Monday, February 13, 2017

Exploradores


En la acera solo hay un gato. Y una maceta gigante, mayormente utilizada como cenicero, pues la planta que antes reinaba ya es solo un ramaje seco.

De este lado los dueños de los negocios conversan entre sí ante la evidente falta de clientes. En la otra acera se ve un restaurant con el color característico de los manteles, muestra de que no hay mucha gente sentada a comer. El restaurante es bueno. Sirven comida italiana y lo hacen muy bien. Entonces cruzo.

Como me esperaba, no hay mucha clientela. Puedo escoger la mesa que desee, y lo hago en una cercana a la caja, donde el dueño lee un periódico italiano editado localmente. Baja el diario y me saluda. Acto seguido pega un grito y de la cocina sale un mesero urgido. Recoge el menú y se me acerca. Mientras yo leo el coloca sobre la mesa lo de costumbre: las servilletas, el agua, sal, pimienta y unos mantelitos en los que se sirve la comida.

Pido una pasta bologna de entrada y una pechuga de pollo con puré de principal. La cerveza no tengo que pedirla. Es costumbre servir los gustos a los clientes. El mesero sirve y conversa. Lo conozco desde hace tiempo. Es joven. No estudia. Mantiene a una familia que ha incrementado reciente con la llegada de un bebé. Las cosas no andan muy bien pero mantiene un buen semblante.

Es que a veces la crisis parece sobrepasarnos y no es mucho lo que podemos hacer para librarnos. Siempre me pregunta sobre lo que leo. Se asombra cuando no ve el libro en la mesa. Se interesa. Ha leído unas cuantas recomendaciones que le he dado. Y las hemos comentado. A pesar de que no tenemos gustos similares, a veces coincidimos. Como en John Grisham y Joyce Carol Oates. Le comenté de lo poco que leí y de allí partió. Y ahora es él quien recomienda sobre esos autores. Lo ha leído todo. Y eso es bueno. Murakami no le llama la atención. Ha intentado entrar pero no ha podido. Le surgen más preguntas que lo que avanza en la lectura. Se ha atascado y no ha insistido. A veces pasa con algunos autores. Es mejor dejarlos para otro momento o intentar con los que se nos dan mejor. A él con Grisham, Oates, Graham Greene y Alice Munro.

Con los autores no hay predicción posible. Con unos lectores se enganchan pero con otros son la perdición. A mí me gusta más bien variar porque pienso que me puedo estar perdiendo de algo bueno. Por eso ensayo a varios. Y he descubierto muchos buenos, y otros malos claro está.

Dice Kafka que los libros son como una llave que abre puertas de habitaciones inexploradas en nuestro propio castillo. Lo creo así. Si partimos del hecho que conocemos más del espacio exterior que del fondo de los mares, no tiene nada de particular que tengamos un sinfín de habitaciones sin conocer dentro de nuestra mente. Siendo así, los lectores somos como buzos, que se adentran en los confines del mar en búsqueda de algo que inicialmente no saben pero que están seguros de que está allí. Eso somos finalmente. Exploradores de nosotros mismos.


Saturday, February 04, 2017

2017: aires de cambio


Mi primer relato del 2017 llega así de tarde. Ya es febrero. No está Obama en la Casa Blanca. Todo parece estar cambiando a muy alta velocidad. Ojalá sea para bien.

El año comienza como una locomotora de vapor que se encontraba detenida en la estación. Ni siquiera he escrito los propósitos del año, que ya era costumbre. No conseguí la agenda de Valentina Quintero (no salió a la venta), que era donde las escribía. Comienza con cambios este 2017.

Si algo no cambió fue mi pasión por la lectura. Gracias a Dios hay bastante material en el inventario de lecturas. Tengo grandes expectativas como todos los años. No quiero adelantar.

Quiero vivir nuevas experiencias. Pisar terrenos donde nunca antes me haya asomado. Dejar mi huella. Volar alto. Mirar desde arriba, donde todo parece diferente. Pensar. Pensar mucho. Liberar peso muerto. Dejar entrar nuevos aires a mi vida.

Soy de los que cree que la vida está formada por ciclos de siete años de duración cada uno. En esos ciclos se viven cosas que cambian bastante entre uno y otro. Hagan un ejercicio mental y describan su vida entre el nacimiento y los siete años. Luego entre los siete y los catorce, y así. Si se fijan bien en los acontecimientos vitales verán que hay hechos fundamentales. Ocurrencias enmarcadas en cada período que nos cambian como personas. Los ciclos no son exactos. Puede que empiecen antes o después, pero se nota el cambio en los períodos. Cada siete años.

Estoy en un momento de cambio. Y necesito algo de meditación. De repente salgo al Roraima o al Kukenán a llenarme de su energía. A sentarme en su cima a dejar lastre y a recibir buena vibra para lo que viene. Voy a planear el viaje. Ya les contaré de esa experiencia vital.


Entretanto quiero que sepan que los llevo siempre en mi mente. Gracias infinitas a los que permanecen en esta casa que pronto cumplirá doce años. Bienvenidos los que vienen de visita. Siéntanla suya. Se toman un tecito, relajados. Voy a estar pasando con mayor frecuencia a dejarles relatos reales y de ficción. A contarles sobre lo que leo. Los quiero. 

*Imagen www.mfaucher.com