Sunday, October 20, 2013

Japón en las letras


Nada hay que sustituya una buena conversación con amigos. Más si se trata de temas afines a ambos en los que no puede haber sino valor agregado. De eso hablábamos hace poco en una amena conversa que comenzó con el tema de la narrativa de Haruki Murakami y luego se paseó por sus novelas, el asunto espinoso del Premio Nobel, la literatura japonesa en general, los autores predilectos y sus libros.

Allí uno se da cuenta que no está solo en eso de leer a autores y libros que en apariencia pocos leen.

Te das cuenta que Dazai, Tanizaki, Soseki, Yoshimoto, Mishima, Oe, Kawabata no son astros u objetos desconocidos,  perdidos en la infinidad del espacio exterior.

Muchas veces me ocurre que cuando estoy leyendo quisiera conversar con alguien sobre algún aspecto de la lectura, y ese alguien queda convertido en un vacio, en un nadie que aparece y desaparece, y al final, el tema se zanja con una apreciación muy personal, no compartida.

Eso, por lo general no es la idea, porque tu opinión quieres contrastarla, quieres saber cómo alguien la mira desde otra perspectiva. Quieres convencerte que, el hecho, mirado desde otro ángulo, tiene otra óptica, otro desenlace, otra conclusión que no es la tuya.

Y sucede que a veces no consigues ese interlocutor, bien porque no acudió ese día a la librería o al café de reuniones o por lo que sea. Y descubres que hay otras personas que también se han internado en el tema de la literatura japonesa. Aunque no lo sabías al principio, te das cuenta que han ido lejos, y han pasado por autores contemporáneos y clásicos, han leído sus novelas y cuentos, y tienen para cada uno una nueva ventana, a través de la cual se asoman junto a ti, y ven en perspectiva la otra cara de la Luna.

Eso me parece maravilloso. Yo pensaba que era un fenómeno que sucedía comúnmente en países como España y México. Pero no, aquí en Venezuela también sucede. La gente lee a los japoneses, sus novelas, su historia, tiene sus autores favoritos y de allí surgen tertulias extraordinarias.

De allí aprendes que hay gente que ha ido más lejos, que ha ido al propio sitio de los acontecimientos en busca de las respuestas que a veces los libros no dan, y las han encontrado, y las pueden compartir. De allí aprendes que no estás solo. De allí que puedes ir mucho más lejos en tu aventura por esos paisajes y personajes tan ajenos a estas latitudes.

Es como tomar un segundo aire, y volver sobre lo leído, sobre lo narrado, compartirlo, disfrutarlo a plenitud.

No creo que esté lejos el día en que nos sentemos en un coloquio sobre la literatura japonesa. No se necesita mucho, el gusto por los detalles, por lo diferente, por lo refinado de sus líneas, por la historia, por el viaje a través de los sentimientos que generan muchos de los autores. Ese día no está lejos.

Thursday, October 10, 2013

"1Q84"


“1Q84” es una novela cuyo título recuerda a aquella famosa obra de George Orwell, “1984”, pero que poco tiene que ver con esta.

Pensaba que era así y comencé por leerme “1984” de Orwell antes de los Libros 1 y 2 de “1Q84”.

“1Q84” transcurre en un mundo paralelo, donde unos personajes entretejen unas historias en las cuales se involucran los protagonistas, Tengo, profesor de matemáticas y aspirante a escritor y Aomame, instructora en un gimnasio.

Tras la decepción inicial por no encontrar el paralelismo con la obra de Orwell, me sumergí en esa especie de inframundo donde suceden cosas muy extrañas y surrealistas, como la aparición en las noches de dos lunas, una grande y redonda como la que conocemos y otra más pequeña y verdosa.

Aomame entra a ese submundo en Abril de 1984 a través de una entrada cercana a la Autopista Metropolitana de Tokio y por ese mismo punto lo abandonará al final de la historia, en Diciembre de 1984.

Su historia y la de Tengo Kawana se van construyendo al mismo tiempo, y aunque no se encuentran, van sucediendo cosas muy extrañas cuyas pistas tienden a unirlos en una búsqueda mutua.

Los personajes de la historia son increíbles, si bien la trama se torna un poco aburrida a mitad de los Libros 1 y 2, en el Libro 3 el autor recupera toda su fuerza narrativa hasta hacerla realmente adictiva.

De los personajes del libro me gustaron mucho Fukaeri, una niña que no sabía expresarse bien, y aun así escribe una novela. Komatsu, el editor, encarga a Tengo la corrección del texto, y éste la convierte en un best seller.

Ushikawa, una especie del famoso detective Columbo, interpretado por Peter Falk. Poseedor de la magia y el encanto de personajes como Nakata en “Kafka en la orilla”, del mismo autor.
Y, por supuesto, los grandes protagonistas: Tengo, el profesor de matemáticas y aspirante a escritor que saltó a la fama, contra su voluntad, al corregir el manuscrito “La Crisálida de Aire”, escrito originalmente por Fukaeri.

Masami Aomame, o Aomame a secas, instructora en un gimnasio, quien es el eje central de la historia. Una mujer en sus treintas, fuerte de carácter, enigmática y fría de procederes. Un personaje impactante desde el inicio hasta el final.

Estuve a punto de no leer el Libro 3 porque me pareció un poco tedioso, largo y fantasioso el desarrollo de los Libros 1 y 2 (tipo “El fin del mundo y un despiadado país de las maravillas” del mismo autor), pero fue buena idea continuar con el tercero porque hizo las veces de catalizador de la reacción química iniciada en los libros previos. Allí muchas cosas terminaron de comprenderse, se amalgamaron y dieron fruto.


Dado lo adictiva de la novela, comencé a llevarla al trabajo, a la cama y hasta en el tráfico hacia o desde la oficina. Leía con fruición en todas partes, y da la casualidad que finalicé cuando me hallaba detenido en un semáforo, camino a casa. Esos sesenta segundos me permitieron dar el toque final del manjar. Lo cumbre es que cuando levanté la mirada, alrededor de las 7 de la noche, la Luna brillaba en el cielo, bajita aún, y a su lado estaba Venus, también brillante, con la apariencia de ser las “dos lunas” que caracterizaron el submundo de “1Q84”. Comunión total con Haruki Murakami.

*Imagen www.haruki-murakami.com