de otro son invisibles.

Aprendí el valor de trabajar bien, aunque nadie te esté mirando o supervisando. Hace lo mejor que puedes con las ventajas que tengas en ese momento y lograr la plena satisfacción del cliente.

Aprendí que no se puede vivir con tabúes, que hay que derribar paradigmas, que el trabajo no avergüenza, y que el sacrificio, tarde o temprano, tiene sus frutos.

Aprendí que un amigo es el que te quiere por lo que eres y nunca por lo que tienes. El que te respeta, independientemente de tu condición económica. Aquel que puede mirar lo que es invisible a los ojos.

Aprendí que se puede ganar mucho dinero combinando las habilidades e inteligencia particulares para satisfacer las necesidades de un cliente (principio que permanece activo y vital en mi trabajo actual de ingeniería).

Aprendí que se siente una inmensa satisfacción personal cuando se gasta el dinero ganado en buena lid, sudado, sacrificado, pensado y planificado, y que no se siente igual cuando es dado, obtenido de manera fácil, sin esfuerzo alguno de por medio.

Aprendí a entender y a apreciar a los que no han tenido la misma fortuna que yo he tenido. A los que los caminos de su vida los han llevado al infortunio de tener que hacer trabajos difíciles, pesados, incómodos o desagradables, y que aún así, lo desempeñan de la mejor manera posible, sabiendo que es necesario que alguien lo haga, y que jamás te niegan una sonrisa, siempre presente a flor de labios. A ellos, estoy seguro, pertenece el Reino de los Cielos.