Saturday, May 17, 2014

Océano (Djavan)


Amaneció
Y desde lo alto del mar de la pasión
Podía ver desmoronarse el tiempo
¿Dónde estás? ¡Qué soledad!
¿Te olvidarás de mí?
En fin

De todo lo que existe en la tierra
No habrá nada en ningún lugar
Que pueda crecer mientras no llegues

Lejos de ti todo acabó
Nadie sabe cuánto sufrí

Amar es un desierto
Y sus temores
Vida que cabalgas en la montura de los dolores
Y no sabes volver
Dame tu calor

Ven a hacerme feliz
Porque te amo
Desaguas todo en mí
Y yo, siendo océano,
Olvido que amar
Es casi un dolor
Y que solo se vivir

Si es para ti



Sunday, May 04, 2014

La brevedad de un amor que no cesa


El día se me ha hecho largo hoy. He quedado para salir pero un malentendido ha hecho que la cita se haya ido al traste. Ha fallado la comunicación.

Y es que uno se abruma con tantas noticias que la perspectiva entre lo real y lo irreal se termina perdiendo.

Mi hija y yo conversamos hoy por teléfono. Ella está lejos. Sin embargo la línea nos acerca, luego de vencer más de un obstáculo. El amor lo puede todo.

Estamos todos tristes porque un angelito que llegó a nuestras vidas se nos fue esta semana. 

Se llamaba Tequila, un yorkshire terrier hermosísimo por fuera y por dentro. Nuestro último encuentro ocurrió hace apenas dos semanas porque luego del divorcio ella fue de los que se quedaron en la otra casa…

Hace algún tiempo hice un ejercicio literario sobre un perro. No sé de donde me salió porque nunca había tenido uno en casa y teníamos la regla de no tenerlo porque consideramos que para un perro no es el ambiente adecuado tenerlo en un apartamento. Pero igual me gustó y quizás correspondió a un deseo oculto que no sabía cómo manejar (pueden leerlo aquí, si gustan).

Menos de un año después de haber hecho el ejercicio llegó mi hija una noche a casa con un perro debajo del brazo (la historia, también si gustan, la pueden leer aquí). Viviría con nosotros. Temporalmente, porque en mi caso (previo al divorcio) ya se había acordado que me iría a vivir a otra parte. Mejor dicho, ya me lo habían pedido. Y con el tiempo en contra yo sabía de antemano que mi permanencia en esa casa no sería lo suficientemente larga como para disfrutar a la nueva vecina.

Demás está decir que fue amor a primera vista. Pero amor del bueno. Al día siguiente ya nos necesitábamos. Ya nos extrañábamos. Y se fue incrementando con el pasar de los días. Hasta llegar a lo que fue siempre, un amor que superó las distancias (cuando me mudé) y el tiempo de contacto (cuando nos veíamos teníamos que darnos un tiempo para el abrazo prolongado).

Todos los días pensaba en ella, en la próxima visita, en el próximo contacto, y a veces pasaban días, semanas sin poderla ver. Pero el amor permanecía intacto, por parte de los dos.

El sentimiento mutuo es una cosa en la que no bastan las palabras para describirlo porque ya lo he intentado y nunca he podido hacerlo. Yo creo que a eso le llaman amor y es el único vínculo que nos unió desde siempre.

Y utilizo el verbo unir en pasado porque Tequila se ha ido. Ha muerto el 29 de abril, tres años después de haber venido a nuestras vidas.


Fue un tiempo muy breve, muy corto, pero que estuvo lleno de momentos inolvidables para mí. Todos, absolutamente todos los encuentros fueron momentos de extrema felicidad. Nunca los olvidaré y los llevaré conmigo adonde vaya. Porque Tequila, allá mismo donde estés, tienes un pedazo de mi corazón, como yo tengo uno del tuyo, para siempre…