Saturday, November 26, 2011

La casa de Lezama

La “impermanencia” es un concepto que se maneja bastante en la filosofía budista. El mismo implica que la vida “es como un sueño, exactamente así. Alucinación total. Como el relámpago. De naturaleza transitoria. El relámpago trae consigo un estallido de luz que desaparece inmediatamente. Y así son todas las cosas. Así es la propia vida.”


Al posar mi vista en esta casa, no he dejado de pensar en ello. Su belleza es imponente, a pesar del deterioro actual.


Los años, con su paso, fueron acallando entre otros, las risas de niños en sus corredores, los olores extraordinarios venidos desde la cocina en momentos en que la abuela cocinaba, el viejo fonógrafo del abuelo, protagonista de grandes saraos suscitados en su espaciosa sala; los pericos australianos que llenaban de hermosos tonos los ambientes de la casa, haciéndola más placentera.


Nada de eso existe ya. Solo quedan los recuerdos y los fantasmas que la habitan. Ella sola es testigo muda de tantas vivencias suscitadas entre aquellas viejas paredes de ladrillos y bahareque.




Está allí, para quien la quiera ver, en San Francisco Javier de Lezama, estado Guárico, Venezuela. Un poco más allá de donde el viento se devuelve.


*Las palabras entre comillas sobre la vida y la "impermanencia" pertenecen al Lama Kyabje Zopa Rimpoche, y fueron pronunciadas en Kuala Lumpur, Malasia, en febrero de 2002.

Thursday, November 17, 2011

El héroe digital

(Ya no me importa la interacción humana directa. Es demasiado superficial y predecible).

¿Qué de qué voy? La cosa va más o menos así: soy un individuo gris, es decir, nada me importa, nada hago por cambiar un entorno que no acepto como tal, nada de allí me gusta para mí, no tengo amigos en la vida real, no saludo a nadie en el ascensor, siento que todos me rechazan, detesto a un gentío que brilla con luz propia porque esa luz me enceguece y me molesta, ¿envidia llaman?, y finalmente doy gracias a Bill Gates por crear el ordenador "for dummies", y facilitar mi interacción con el aparato electrónico que me ha permitido convertirme en un héroe, un héroe de mi mismo, pero héroe al fin y al cabo; les hablaba sobre el ordenador, ese aparato frente al cual puedo sentarme todo el día, si, todo el día porque no trabajo, ni estudio. Soy un vago. Eso es lo que soy, si, y me importa un bledo lo que piensen los demás.

El asunto es que gracias al dominio de mi ordenador he podido crear mi otro yo, invisible para los demás que son ajenos a mi mundo paralelo, ése al cual accedo con solo teclear un poco, y en el cual me he convertido en un príncipe, un sabelotodo genial, y hasta me he especializado. Tengo seguidores. Quinientos seguidores, ¿se imaginan a ese gentío pendiente de lo que yo hago? ¿Pendiente de mí? Soy un héroe. Definitivamente. He logrado el reconocimiento anhelado y tantas veces negado en la vida real. No importa que no trabaje, ni estudie. Para ellos o quizá para mí mismo, soy un héroe.

¿Qué cómo he hecho para ser tan popular? Muy sencillo, he buscado un tema atractivo en la red, y no he encontrado nada mejor que escribir sobre Leo Messi, el astro argentino del fútbol. ¿Ven lo hábil que soy?

En principio no sabía nada de él (ni idea de quién se trataba) y mucho menos de qué hablar con mis nuevos amigos virtuales, pero no fue difícil notar que todos hablan de él, les gusta hablar de él, así que entré a Wikipedia y pensé: “Cuéntamelo todo”, o lo que es lo mismo, leí, leí, leí y leí. Hice un postgrado allí, leyendo sobre Messi. Ahora sé de qué va la cosa con el argentino. Durante largos días memoricé su biografía de Wiki hasta que me la aprendí. Claro que reforcé mis “conocimientos” con otras descripciones que aparecen en otras páginas web (sin importarme su confiabilidad, claro, es que yo soy así, superficial, ¿qué te puedo decir?).

Ahora “chateo” con mis amigos sobre Messi, y me doy el tupé de pontificar sobre él. Mis amigos (¿fans?) de twitter se han encargado de ir dejando colar los pocos datos que no están en wikipedia, y que, por supuesto, yo no sabía y los he anotado, logrando con ello enriquecer mi know how del crack.

A veces pienso que si salgo a la calle, lejos de encontrarme con mis vecinos apestosos, me voy a encontrar con el propio Messi, y me invitará a jugar futbol, cosa que aceptaré gustoso, aunque nunca antes me haya parado ante un balón, pero todo sea por colgar en twitter una foto donde salgamos ambos con el balón de por medio. Sería la envidia de la vecindad virtual, mi pase definitivo al estrellato. Mis seguidores se multiplicarían por mil, haciendo realidad mi gran deseo de tener muchos followers, que así los llaman.

Pero venga, vamos, que con el mundo real no quiero nada, ya dije que allí todos apestan. Voy a llamar a mi madre para que me traiga la comida, no tengo ganas de salir del cuarto. Mi mundo está aquí. Y aquí soy el centro del Universo.

Saturday, November 12, 2011

Lectura en serie


Hola a todos. Semana intensa la mía. Muchísimo trabajo promete que el año terminará a todo vapor. Suele suceder en estos últimos años. Es la dinámica de los tiempos.

Mucha lectura también. Este año he probado leer varios libros al mismo tiempo. Es como si estuvieses siguiendo varias series en paralelismo. No sé si me gusta así o como lo hacía antes, es decir, un libro a la vez. Es diferente. Creo que con un libro a la vez te concentras en una sola aventura, en un solo mundo paralelo. Del otro modo te diluyes un poco. Y se convierte en un eterno retomar del hilo de cada uno. Los libros son diferentes entre sí, lo que facilita el cambio.

Son cuatro, y cada día cambian las preferencias. Lo curioso es que creo que el último que empecé será el primero que terminaré, sin tener mucho que ver con el avance actual. Otra curiosidad es que todos tienen más o menos el mismo número de páginas.

¿Que cuales son? “El guardián entre el centeno” de J.D. Salinger (Alianza Editorial, 2010), “No todos los días son felices” de Joaquín Marta Sosa (Sociedad de Amigos de la Cultura Urbana, 2011), “Underground (Subterráneo)” de Haruki Murakami (Vintage Books, 2001) y “The elegance of the hedgehog (La elegancia del erizo)” de Muriel Barbery (Europa Editions, 2011).

Uno es de crónica (Murakami), otro de cuentos (Marta Sosa) y dos novelas (Salinger y Barbery). Como podrán haber notado, hay variedad. Los marca-libros hoy mismo están a dos tercios (Marta Sosa), mitad (Salinger y Murakami) y primer tercio (Barbery). Las velocidades de lectura varían según el día, las ocupaciones, el humor y tantas cosas.

El libro de Salinger vino a mis manos producto de la recomendación de un amigo librero, quien como nota curiosa me dijo que era el libro de cabecera de algunos asesinos famosos, como el que mató a John Lennon y también del hombre que intentó matar a Ronald Reagan.

Los otros vinieron por diferentes causas. Murakami porque es mi autor favorito, y decidí leer algunas de sus obras publicadas por Vintage Books, que no han sido traducidas al español, como la antes mencionada, “After the Quake” y otras dos que se llaman “Dance, dance, dance” y “The elephant vanishes”. Las dos últimas quedan para el 2012. El libro de Barbery vino porque meses antes había leído “Rapsodia Gourmet” (Seix Barral, 2010) y me pareció una obra extraordinaria. A Marta Sosa lo leo por curiosidad de su narrativa, porque antes había visto solo poesía en sus obras.

Va a estar difícil escoger mi lectura favorita del 2011. Hay mucho libro bueno en oferta actualmente. Eso se traduce en felicidad para los lectores, como yo.

Saturday, November 05, 2011

Radiografía de Caracas


Caracas es una, y mil cosas a la vez.

La ciudad es tosca a veces, caótica y dura como el acero, agreste, dinámica, natural, artificial y acogedora al mismo tiempo, y por sobre todas las cosas, bella.

Y cuando digo ciudad me refiero también al conglomerado que la habita, y es también parte de ella.

Lo es la abuelita que vende las peras y las manzanas desde hace más de veinte años en la esquina de Hoyo. Lo es el policía que se enfrenta en manada, con furia y traje de Robocop incluido a la manifestación que cierra la calle al tráfico automotor para pedir justicia por el asesinato de un chofer. Lo es la bella joven con tatuajes que hace malabares en el semáforo de una calle de La Urbina. Es Alejandro, que viene desde San José, muy temprano en la mañana, y antes de entrar a su trabajo se va a consentir a los perros de Los Palos Grandes. También soy yo.

En ella se ven aún aves de muchos colores, negadas a marcharse, posadas sobre el cemento invasor del antiguo jardín. Es la gente que todavía trae flores desde Galipán hasta el mercado de San Luis. El señor que pinta y exhibe sus cuadros en la Avenida Casanova. El Gran Café de Sabana Grande y el Café Vómero en Campo Claro.

Los Bloques de El Silencio, con su belleza inalterable y su inconfundible acento urbano. El Helicoide, que quiso ser y no pudo, pero allí está, erguido, esperando aún mejores tiempos. El Billar italiano de la Avenida Victoria. La fila de chaguaramos en el Parque del Este, con el Ávila de fondo. Los árboles que se cierran como un túnel vegetal en la autopista a Caricuao. Petare, con su zona colonial que es un oasis permanente, sus mil barrios de ranchos multicolores y su redoma congestionada y llena de humo, vendedores de cualquier cosa y mucho hollín.

Si, así es Caracas, como la gente que se reúne en las librerías de librero a dialogar sobre diversos temas, y terminan viajando en el tiempo a través de civilizaciones extintas que han dejado huella. Es Biella Da Costa cantando jazz y blues en el auditorio de Corp Group, que cae rendido a sus pies. Son los fuegos artificiales que inundan el cielo de ruido y colores en la madrugada de un primero de enero.

Es un edificio cerca del templo de San Francisco al cual su dueño decidió un día despojar (con quién sabe qué propósito) de su fachada de mármol, y ahora luce triste, añorando viejos tiempos. Son las viejas casa-quintas de Campo Alegre, que aún resisten estoicas el paso del tiempo y las nuevas construcciones.

Son los señores que venden chicha en la Plaza del Rectorado de la UCV, es Cindy, la mujer que canta rap en los vagones del Metro de Caracas, son los vendedores de perros calientes “con todo” en la Plaza Venezuela, los bares nocturnos de la Avenida Nueva Granada con sus strippers y sus cantantes de una sola noche, el Jardín Botánico y su paz perturbada por la cercana autopista, es el silencioso Pastor de Nubes de Jean Arp, la Avenida Boyacá y su cortina verde de Ávila, los millones de motorizados que, un día cualquiera, recorren cual enjambre la Avenida Francisco de Miranda, es el fantasma de Le Drugstore que se sigue observando en el Centro Comercial Chacaíto, a pesar del tiempo en que ya no está.

Es el infinito zumbido que se escucha desde la Estación del Teleférico, arriba en el Pico El Ávila, mezcla de gritos, ruido de motores, sirenas y pare usted de contar.

Es la valla publicitaria de Savoy en Bello Monte, el reloj de la Torre La Previsora, los bares del Callejón de la Puñalada en las cercanías del Boulevard de Sabana Grande, la Avenida Libertador con sus noches de lingerie. Es San Bernardino y su encanto que permanece.

Son las cosas que he omitido…

Caracas, definitivamente, es una fiesta… con la Billo´s y Los Melódicos…

Thursday, November 03, 2011

Caracas de tarde...

Hola a todos. Hoy vengo a regalarles estas vistas de una ciudad que hace mucho tiempo se me quedó incrustada en el corazón. ¿Más bella? Imposible...