Sunday, March 22, 2015

Divagaciones en medio de la crisis

La época que vivimos en la actualidad de Venezuela podría ser catalogada como una crisis. Se sabe que se está en crisis cuando no sabes a ciencia cierta qué va a pasar al día siguiente con nada.

Hay cosas que sí se saben. Seguirá habiendo impunidad en el crimen. Los presos políticos seguirán presos. Los precios de la comida seguirán subiendo. Habrá escasez de algunos rubros básicos para la vida. Y así. Pero al mismo tiempo vives rodeado de una incertidumbre general que no se pasa.

En ese estado de las cosas, trato de seguir viviendo en una normalidad que ya tiene aspecto de nube. De sueño. En medio del frenesí, trato de despejar las incógnitas que se me presentan sin caer en el hastío ni el frenesí. Trato de seguir viviendo en un estado ideal de las cosas mientras pienso en el próximo paso, que muchas veces tarda más tiempo de lo que el entorno espera. A veces tanto, que ni yo mismo sé si me estoy quedando atrás. 

Veo gente correr, irse del país, cambiar de ramo de negocio, de partido político, es decir, veo gente desdoblarse de diferentes maneras, hacer millones de diligencias burocráticas que los preparen para un hecho eventual de sus vidas que no parecen tan seguros de ver con nitidez, mientras yo sigo pensando, y haciendo cosas muy pequeñas, quizás imperceptibles para la masa, dejando que la arena decante poco a poco para poder ver bien lo que muestra el camino.

Siento que voy bien. Algo me lo dice. Pero es algo que no se puede explicar fácilmente.

Mañana es lunes. Volveré a la rutina del trabajo. Cumpliré con mis propósitos a corto plazo. Mientras sigo pensando en lo que me depara el destino. A mí y a los que me rodean.

Estoy escribiendo poco. Mi otro yo Ingeniero es el que tiene la batuta, el dueño de la casa corporal y mental. El otro yo contempla agazapado. Sopesando ideas. Quitando un poco de peso aquí y allá, para que el deseo de escribir no se convierta en obligación. Escribiendo párrafos en el silencio, aún sabiendo que de no plasmarse pronto, correrán el triste destino de ser olvidados (de repente, quizá algún día recordados aguas abajo).

También leo. No importa lo que pase, no dejo de leer. Y de buscar material para que la llama de la lectura no se le ocurra agotarse en medio de la crisis. Afortunadamente hay material suficiente. Gente que se va y deja los libros en librerías de viejo por evitar el sobrepeso. Gente que vende libros que se han ido quedando en el estante a buenos precios. Novedades que, aunque poco, siguen llegando. Para cubrir lo anterior me obligo a visitar muchas librerías. Y en todas hay sorpresas. Eso está bien.


Un abrazo a los que aún se acercan a esta casa virtual que no se cierra nunca.