Friday, June 24, 2011

Azules de mar y cielo...


Mar azul, abierto, tranquilo como un espejo. Brisa fresca con olor salino, aletear de gaviotas en el fondo, como música celestial, formando una orquesta con las olas, y el cielo que lo cubre todo con su azul infinito.

Mar abierto que me traes tantos recuerdos de adolescencia en las playas más hermosas que he visto. Recuerdos de color plateado en noches de luna llena, de escribir nombres en la arena, dejar que suba la marea y al día siguiente volver al lugar a cerciorarme de que aún están allí, escritos para la eternidad.

Mar azul de acompañante en faenas de pesca que, si el estómago lo permitía y los mareos cedían, se convertían en terreno fértil para la meditación y la reflexión de tantas cosas, interrumpidas solamente por el tirón de un pez que pronto dejará de serlo para convertirse en acompañante de una deliciosa ensalada.

Cielo azul que en horizonte se confunde con el mar y a veces no permite discernir dónde termina uno y comienza el otro. Azul que te pone a pensar si será el mismo cielo que observan tus amigos en otros pueblos y ciudades, o si por el contrario tendrán cielo encapotado, gris y lluvioso.

Cielo abierto, amplio e infinito que de noche se enciende en forma de luminosas estrellas situadas en galaxias innombrables y que inspiran paz, quietud, armonía con el espíritu, amor en su manifestación más simple.

Azul de cielo y de mar, contrastando con el ocre y el blanco de esta arena desde donde sentado los contemplo a ambos, junto con el viento y un pequeño cangrejo que recién afloró a acompañarnos, escuchando el rugido de las olas, y mirando la estela de espuma y el leve susurro de las burbujas estallando, me entrego a la danza del Universo.

Sunday, June 19, 2011

Domingo filosófico


Suena "Peel me a grape" con Diana Krall, su hermosa voz y piano. Mientras tanto yo divago...

...pensando que durante ese viaje que llamamos vida tenemos la suerte de conocer personas que nos dejan huella. Esas personas que aparecen en nuestras vidas como enviados por un ente superior, nos dejan su experiencia de vida, su mensaje y luego se van como vinieron, una vez que han cumplido su misión.


De nada nos vale perseguirlos por el mundo, unas veces con éxito, otras sin él. Si logramos encontrarlos, porque hay formas de hacerlo, más aún en esta aldea comunicativa tan pequeña en la que vivimos hoy, nos encontramos con que esas personas ya están inmersas en otra aventura, por llamarlo de una forma, en otra vivencia, en otra misión de vida. Y tenemos que entenderlo así, porque de otro modo lo que nos queda es sufrir pensando en porqué las cosas no vuelven a ser como antes.

Esos son los mensajes que la danza de la vida nos va dejando y que tenemos que descifrar, con ayuda o sin ella. Todos los días muchas personas se cruzan, trayendo mensajes el uno al otro. Mensajes importantes o no, pero hay un constante intercambio de data, para bien o para mal.

Dentro de ese interminable ciclo de encuentros están los indispensables o imprescindibles, que son los que vienen con un mensaje que cambiará nuestras vidas para siempre. Llegan así, sin avisar, se posan en nuestro entorno disfrazados de cualquier cosa, de bebé, de mamá, de profesor, de instructora de natación, de mariposa, de curador de museo. Eso ocurre para que nunca nos demos cuenta que esa persona vino a eso, a dejarnos un mensaje importante.

Muchas veces llegamos a esa conclusión cuando reflexionamos en el tiempo, y lo entendemos así. En ese momento preciso el mensajero ya no está, ya pasó, como las imágenes en la ventana de un tren de alta velocidad.

Aprovechando el símil, mantenemos la imagen en nuestra memoria durante mucho tiempo, tratando de volver a repetirla en la vida real, cosa que no sucede. Y si volvemos a situaciones parecidas, las condiciones de borde ya son otras y la realidad tiene otros matices.

Nada vuelve a repetirse en las mismas condiciones.

Mi mensaje es que hay que sumergirse en lo que estamos viviendo y convertirse en uno con el entorno, como lo enseña el Zen. Si quieres obtener un objetivo, nada fluye más que cuando sientes que no hay obstáculos alrededor, y eso solo se logra cuando vives el entorno, lo haces parte de ti, y finalmente te fundes en él.

Cuando nadas y te conviertes en uno con el agua, ya no eres tú, ya no hay piscina ni agua sino un solo ente, eres un pez, y es así como consigues los mejores tiempos.

Recuerdo haber leído de Khalil Gibrán que “en el mundo real del espíritu solo hay encuentros y no despedidas”, y lo he asimilado muy bien. Vivo en una eterna búsqueda del sentido que tiene el hecho de que estemos aquí y ahora. A medida que me sumerjo en el entorno, siento que voy soltando el lastre, y que la vida se me va abriendo poco a poco...

Sigue Diana Krall en el fondo, esta vez con "The heart of a saturday night". Que bonito suena...

Saturday, June 11, 2011

La vida es un fandango...



...para quien lo sepa bailar.

Siento que las semanas pasan muy rápido, y se nota en el ambiente. Hemos tenido un comienzo de año frio y lluvioso. Y ha sido tanta la lluvia, que en principio se consideraba esporádica y ahora se ha unido con la temporada lluviosa, que según el calendario comienza a finales de mayo de cada año, sin hacer la menor diferencia.

En estos días ha hecho bastante calor, el mismo que se esperaba en marzo o abril pero que nunca llegó en su momento. Y si bien la lluvia permanece, los momentos de frio y calor se han alternado.

La permanencia de las lluvias ha hecho que el follaje se haya vestido de todas las tonalidades de verdes que se puedan imaginar. Y eso es algo bonito, especialmente en nuestro amado Cerro El Ávila de Caracas. Según la posición de las nubes, o la incidencia de los rayos del sol, los tonos de verde cambian de claros a oscuros, de grisáceos a azulados.

Con este escenario de fondo medito un poco acerca de lo que va a acontecer en la segunda mitad del año, que ya está a la vuelta de la esquina.

Vislumbro cambios de ambiente, de escenarios y de mi forma actual de vida. Uno de esos despertares que se suceden cada siete años, y que justo estoy tocando ahora, que ya cumplí 49, precisamente un múltiplo de 7.

Si me fijo bien en el horizonte, alrededor, me doy cuenta que algunos también están pasando su tormenta personal. Cada quien labrando su destino, capitán de su nave, olas más, olas menos, encrespadas unas, suavizadas otras, unos con más dificultad que la mía, intuyo, otros con menos. Todos haciendo lo que creemos que debemos hacer, quizás unos continúan errando, y otros acertando. Hay otros inmersos en los aspectos superfluos, evadiendo a horcajadas una realidad que tarde o temprano acabará engulléndolos, viviendo vidas que no son las propias, sin cable a tierra.

Si uno sube el foco, y desde allí arriba amplía la mirada se da cuenta que cada quién está en lo mismo, y, quitando los trapos y distracciones, las apariencias y los espejismos, siento que todos estamos inmiscuidos en la misma danza de la vida, que se sucede a cada instante, sin parar un segundo para descansar. Es una danza infinita e imperturbable, la bailamos todos, queramos o no, desde el viejo árbol que se mece con el viento hasta la niña hermosa con sus zapatillas de ballet.

La vida tiene un sentido para todos y cada uno de nosotros. La esencia está en descubrir cuál es ése sentido y ejercerlo a plenitud. Esa es mi lucha de siempre. Tratar de interpretar ese sentido de las cosas.

Saturday, June 04, 2011

Arquitectura Moderna y Modificación del Escenario Urbano


Uno de mis pasatiempos favoritos en Caracas, ciudad hermosa y caótica al mismo tiempo, es el de la observación de diferentes ambientes modificados por la intervención de la arquitectura moderna. Siempre le pregunto a una amiga Arquitecto sobre lo que observo y ella nunca me responde. Me dice: “Voy a verlo y comentamos” pero ese “comentamos” nunca se lleva a cabo, bien porque lo olvida, bien porque prefiere no emitir opinión, total, ¿quién sabe?

Lo cierto es que mi ciudad muestra esos cambios en el entorno, bruscos algunos, armoniosos los otros, en fin…

Ejemplos hay muchos: el nuevo Mercado de Chacao, la Torre Confinanzas (inconclusa), la Mezquita Al Ibrahim, el Centro Banaven (Cubo Negro) de Chuao, el Centro Comercial Millenium y tantos otros ejemplos.

Uno de los que más me llama la atención es la irrupción del hotel “Four Seasons” (actualmente “Caracas Palace”) en el corazón de la urbanización Altamira, es decir, en la Plaza Francia.

Cuando Luis Roche diseñó la plaza, allá por los años 40 del siglo pasado, la concibió como el centro de atención de la urbanización, sitio de reunión y de encuentro, de solaz y de tranquilidad. Por años su obelisco constituyó el punto más alto de la entonces ciudad de los techos rojos y una de las referencias más importantes de la ciudad.

Hoy en día el edificio del hotel abruma espacialmente el lugar. Asume el control del punto urbano que otrora fue de la plaza. Al llegar al sitio la gente inmediatamente sube la mirada y se queda contemplando la enorme estructura con fachada de vidrio, que incluso llega a dar la impresión de que se yergue en el propio lugar de la plaza.

El edificio propiamente es una belleza (según mi propio gusto), es símbolo de la nueva arquitectura de Caracas y fotográficamente es un excelente escenario.

Sin embargo me queda un dejo de tristeza por haberse perdido el concepto original de la Plaza, como verdadero centro de atracción visual del lugar. Son de estas cosas que superficialmente parecen deleznables pero que en el fondo no lo son, especialmente desde el punto de vista del arte y la tradición de la ciudad.

*Fotografía de Arianna Contreras