Saturday, December 26, 2020

Seguir

 


Falta poco para que termine este fatídico año. Se lleva consigo a mucha gente querida, entre ellos a mi madre y mi mejor amigo. Cuesta un poco digerir esta realidad tan confusa que vivimos.

Al comenzar el año tenía hecha una lista de planes a poner en práctica, pero para nada fue posible. Todo comenzó a cambiar vertiginosamente con la aparición del letal virus. Los países comenzaron a cerrar sus fronteras, los trabajos a reducirse a su mínima expresión y pronto tuve que sacar de la alforja aquella vieja máxima alemana que reza: “Begegnen wir der Zeit, wie sie uns sucht”. La traducción es difícil, lo que buscas te está buscando, o siendo más literal, recibamos el momento que ya nos busca.

Pensado esto, entonces me puse a trabajar en nuevos planes. Empezaron a ocurrir acontecimientos en los cuales no tienes mucha influencia, como la rescisión de mi contrato en Bogotá. La decisión entonces fue volver a Caracas, por encontrarse mi madre enferma, luego vino la cuarentena y todas sus dificultades asociadas, y son precisamente esas las circunstancias actuales.

Mi madre murió en el ínterin, desmoronando mi castillo de naipes, cual si de un viento con fuerza inusitada se tratara, y más atrás le siguió mi hermano Iván Acacio, compañero de toda mi carrera universitaria, amigo con quien durante los últimos 40 años compartí la música, la cerveza, la Ingeniería, la risa y la vida. Esos dos horribles golpes me dejaron fuera de combate. Mi mente se bloqueó por un tiempo. Poco a poco he ido saliendo del hueco. La mejor terapia ha sido estudiar, tener responsabilidades, exámenes, tareas, mantener la mente ocupada. No ha sido fácil.

Hay proyectos en mente, varios, en los que estoy trabajando seriamente. No los revelo. Por cábala pienso que pierden vigor al revelarse. Más adelante iré contando.

No escribí mucho este año. O si escribí, pero no publiqué, bien porque no era el momento o porque no me provocaba hacerlo. Me respeté eso. Me mantuve muchas veces al margen. Pensando en los cambios de planes y en las dificultades a vencer para hacerlos realidad. 

Cuesta un poco, pero no es imposible. Saber que se puede, como dice una canción en la radio. Siempre hay una manera cuando antes hay una voluntad, dijo Bob Marley. Y esa está intacta. Busco entonces esas maneras. Guiado por el amor, porque al igual que el “Nature Boy” de otra vieja canción, se que la cosa más grande que jamás uno aprenderá es a amar y a ser amado.

Y a seguir escribiendo. Aprendiendo de Agota Kristoff: “En primer lugar hay que escribir, naturalmente. Luego hay que seguir escribiendo. Incluso cuando no le interese a nadie. Incluso cuando los manuscritos se acumulen en los cajones y los olvidemos para escribir otros”.

 Imagen: Freepik.es


Monday, December 07, 2020

Mamá


 

Mamá se fue el 12 de noviembre. Es el acontecimiento más fuerte que he tenido que enfrentar en la vida. Aún no lo asimilo. Me cuesta mucho pensar que ya no vendrá más esa llamada a ver cómo estoy o si he comido.

Sus últimos días estuvieron signados por la levedad. Muchas reminiscencias de sus viejos tiempos. Volvió a nombrar a personajes que tenía años sin mencionar. Situaciones de las que ya no nos acordábamos. Nos decía lo mucho que nos amaba. Y nosotros le correspondíamos en el amor.

Cuesta muchísimo asimilar la muerte de una madre. En principio busqué ayuda en amigos y amigas que habían perdido a la suya. Pero fue peor el remedio. Todos se pusieron a llorar, no importa cuanto tiempo había pasado. Vía twitter me enteré de personas pasando por el mismo trance. Y las respuestas a sus tuits no alentaban para nada. Es algo con lo que debes vivir para siempre. Una ausencia que no se llena con nada.

Mamá tuvo una vida plena. Pudo estudiar hasta sexto grado de Escuela Primaria. Vivió en varias ciudades con su familia. Desde pequeña perdió a su madre y su padre volvió a casarse. Mamá no se llevaba bien con su madrastra y decidió irse a vivir con unas primas en Zulia. Una de esas primas, Petra, estuvo siempre ligada a Mamá, hasta su muerte este mismo año. Mamá nunca lo supo. Decidimos ocultarle la noticia, dada su enfermedad. Al final murió sin que le dijéramos.

Mamá tuvo muchos hermanos y hermanas que murieron antes de ella. Era la sobreviviente de la familia. Mi propio Abuelo murió hace muchísimos años y a mi Abuela nunca llegué a conocerla en vida.

Tengo recuerdos vivos de cuando fuimos a conocer a mi Abuelo en un sitio llamado Caño Macareo, en el Delta del Río Orinoco. Vivía solo, en una casa sin divisiones internas, con techo de paja. Abuelo llegó a ser en un momento el dueño de una Hacienda de cacao, que luego perdió, quien sabe en qué circunstancias.

Uno de los recuerdos más vivos de Mamá es el de su comida. Sus platos marcaron huella indeleble en mi paladar. Y en el de muchos de mis amigos, que tuvieron el privilegio de ser convidados a probar sus platos. Todos la recuerdan por eso y por su don de gente. La torta negra de Navidad que hacía mi Mamá por estas fechas tiene ribetes de leyenda. Los preparativos para hacerla comenzaban mucho tiempo atrás, con el macerado en licor de las frutas,

Volver a la casa y no encontrarla, no abrazarla, no escuchar sus millones de anécdotas es una experiencia terrible. Es parte de mi duelo en estos días. Un vacío enorme el que se siente.

Dios bendiga tu alma, querida Madre, donde quiera que te encuentres. Yo te voy a seguir amando lo que me resta de vida. Que puedas siempre descansar en paz.


Saturday, September 19, 2020

Quince años

 

Estoy en Caracas, tengo 58 años, y este Blog está cumpliendo 15 años.

Son tantos recuerdos que me vienen a la memoria, tantos y tan buenos. Aquí ha quedado parte de mi vida, mis inquietudes, mis ejercicios literarios, mis reflexiones, mis viajes, mi convivencia, mis huellas en este paso por la vida.

Estos primeros quince años de escrituras se han repartido entre Caracas, Houston, Austin, San Antonio, Galveston, Omaha, Lincoln, New York, Chicago, Boston, Philadelphia y Bogotá. De cada una de esas ciudades, visitadas en este lapso de tiempo, ha salido alguna inspiración que ha quedado plasmada en esta bitácora.

Llegado pues, el momento de celebrar, nos encontramos en medio de un acontecimiento que cambió para siempre nuestra percepción del vivir en comunidad. Se trata de la Pandemia que agobia a nuestras ciudades y que continuará un buen tiempo. Para cuando todo esto termine, ya no seremos los mismos.

En Caracas, los días transcurren en una cuarentena o encierro que trata de frenar la velocidad de expansión de los contagios. Nos mantenemos la mayor parte del tiempo en la casa. Evitando reuniones presenciales, y estando en contacto con los nuestros a través de las redes sociales.

Había dicho en un post previo que iba a poner el diario que escribí antes de que empezara la cuarentena. Son escritos que ya hice. Pero no los pongo todavía. Más bien les cuento de mis días en el encierro.

Todos estos días han ido pasando y dando la impresión de que es un mismo día, un domingo, que se presenta una y otra vez para ver qué cosas eres capaz de hacer de forma diferente.

Han transcurrido entonces unos 190 domingos, día más, día menos, en cada uno de los cuales te dan una paleta, muy temprano en la mañana, y te dicen que hay dibujo libre, puedes diagramar, pintar, dibujar o no hacer nada; lo que gustes.

Hay días que amanezco furioso, con ganas de hacer cosas, y paso todo el día haciendo actividades que ya antes había escrito en una agenda. Así mismo, hay otros días en que me voy a la cama sin haber tomado un pincel en mis manos.

Hay una incertidumbre sobre las cosas que van a ocurrir en la vida. Todo está envuelto en una parálisis. Nada avanza. Nada surge. Hay días de sol y días de lluvia. Abajo nada cambia. La confusión prevalece. El virus está en todas partes. Hay gente a la que no le pasa nada, aparte de perder los sentidos del gusto y del olfato. Otros entran en un colapso respiratorio del que pocos sobreviven. En el ínterin, la OMS boletín va y boletín viene, lleno de confusiones y contradicciones. La gente entonces voltea la mirada hacia su doctor de confianza para saber a qué atenerse. Es el signo de los días.

Hay amigos que han muerto del virus. Gente sana, a las que una llamada telefónica ha reportado como fallecidos. Hace dos años estábamos trabajando juntos, haciendo planes a futuro durante las horas del almuerzo. Hoy, la compañía donde trabajábamos no existe. Cada quién está en su casa, buscando qué hacer. Un año antes no habríamos previsto todas estas cosas. Pero están allí, y nos tiene a muchos tratando de perfilar un nuevo plan de acción, un nuevo plan de vida. Quizás traiga con él una nueva ubicación geográfica, una nueva actividad laboral. La apariencia general es que estamos en una gran mutación. Y que ninguno saldrá ileso.

El año pasado, en el aniversario 14 del Blog, estaba trabajando y viviendo en Bogotá. Quién sabe dónde estaremos dentro de un año. Amanecerá y veremos. Mientras, seguimos con el lienzo y los domingos con dibujo libre, intentando pintar nuestras ilusiones.

 

 


Thursday, June 11, 2020

La vuelta



Hola a todos. Es el tiempo más largo que he estado sin escribir, y curiosamente ha pasado de todo. Ya sabemos. Aún estamos en la cresta de la ola. Nadie sabe como terminará todo. Sin embargo, estoy de vuelta. O nunca me fui.

Pensé escribir hace unos días. Esa mañana, bien temprano, me enteré que se había ido Pau Donés, el cantante de “Jarabe de Palo”, un grupo que me ha acompañado siempre, que está en el soundtrack de mi vida. Sus canciones siempre estarán conmigo. Son simples, si, pero significan mucho para mi.

Por supuesto que no pude escribir nada. Decidí esperar, y guardar mi luto, escuchar sus canciones y rememorar momentos donde lo tuve cerca y comprobé lo grande que era, la felicidad que me causa.

La última vez que escribí aún estaba en Bogotá, viviendo y trabajando. Esa ciudad se adapta muchísimo a mi forma de ser. Me dio tanto para caminar y pensar mi vida. Tomar café con amigos y contarnos lo que no pudimos compartir en el tiempo, hacer nuevos amigos, disfrutar del frio. La altura me pegó un poco. Al final pude adaptarme gracias al consejo de un amigo, que consistió en tomar mucha más agua que de costumbre. Algo simple, que no está en los libros, pero funcionó.

Volví a Caracas en marzo, poco antes de que se decretara la cuarentena por el virus, que todavía perdura. Todo se detuvo. Al principio pensaba que era un instante, cuestión de un par de meses, pero se ha extendido y no sabemos bien el final. Muchas cosas han cambiado para la vida en comunidad. Creo que el mundo ya nunca será igual. Aunque ahora mismo no sabemos a donde nos lleva la vida. Usamos el tiempo de la mejor manera posible, pensando en lo que intentaremos hacer cuando salgamos de esta ola gigante.

Yo había escrito una especie de diario, cuando llegué a Caracas, especialmente para dejar un registro de todos los cambios que encontré luego de un año de ausencia, que son muchos. En esos días la ola del virus empezaba a crecer sin que nos diéramos cuenta. Hasta que nos envolvió y dejé de escribir una vez más.

Aún seguimos en la ola, pero he vuelto. En unos días voy a ir plasmando lo que escribí en el diario de los primeros días en Caracas.

A los que nunca se han ido, gracias. Los quiero. A los que vienen, bienvenidos a esta casa virtual de alguien que le encanta escribir.

Monday, January 06, 2020

Mis lecturas del 2018-2019



Hola a todos. Tiempo sin publicar mi resumen de lecturas que solía hacer cada fin de año. En estos tiempos, la vida dejó de ser “normal” para convertirme en un inmigrante, con todo lo que ese proceso conlleva. Como resultado, he visto disminuir mi frecuencia lectora. Pero el deseo sigue allí. No cesa. No dejo de leer, aunque la velocidad disminuya un poco.

Les cuento que en estos 24 meses pude leer un total de 23 libros.
El último libro ganador, en el 2017, fueron los “Diarios” de Alejandra Pizarnik. Un libro que me ha marcado.

El ganador es para mi, aquel que ha tenido el poder para elevarme y hacerme olvidar del mundo, el que me traiga mayores emociones a través de la lectura de sus páginas.

El ganador 2018-2019 es “Claus y Lucas” de Agota Kristof. No es un libro, son tres (El Gran Cuaderno, La Prueba y La Tercera Mentira), una trilogía que, tengo entendido, fue escrita en diferentes etapas de la vida de la escritora, y esto se hace notar en la velocidad de su prosa, diferente en cada uno, pero bien compenetrados entre si. Una historia dura, pero muy bonita, de la fragilidad del ser humano y su lucha por sobrevivir en tiempos agrestes.

¿La lista (de los que terminé de leer)?



“Había neblina, humo o no sé qué”Cristina Rivera Garza. RandomHouse Mondadori, 2016.



“Diario de un viejo loco”. Juniichiro Tanizaki. Siruela, 2014.



“Una habitación propia”. Virginia Woolf. Alianza, 2012.



“Aire de Dylan”. Enrique Vila-Matas. Seix Barral, 2012.



“Los terneros”. Rodrigo Blanco Calderón. Páginas de Espuma, 2018.



“Un as en la manga”. Annie Proulx. Tusquets, 2005.



“La muerte del Comendador. Libro 1”. Haruki Murakami. Tusquets, 2018.



“Uno o dos de tus gestos”. Jorge Gómez Jiménez. FB Libros, 2018.



“Habla Palabra”. Luis Britto García. Acirema, 2017.



“El lago”. Banana Yoshimoto. Tusquets, 2013.



“Ciencias Morales. Martin Kohan. Anagrama, 2007.



“¿Te veré en el desayuno?”. Guillermo Fadanelli. Almadía, 2013.



“Idéntico al ser humano”. (Relectura) Kobo Abe. Candaya, 2010.



“Gancho al hígado”. Leo Felipe Campos. Tusquets, 2018.



“Antes que anochezca”. Reinaldo Arenas. Tusquets, 2014.



“Cuentos Completos”Evelio Rosero. Tusquets, 2019.



“Serotonina”. Michel Houllebecq. Anagrama, 2019.



“Mariana Constrictor”. Guillermo Fadanelli. Almadía, 2011.



“Voces de Chernobyl”. Svetlana Alexiévich. Debate, 2019.



“Lodo”. Guillermo Fadanelli. Anagrama, 2008.



“Claus y Lucas”. Agota Kristof. Libros del Asteroide, 2019.


“Tema Libre”. Alejandro Zambra. Anagrama, 2019.



“Tiempos recios”. Mario Vargas Llosa. Alfaguara, 2019.


Espero les guste mi lista. Elaborada, como siempre, desde mi corazón de lector.



Un gran abrazo a todos y mucho éxito en sus propuestas para el 2020.




Anexo el link con los elegidos en el 2017.