Friday, August 22, 2008

Felipe, entre el esplendor y el ocaso



Cuento.
De las islas Canarias vino Felipe hace un montón de años, con muchas ganas de trabajar y levantar una familia. Se caso aquí, con una joven muy hermosa, llamada Clarita, tras lo cual procreó la tan anhelada familia. Varón y hembra, para más señas. Con la familia también fueron creciendo los negocios. Con mucho tesón, y la ayuda y compañía de la hermosa Clarita, madre de dos hijos.

Felipe prosperó como comerciante y gracias a su energía y actividad emprendedora el negocio fue creciendo, hasta que decidió invertir en un local más grande en un nuevo vecindario, del cual yo casualmente formaba parte.

Y había de todo como en botica en ese vecindario. Gente buena, gente mala, estudiantes, amas de casa, empleados de gobierno, obreros, abogados, había de todo.

Felipe estaba realmente emocionado, porque tenía ante sí un mercado cautivo. Pero en el fondo Felipe no entendía bien la materia de los negocios. Felipe, más que un comerciante era un amigo, un compadre, un abuelo, un papá, un vecino. Por allí comenzó todo.

“Felipe, quiero comprar varias cosas para la casa, te pago el quince”. Y el hermano Felipe: “¿Cómo no? Pasa y coge lo que necesites, y al final te saco la cuenta y te anoto en esta lista.” Y Felipe comenzó a hacer la gran lista. En ella escribía: “Sr. Fulano, tanto, paga el quince. Sra. Zutana, tanto, paga el viernes. Sr. Florindo, tanto, paga el lunes (cobra los lunes)”, y así la lista se fue extendiendo poco a poco.

Los días fueron pasando plácidamente en el vecindario, con los problemas cotidianos típicos de cuando éramos felices y no lo sabíamos. Pero no todo es felicidad en este mundo tan variado en el que vivimos. La contabilidad le comenzó a fallar a Felipe. Las cifras de la lista superaron con creces a las que entraban a la caja en forma de pagos, muy a pesar de que Felipe, más a manera de costumbre que de aprendizaje, tenía detrás de su puesto en la caja registradora, aquellos famosos retratos en los que aparece el señor flaco y con ojos tristes que vendió a crédito, y a su lado el gordito rozagante que vendió al contado, y el letrero, también popular, que rezaba “Hoy no se fía, mañana si”, claro, todo a manera de costumbre, nada que ver con la dura realidad.

Y llegó el día en que al familiar Felipe le tocó salir a cobrar. Quienes le adeudaban lo veían a lo lejos y cambiaban de acera con rapidez infinita hasta desaparecerse en la multitud.

Un buen día, antes de iniciar una de sus salidas, observó que se acercaba la señora Zutana. La veía venir a lo lejos y sus ojos brillaban mientras pensaba “Voy a cobrar, por fin, qué bueno”. Zutana hacía acto de presencia en un negocio al que hacía tiempo no visitaba, sino que enviaba a sus hijos con los respectivos encargos, eso sí, nada de dinero: “¡Hola Felipe! Los muchachos te mandan la bendición. Voy a entrar a comprar algunas cositas”. Y Felipe, en un principio confundido, pero al final sonriente y esperanzado, musitó: “¿Cómo no? Pase adelante. Usted está en su casa”. Y Zutana pasaba, lo que no había hecho en días, como si nada, y se abastecía de nuevo. Finalmente al llegar a la caja, con voz queda, le dijo: “Felipe, sabes que cobré pero no me alcanzó, tú sabes, el apartamento se lo llevó todo, ¡esa deuda nos va a matar! …pero te pago el último, tú sabes que eso es seguro”. Y el bonachón de Felipe: “Aaaah, tranquila Zutanita, tu sabes que tu eres de la casa, por allí pasaron tus hijos esta mañana y se llevaron unos refrescos, y también han venido de tu parte a llevarse cosas que también te las he anotado en la lista”. Zutana, un tanto indiferente, pero eso sí, muy contenta con el crédito recién obtenido contestaba: “Tranquilo que eso está seguro para el último, también”.

Y así fueron pasando los meses. Felipe, en su afán de diversificar el negocio para de alguna forma revertir las morosidad obtuvo una licencia de expendio de licores. Y comenzó a vender cervezas. Algunas a crédito, claro, se trataba de sus amigos, casi familia. Los viernes, el negocio de Felipe comenzó a presentar una clientela inusitada, caracterizada por unas bolsas de papel en las manos, dentro de las cuales se ocultaba un líquido embotellado, amarillo y espumoso, que minutos antes reposaba a baja temperatura en la poderosa nevera nueva de Felipe, que también la adquirió a crédito (también tenía derecho) a un paisano que confiaba plenamente en él.

Cada uno de esos viernes, al final de la jornada, se escuchaba repetidamente la frase: “Anótame otra caja Felipe”, y cada quién como perro por su casa salía con las cajas del liquido espumante hacia el festejo de turno, o bien a disfrutar en compañía del juego del momento. Y Felipe anotando, y anotando.

Su hija estudiaba conmigo en la escuela del vecindario, y éramos como primos. Porque, como dije antes, Felipe era un padre, un tío, un hermano, un compadre para todos. Y Mariela era mi prima putativa, más que mi amiga.

Como siempre he sido un tío muy observador, comencé a contemplar el rostro de Mariela entristecido, desencajado, no la cara alegre a la que estaba acostumbrado.

“Mariela, ¿Qué te pasa? Te veo como triste”. “No, chico, no es nada, son cosas de mujeres”, y a buen entendedor… Pero sucede que pasaban los días y la cara de Mariela nada que mejoraba. Y nada que me decía, por lo que dejé de preguntar para no pasar por impertinente.

Un día cualquiera, muy soleado, estábamos en el receso de clases, y escuchamos unos gritos e improperios en la calle. Yo miré hacia el lugar de la escena, desde dentro de la escuela, y reconocí rápidamente a los personajes en pugna. Eran Felipe y Zutana, discutiendo acaloradamente. Todos los alumnos de la escuela se percataron del hecho y miraban la escena, con tristeza algunos, con preocupación otros, porque no todos conocían a Felipe y a Zutana, como yo, porque no formaban parte del vecindario.

Zutana insultaba a Felipe con palabras soeces que nunca antes yo había escuchado. No voy a repetir aquí el tenor de los insultos. No viene al caso. Solo puedo agregar que lo único que le escuché a Felipe, entre la lluvia de frases groseras que recibía, era una sola palabra: “¡Págame!”, la cual pronunció repetidas veces entre el vendaval de ofensas.

Cuando terminó el receso, y volvimos al salón de clases, busqué a Mariela, y la encontré en el salón de clases, con los ojos llenos de lágrimas. Me ocultó la mirada por la vergüenza que sentía en el momento. Aprovechamos la breve ausencia de la maestra y los demás alumnos, debido al receso, y conversamos un poco. Me senté a su lado a consolarla. Ella me decía, entre sollozos: “No es posible, luego de todo lo que les ha dado”. Yo le contestaba: “Tranquila Mariela, hay gente así, afortunadamente no todos somos iguales”. Fue cuando me confesó: “Papá no quiere que digamos nada, no se quiere meter en mayores problemas, pero son muchos los casos, y lo van llevando a la quiebra, y es él quien nos mantiene”. Me dolió mucho escuchar eso. Más me dolió saber que la agonía duró muy poco, y al cabo de un tiempo Felipe fue embargado por sus acreedores y perdió todo lo que tenía.

Nunca más vi lo volví a ver, ni a su esposa, mucho menos a los hijos. Su casa de habitación no estaba ubicada en el vecindario, pero prácticamente vivían en él. Luego de ocurridos los hechos Mariela no regresó más a clases. Supe que retiraron sus documentos de la escuela.

Felipe era un hombre bueno, demasiado bueno. Confiado. Y eso fue precisamente lo que determinó su destino como comerciante. Eso y la mala fe de algunos vecinos que hasta hace poco eran sus amigos, hijos, sobrinos, compadres o hermanos, y mios también, pero en falsedad.
Todavía hoy, cuando paso y miro el viejo local que aún existe, pienso en él, en el entusiasmo con que comenzó su negocio, y en mis malos vecinos, que provocaron su quiebra. Felipe, auge y caída. Aún hoy siento pena ajena.

Friday, August 15, 2008

Más divagaciones musicales

“Son sorprendentes las cosas que he hecho para tocar en una banda. He andado de autoestop a lo largo y ancho del país, con una guitarra en mis manos, yendo de aquí para allá para ser escuchado. Recuerdo una noche de Navidad en la calle, en el medio de la nada, cubierto de nieve. Debes amar la música para hacer estas cosas. Alguna gente dice que soy perezoso, pero en aquellos días, John y yo trabajamos duro.” Mark Knopfler

John es John Illsley, bajista de la desaparecida banda Dire Straits, de la cual Knopfler era su guitarrista. El más elegante guitarrista y compositor del rock and roll, como bien lo describen en SunsetStrip, se hace inolvidable su aporte en canciones como “Money for nothing”, ¿quién puede olvidar esa guitarra?

Yo amo la música, mi música, la cual es muy variada pues el rango es amplio y espacioso. Adoro la gente que ama la música, que se siente músico, bien sea ejecutante o simple melómano. Es gente diferente, muy especial, todos con algo en común, algo que sientes que te une a ellos, gente que se entiende sin muchas palabras, a la que no le hace falta más que el propio lenguaje musical para comunicarse.

Parte de esta música son las propias canciones, esas mismas que te quedan para toda la vida, por la melodía, por las letras, o quizás por ambas cosas. Como “El año del Gato” de Al Stewart, “La canción de la prisión” de Graham Nash, o “You´ve got a friend” de Carol King. Quedan guardadas en un rincón recóndito de tu mente, y cuando menos lo esperas surgen de nuevo, con nuevos aires e infinita claridad y precisión, las escuchas, las cantas, como si estuvieras frente a la banda.

Por esa misma afición a la música, el rinconcito mental está repleto, y cada una de ellas está asociada a un momento en especial de mi vida, a una etapa, a un instante en particular, o simplemente llegaron un día y se quedaron, así no mas, sin pedir permiso, sin razón ni medida como dice una letra de José José, como una canción de Ilan Chester llamada “De corazón” (álbum “Solo faltas tú, 1985).

En este momento de la vida me invade la canción “Fallin´” de Alicia Keys. Aún no la asocio a nada en particular, ni siquiera tengo el CD, pero se repite insistentemente en mi mente, clarísima, y hermosísima como ella misma…

“I'm fallin', in and out of love with you, I never loved someone the way that I'm lovin' you.”

Saturday, August 09, 2008

De Aditus, Beny y los amplificadores de los 70 y 80...



Leyendo a mi caro amico Benedetto, me encuentro un hermoso post que refleja su estado de ánimo del momento, aderezado, nada más y nada menos que con Aditus.


Pero, ¿Quién es Aditus? ¿Qué significado tiene?, ¿y un Amplificador?, ¿Con qué se come eso?


Para quienes no lo conocen, Aditus es un grupo venezolano formado en la ciudad de Los Teques en los años 70, que se inició versionando canciones de rock y poco a poco fue adquiriendo naturaleza propia, a través de canciones inolvidables para mi generación, aquella de adolescentes en los 80, como “Victoria”, “Mi amplificador”, “No te vayas ahora”, “Perdiendo altura”, “Aquel amor”, “La vida no me alcanzará” (la que posteó Beny) y otras, y que hoy en día es una referencia en lo que a música de rock hecho en Venezuela se refiere.

Asombraba el hecho de que los integrantes eran todos profesionales: George Henríquez (profesor universitario en el área del desarrollo del pensamiento),teclados y voz líder; Sandro Liberastoscioli (ingeniero químico), bajista y voz; Álvaro Falcón (ingeniero mecánico), guitarra y voz, Valerio González (abogado en lo mercantil), batería y voz, unidos todos por la pasión por la música.

En 1981 Álvaro Falcón sale del grupo y entra Pedro Castillo (ex Témpano, otro famoso grupo de rock de la época) como voz y guitarra, y es quien le dio el sello final de lo que yo entenderé toda la vida como el sonido de Aditus, con sus influencias de grupos como “Saga”, “Yes” e inconfundiblemente “The Police”.

Mi favorita, la que colocaba a todo volumen y producía los reclamos airados de mis vecinos de apartamento de aquella época y posterior reprimenda de mis padres era “Mi Amplificador”, contenida en un disco llamado “Posición adelantada” (1983), el cual pueden escuchar en el blog “Salvavinilos”.

Un amplificador en los años 80 era lo máximo en sonido, en ese tiempo los equipos de sonido dictaban la pauta. ¿Equipos de sonido? No eran más que un rack o gabinete de madera o metálico donde se agrupaban un plato (turntable) o tocadiscos de vinil, un amplificador de sonido (amplifier), un ecualizador (equalizer), y un deck de cassettes (cassette player), alrededor de los cuales se colocaban un par de cornetas (sets de loudspeakers). De todos los componentes, era el amplificador el que definía la verdadera calidad del sonido que salía de las cornetas. Y esa canción de letra simple y música de avanzada era lo máximo para mi (hay un sitio en internet donde José Mujica nos cuenta la historia de los amplificadores en los 70 y 80.


En este post hay una versión en vivo, cantada por Pedro Castillo (en Barquisimeto, 1994), el hombre que, entre tantas cualidades ha demostrado tener la mejor dicción entre los locutores de Venezuela, pronunciando sin equivocarse los nombres de decenas de ciudades de Venezuela en un famoso comercial de televisión. Despues del célebre “solo de boca” de Ruben Blades en “Buscando Guayaba” (álbum Siembra, 1978), aquí nos deja Pedro otro “solo de boca”, que a diferencia del de Rubén, que es de guitarra, éste es de batería, y es genial.


Tuve la alegría de asistir, por allá en los 80, a un concierto de “Aditus” en el famoso “Estudio Mata de Coco”, un recinto íntimo, para muy pocas personas, y donde sentías que la banda tocaba exclusivamente para ti, dada la cercanía. Pedro y el grupo se metían el público en un bolsillo, todos cantábamos a coro todas las canciones del grupo. Hace poco, en marzo de 2007, lo vi como telonero en un concierto en El Poliedro de Caracas. Y a pesar de los años, y del hecho de que la mayoría del público era muy joven, todos terminamos coreando las canciones de Aditus que Pedro cantó en solitario, acompañado de su guitarra.


Para quienes no lo conocen, les dejo en este post un video de Pedro Castillo y “Mi amplificador”, subido a Youtube por Ricardoven, gracias Ricardo.

Gracias Beny por traer esos recuerdos tan buenos a mi mente, tu post me ha inspirado a escribir éste, y me ha tenido todo el día escuchando canciones de “Aditus” preñadas de recuerdos. Gracias también a la gente de Salvavinilos por mantenerlo por allí, a la mano, a José Mujica, por contarnos la historia de los amplificadores. Obtuve información de Aditus en la página web http://artists.letssingit.com/aditus-5xhrb/biography. La fotografía de lo que es un equipo de sonido de los 80 la encontré en el blog "Cuando era chamo", excelente e ilustrativa.

Larga vida a los blogs!

Tuesday, August 05, 2008

Los 7 atributos del liderazgo.


Liderazgo. El líder siempre traza la senda que otros habrán de seguir.


La señora M.B. Herrera, cuyo blog "Life, Money and Development" se ha convertido en uno de mis favoritos, ha publicado una serie de artículos de crecimiento personal que son muy interesantes para todos. Como están escritos en inglés, he pedido su autorización para reproducir algunos, cosa que aceptó gustosamente. El de este post, sencillamente no tiene desperdicio. Disfrútenlo, se les quiere mucho por estos lares de Dios!
Cuando tengo que contratar a alguien para cualquier posición en mi compañía, siempre presto mucha atención a los 7 atributos que se tratan más adelante, porque continuamente lucho por contratar gente con rasgos de liderazgo (aún cuando el cargo no sea una posición gerencial clave). Siempre quiero la mejor gente, no importa el tamaño, complejidad o responsabilidad del trabajo. Yo se que, a medida que pase el tiempo, los grupos de trabajadores con rasgos de liderazgo se desempeñan y coordinan muchísimo mejor que la gente común y corriente, y la que hoy es una nueva asistente pudiera, muy seguramente, convertirse, en pocos años, en una directora muy importante.
Más aún, yo prefiero el estilo de liderazgo democrático (también denominado participativo): en este caso, el líder ofrece su guía al grupo, pero también participa en él, y promueve la retroalimentación con los otros miembros. Nótese que este estilo no es inconsistente con la visión de cada uno en el grupo actuando como un líder. El estilo democrático también es apropiado para los ambientes dinámicos modernos porque permite enfrentarse a circunstancias rápidamente cambiantes. Otros estilos, tales como el liderazgo autoritario o el que se basa en delegar, son muy dañinos y obsoletos.

Concretamente, estos son los 7 atributos que espero que posean mis empleados:
  1. Solidaridad: Un líder respira a través de su grupo. Un verdadero líder sabe cómo trabajar en grupos, y debería tratar de entender los problemas de los otros trabajadores. En grupos buenos, la solidaridad entre los miembros es una relación simétrica. Solidaridad es el primer paso que un líder debería dar para ganar el respeto y la atención de sus compañeros. Los líderes exhiben una fuerte confianza en la habilidad de los otros miembros del grupo para lograr las expectativas del trabajo.

  2. Modestia: Un líder ejerce su liderazgo de manera casi inconsciente, sin dar importancia al concepto de liderazgo integral. Los líderes no se muestran como tales…actúan como tales. Los líderes mantienen el ambiente de participación en el grupo, y siempre hacen su trabajo con la idea de la participación en un proyecto colectivo. Grupo y colectivo son palabras claves para los líderes. La idea de líderes aislados es una odiosa falacia. Cualquier persona designada para una posición gerencial adquiere el poder de comandar y hacerse obedecer por medio de la virtud de la autoridad de su posición. Sin embargo los líderes no se hacen obedecer…se ganan la obediencia. La modestia mantiene al líder lejos de ejercer el falso liderazgo que proviene de la autoridad del cargo. El verdadero liderazgo NO está asociado con cargos de autoridad (pero obviamente lo contrario tiene que ser cierto si la organización quiere tener éxito).

  3. Confianza en sí mismo: Los líderes se conocen a sí mismos, y exhiben un completo dominio de su conducta. Más aún, los líderes saben qué tareas están a su alcance, y no se establecen falsas expectativas. De esta forma, los líderes saben cuales son sus virtudes y sus límites, y no los esconden. La confianza en sí mismos provee la fuerza para ser persistentes en alcanzar la tarea y la visión. Hay que recordar que con más frecuencia de lo que se imagina, el liderazgo implica el desafío del orden establecido, del status quo. Por lo tanto, la confianza en sí mismos es vital para obtener el éxito.

  4. Iniciativa: Los líderes son proactivos, no reactivos. Yo tuve un gerente que sólo esperaba y actuaba luego de recibir órdenes de sus superiores, siguiendo estrictamente los (equivocados con frecuencia) lineamientos del jefe. Esta conducta es, no sólo ineficiente para el negocio, sino que daña el aspecto de los líderes como modelos a seguir. Trabajadores y compañeros de equipo tienden a identificarse con lo que son los valores de su superiores, y ninguna compañía quiere que este tipo de actitud pasiva sea aprendida por sus trabajadores.

  5. Creatividad: Un verdadero líder está siempre buscando maneras de desarrollar su creatividad al máximo. De aquí que la visión del líder es muy importante. Los líderes extraordinarios articulan:
    un engranaje de trabajo congruente con los valores de los otros miembros del grupo.
    eficientes y efectivas maneras de completar la tarea asignada,
    y maneras de compatibilizar las sub-actividades con los intereses y experiencia de los miembros.

  6. Pasión: El líder nunca deja de aprender, y muestra un alto nivel de conciencia. Las acciones de los líderes indican el camino a sus compañeros de equipo. Los líderes toman la responsabilidad por cada una de las escogencias y decisiones sin culpar a otros ni buscar excusas poco convincentes. Los líderes exhiben pasión por su trabajo, y son fieles a sus visiones y creencias. Ellos entablan una conducta excelente y hacen extraordinarios sacrificios propios en interés del grupo, si fuese necesario.
    Resumiendo estos 6 atributos, recurrimos a la obra maestra de Warren Bennis, “Convirtiéndose en un líder”, la cual distingue claramente entre los gerentes (una típica posición de autoridad, pero no necesariamente ocupada por un líder) y los líderes reales:
    Los gerentes administran, los líderes renuevan.
    Los gerentes preguntan cómo y cuándo, los líderes preguntan qué y porqué.
    Los gerentes se enfocan en sistemas, los líderes se enfocan en la gente.
    Los gerentes hacen las cosas bien, los líderes hacen las cosas precisas.
    Los gerentes mantienen, los líderes desarrollan.
    Los gerentes dependen del control, los líderes inspiran confianza.
    Los gerentes tienen perspectivas a corto plazo, los líderes tienen perspectivas a largo plazo.
    Los gerentes aceptan el status quo, los líderes retan el status quo.
    Los gerentes tienen la vista puesta en el resultado final, los líderes tienen la vista puesta en el horizonte.
    Los gerentes imitan, los líderes crean.
    Los gerentes emulan al clásico buen soldado, los líderes asumen su propia personalidad.
    Los gerentes copian, los líderes muestran originalidad.

  7. Simbolismo: Para mí, este es el rasgo más importante, el cual proyecta y resume todos los otros atributos. El líder es un símbolo. Este es el atributo acumulativo de los líderes. Aunque los líderes están orientados hacia su trabajo (y no hacia su autoexaltación), ellos de por sí son un símbolo en el grupo, lo cual puede fácilmente significar que son un símbolo de su compañía. De esta forma, los líderes constituyen una representación externa (¡e interna!) de su negocio. Y, como quiero la mejor representación, y los mejores resultados para mi compañía, me gusta aceptar y trabajar con líderes. Verdaderos líderes.

Sunday, August 03, 2008

Lealtad hasta el final...


Los hechos, para el que ya se ha acostumbrado, son bien simples, comunes en cualquier página roja de diario.
El trabajaba como vigilante nocturno, de esos que desafían los grandes peligros que se ocultan tras las sombras por un poco de dinero con el cual paliar sus necesidades básicas.
En una de esas noches de vigilia apareció un perrito colaborador. El celador, sabiendo que la calle en si no le pertenecía, lo dejó estar, lo cual agradecía el canino ayudándolo, a su modo, en las labores. Ladraba ante la presencia de cualquier desconocido, porque eso sí, rápidamente aprendió a reconocer a los que habitualmente recorrían la misma calle de sus venturas y desventuras.
Juntos lograron hace un tándem, un excelente equipo que recibía en compañía el rocío de la madrugada, espantaban a los rateros de los alrededores, inclusive comían juntos, porque el celador siempre tuvo a bien compartir la comida que le traían, de madrugada, con su fiel acompañante.
Pronto aprendió a quererlo como se quiere a un hermano, a un amigo, y le permitió entrar en su casa, donde le dio cobijo y alimento, aparte del cariño que ya se profesaban ambos, compañeros de infortunios y alegrías fugaces en esas madrugadas plagadas de peligros.
No valieron de nada los intentos de los conocidos y familiares para que echara al can de la casa, no podía entender cómo los demás no notaban que hace tiempo eran una sola persona. Lo bañaba y lo cuidaba como si de un canino de fina raza se tratara. Y él siempre lo acompañaba en tantas y tantas noches de desvelos. Más de una vez fue despertado y alertado por los ladridos de su fiel amigo, y al otear alrededor, veía las sombras que se alejaban corriendo, calle abajo, ante los ladridos implacables de su aventajado amigo.
Pero los peligros de la noche son infinitos, y llegó el día en que un par de malhechores perseguían a otro, con quien tenían rencillas pendientes. Este último corrió hacia la calle custodiada por la pareja de este relato. Ellos lo vieron pasar en su carrera desenfrenada, sin poder atisbar lo que pasaba, sin chance de hacer nada, sólo para, segundos más tarde, escuchar el ruido y ver las luces de un auto que se acercaba a gran velocidad.
Fueron segundos interminables, el perro ladraba nervioso ante los repentinos acontecimientos, y sus ladridos hacían eco en las paredes de las casas, dentro de las cuales sus habitantes dormían plácidamente. Afuera, la escena se tornaba escalofriante a medida que transcurrían los segundos, y el perro no paraba de ladrar, haciendo evidente la presencia de ambos.
Los individuos, al llegar a la calle, hicieron mueca de fracaso ante el enemigo escapado, y miraron hacia el inocente celador, haciéndolo eco de su frustración. Varios disparos de arma de fuego retumbaron en la, minutos antes, tranquila y apacible calle del barrio, seguidas de unos ladridos que se confundieron con el ruido del auto al emprender la huida.
Los ladridos no dejaron de escucharse en la madrugada. A pesar del ruido, nadie salió a ver qué sucedía. Ninguna puerta se abrió, ni cortina se movió. El miedo paraliza, dicen por allí. Como siempre, y como bien lo relata el juglar Rubén Blades, “no hubo curiosos, no hubo preguntas, nadie lloró”.
En la fría mañana, varios vecinos encontraron el cadáver del celador, a quien todos habían tomado cariño, y lo que más les llamó la atención, fue la presencia a su lado de su fiel amigo, quien se rehusaba a dejarlo abandonado.
Llegó la policía. Acordonó la escena del crimen, buscando evidencias, cubrió el cuerpo con una sábana, y él allí, fiel a su gran amigo que yacía inerte en el pavimento.
Cuentan los que vieron la escena que hubo que llevárselo a rastras del sitio, de la calle donde una vez pudo conseguir calor de hogar, cariño, comida, y amistad, una amistad a toda prueba, a la cual fue fiel hasta la muerte…
*La foto es de JC, Noticias24.com

Monday, July 28, 2008

La mejor medicina...

“Palabras de amor
sencillas y tiernas,
que echamos al vuelo por primera vez,
apenas tuvimos tiempo de aprenderlas
recién despertábamos de la niñez.”

Joan Manuel Serrat

Este post va dedicado a aquellas personas que dejaron, de diversas formas, su valioso mensaje de aliento y su buena vibra. Las palabras alivian, curan, tranquilizan, alegran, nos devuelven la sonrisa, nos recuerdan que el amor existe, y no hay distancia que pueda disminuirlo. Puedo dar fe de ello. ¡Muchas gracias!

Saturday, July 26, 2008

Las doñas han vuelto furiosas...


Increíble, ya son seis semanas en suelo estadounidense y aun faltan siete para mi regreso a Venezuela. Seis semanas en las cuales ha pasado de todo. Mis sentimientos han sido exigidos en demasía, sobre todo por la lejanía de los seres queridos, el no sentirlos ni poder tocarlos, con razón las señoras de marras, doña Nostalgia y doña Melancolía, quienes poseen todos mis teléfonos y direcciones sin que yo se los haya facilitado, no han dejado de visitarme.

Las veces que han venido y no me han encontrado es porque me les he escabullido, sin decirles, y me he ido a esconder a Galveston, a Omaha, a Lincoln.

Ha sido una lindísima experiencia el escondérmeles allá, en aquellos lares; no saben cuanto he disfrutado saber que me llaman a todas partes y nada que respondo. Que han tocado mi puerta en la oficina, o en el hotel y nada, ninguna respuesta.

Pero, ¡vaya!, que las señoras tienen una virtud, y es la de la paciencia. Ellas vienen, no estoy o no me encuentran, y se marchan sonrientes esperando la próxima oportunidad, acumulativa, por demás, porque cuando vuelven, regresan con los regalos de la vez anterior, más otros que consiguen en el camino, las muy caritativas doñas.

Llegan, entre ellas deciden si tocar la puerta o no, y cuando me doy cuenta, tengo una a cada lado, con una sonrisa, yo diría que un poco cínica, ya que no estoy sonriéndoles, ni he dicho nada que pudiese parecer gracioso.

Las ignoro, pero no les importa, ¿leyeron bien? no les importa para nada, saben, igual que yo, que su presencia no pasa desapercibida en mis fibras, me cuentan cosas, mientras ríen, me cuentan, me cuentan, ríen y me cuentan…y llega un momento en que no las quiero oír, pero me siguen contando…hasta que llega el momento en que las escucho, no queda más remedio que atenderlas, hacerlas sentir cómodas, como en su casa, aún a sabiendas de que no tuvieron la decencia de llamar a la puerta, ni anunciarse a su llegada, ni avisar, ni nada, con derechos exclusivos, pues.

Les noté esta vez una sensación de venganza en sus semblantes, tan parecidos semblantes, tanto que mucho me he preguntado si estas “madames” no serán gemelas. Claro, ya leyeron el post de Omaha, y me imagino la rabia que les dio no saber que escapé de ellas por algunos instantes, que disfruté de otros encantos, que mis sentidos lo agradecieron, no, aquello fue un agravío, y, como era de esperarse, volvieron con todo.

Presentía su visita, lo sentía, lo intuía. Ahora tengo mejor idea de lo malas que pueden llegar a ser.

Vinieron con un solo cuento, uno solo, que bastó para destruirme.

Lo dijeron a coro, como susurrándome al oído: “tu hija se graduó de Bachiller (High School), fue la oradora de orden del acto, estaba lindísima, radiante, con un halo triste en su mirada, pero radiante al fin; al final de su discurso fue ovacionada de pie por los presentes en su querido Colegio Teresiano…y tu no estuviste…”
*fotografía del portal del istituto italiano di cultura en Córdoba, España

Sunday, July 20, 2008

Hay cosas que inspiran...





Paseaba por las orillas del río Missouri, el río más largo de Estados Unidos, admirando esos paisajes, viendo correr esas aguas que van a desembocar al Mississippi.




En la orilla, vi un café con jazz. Caramelo para este niño. La arquitectura del local me encantó, más aún la música que provenía de él, y decidí acercarme.




Las melodías sonaban a través de los parlantes y mi inspiración aumentaba exponencialmente.




De las muchachas que atendían en el local, las cuales mire de reojo al entrar, vino a atenderme la que, a primera vista me pareció más antipática. Bueno, cosas de la lotería.




La señorita de marras se acercó y tuvo a bien preguntarme si me ofrecía algo de beber. La temperatura de 38 grados centígrados, con muy poca brisa, me dibujó un líquido amarillo, burbujeante, a muy baja temperatura, una cerveza pues, en pocas palabras.




Ordené una, y me cayó de un bien… cual si fuesen las mismísimas cataratas del Niágara en mi garganta en sequía. Suspiré, y agregué otro sorbo, y otro más, hasta hacerlo corriente.




Qué sabrosa cae una cerveza cuando el calor arrecia. Era muy temprano para comer. Tres de la tarde. Sin embargo yo ya estaba inspirado. Y pedí la carta de las ensaladas.




La chica de rigor no se hizo esperar, y, contra mi pronóstico inicial, me hizo una muy buena sugerencia, “la cual acepté”.




Caramba, siento que me hubiese adivinado el pensamiento, pues yo no me fijé demasiado en los ingredientes de la ensalada solicitada.




Incluyo la fotografía. Ya me la estaba comiendo cuando decidí plasmarla para la eternidad. No admite mayores preguntas. Una ensalada tan inspirada como yo, en una tarde calurosa como el verano en los llanos de Venezuela, esta vez a orillas del Missouri. Con mucho celery, como a mi me encanta, y unos camarones de fantasía, hermosos y grandes.




No hubo necesidad alguna de verter algún aderezo. Aquello me supo a gloria. La comí con fruición. Por momentos pensé en un vino blanco, pero el calor arreciaba, y la anfitriona preguntaba si deseaba otra botella con el preciado líquido dorado, a lo cual no podía negarme.




En un momento dado, al caer la tarde, le regalé la mejor de mis sonrisas a la señorita de rigor, corresponsable en algún grado de la delicia que había comido, y ella, contra todo pronóstico, la devolvió con creces. Hay días en que uno está inspirado.

Las casas de Omaha, Nebraska

Los caminos de Dios me han llevado a Omaha, estado de Nebraska, una ciudad hermosísima, con mucho verde y arquitectura espectacular.


Omaha, bonito es hasta pronunciarlo, con un acento en la primera vocal, es un nombre de origen indígena Sioux, y significa “río arriba”.


Es una ciudad importante dentro del estado, la rodean grandes sembradíos de maíz y soya, los cuales se pierden en el horizonte.


Me di un festín visual con la arquitectura de las casas del lugar, como de cuentos de hadas.


Aquí les dejo algunas fotografías, lástima que esta vez fui un desastre en lo que a manejar la luz se refiere y muchas imagenes no quedaron muy bien que digamos. A veces pasa. Disfruten de cualquier manera. Se les quiere mucho por estos, aquellos y los otros lares de Dios…

Sunday, July 13, 2008

Pisando tierra


Domingo en la mañana. Me levanto temprano sin ganas de hacer mucho pero teniendo que hacer bastante. A pesar de ser domingo. Una vez que mi vista deja de ser borrosa, y aún en la cama, echo manos al libro que reposa en la mesa de noche. Se trata de “Trenes hacia Tokio”, de Alberto Olmos (X premio de Arte Joven de Novela de la Comunidad de Madrid, editorial “Lengua de Trapo”). Apenas voy por la cuarta parte pero desde ya digo que me parece maravilloso, el manejo del lenguaje y la ironía, una forma sutil de decir unas cuantas verdades, hermoso libro.

Leo mucha literatura los fines de semana y a veces en las noches. Desde que estoy aquí, hace ya un mes, he terminado dos novelas, “El Rumor del Oleaje” de Yukio Mishima (editorial Alianza Editorial) y “Damas Chinas” de Mario Bellatin. De Mishima no podía esperar menos, es un maestro y ésta, una novela de amor bellísima, como pocas, con un final que uno no se espera, porque con Mishima puede pasar cualquier cosa. La trama amorosa, la descripción de los personajes, los paisajes de Japón, la narración en primera persona (mi favorita porque permite de alguna forma que el protagonista cobre vida en mi), gracias a Waipu Carolina por la recomendación.
La otra, “Damas Chinas”, de Mario Bellatin (editorial Anagrama), es una novela con mucha intriga, narrada de una forma poco común pero a su vez muy atrayente, que no sigue un orden cronológico, uno nunca se ubica en ninguna época sino en los hechos, que se suceden uno tras otro, sin piedad alguna. Enigmática y misteriosa, un ginecólogo narrando aspectos que tienen que ver con su profesión y a su vez otros de carácter atípico, de su sórdida vida paralela, sin juicios, sin un orden específico. Personalmente me gustó mucho y encontré muy interesante el estilo tan particular de hacer la narración.

Cuando uno se encuentra inmerso en estas misiones de trabajo, alejado de su familia, de sus amigos de toda la vida, la nostalgia y la melancolía aparecen de vez en cuando, con intenciones de quedarse contigo mucho tiempo.
En ese entonces uno procura mecanismos de defensa ante el huésped inesperado, y esos mecanismos para mi son la literatura, los libros técnicos, visitar museos y sitios históricos, ir a centros comerciales y visitar ciudades vecinas, fotografiar lugares y momentos.
No eliminan de un todo las constantes visitas de las dos señoras de marras (Doña Nostalgia y Doña Melancolía) pero te dan un poco más de respiro, de ánimo para recibirlas y decirles que no tiene caso quedarse mucho tiempo, pues no eres la victima indicada y además de ello, no son bienvenidas.

Sigo por aquí, pisando tierra, y poco a poco les iré contando mis vivencias por estos lares de Dios...

Tuesday, July 08, 2008

Galveston, Texas








Gracias por sus visitas cargadas de buena vibra a esta página virtual que los recibe de buena gana, gracias por el cariño recibido.

Fotografias del centro histórico de Galveston, Texas. Una imagen vale más que mil palabras. Se les quiere mucho por estos lares de Dios...


Friday, July 04, 2008

Amor por lo que se hace...


El amor por lo que se hace es fundamental en el éxito que pudiera obtenerse en cualquier campo del quehacer humano. Tan solo hay que ver la cantidad de personas que lo atienden a uno en un negocio, y que, a todas luces, se nota que lo último en el mundo que desearían hacer sería estar allí, dando la cara por la tienda, procurándote satisfacción.



En mi caso particular, me produce desagrado tener que lidiar con esas personas y trato, en la medida de lo posible, de no volver a ese lugar.


Me gustan en tanto los que manifiestan su amor por lo que hacen, y que lo sienten como suyo, aunque en realidad no lo sea. Son los verdaderos artífices de unas relaciones que se extienden en el tiempo y en el espacio, duraderas y fortalecidas. Son parte del ejército de gente que uno desea ver, de la gente que uno quiere encontrarse, de la sonrisa que se hace necesaria, del abrazo, del respeto, de la amistad y de la fidelidad.

Son ellos los que reflejan su amor en la comida que elaboran para el restaurant, y cuando deciden irse, sin decir una palabra, sin tan siquiera haberlos visto alguna vez, uno nota que se han ido, porque la comida cambia de sabor, de textura, de estética, en fin de cuentas, la comida pierde la pasión y el amor con que estaba hecha.

He visto una muestra de esos personajes en el encargado de cuidar las focas del Zoo de Houston. Cuanto entendimiento entre él y el animal, cuanto amor, cuanto respeto, cuanto cariño, cuanta pasión. Una muestra de lo que podemos aprender en las relaciones entre los seres humanos…

PD. Fuera de contexto, manifiesto mi satisfacción por la liberación de Ingrid Betancourt, un símbolo entre las tantas personas privadas de su libertad ilegítimamente en el mundo. Ingrid, te escribí una carta y te incluí en mis petitorios al niño Jesús. Estoy feliz y agradecido de haber sido escuchado, y sigo pidiendo por la liberación de todos los secuestrados, donde quiera que se encuentren, porque hay gente que los espera, y desesperan en la espera, porque son seres queridos, padres, hijos, hermanos, sobrinos. Pido también por ellos, los que no tienen esperanza y los que si la tienen…

Thursday, June 26, 2008

Houston, we have a problem!

En un restaurante chino de la ciudad, a la hora de traer la cuenta, te anexan unas galletitas de la fortuna. Cuando abres las mismas, contienen un mensajito que, en teoría, va destinado a la persona que lo recibe. Y el mío dice, con claridad meridiana, “El cambio tiene atributos físicos y psicológicos”. ¿Más claro? Imposible.

Houston es una ciudad bastante amigable, cosmopolita, pues se ve gente de todas las nacionalidades en sus calles, quizás por ser una ciudad que gira en torno al petróleo. Ha crecido a un ritmo vertiginoso, el mismo que llevan los precios de las propiedades y bienes raíces.

En sus centros comerciales se ve el empuje económico, son inmensos y muy bonitos. En ellos la gente se relaja luego de un día de trabajo y ajetreo. Hay pistas de patinaje sobre hielo, que son mis favoritas a la hora del relax. No se porque, pero entre el frio que emerge de la pista y los movimientos acompasados, casi de balletistas que imprimen algunas patinadoras, me voy quedando sosegado, mirando, y pensando en gente que está en otros lugares.


De vez en cuando alguna maroma me hace volver en mi, me saca de mis pensamientos, y continúo con el recorrido, a través de vidrieras y vitrinas que serían la delicia de más de una fémina. Veo una falda espectacular, y le pongo cuerpos, la mido, la quito, coloco otra prenda, es un ejercicio de imaginación, ese de poner un cuerpo a cada prenda.


En la oficina, el ambiente es más rígido, muy silencioso, al extremo de que podría escucharse el ruido de una plumilla de ganso al caer al frio pavimento. Por supuesto que exagero, pero más o menos por allí se mueve la cosa. Camino por los pasillos y en las distintas oficinas veo gente afanosa, empeñada en su trabajo, concentrada.


Mi oficina es amplia y sencilla, muy a mi gusto. Detrás hay una ventana con vista hacia el este, desde donde se domina, a lo lejos, la línea de rascacielos del centro de la ciudad. Y más cercana, y no por ello menos dinámica, la famosa superautopista I-10. Puedo perder la cuenta de la cantidad de canales de circulación que posee. Me han dicho que recorre el país de oeste a este, de California a Florida.



En estos momentos estoy inmerso en un gran proyecto, que reclama mi atención durante todos estos días, y que me ha convertido de nuevo en el mismo ingeniero recién graduado y ávido de aprender de hace unos ventidos años. Algunos días me siento como un novato, deseoso de conocimiento y de aprendizaje, entusiasta, contento de haber elegido esta carrera como forma de vida. Y ya tengo 46 años, ¿Quién lo diría?

Nunca se termina de aprender, de recorrer caminos insospechados, de ver otras realidades, otros destinos, otros pensares, y otras calidades de vida.
Estar aquí haciendo esto es algo que siempre había buscado. Y muchas veces llegué a perder la esperanza de que sucediera.

Pero he ahí un Dios que dice cuando es el momento, cuando es el tiempo de acercarte a lo que imaginaste, a lo que tuviste como un sueño. Y es el momento de la verdad, de hacerlo realidad, de satisfacerte profesionalmente. Nunca pierdan la esperanza…

Saturday, June 14, 2008

Chega de saudade

Chega de saudade, la primera canción grabada en ritmo de bossa nova, es un himno, un homenaje a esas pequeñas cosas que nos causa la separación cuando hay amor de por medio. Voy a Houston en viaje de trabajo, lo que implica dedicar menos tiempo a la lectura, a la escritura, a abrazar a las personas que quiero y que están aqui, que no van conmigo en 3D, sino en mi corazón.
Yolanda
me regaló una tarjeta preciosa, que entre otras cosas dice que "revive la esperanza...comprendiendo que cuando tus planes y sueños no alcanzan a cumplir tus anhelos, estás aprendiendo algo nuevo sobre ti o sobre la vida". Esas palabras no pueden ser más proféticas y oportunas en esta hora, una gran experiencia profesional me espera, pero el costo implícito es abandonar por un tiempo a los quereres, todo tiene su precio.
Prometo mantenerme cerca de ustedes a través de estas líneas, donde les iré contando el progreso de la nueva aventura profesional. Dios permita que todo salga bien, para lo cual pondré todo mi empeño y voluntad. La empresa es dificil pero estoy listo para afrontar ese reto, uno más en esta vida. Trataré de dejar mi huella en cada labor que me sea encomendada. Gracias por la buena vibra que dejan cuando me visitan en esta casa virtual que también es de ustedes.
Les dejo este video de los genios del bossa, Tom Jobim y Joao Gilberto, y su Chega de Saudade (Basta de nostalgia), junto con la letra original en portugués y traducida al español. Se les quiere mucho por estos lares de Dios!

Vai minha tristeza
E diz a ela
Que sem ela não pode ser
Diz-lhe numa prece
Que ela regresse
Porque eu não posso mais sofrer
Chega de saudade
A realidade
É que sem ela não há paz
Não há beleza
É só tristeza
E a melancolia
Que não sai de mim
Não sai de mim, não sai.
Mas se ela voltar,
se ela voltar
Que coisa linda,
Que coisa louca
Pois há menos peixinhos a nadar no mar
Do que os beijinhos
Que eu darei na sua boca.
Dentro dos meus braços,
Os abraços
Hão de ser milhões de abraços
Apertado assim,
Colado assim,
Calado assim
Abraços e beijinhos
E carinhos sem ter fim
Que é pra acabar com esse negócio
De viver longe de mim
Não quero mais esse negócio
De você viver sem mim
Vamos deixar desse negócio
De você viver sem mim.

Vamos, tristeza mía
Y dile a ella
Que sin ella no puede ser
Dile en una oración
Que vuelva a mi
Porque no puedo sufrir más
Basta de nostalgia
La realidad
Es que sin ella no hay paz
No hay belleza
Solo hay tristeza
Y melancolía
Que no sale de mi
No sale de mi, no sale.
Pero si ella regresa,
si ella regresa
Que cosa linda,
Que cosa loca
Porque hay menos pececillos nadando en el mar
Que los besitos
Que le daré en su boca.

Dentro de mis brazos,
Los abrazos,
Han de ser millones de abrazos
Apretados así,
Pegados así,
Callados así,
Abrazos y besitos
E infinitas caricias
Que son para acabar con ese negocio
De vivir lejos de mi
No quiero más ese negocio
De que tu vivas sin mi
Vamos a dejar ese negocio
De que tu vivas sin mi.

Saturday, June 07, 2008

Limpieza de la casa mental


Cada vez que entro en etapa de vacaciones, sobre todo si sobrepasan la semana, cosa que no siempre ocurre, una de las cosas que hago para deslastrarme de la carga de presión de mi trabajo, es armar un rompecabezas (puzzle) de 1000 o más piezas.

Es una tarea que cumple varios objetivos, aparte del placer que da ver la fotografía en su verdadera dimensión y esplendor.

Uno de ellos, yo diría que el principal, es borrar de mi mente todo el esquema del proyecto en el cual estuve trabajando, que, de otro modo, permanece y continúo trabajando en él de manera inconsciente. La idea es vaciar mi mente para prepararla para entrar verdaderamente en el modo “off”. Y vaya que lo logro, porque armar el rompecabezas se convierte en el proyecto de turno, un proyecto bastante interesante, que conjuga ejercicios de memoria fotográfica, estrategia (colocar aparte las piezas de colores similares, juntar las piezas con una cara recta, que indudablemente pertenecen al marco, etc.), paciencia, dedicación, mucha dedicación para ir poniendo las piezas en su sitio, resistencia, porque cansa un poco, más cuando no puedo inmovilizar durante una o dos semanas la mesa de mi casa, y me toca armarlo en el piso (pavimento), donde igual inmovilizo una zona del apartamento (piso), pero con muchas menos quejas por parte de mi esposa.

Las dificultades varían con la imagen. Hay algunas que se hacen más fáciles de encuadrar mientras que otras tienen similitudes por todas partes lo que acentúa su dificultad, como el de éste año, que coloco en la foto del post, donde había verde y tejas por doquier.

En la etapa de finalización el cansancio se apropia de mi, sobre todo porque dedico jornadas enteras (cuando digo enteras puede ser que comience un día a las 9 am y termine a la medianoche, de manera continua). Muchos dirán “¿para qué vacaciones entonces?” y la respuesta es que, de otro modo, no tendría ni el tiempo ni la energía mental para acometerlo y por el otro lado, a pesar de cambiar el escenario donde me desplazo, continuaría con el trabajo en mi mente, pues sacarlo de la mente no es cosa de mover un interruptor o algo así, a mi modo de ver las cosas.

No se la razón pero una vez que lo terminas de armar el cansancio es reemplazado casi de inmediato por la satisfacción. Al día siguiente te sientes de un bien que no lo crees. Y vuelves a mirarlo, con una sonrisa en los labios, mientras tu mente ya se encuentra en modo “off”, lista para admirar los hermosos paisajes, dedicarse a la lectura o a cualquier otra actividad de placer.

Fuera de tópico: gran alegría me ha causado haberme topado en la calle con una blogger amiga, que ha sido capaz de reconocerme entre la multitud. Se trata de Yolanda Fernández, y ya tenemos cita para un almuerzo la semana entrante. En los blogs se encuentran verdaderos tesoros de personas, una de las cuales es Yolanda, una persona integral, maravillosa, y me tiene muy feliz haberla podido conocer en 3D. También tuve el honor de compartir con mi amiga Cereza, grata y singular conversadora, lo que adoba con su risa contagiosa y su energía ilimitada. Por eso siempre termino diciendo, a pesar de que el Facebook ha entrado cual aplanadora y drenado la creatividad y las líneas plasmadas en muchos de ellos, ¡Larga vida a los Blogs!

Sunday, June 01, 2008

Gal Costa y María Alejandra Rodríguez

Gal Costa, una de las divas del bossa nova, tuvo a bien venir a cantar, en un programa íntimo, acompañada sólo de guitarra, en ese escenario de tanto significado para muchos (entre los cuales me encuentro) que es el Aula Magna de la Universidad Central de Venezuela, en Caracas.
La acústica de ese lugar es maravillosa, y la artista no pasó por alto el comentario de satisfacción por la misma. Ni que decir de los que tuvimos el privilegio de asistir y cantar con ella. Y digo cantar porque, como en las mejores actuaciones de los cantantes en vivo, rápidamente se involucró con su público y nos pidió que la acompañáramos en el canto, cosa a la que no nos hicimos de rogar.
Me sorprendió la cantidad de personas que coreaban sus temas, con conocimiento de las letras y del acento brasileño del portugués.
Entre otras no faltaron "Garota de Ipanema", "Wave" y "Desafinado", que en la voz de la Diva y los coros del público presente sonaron realmente celestiales.
Tengo que incluir en esta breve reseña la presencia y actuación de una cantante hasta entonces desconocida para mi, llamada Maria Alejandra Rodríguez, cuya sencillez en escena y voz aterciopelada me cautivó. Cantando música venezolana del compositor venezolano Enrique Hidalgo, de quien es su sobrina, la muchacha y su cuatro me enamoraron, así como también al público presente, que la aplaudió muchísimo en cada una de sus interpretaciones.
Este ha sido, como ya habrán notado, un fin de semana musical, que he disfrutado gracias a la calidad interpretativa de estas mujeres, una que está naciendo y la otra, Gal, que ya tiene más de 40 años en escena, lo que se traduce en un dominio absoluto de la interpretación de la música popular brasileña.
¡Enhorabuena por ellas dos!

Tuesday, May 27, 2008

Carriacou, Grenada, West Indies























Carriacou (tierra de arrecifes en la lengua caribe), es una islita que está ubicada al noreste de la isla de Grenada (bajo cuya jurisdicción se encuentra).

Allá fui a parar buscando mis orígenes, por el lado de mi madre. Antes de eso sólo sabía que mi abuelo, Stephen Lambert, salió un día de allí hacia Venezuela, y nunca más regresó.

La familia, allá, poco supo de él durante unos 80 años (el abuelo falleció hace 30 años), mucho menos de su familia aquí. Nosotros tampoco sabíamos de allá.

Internet permitió los primeros contactos, los cuales nos han ido acercando poco a poco, a pesar de estar regados por todas partes del mundo.

Yo siempre tuve la curiosidad de ver las tierras desde las cuales vinieron mis abuelos (Grenada y Martinique por parte de mi madre y Barbados por parte de mi padre), de ver los rostros, los paisajes, las fotografías de aquellos años.
Esta vez se presentó una oportunidad y no la desperdicié.

Descubrí una tierra bellísima, una gente hermosísima, unos corazones difíciles de olvidar, un reencuentro luego de tantos años, sin tener ni siquiera un testimonio de cada uno, un dibujo, una imagen. Una experiencia inolvidable. Juzquen ustedes por las imágenes.
¿No es eso un paraíso?

Thursday, May 15, 2008

El mejor regalo...

Esta es una historia real, de cómo un día pasé a saludar a una anciana que limpiaba un jardín de una casita en un pequeño poblado de mayoría alemana en Venezuela (Colonia Tovar).
La señora y yo acostumbramos a saludarnos cuando nos cruzábamos, ella siempre en su casita, arreglando sus plantas, y yo pasaba al frente y le hacía señas de saludo con las manos.
El tiempo fue pasando y cuando ya se terminaba mi estancia de trabajo en ese poblado, pasé a despedirme. Estaba acompañada de unas personas que miraban las plantas que ella cultivaba. Finalmente se llevaron algunas y le pagaron.
Allí pensé que se trataba de un vivero (sitio donde se cuidan plantas para venderlas posteriormente). Le pregunté y me respondió que exactamente no se trataba de un vivero, que ella le tenía amor a las plantas y por eso las cuidaba, pero esas personas tocaron a su puerta y pidieron comprar algunas de ellas, que les habían gustado. Su único sustento era un sobrino, que acudía intermitentemente a subsidiarla, lo cual le permitía apenas comer.
Como se aproximaba el día de la madre, hace ya unos 22 años de ello, le pedí que me escogiera una de las plantas para regalársela a mi madre. Así lo hizo, y le compré un lirio, común y corriente, sin flores.
Le pregunté si tenía algo de especial, ya que se tardó algo de tiempo en escogerlo, y me dijo que lo bonito vendría cuando floreciera, que tuviera paciencia de esperar ese momento. Que las flores parecían pintadas a mano. Me despedí, prometiendo volver, un volver que con los avatares de mi vida nunca llegó a ocurrir, y hoy día no creo que aún viva.

Lo cierto es que el año siguiente, 1987, la segunda semana de mayo, mi madre me llamó para que viniera a ver el lirio que le había regalado. Cuando fui a su casa me quedé sorprendido de tanta belleza en esos pétalos, como pintados a mano. Abracé a mi mamá y recordé a la viejecita, que con su sonrisa en los labios me dijo que tuviese la paciencia de esperar el mejor regalo.
Todos los años florecía para la segunda semana de mayo, y las flores eran cada vez más hermosas. Un día, diez años después, le pedí a mi hermana que me cortara un brote, y lo planté en la jardinera de mi casa. Al año siguiente, para la segunda semana de mayo, tenía mis hermosas flores en el balcón.
A través de esas flores veo la linda sonrisa de la viejecita que con paciencia cuidaba de sus plantas y tuvo a bien escogerla para mi madre.

Hace unos dos años decidí transplantar el lirio desde mi jardinera al jardín principal del edificio donde vivo, porque la raíz del lirio es un bulbo, que crece y crece, y ocupa el espacio de las raíces de las otras plantas y las ahoga. Mala suerte ha tenido el pobre, pues el jardinero que le ha tocado, cada vez que viene a desmalezar le corta las hojas, lo que le impide hacer su ciclo normal y florecer en mayo. He dejado un cartel al lado, he hablado con la conserje para que lo ponga al tanto, pero nada. Cada vez que viene lo mutila. Ya he decidido transplantarlo a otro sitio.

Lo bueno de todo, es que en mi jardinera, en el mismo sitio donde estaba el que sembré como un brote del original, un buen día aparecieron unas hojas, brotando desde la tierra. Alguna semilla habrá quedado, pues una nueva planta creció, y hace dos días me di cuenta de que iba a florecer, esta vez, para que no haya más dudas, para mi cumpleaños. Lo veo, y además de disfrutar de sus pinceladas de rojo en los pétalos blancos, pienso en la sonrisa de la viejecita, y en su original y paciente forma de alegrar la vida de mi mamá, y la mía, porque es el mejor regalo que recibo todos los años.