Wednesday, December 25, 2013

Mis lecturas del 2013


Mis lecturas del 2013
El año 2013 me ha sorprendido por el mero hecho de que encontré más tiempo para dedicar a la lectura. 

Mi número de libros leídos creció de un máximo de 35 en el 2012 a 45 este año. Estoy muy contento por eso, sin embargo debo confesar que me estuve presionando todo el año en un empeño por llegar a 52 (uno por cada semana del año). Aun cuando leí más, debo admitir lo estúpido que me sentí al presionarme por leer cuando esa es una actividad que realizo por placer y no por establecer números. Así que no volveré a hacerlo de esa forma y sólo leeré cuando encuentre el tiempo y la voluntad de hacerlo. Así será en el 2014.

Mi deseo principal para el año que viene es el mismo del año pasado: lean, lean mucho, porque leer los hace diferentes. Así que lean lo que se les antoje, disfruten esas líneas que otros han escrito para nosotros. La lectura nos deja mucho, así que busquen, indaguen, prueben autores, que en algún momento se encontrarán enganchados con un libro, y después otro, y otro más, es algo maravilloso.

Me fue difícil escoger cual fue el que más me gustó, según mi propio criterio, esto es, el que me abstraiga en mayor grado de la realidad, y me haga vivirlo intensamente. El ganador es “Cartero” de Charles Bukowski (Anagrama, 2011). Un texto autobiográfico del autor, donde relata parte de su vida como empleado de la oficina de correos de Los Ángeles. Permanecí sumergido en él, lo viví, lo sufrí, me reí y me sentí triste al terminarlo, porque quedé con ganas de más.

Aparte de “Cartero” quiero hacer algunas menciones, que recaen en “Arena negra” (Lugar Común, 2012) y “Una tarde con campanas” (Equinoccio, 2012), ambos de Juan Carlos Méndez Guédez (extraordinario autor) y la ya famosa trilogía de “Los Juegos del Hambre” de Suzanne Collins, cuyo personaje principal, Katniss Everdeen logró mantenerme al borde a lo largo de 1200 páginas (“Los Juegos del Hambre”, “En Llamas” y “Sinsajo”; RBA Libros, 2012). Inicialmente leí por probar ya que pensaba que estaban hechos para adolescentes, pero la trama me atrapó y los disfruté al máximo, por lo que no dudo en decirle a todos que se despojen de prejuicios y se sumerjan en la adictiva prosa de Suzanne Collins, que es realmente cautivante.

La aventura lectora incluyó los que a continuación enumero:

“Kashtanka. Historia de un perrito”,  Anton Chejov. Gadir Editorial, 2009.

“Los adioses”, Juan Carlos Onetti, Santillana, 2011.

“Cartero”, Charles Bukowski. Anagrama, 2011.

“Mi país inventado”, Isabel Allende. RandomHouse Mondadori, 2010.

“Pedro León Zapata: por amor propio”, Nelson Rivera, Editorial CECSA, 2012.

“Las rayas”, Rodrigo Blanco Calderón. Punto Cero, 2011.

“Aviones de papel”, Marianne Díaz Hernández. Monteávila Editores, 2011.

“Cuentos en el espejo”, Marianne Díaz Hernández.  Monteávila, 2008.

“Departamento de Objetos Perdidos”, Marianne Díaz Hernández (Inédito en papel).

“Arena negra”, Juan Carlos Méndez Guédez. Lugar Común, 2012.

“La Bailarina”, Ogai Mori. Impedimenta, 2011.

“Cambios”, Mo Yan. Seix Barral, 2012.

“Ocho escenas de Tokio”, Ozamu Dasai. Sajalín Editores, 2012.

“Vida de un idiota y otras confesiones”. Ryunosuke Akutagawa. Satori Editorial, 2012.

“Tú y yo”, Niccoló Ammaniti. Anagrama, 2012.

“El paraíso de los gatos”, Emile Zolá. Gadir Editorial, 2012.

“Lluvia”, Victoria de Stefano. Candaya, 2006.

“Inmerso en tu recuerdo”, Jesús Lizarraga. Ediciones J. Lizarraga, 2013.

“Rebelión en la granja”, George Orwell. Destino, 2006.
“1984”, George Orwell. Destino, 2011.

“Doce cuentos peregrinos”, Gabriel García Márquez. Norma, 2003.

“Los platos del diablo”, Eduardo Liendo. Editorial Patria Grande, SF.

“1Q84. Libros 1 y 2”, Haruki Murakami. Tusquets, 2011.

“Todos vuelven”,  Angel Gustavo Infante. Equinoccio, 2012.

“Rosa cándida”, Audur Ava Olafsdóttir. Alfaguara, 2011.

“Las cosas que no nos dijimos”, Marc Levy. Planeta, 2012.

“El traductor”, Daoud Hari. Urano, 2008.

“Nocturno de Chile” Roberto Bolaño. Anagrama, 2011.

“Factotum”, Charles Bukowski. Anagrama, 2011.

“Los juegos del hambre”, Suzanne Collins. RBA Libros, 2012.

“8.8: el miedo en el espejo”, Juan Villoro. Punto Cero, 2011.

“Cada siete olas”, Daniel Glattauer. Alfaguara, 2011.

“1Q84. Libro 3”, Haruki Murakami. Tusquets, 2011.

“Las guerras íntimas”, Roberto Martínez Bachrich. Lugar Común, 2012.

“La senda del perdedor”. Charles Bukowski. Anagrama, 2011.

“Los años de peregrinación del chico sin color”, Haruki Murakami. Tusquets, 2013.

“Los culpables”, Juan Villoro. Anagrama, 2008.

“El gran vidrio”, Mario Bellatin. Anagrama, 2007.

“Una tarde con campanas”, Juan Carlos Méndez Guédez. Equinoccio, 2012.

“En sueños matarás", Fedosy Santaella. Alfaguara, 2013.

“Café Italia. Ambiente familiar”, Juan Carlos Zapata. El parricida, 2013.

“En llamas”, Suzanne Collins. RBA Libros, 2012.

“Roberto Clemente vs. Sandy Koufax. El último encuentro”, Humberto Acosta, Libros del Fuego, 2013.

“Historias de mujeres perversas”, Marianne Díaz Hernández (Inédito en papel).


“Sinsajo”, Suzanne Collins. RBA Libros, 2012.

*Anexo link a las escogencias del 2012.

Saturday, December 21, 2013

Se va diciembre...


Finaliza diciembre, a paso raudo. No parece. Hay una especie de tranquilidad, como aquella que precede a la tormenta.

Cuando miro al cielo, en las noches, la Luna y Venus nos observan, brillantes, desde el cielo. En las noches despejadas el brillo es tal que, como en 1Q84 de Murakami, parece que tuviésemos dos lunas.

No he tenido mucho tiempo para escribir en estos días. Apenas unas líneas sobre Mandela, quien nos dejó a principios de mes. Luego pasó el tiempo y decidí no publicarlas porque he leído lo mismo y hasta la saciedad en blogs, revistas, diarios y pare de contar. Gracias Madiba por todo lo que nos dejas. Tu legado es universal.

Lo que si he hecho es leer bastante. Al comenzar el año me fijé la meta imposible de leer 52 libros, equivalente a uno por semana. Pero, como dije antes, las labores técnicas lo han impedido, se han robado el tiempo de la literatura.

De lo que he leído me ha costado escoger el mejor, según mi punto de vista (el que me provoque más emociones como lector, aquel cuya narrativa me parezca la mejor). Hay algunos muy buenos, y como todo, otros que me ha costado terminar porque se me han hecho muy pesados.

Pero he aquí que ya el año se nos va, y a diez días de finalizar, ya toca publicar la lista. Lo haré el día de Navidad.


A mis lectores, amigas y amigos del blog, les agradezco mucho la lectura y las visitas a ésta, su casa virtual. Este año ha sido cuando menos he escrito, pero no por ello he perdido las ganas. Por el contrario, lo he tomado como unas breves vacaciones. Continuaré plasmando mis ejercicios literarios, mis reflexiones y vivencias en el 2014. Que pasen todos unas felices fiestas y que los buenos deseos puedan convertirse en realidad, una realidad donde la humanidad salga beneficiada como producto de sus acciones. Que el amor se apodere de vuestros corazones. Los quiero mucho.

Saturday, November 30, 2013

Color esperanza


Mi amigo me dice que va a editar un libro, que se ha lanzado de cabeza al negocio editorial en un país donde emprender en estos tiempos es entrar confiado en un mar infestado de tiburones es el mejor concepto de fe que he recibido en los últimos tiempos.

Hay gente valiosa aquí adentro, gente que cree en un mejor futuro y está trabajando desde ahora en eso. Gente que no tiene miedo. Gente que cree en la libertad. Gente que cree en el poder de la literatura.

Lo vi por casualidad, ya que la ubicación de su trabajo está fuera de mi ruta diaria. Por eso lo encuentro espaciado en el tiempo. Por eso me gustan tanto las conversaciones con él.

Los temas nuestros giran principalmente en torno a los libros. Las opiniones divergen a veces. Otras tantas convergen. Y se enriquece la tertulia.

Las personas llegan, interrumpen, el hace su trabajo y yo veo libros, luego volvemos, hablamos, hasta la siguiente interrupción, y así y todo vamos hilando una conversa profunda y bonita.


Gracias a gente como él voy tejiendo poco a poco el lienzo donde espero ver dibujado a mi país. A pesar de los malos augurios, hay gente bonita allí adentro que lucha por tener el país que queremos. Es buena vibra en su máxima esencia. No todo está perdido. Mientras adentro haya esperanza, y se tejan vínculos de libertad, de conciencia, espiritualidad, amor, camaradería y de urbanidad.

*Foto AP de un mensaje enviado por los 33 mineros chilenos mucho antes de ser rescatados.

Sunday, November 17, 2013

Una tarde con campanas


Termino de leer “Una tarde con campanas” de Juan Carlos Méndez Guédez (Equinoccio, 2012) y ya estoy considerando mi adicción a la narrativa de este autor, nacido en Venezuela y residenciado en España.

Hace un tiempo me lo había recomendado una amiga, y había comprado “La bicicleta de Bruno y otros cuentos” (Bruguera, 2008) y “El libro de Esther” (Lugar Común, 2011) pero no había encontrado el momento de comenzar con su lectura.

Fue con “Arena negra” (Lugar Común, 2012) que me inicié en la lectura de su prosa y me identifiqué de una vez. Es un libro desarrollado con una original óptica de capítulos identificados con letras del alfabeto. Va desarrollando una historia hermosa y triste al mismo tiempo, que tiene que ver con la emigración y sus consecuencias: la soledad, la separación de las familias, la adaptación al nuevo entorno, la nostalgia de los que se quedan por los que se van y viceversa, el amor (correspondido o no), el desarraigo y la tristeza. La construcción de la novela se hizo sobre la base de una prosa muy fina, sin palabras rebuscadas sino más bien precisas, unos personajes de carne y hueso que bien pueden tomar el nombre y las caras de muchos que uno mismo conoce y ha escuchado sus vivencias. Escribí sobre ella aquí.

Esta semana, en una visita que hice a una librería, tropecé con “Una tarde con campanas”, la abrí en el mismo anaquel y comencé a leer, y no me pude despegar de ella en un par de días, suficiente para devorarla de principio a fin y confirmar la clase de autor que es Méndez Guédez. De nuevo el tema de las migraciones y sus secuelas, esta vez contada en primera persona, en la voz de un niño que es arrancado de su pueblo natal y va a parar a su nuevo entorno de Madrid, donde, a pesar de hablar el mismo idioma, las palabras que trae causan gracia en las personas que va conociendo, y se ve obligado a explicarles su significado, cuando se puede porque a veces no se puede, como en el “chévere cambur” que acostumbra a decir su padre.


Estoy realmente feliz de tener como lecturas pendientes a “La bicicleta de Bruno y otros cuentos” y “El libro de Esther”. 

Y demás está decir que voy a traerme todo lo que vea de Méndez Guédez, porque sé que es en verdad un autor extraordinario.

Saturday, November 09, 2013

El mecánico


Hoy tenía planeado hacer un montón de cosas pendientes. Confié (una vez más) en la palabra del mecánico que repara mi carro desde hace varias semanas. “Mañana te tengo tu carro. Ya está casi listo”. Eso me dijo ayer.

Esta mañana de sábado, luego de desayunar, resolví llamarlo para saber la hora en que debía estar frente al taller para recoger mi carro funcionando bien. La respuesta, una vez más, me dejó mudo. “Tu carro no está listo. El mecánico asignado no vino hoy”.

No pude articular palabra mientras escuchaba, dentro de mí, el ruido proveniente del desmoronamiento de la estatua que simbolizaba el plan de cosas que debía hacer hoy. Y que no ocurrirán. Ya no compraría las macetas, ni la tierra, ni siquiera una nueva planta de la cual me enamorara en el vivero.

Ya no sé si visitaré a Ricardo, el amigo más nuevo que tengo (un bebé), hospitalizado con una infección respiratoria en una clínica de Caracas.

Nada que ver con el recorrido de algunas avenidas de la ciudad para escuchar su ritmo, sus vaivenes, la melodía de las voces de sus habitantes. No va.

Me sale reclusión y resignación. Me toca esperar.

Y mientras tanto pienso que alguna gente no tiene palabra. Que dice un lapso pero ni siquiera piensa en cumplirlo. Lo dice por decir. Porque al final algún día estará listo el fulano carro. O como me ha pasado otras veces. Me lo entrega. Le pregunto si lo ha probado y le consta que esté bien. Lo afirma. Le pido confirmación. Lo confirma. Y basta que ruede algunos metros para que me dé cuenta que no ha sido así. Que debo volver y dejarlo. Que no ha sido reparado a satisfacción. Que sigo sin carro. Que a él en realidad no le importa. Que solo soy un cliente más. Que no sirve de nada si vuelvo o no vuelvo nunca.

He cambiado de mecánico como quien cambia de ropa. He seguido recomendaciones de amigos. He preguntado en la calle. He leído en prensa los avisos. He probado. Y he probado. Y he probado.

No encuentro ese mecánico en el cual pueda creer. Que no me mande a callar directa o indirectamente cuando le estoy explicando la falla del carro. Que no crea que lo sabe todo. Que sepa que escuchar al cliente es el paso más directo hacia un buen diagnóstico y una buena solución del problema del carro. Que cumpla con lo que dice que va a hacer y con los lapsos de tiempo para la entrega. Que no se escude en excusas para justificar lo injustificable.

No lo he encontrado y he llegado a un punto en que no se si exista. Y mientras tanto el tiempo pasa. Y el carro sufre. Y sufrimos ambos. Sueño con salir del taller y saber que no tengo que volver a reportar otra falla, o la misma, ni a reclamar, ni a escuchar justificaciones. Y que no me vuelvan a decir mentiras. Ni promesas falsas. Sino la verdad.


¿Pido mucho?

*Imagen: www.autoblog.com

Sunday, November 03, 2013

Las compras, ayer y hoy


Ayer


Hoy

Hoy las cosas son muy diferentes a las de ayer. Hablo de un ayer que puede ser la semana pasada, el año pasado, hace una hora o un lustro.

Recuerdo muy bien cuando mi mamá me llevaba a la Tienda de electrodomésticos de General Electric que estaba en Sabana Grande (Caracas). La atendía siempre el mismo vendedor (Alejo Peña), que se aseguraba de darle a mamá lo mejor que tenía con el dinero que ella podía pagar, o arreglarle una muy convincente fórmula de pago en el tiempo. Luego de la venta, aparecía por la casa a verificar si el aparato fue correctamente instalado y si estaba completamente satisfecha con el producto. Terminaba siendo amigo de la familia y sosteniendo conversaciones de béisbol conmigo, que apenas comenzaba a practicarlo, dándome sus valiosos consejos.

Hoy en día vas a una Tienda y muchas veces no consigues a los mismos vendedores de la semana pasada, cuando fuiste a ver un aparato eléctrico. Nadie te da razón del vendedor que te atendió. Los otros vendedores no se identifican ni con la tienda ni con el producto y al final no te quedan ganas de comprar nada.

Vivimos días donde la gente va una Tienda, ve el producto que quiere y se fija bien en el código y el precio. Cuando llega a casa entra en Amazon o algún otro portal de internet y busca el producto en el catálogo. Aún con las limitaciones para el cambio de moneda extranjera que existen en el país hace la compra del artículo, paga el envío y sumando todos los gastos invierte a lo sumo el 10% del precio del mismo artículo en la Tienda. Es el usuario común convertido en importador de bienes, obligado por los altos precios de la oferta de las Tiendas con vendedores que no son sus amigos, no le garantizan servicio de post-venta y mucho menos quieren compartir con ellos sus gustos o resolver una forma de pago.

¿Cómo sobreviven las Tiendas ante una realidad como esa? Creo que de alguna forma se benefician del hecho de que un porcentaje importante de la población aún no tiene acceso o no sabe navegar en internet. Es una población cautiva que no tiene otra opción que la de caminar de Tienda en Tienda a ver dónde consigue el menor precio por el artículo, y aún así paga 10 veces su precio en el portal de compras.

Ya el público no se intimida con aquello de que para extender servicio y garantía tienes que haber comprado el producto en la red de Tiendas de Venezuela. No. La brecha de precios justifica el riesgo tomado. El consumidor se vuelve más estricto al momento de escoger las marcas que le garantizan calidad y durabilidad. Se guía por las opiniones de otros usuarios de internet y de consumidores vecinos. El margen de error se hace más pequeño y reduce el riesgo.

Las empresas que traen los pedidos internacionales han crecido. En muchas de ellas hay que hacer colas para retirar el producto comprado. Y se ve gente de todos los niveles en las mismas. El consumidor venezolano ha incrementado su abanico de opciones. La compra ha perdido personalidad y ha ganado en variedad, calidad y costo. A punta de "clicks" nos llega el producto a casa, leemos las instrucciones y nos convertimos en nuestros propios instaladores, con ayuda on-line si es necesario.

Son otros tiempos, definitivamente. 

* Imagenes de www.noticierodigital.com (Tienda GE) y www.marketingdirecto.com (Amazon).

Sunday, October 20, 2013

Japón en las letras


Nada hay que sustituya una buena conversación con amigos. Más si se trata de temas afines a ambos en los que no puede haber sino valor agregado. De eso hablábamos hace poco en una amena conversa que comenzó con el tema de la narrativa de Haruki Murakami y luego se paseó por sus novelas, el asunto espinoso del Premio Nobel, la literatura japonesa en general, los autores predilectos y sus libros.

Allí uno se da cuenta que no está solo en eso de leer a autores y libros que en apariencia pocos leen.

Te das cuenta que Dazai, Tanizaki, Soseki, Yoshimoto, Mishima, Oe, Kawabata no son astros u objetos desconocidos,  perdidos en la infinidad del espacio exterior.

Muchas veces me ocurre que cuando estoy leyendo quisiera conversar con alguien sobre algún aspecto de la lectura, y ese alguien queda convertido en un vacio, en un nadie que aparece y desaparece, y al final, el tema se zanja con una apreciación muy personal, no compartida.

Eso, por lo general no es la idea, porque tu opinión quieres contrastarla, quieres saber cómo alguien la mira desde otra perspectiva. Quieres convencerte que, el hecho, mirado desde otro ángulo, tiene otra óptica, otro desenlace, otra conclusión que no es la tuya.

Y sucede que a veces no consigues ese interlocutor, bien porque no acudió ese día a la librería o al café de reuniones o por lo que sea. Y descubres que hay otras personas que también se han internado en el tema de la literatura japonesa. Aunque no lo sabías al principio, te das cuenta que han ido lejos, y han pasado por autores contemporáneos y clásicos, han leído sus novelas y cuentos, y tienen para cada uno una nueva ventana, a través de la cual se asoman junto a ti, y ven en perspectiva la otra cara de la Luna.

Eso me parece maravilloso. Yo pensaba que era un fenómeno que sucedía comúnmente en países como España y México. Pero no, aquí en Venezuela también sucede. La gente lee a los japoneses, sus novelas, su historia, tiene sus autores favoritos y de allí surgen tertulias extraordinarias.

De allí aprendes que hay gente que ha ido más lejos, que ha ido al propio sitio de los acontecimientos en busca de las respuestas que a veces los libros no dan, y las han encontrado, y las pueden compartir. De allí aprendes que no estás solo. De allí que puedes ir mucho más lejos en tu aventura por esos paisajes y personajes tan ajenos a estas latitudes.

Es como tomar un segundo aire, y volver sobre lo leído, sobre lo narrado, compartirlo, disfrutarlo a plenitud.

No creo que esté lejos el día en que nos sentemos en un coloquio sobre la literatura japonesa. No se necesita mucho, el gusto por los detalles, por lo diferente, por lo refinado de sus líneas, por la historia, por el viaje a través de los sentimientos que generan muchos de los autores. Ese día no está lejos.

Thursday, October 10, 2013

"1Q84"


“1Q84” es una novela cuyo título recuerda a aquella famosa obra de George Orwell, “1984”, pero que poco tiene que ver con esta.

Pensaba que era así y comencé por leerme “1984” de Orwell antes de los Libros 1 y 2 de “1Q84”.

“1Q84” transcurre en un mundo paralelo, donde unos personajes entretejen unas historias en las cuales se involucran los protagonistas, Tengo, profesor de matemáticas y aspirante a escritor y Aomame, instructora en un gimnasio.

Tras la decepción inicial por no encontrar el paralelismo con la obra de Orwell, me sumergí en esa especie de inframundo donde suceden cosas muy extrañas y surrealistas, como la aparición en las noches de dos lunas, una grande y redonda como la que conocemos y otra más pequeña y verdosa.

Aomame entra a ese submundo en Abril de 1984 a través de una entrada cercana a la Autopista Metropolitana de Tokio y por ese mismo punto lo abandonará al final de la historia, en Diciembre de 1984.

Su historia y la de Tengo Kawana se van construyendo al mismo tiempo, y aunque no se encuentran, van sucediendo cosas muy extrañas cuyas pistas tienden a unirlos en una búsqueda mutua.

Los personajes de la historia son increíbles, si bien la trama se torna un poco aburrida a mitad de los Libros 1 y 2, en el Libro 3 el autor recupera toda su fuerza narrativa hasta hacerla realmente adictiva.

De los personajes del libro me gustaron mucho Fukaeri, una niña que no sabía expresarse bien, y aun así escribe una novela. Komatsu, el editor, encarga a Tengo la corrección del texto, y éste la convierte en un best seller.

Ushikawa, una especie del famoso detective Columbo, interpretado por Peter Falk. Poseedor de la magia y el encanto de personajes como Nakata en “Kafka en la orilla”, del mismo autor.
Y, por supuesto, los grandes protagonistas: Tengo, el profesor de matemáticas y aspirante a escritor que saltó a la fama, contra su voluntad, al corregir el manuscrito “La Crisálida de Aire”, escrito originalmente por Fukaeri.

Masami Aomame, o Aomame a secas, instructora en un gimnasio, quien es el eje central de la historia. Una mujer en sus treintas, fuerte de carácter, enigmática y fría de procederes. Un personaje impactante desde el inicio hasta el final.

Estuve a punto de no leer el Libro 3 porque me pareció un poco tedioso, largo y fantasioso el desarrollo de los Libros 1 y 2 (tipo “El fin del mundo y un despiadado país de las maravillas” del mismo autor), pero fue buena idea continuar con el tercero porque hizo las veces de catalizador de la reacción química iniciada en los libros previos. Allí muchas cosas terminaron de comprenderse, se amalgamaron y dieron fruto.


Dado lo adictiva de la novela, comencé a llevarla al trabajo, a la cama y hasta en el tráfico hacia o desde la oficina. Leía con fruición en todas partes, y da la casualidad que finalicé cuando me hallaba detenido en un semáforo, camino a casa. Esos sesenta segundos me permitieron dar el toque final del manjar. Lo cumbre es que cuando levanté la mirada, alrededor de las 7 de la noche, la Luna brillaba en el cielo, bajita aún, y a su lado estaba Venus, también brillante, con la apariencia de ser las “dos lunas” que caracterizaron el submundo de “1Q84”. Comunión total con Haruki Murakami.

*Imagen www.haruki-murakami.com

Sunday, September 22, 2013

8 años escribiendo...


Escribir es encontrar la paz.

Uno tiende a enredarse en sus ocupaciones y sumergirse de tal forma que a veces termina olvidando lo que verdaderamente es importante.
Pero es parte de la dinámica de la profesión, hay que entenderlo, y como dice un viejo amigo: “Open the window para que la mosca flies!”. Dejar fluir, en otras palabras.

El pasado jueves 19 de septiembre mi Bitácora cumplió ocho años en la red. Creo que solo yo recuerdo esa fecha como el cumpleaños de un hijo muy querido (eso es lo que es); ese día plasmé mi primer escrito breve para probar la web de Blogger.

Antes de eso escribía papeles que ya nadie recuerda donde han quedado, o lo atesoran por allí sin que nadie lo sepa, uno no sabe.

El gusto por la escritura me viene en paralelo con el gusto por la lectura. Han ido de la mano por unos cuantos años pero creo que en la escritura me falta bastante. La lectura de buenos textos es la mejor escuela sin duda alguna. Y son ellos los que dirán cuando es el momento ideal.

Paseando por mi Blog, leyendo las entradas previas me vienen a la mente muchos momentos vividos. Unas cuantas etapas de mi vida se reflejan en uno que otro escrito. Los cambios se reflejan hasta en la manera en que releo las entradas. Pienso que de haber sido hoy las escribiría de otra forma, pero allí como están reflejan bien el momento que viví cuando las escribí y creo que ya no admiten corrección alguna. Ahora son solo capaces de darme ideas nuevas para nuevas escrituras que hoy creo poder realizar.

Hoy se que hay sitios geográficos donde la creatividad aumenta en mi, y generalmente son sitios cercanos a montañas. Allí, donde el silencio reina, es donde me gusta sentarme en una mesa con la hoja en blanco y plasmar mis palabras. Creo que fluyen de una manera extraordinaria. Sin embargo hay que ejercitar la creatividad en cualquier lugar y en cualquier momento. Así las cosas, no dejo de pensar en una casita en la montaña, con una vista al valle donde pasa un río, y donde se ven las montañas circundantes, y las casitas con sus chimeneas, y la gente del lugar, y las bestias de carga, y los caminitos de piedra. 

El lugar del escritor lo llamaría Victoria de Stefano.


Cuando consiga estar en ese lugar comenzaré a escribir los textos que me corresponde llevar a un libro. Mientras, seguiré ensayando aquí en esta Bitácora tan querida. Y espero seguir encontrando gente que venga a leer lo que yo escribo. Gracias a los que se aventuran aquí. Un abrazo y como dice el cartel del Pueblo de La Guardia: "Paz a los que llegan, salud a los que habitan y felicidad a los que marchan".

Saturday, September 21, 2013

Só tinha de ser com você


É, só eu sei quanto amor eu guardei
Sem saber que era só pra você
É só tinha de ser com você
havía de ser pra você
Senão era mais uma dor
Senão não seria o amor
Aquele que a gente não vê
O amor que chegou para dar
O que ninguém deu pra você
O amor que chegou para dar
O que ninguém deu pra você 

É você que é feita de azul
Me deixa morar nesse azul
Me deixa encontrar minha paz
Você que é bonita demais
Se ao menos pudesse saber
Que eu sempre fui só de você
E você sempre foi só de mim
Que eu sempre fui só de você
E você sempre foi só de mim

Tenía que ser contigo
Letra: Aloysio de Oliveira
Música: Tom Jobim

Si, solo yo se
cuanto amor
me guardé,
sin saber
que era solo
para ti.

Si, tenía que ser contigo,
Tenía que ser para ti
Si no, era una pena más
Si no, no sería amor
Aquel que otros no ven
Un amor que llegó para darte
Lo que nadie antes te dio.

Si, tú que estás hecha de azul
¿Me dejas vivir en ese azul?
¿Me dejas encontrar allí mi paz?
Tú, que eres demás de bonita
Si al menos pudieras saber
Que yo siempre fui solo tuyo
Y tú siempre fuiste solo mía.

Esta canción me ha acompañado durante más de 30 años. La grabé de un LP de Tom Jobim y Elis Regina que trajo mi amigo Carlos Genatios cuando regresó de su postgrado en Río de Janeiro, Brasil. La canción es hermosísima, como casi todas las de Jobim y se la dedico a Anna, mi media naranja, como decíamos en los años 70. Jane Monheit, cantante de jazz de New York, la canta en su CD "Surrender", si lo desean la escuchan aquí.