
Aunque no es el objetivo de éste post, Mariale, entre otros bloggers, sugirió postear hoy sobre el tema de la pobreza. No es lo que tenía pensado, sin embargo, no quise pasar por alto la idea, el llamado de atención, y aprovechar de dejar en el aire la siguiente frase: “Obras son amores y no buenas razones” (se explica por sí misma).
Y volviendo al titulo de este post, la pregunta me la he hecho muchas veces. Sobre todo cuando últimamente veo bitácoras anteriormente llenas de la energía que le imprimían sus creadores y que actualmente, si no han sido cerradas definitivamente lo que muestran es más bien un poco de desdén y falta de creatividad.
Muchas veces he escrito sobre las múltiples razones por las cuales una persona crea un blog. A veces hasta para hacer público un pensamiento. Como una especie de diario personal (público, porque la red de redes es pública y eso lo sabemos, o al menos deberíamos, todos los que en ella navegamos). Para bromear. Para tratar temas políticos. Para dejar los primeros “pininos” como escritor o poeta, o para hacer llegar su obra a un espectro más amplio de personas que las que se ha logrado alcanzar en el mundo real. Para escribir sobre cosas que uno cree es buena idea compartir, a partir de vivencias personales, de literatura y otros temas y reflexionar sobre ello e ir un poco más allá (éste es mi caso).
He conocido muchas personas a través de la red que hoy no están tras sus bitácoras (y si lo están pues ni ellos mismos se dan cuenta). Las razones de haberlas dejado van mucho más allá del facebook (argumento muchas veces esgrimido a manera de muro de contención). Detrás de ello puede estar el hecho simple de no haber logrado lo que en principio se propusieron con sus bitácoras. ¿Decepción? Tal vez.
Algunos buscaron afanosamente la fama y la popularidad que les fueron esquivas y nunca tocaron a sus puertas. ¿Razones? Muchas. Cada quién pudiera decir algo al respecto. Existen los que sucumbieron al aburrimiento que les causó el hecho de mantener una bitácora a flote, esto es, renovación, creatividad, constancia, atención, feedback con sus lectores. Hay los que creyeron, y aún siguen creyendo haber encontrado (ellos) la piedra filosofal, pregones van y pregones vienen y no acaban de convencerse que lo que están diciendo o escribiendo como suyo, y aunque con otras palabras, ya está dicho y escrito en pergaminos hace miles de años, en libros, en películas, en canciones y hasta en miles de blogs similares al suyo, y que en algún momento se crearon con las mismas u otras intenciones, y hoy yacen, los que no hundidos, flotando a la deriva, con uno que otro náufrago alrededor.
El feedback con los lectores es otro elemento que ha hecho daño en muchos blogs. Los comentarios (hablo de comentarios de verdad, con dedicación y demostración de haber leído y entendido el post, no de aquellos tipo “buen post”), que en principio fueron llegando de a poco, y que luego se fueron multiplicando sin cesar, en los días que corren se pueden contar con los dedos de una mano en muchos casos.
La diferencia está en el efecto causado, que no ha podido ser sopesado con tranquilidad, ni analizado en profundidad, trayendo consecuencias nefastas tales como reclamos a los colegas, cierres abruptos con artículos ácidos previos a la debacle, “visitas” actualmente dudosas sin tan siquiera haber publicado algo en meses, cuando todos sabemos que blog abandonado es blog “muerto” en cuanto a visitas se refiere, con algunas poquísimas excepciones.
Con los blogs ocurre, en mi opinión, como cuando se mezclan agua y arena en un frasco de vidrio, y luego se sacude vertiginosamente. Al colocarse en posición de descanso nuevamente, en principio no se alcanza a ver con claridad el contenido, y hay que esperar un tiempo en el que la arena va decantando por su propio peso o densidad. Finalmente todo ocupará su lugar. Y allí es donde verdaderamente se puede palpar la sustancia de la que está hecho, la originalidad de los textos, su calidad de narrativa, la enseñanza del tema tratado y otras tantas cosas que la gente busca en un blog, y que lo identifica con éste.
A cada quien le va quedando una verdad, su verdad. La experiencia en la creación y el mantenimiento de la bitácora es, en muchos casos, digna de ser leída y hasta estudiada, porque de allí todos aprendemos.El mundo del blog no es sino una referencia del mundo real, porque somos personas los que habitamos detrás del blog, los que creamos sus letras, y los responsables de su trayectoria, así como también de su muerte, abrupta o por inanición.
Los números de Technorati no mienten, allí se revela el número de bitácoras creadas, su duración, su desatención, ellos están allí para el que los quiera ver.
Para mí, el blog ha sido una de las mejores experiencias que haya tenido en la vida, por todo lo que ello implica, en lo que he creado, lo que he mostrado, lo que he compartido con mis colegas y lectores. Ya no concibo mi vida sin “bloggear”, es algo que me nutre mucho como persona, y que me ha hecho aprender muchísimo de tantas cosas y de tantas personas. Y si (Nany´s dixit), ¡larga vida a los blogs!