Friday, July 04, 2008

Amor por lo que se hace...


El amor por lo que se hace es fundamental en el éxito que pudiera obtenerse en cualquier campo del quehacer humano. Tan solo hay que ver la cantidad de personas que lo atienden a uno en un negocio, y que, a todas luces, se nota que lo último en el mundo que desearían hacer sería estar allí, dando la cara por la tienda, procurándote satisfacción.



En mi caso particular, me produce desagrado tener que lidiar con esas personas y trato, en la medida de lo posible, de no volver a ese lugar.


Me gustan en tanto los que manifiestan su amor por lo que hacen, y que lo sienten como suyo, aunque en realidad no lo sea. Son los verdaderos artífices de unas relaciones que se extienden en el tiempo y en el espacio, duraderas y fortalecidas. Son parte del ejército de gente que uno desea ver, de la gente que uno quiere encontrarse, de la sonrisa que se hace necesaria, del abrazo, del respeto, de la amistad y de la fidelidad.

Son ellos los que reflejan su amor en la comida que elaboran para el restaurant, y cuando deciden irse, sin decir una palabra, sin tan siquiera haberlos visto alguna vez, uno nota que se han ido, porque la comida cambia de sabor, de textura, de estética, en fin de cuentas, la comida pierde la pasión y el amor con que estaba hecha.

He visto una muestra de esos personajes en el encargado de cuidar las focas del Zoo de Houston. Cuanto entendimiento entre él y el animal, cuanto amor, cuanto respeto, cuanto cariño, cuanta pasión. Una muestra de lo que podemos aprender en las relaciones entre los seres humanos…

PD. Fuera de contexto, manifiesto mi satisfacción por la liberación de Ingrid Betancourt, un símbolo entre las tantas personas privadas de su libertad ilegítimamente en el mundo. Ingrid, te escribí una carta y te incluí en mis petitorios al niño Jesús. Estoy feliz y agradecido de haber sido escuchado, y sigo pidiendo por la liberación de todos los secuestrados, donde quiera que se encuentren, porque hay gente que los espera, y desesperan en la espera, porque son seres queridos, padres, hijos, hermanos, sobrinos. Pido también por ellos, los que no tienen esperanza y los que si la tienen…

Thursday, June 26, 2008

Houston, we have a problem!

En un restaurante chino de la ciudad, a la hora de traer la cuenta, te anexan unas galletitas de la fortuna. Cuando abres las mismas, contienen un mensajito que, en teoría, va destinado a la persona que lo recibe. Y el mío dice, con claridad meridiana, “El cambio tiene atributos físicos y psicológicos”. ¿Más claro? Imposible.

Houston es una ciudad bastante amigable, cosmopolita, pues se ve gente de todas las nacionalidades en sus calles, quizás por ser una ciudad que gira en torno al petróleo. Ha crecido a un ritmo vertiginoso, el mismo que llevan los precios de las propiedades y bienes raíces.

En sus centros comerciales se ve el empuje económico, son inmensos y muy bonitos. En ellos la gente se relaja luego de un día de trabajo y ajetreo. Hay pistas de patinaje sobre hielo, que son mis favoritas a la hora del relax. No se porque, pero entre el frio que emerge de la pista y los movimientos acompasados, casi de balletistas que imprimen algunas patinadoras, me voy quedando sosegado, mirando, y pensando en gente que está en otros lugares.


De vez en cuando alguna maroma me hace volver en mi, me saca de mis pensamientos, y continúo con el recorrido, a través de vidrieras y vitrinas que serían la delicia de más de una fémina. Veo una falda espectacular, y le pongo cuerpos, la mido, la quito, coloco otra prenda, es un ejercicio de imaginación, ese de poner un cuerpo a cada prenda.


En la oficina, el ambiente es más rígido, muy silencioso, al extremo de que podría escucharse el ruido de una plumilla de ganso al caer al frio pavimento. Por supuesto que exagero, pero más o menos por allí se mueve la cosa. Camino por los pasillos y en las distintas oficinas veo gente afanosa, empeñada en su trabajo, concentrada.


Mi oficina es amplia y sencilla, muy a mi gusto. Detrás hay una ventana con vista hacia el este, desde donde se domina, a lo lejos, la línea de rascacielos del centro de la ciudad. Y más cercana, y no por ello menos dinámica, la famosa superautopista I-10. Puedo perder la cuenta de la cantidad de canales de circulación que posee. Me han dicho que recorre el país de oeste a este, de California a Florida.



En estos momentos estoy inmerso en un gran proyecto, que reclama mi atención durante todos estos días, y que me ha convertido de nuevo en el mismo ingeniero recién graduado y ávido de aprender de hace unos ventidos años. Algunos días me siento como un novato, deseoso de conocimiento y de aprendizaje, entusiasta, contento de haber elegido esta carrera como forma de vida. Y ya tengo 46 años, ¿Quién lo diría?

Nunca se termina de aprender, de recorrer caminos insospechados, de ver otras realidades, otros destinos, otros pensares, y otras calidades de vida.
Estar aquí haciendo esto es algo que siempre había buscado. Y muchas veces llegué a perder la esperanza de que sucediera.

Pero he ahí un Dios que dice cuando es el momento, cuando es el tiempo de acercarte a lo que imaginaste, a lo que tuviste como un sueño. Y es el momento de la verdad, de hacerlo realidad, de satisfacerte profesionalmente. Nunca pierdan la esperanza…

Saturday, June 14, 2008

Chega de saudade

Chega de saudade, la primera canción grabada en ritmo de bossa nova, es un himno, un homenaje a esas pequeñas cosas que nos causa la separación cuando hay amor de por medio. Voy a Houston en viaje de trabajo, lo que implica dedicar menos tiempo a la lectura, a la escritura, a abrazar a las personas que quiero y que están aqui, que no van conmigo en 3D, sino en mi corazón.
Yolanda
me regaló una tarjeta preciosa, que entre otras cosas dice que "revive la esperanza...comprendiendo que cuando tus planes y sueños no alcanzan a cumplir tus anhelos, estás aprendiendo algo nuevo sobre ti o sobre la vida". Esas palabras no pueden ser más proféticas y oportunas en esta hora, una gran experiencia profesional me espera, pero el costo implícito es abandonar por un tiempo a los quereres, todo tiene su precio.
Prometo mantenerme cerca de ustedes a través de estas líneas, donde les iré contando el progreso de la nueva aventura profesional. Dios permita que todo salga bien, para lo cual pondré todo mi empeño y voluntad. La empresa es dificil pero estoy listo para afrontar ese reto, uno más en esta vida. Trataré de dejar mi huella en cada labor que me sea encomendada. Gracias por la buena vibra que dejan cuando me visitan en esta casa virtual que también es de ustedes.
Les dejo este video de los genios del bossa, Tom Jobim y Joao Gilberto, y su Chega de Saudade (Basta de nostalgia), junto con la letra original en portugués y traducida al español. Se les quiere mucho por estos lares de Dios!

Vai minha tristeza
E diz a ela
Que sem ela não pode ser
Diz-lhe numa prece
Que ela regresse
Porque eu não posso mais sofrer
Chega de saudade
A realidade
É que sem ela não há paz
Não há beleza
É só tristeza
E a melancolia
Que não sai de mim
Não sai de mim, não sai.
Mas se ela voltar,
se ela voltar
Que coisa linda,
Que coisa louca
Pois há menos peixinhos a nadar no mar
Do que os beijinhos
Que eu darei na sua boca.
Dentro dos meus braços,
Os abraços
Hão de ser milhões de abraços
Apertado assim,
Colado assim,
Calado assim
Abraços e beijinhos
E carinhos sem ter fim
Que é pra acabar com esse negócio
De viver longe de mim
Não quero mais esse negócio
De você viver sem mim
Vamos deixar desse negócio
De você viver sem mim.

Vamos, tristeza mía
Y dile a ella
Que sin ella no puede ser
Dile en una oración
Que vuelva a mi
Porque no puedo sufrir más
Basta de nostalgia
La realidad
Es que sin ella no hay paz
No hay belleza
Solo hay tristeza
Y melancolía
Que no sale de mi
No sale de mi, no sale.
Pero si ella regresa,
si ella regresa
Que cosa linda,
Que cosa loca
Porque hay menos pececillos nadando en el mar
Que los besitos
Que le daré en su boca.

Dentro de mis brazos,
Los abrazos,
Han de ser millones de abrazos
Apretados así,
Pegados así,
Callados así,
Abrazos y besitos
E infinitas caricias
Que son para acabar con ese negocio
De vivir lejos de mi
No quiero más ese negocio
De que tu vivas sin mi
Vamos a dejar ese negocio
De que tu vivas sin mi.

Saturday, June 07, 2008

Limpieza de la casa mental


Cada vez que entro en etapa de vacaciones, sobre todo si sobrepasan la semana, cosa que no siempre ocurre, una de las cosas que hago para deslastrarme de la carga de presión de mi trabajo, es armar un rompecabezas (puzzle) de 1000 o más piezas.

Es una tarea que cumple varios objetivos, aparte del placer que da ver la fotografía en su verdadera dimensión y esplendor.

Uno de ellos, yo diría que el principal, es borrar de mi mente todo el esquema del proyecto en el cual estuve trabajando, que, de otro modo, permanece y continúo trabajando en él de manera inconsciente. La idea es vaciar mi mente para prepararla para entrar verdaderamente en el modo “off”. Y vaya que lo logro, porque armar el rompecabezas se convierte en el proyecto de turno, un proyecto bastante interesante, que conjuga ejercicios de memoria fotográfica, estrategia (colocar aparte las piezas de colores similares, juntar las piezas con una cara recta, que indudablemente pertenecen al marco, etc.), paciencia, dedicación, mucha dedicación para ir poniendo las piezas en su sitio, resistencia, porque cansa un poco, más cuando no puedo inmovilizar durante una o dos semanas la mesa de mi casa, y me toca armarlo en el piso (pavimento), donde igual inmovilizo una zona del apartamento (piso), pero con muchas menos quejas por parte de mi esposa.

Las dificultades varían con la imagen. Hay algunas que se hacen más fáciles de encuadrar mientras que otras tienen similitudes por todas partes lo que acentúa su dificultad, como el de éste año, que coloco en la foto del post, donde había verde y tejas por doquier.

En la etapa de finalización el cansancio se apropia de mi, sobre todo porque dedico jornadas enteras (cuando digo enteras puede ser que comience un día a las 9 am y termine a la medianoche, de manera continua). Muchos dirán “¿para qué vacaciones entonces?” y la respuesta es que, de otro modo, no tendría ni el tiempo ni la energía mental para acometerlo y por el otro lado, a pesar de cambiar el escenario donde me desplazo, continuaría con el trabajo en mi mente, pues sacarlo de la mente no es cosa de mover un interruptor o algo así, a mi modo de ver las cosas.

No se la razón pero una vez que lo terminas de armar el cansancio es reemplazado casi de inmediato por la satisfacción. Al día siguiente te sientes de un bien que no lo crees. Y vuelves a mirarlo, con una sonrisa en los labios, mientras tu mente ya se encuentra en modo “off”, lista para admirar los hermosos paisajes, dedicarse a la lectura o a cualquier otra actividad de placer.

Fuera de tópico: gran alegría me ha causado haberme topado en la calle con una blogger amiga, que ha sido capaz de reconocerme entre la multitud. Se trata de Yolanda Fernández, y ya tenemos cita para un almuerzo la semana entrante. En los blogs se encuentran verdaderos tesoros de personas, una de las cuales es Yolanda, una persona integral, maravillosa, y me tiene muy feliz haberla podido conocer en 3D. También tuve el honor de compartir con mi amiga Cereza, grata y singular conversadora, lo que adoba con su risa contagiosa y su energía ilimitada. Por eso siempre termino diciendo, a pesar de que el Facebook ha entrado cual aplanadora y drenado la creatividad y las líneas plasmadas en muchos de ellos, ¡Larga vida a los Blogs!

Sunday, June 01, 2008

Gal Costa y María Alejandra Rodríguez

Gal Costa, una de las divas del bossa nova, tuvo a bien venir a cantar, en un programa íntimo, acompañada sólo de guitarra, en ese escenario de tanto significado para muchos (entre los cuales me encuentro) que es el Aula Magna de la Universidad Central de Venezuela, en Caracas.
La acústica de ese lugar es maravillosa, y la artista no pasó por alto el comentario de satisfacción por la misma. Ni que decir de los que tuvimos el privilegio de asistir y cantar con ella. Y digo cantar porque, como en las mejores actuaciones de los cantantes en vivo, rápidamente se involucró con su público y nos pidió que la acompañáramos en el canto, cosa a la que no nos hicimos de rogar.
Me sorprendió la cantidad de personas que coreaban sus temas, con conocimiento de las letras y del acento brasileño del portugués.
Entre otras no faltaron "Garota de Ipanema", "Wave" y "Desafinado", que en la voz de la Diva y los coros del público presente sonaron realmente celestiales.
Tengo que incluir en esta breve reseña la presencia y actuación de una cantante hasta entonces desconocida para mi, llamada Maria Alejandra Rodríguez, cuya sencillez en escena y voz aterciopelada me cautivó. Cantando música venezolana del compositor venezolano Enrique Hidalgo, de quien es su sobrina, la muchacha y su cuatro me enamoraron, así como también al público presente, que la aplaudió muchísimo en cada una de sus interpretaciones.
Este ha sido, como ya habrán notado, un fin de semana musical, que he disfrutado gracias a la calidad interpretativa de estas mujeres, una que está naciendo y la otra, Gal, que ya tiene más de 40 años en escena, lo que se traduce en un dominio absoluto de la interpretación de la música popular brasileña.
¡Enhorabuena por ellas dos!

Tuesday, May 27, 2008

Carriacou, Grenada, West Indies























Carriacou (tierra de arrecifes en la lengua caribe), es una islita que está ubicada al noreste de la isla de Grenada (bajo cuya jurisdicción se encuentra).

Allá fui a parar buscando mis orígenes, por el lado de mi madre. Antes de eso sólo sabía que mi abuelo, Stephen Lambert, salió un día de allí hacia Venezuela, y nunca más regresó.

La familia, allá, poco supo de él durante unos 80 años (el abuelo falleció hace 30 años), mucho menos de su familia aquí. Nosotros tampoco sabíamos de allá.

Internet permitió los primeros contactos, los cuales nos han ido acercando poco a poco, a pesar de estar regados por todas partes del mundo.

Yo siempre tuve la curiosidad de ver las tierras desde las cuales vinieron mis abuelos (Grenada y Martinique por parte de mi madre y Barbados por parte de mi padre), de ver los rostros, los paisajes, las fotografías de aquellos años.
Esta vez se presentó una oportunidad y no la desperdicié.

Descubrí una tierra bellísima, una gente hermosísima, unos corazones difíciles de olvidar, un reencuentro luego de tantos años, sin tener ni siquiera un testimonio de cada uno, un dibujo, una imagen. Una experiencia inolvidable. Juzquen ustedes por las imágenes.
¿No es eso un paraíso?

Thursday, May 15, 2008

El mejor regalo...

Esta es una historia real, de cómo un día pasé a saludar a una anciana que limpiaba un jardín de una casita en un pequeño poblado de mayoría alemana en Venezuela (Colonia Tovar).
La señora y yo acostumbramos a saludarnos cuando nos cruzábamos, ella siempre en su casita, arreglando sus plantas, y yo pasaba al frente y le hacía señas de saludo con las manos.
El tiempo fue pasando y cuando ya se terminaba mi estancia de trabajo en ese poblado, pasé a despedirme. Estaba acompañada de unas personas que miraban las plantas que ella cultivaba. Finalmente se llevaron algunas y le pagaron.
Allí pensé que se trataba de un vivero (sitio donde se cuidan plantas para venderlas posteriormente). Le pregunté y me respondió que exactamente no se trataba de un vivero, que ella le tenía amor a las plantas y por eso las cuidaba, pero esas personas tocaron a su puerta y pidieron comprar algunas de ellas, que les habían gustado. Su único sustento era un sobrino, que acudía intermitentemente a subsidiarla, lo cual le permitía apenas comer.
Como se aproximaba el día de la madre, hace ya unos 22 años de ello, le pedí que me escogiera una de las plantas para regalársela a mi madre. Así lo hizo, y le compré un lirio, común y corriente, sin flores.
Le pregunté si tenía algo de especial, ya que se tardó algo de tiempo en escogerlo, y me dijo que lo bonito vendría cuando floreciera, que tuviera paciencia de esperar ese momento. Que las flores parecían pintadas a mano. Me despedí, prometiendo volver, un volver que con los avatares de mi vida nunca llegó a ocurrir, y hoy día no creo que aún viva.

Lo cierto es que el año siguiente, 1987, la segunda semana de mayo, mi madre me llamó para que viniera a ver el lirio que le había regalado. Cuando fui a su casa me quedé sorprendido de tanta belleza en esos pétalos, como pintados a mano. Abracé a mi mamá y recordé a la viejecita, que con su sonrisa en los labios me dijo que tuviese la paciencia de esperar el mejor regalo.
Todos los años florecía para la segunda semana de mayo, y las flores eran cada vez más hermosas. Un día, diez años después, le pedí a mi hermana que me cortara un brote, y lo planté en la jardinera de mi casa. Al año siguiente, para la segunda semana de mayo, tenía mis hermosas flores en el balcón.
A través de esas flores veo la linda sonrisa de la viejecita que con paciencia cuidaba de sus plantas y tuvo a bien escogerla para mi madre.

Hace unos dos años decidí transplantar el lirio desde mi jardinera al jardín principal del edificio donde vivo, porque la raíz del lirio es un bulbo, que crece y crece, y ocupa el espacio de las raíces de las otras plantas y las ahoga. Mala suerte ha tenido el pobre, pues el jardinero que le ha tocado, cada vez que viene a desmalezar le corta las hojas, lo que le impide hacer su ciclo normal y florecer en mayo. He dejado un cartel al lado, he hablado con la conserje para que lo ponga al tanto, pero nada. Cada vez que viene lo mutila. Ya he decidido transplantarlo a otro sitio.

Lo bueno de todo, es que en mi jardinera, en el mismo sitio donde estaba el que sembré como un brote del original, un buen día aparecieron unas hojas, brotando desde la tierra. Alguna semilla habrá quedado, pues una nueva planta creció, y hace dos días me di cuenta de que iba a florecer, esta vez, para que no haya más dudas, para mi cumpleaños. Lo veo, y además de disfrutar de sus pinceladas de rojo en los pétalos blancos, pienso en la sonrisa de la viejecita, y en su original y paciente forma de alegrar la vida de mi mamá, y la mía, porque es el mejor regalo que recibo todos los años.

Tuesday, May 13, 2008

Chet Baker


Hace 20 años, un día como hoy, nos dejaste. Pero nos queda tu legado, el sonido dulce de tu trompeta, inigualable. Tu voz, tu forma de cantar, que solamente evoca ternura.

“My funny valentine”, grabada en 1600 álbumes, pero solo la tuya (en cualquiera de sus versiones) tiene ese encanto, ese terciopelo en la voz y en el instrumento, esa cadencia particular que nos mueve las fibras…

Sufriste mucho en vida, por causa de tu adicción, lo que al final te llevó a la muerte, pero nunca perdiste oportunidad de regalarnos tus interpretaciones, cosa que te agradeceremos por siempre todos los admiradores de tu música y de tu canto en el mundo.

My funny valentine,
Sweet comic valentine…

Irrepetible…

Monday, May 05, 2008

Filosofía y experiencia...

Experiencia es lo que me viene a la mente al observar estas ramas deshojadas por la temporada, que ayer no más estuvieron pobladas de hojas, quizás de flores, o de ambas, y de frutos, y que hoy no están, porque se han ido, para que otros vuelvan por los mismos lugares, alimentados por la misma savia, proveniente de las mismas raíces.

Experiencia, la que se gana con los años, a través de las decisiones, que se toman para bien o para mal. Bien sabemos que la vida no trae manual. Y que esto aplica para todos los casos; en la crianza de los hijos, en comenzar una nueva actividad; en el caminar sin rumbo y llegar a una encrucijada de caminos, en encontrar el amor, muchas veces cuando pensamos que no lo encontraríamos, o que era algo inexistente.

A veces intentas trazar una ruta a seguir, y haces todo lo posible, y hasta lo imposible, para que esa sea tu ruta, pero entonces la vida te detiene, y te saca del camino, porque hay cosas que quizás no has aprendido, o no has asimilado, o debes sumergirte en ellas, o no has vivido, o es la ruta equivocada simplemente, y así no puedes seguir.

Al principio no te lo explicas, y si no eres fuerte de espíritu hasta percibas un poco de frustración, inconformidad, desasosiego, irritación, y puede que hasta te sientas hacer el ridículo, imagínate, el ridículo que tanto criticaste en otros, llama a tu puerta. Pero existe un amigo, o enemigo (según como lo veas), que siempre está allí, como tu sombra que te sigue a todas partes: es el tiempo, que se encarga de decirte que algo te faltaba por aprender, por vivir, por percibir, por experimentar.

Es claro que en esos momentos, por aquello del libre albedrío, podemos elegir continuar en la misma senda en que veníamos, no aceptar los cambios, mantenerse en lo conocido a rajatabla, como un pez en el acuario, que da vueltas y vueltas, voluntaria e involuntariamente, siempre por los mismos lugares, los mismos recovecos, las mismas piedras mohosas, las algas artificiales, la misma hilera de burbujas, las mismas visiones y sensaciones hasta morir.

El cambio es necesario para madurar en la vida. Y está siempre allí, acechando, atacando, volteándonos la papeleta, lanzándonos tierra en los ojos si es posible, para que sepamos que está allí, y que desea que lo tomemos en cuenta.

Es allí, en el momento de las decisiones, donde miramos al cielo en búsqueda del consabido manual, que sabemos que no existe, de una guía para que nuestra decisión sea la mejor para nosotros y los que nos rodean. Es allí donde tomamos conciencia de la existencia de una energía que rige el Universo, que unos llamamos Dios, otros Alá, otros Buda, y algunos simplemente la fuerza superior que rige y guía el Universo.

Puede interpretarse de muchas formas, adaptarse a muchas creencias, pero en la Oración de la Serenidad, escrita por el teólogo norteamericano Reinhold Niebuhr, evidentemente hay un mensaje para quien desee captarlo…

Dios, concédeme la serenidad
para aceptar las cosas que no puedo cambiar,
el valor para cambiar las cosas que puedo cambiar
y la sabiduría para conocer la diferencia.

Viviendo un día a la vez,
disfrutando un momento a la vez;
aceptando las adversidades como un camino hacia la paz;
tomando, como lo hizo Dios, este mundo pecador
tal y como es, y no como me gustaría que fuera;
creyendo que El hará que todas las cosas estén bien
si yo me entrego a Su voluntad;
de modo que pueda ser razonablemente feliz en esta vida
e increíblemente feliz con El en la siguiente.
Amen

Es una oración preciosa, que puedo leerla desde el punto de vista cristiano como también desde el budismo Zen, percibiendo el mismo mensaje.

Siendo así, termino esta divagación filosófica con las sabias palabras del Maestro Daigu Ryokan: “libre de ataduras, como una bruma arrastrada por el aire, me dejo llevar hasta donde me quiera llevar el viento”.

Los quiero mucho a todos ustedes y les agradezco mucho el hecho de venir a esta bitácora a esparcir su buena vibra. Aquí se les recibe de brazos abiertos y se les invita a una infusión de cáscara de mandarinas, o un te, o un café, como prefieran. Esta es su casa…

Thursday, May 01, 2008

Historia de un coleccionista (Parte 2, y final)


…siguiendo con la historia del octogenario coleccionista…

Yo he sugerido en el pasado que si mi colección (de CDs y LPs) tuviese que ser destruida o desmantelada por cualquier motivo, más allá de mi propia voluntad, encontraría un nuevo objeto de interés para coleccionar.

Aún quiero seguir pensando así pero, mirando la colección de este hombre, amasada durante más de 60 años, siendo colocada en cajas de archivo, por gente que le pone el mismo cuidado como si de una tetera o una alfombra manchada se tratara, me quedo dudando, haciéndome conjeturas.

Siempre pensé que una colección de discos reflejaba la personalidad y la historia de su propietario. Ahora me he quedado pensando que, quizás, después de haber invertido una cierta cantidad de tiempo, esfuerzo y pasión en una colección, el coleccionista más bien comienza a parecerse a la colección –del mismo modo que los dueños comienzan a parecerse a sus perros. Y una vez que la colección se estanca y comienza a morir, por cualquier motivo, el coleccionista también se estanca.

Ese coleccionista, en sus 80 años, forma parte de la primera generación de personas que ha tenido la posibilidad de experimentar el escuchar música grabada casi durante toda su vida. Coleccionar discos ha sido realmente posible a partir del fin de la Segunda Guerra Mundial (en la cual el coleccionista objeto de este artículo participó, específicamente en los desembarcos del día “D”), y la gente que ha amasado esos archivos de sonido se encuentra actualmente en las postrimerías de su vida, dejando tras de si montones de música grabada prácticamente desatendida.

Quién sabe cuantos miles, incontables cantidades de codiciados discos están ahora huérfanos, o destruidos, debido a que sus dueños murieron.

Y una colección de discos sin coleccionista, aunque esté completa, no tiene historia, no tiene personalidad, no tiene a nadie que cuente cómo comenzó ni cómo terminó. Aunque ya sabemos cómo terminan.

Para mediodía, esta sala de una casa de Guernsey, que una vez estuvo repleta de música, está ahora vacía, cubierta por gabinetes vacantes de CDs, gavetas vacías, y los recuerdos de la música apagándose rápidamente, sin recipientes físicos donde guardarlos.

La velocidad y la eficiencia con que la sala fue desocupada pudiera catalogarse como de intensa y también carente de sentido. Keats (John Keats, poeta inglés) escribió en su “Oda a una urna griega” que: “Las melodías oídas (de procedencia externa) son dulces, pero aquellas no oídas son más dulces; por lo tanto, tus suaves flautas suenan; no para el oído sensual sino para el más exquisito, flautas para silenciosas melodías espirituales”. Quiso decir, eso creo, que la música en nuestras mentes siempre será mejor que la música en nuestros oídos, simplemente porque el hombre es tan idealista, y aún tan imperfecto, que nunca podremos capturar íntegramente nuestros sueños.

Las melodías no oídas (de procedencia interna) probablemente sean las más dulces, pero las escuchadas que yacen en el olvido son probablemente las más tristes.


Publicado originalmente en inglés por Nick Southall en la revista on-line Stylus (www.stylusmagazine.com), noviembre de 2006.

Saturday, April 26, 2008

Historia de un coleccionista (Parte 1)


¡Hola a todos! El post de hoy es una traducción que hice de un artículo que me envió mi amigo y melómano Julio Flores por correo electrónico, el cual, desde el momento de su lectura, me ha hecho reflexionar bastante, dada la circunstancia de ser yo un coleccionista de CDs y LPs de jazz. El origen del artículo es la columna “Soulseeking”, escrita por Nick Southall en la revista on-line Stylus, que data de noviembre del 2006.



“La muerte de una colección de discos”



La semana pasada volé a Guernsey, una de las islas del Canal (de La Mancha), para ser testigo de la muerte de una colección de discos.


Debo explicarlo, estoy a cargo de la sección de cine y música de la Biblioteca de la Universidad, un departamento que tiene una extensa colección de música norteamericana –unos 6000 LPs y 3000 CDs de jazz, blues, country, rock, pop, bandas de sonido de películas, Cajun, clásicos modernos, electrónica de los primeros tiempos, música de discoteca, grabaciones de campo de indígenas americanos, y cualquier cosa que pueda pensarse como de origen estadounidense (o cercano –hay una pequeña sub-colección de reggae, dub y soca).

Hace unos años. La biblioteca acordó aceptar una donación de unos 4000 LPs y 2000 CDs de un coleccionista privado de jazz cercano a morir. Aunque todavía vive, tiene 80 y tantos años, pero está muy frágil física y mentalmente, por lo que su hermano menor hizo los arreglos para donar la colección tempranamente.

Mi trabajo era meramente diplomático, esencialmente monitorear el empacado y mudanza de la colección, llevado a cabo por una empresa de logística, como una especie de mediador, en caso de que hubiese algún inconveniente.
No lo hubo. De hecho, sólo tomó apenas una hora a cuatro hombres empacar y mudar la colección completa.

Me tocó observarlos hacer esto encontrándome en un estado de melancolía y sobrecogimiento, ya que me golpeó el hecho de que hubiesen desmantelado la pasión de un hombre, la vida de un hombre, en apenas el tiempo que tomaría escuchar “Kind of Blue” (la obra maestra del quinteto de Miles Davis).

En años recientes el coleccionista había perdido interés en su colección. Una salud deteriorada, el dolor de una pérdida familiar y una audición que declinaba lentamente habían mermado su alguna vez inmensa pasión por la música, y lo había dejado con apenas palabras cruzadas y recuerdos de springer spaniels (perros de raza), gatos con rayas y una esposa, todos fallecidos.

Durante un largo tiempo ni siquiera había tenido un tocadiscos en el cual escuchar su colección, la cual se había aletargado, inmóvil e intocable, en su sala de estar, cual criatura gigante hibernando, recogiendo polvo.

La colección había comenzado como un intento de reunir tantas copias como fuese posible de “Tiger Rag”. En un punto había pasado a contener grabaciones de tantos sellos disqueros como fuese posible, LPs ordenados o pedidos de su propio país y de más allá, los cuales eran solicitados por medio de catálogos prestados por el dueño de una tienda independiente de la isla (Guernsey), a cambio de una modesta tarifa por sus servicios de intermediación.
Cuarenta y tantas versiones de “Tiger Rag” fueron adquiridas, y no sólo versiones de jazz sino de calypso con tambores de acero y otras.

El coleccionista, sorprendentemente por ser apenas una pequeña isla (Guernsey tiene hoy en día una población de 65000 habitantes), no coleccionaba en solitario –un amigo de la isla reunió un lote similar de discos, en su mayoría de jazz, y trabajaron casi en equipo, cada uno adquiriendo en diferentes áreas e intercambiando lo que les gustaba a ambos.

En los últimos años, el amigo del coleccionista había comenzado a archivar digitalmente las colecciones de ambos, conectando un tocadiscos a un computador (ordenador), transfiriendo de esta forma LPs a MP3s. El propio coleccionista (objeto de esta historia) no tenía interés en los computadores (ordenadores). De hecho, en ese momento tenía ya muy poco interés en la música, o en otra cosa, cualquiera que fuese.

Todos los discos de la colección habían sido escuchados al menos una vez.

Hay cosas en mi colección (la del autor del artículo, Nick Southall), una modesta suma de unos 1500 CDs y unos cientos de LPs, que no han sido escuchados jamás. De paso, no tengo versiones de “Tiger Rag” y ni siquiera la he escuchado todavía.
*Fotografía: http://www.soundadviceblog.com/

Esta historia continuará…

Sunday, April 20, 2008

Meu samba...



Estoy escuchando el tercer CD de María Rita, “Samba Meu”, dedicado en su totalidad al samba. Una voz melodiosa y una escogencia hermosísima de canciones hacen de este CD una joya de colección.

Es que esta ganadora de Grammys, hija de la leyenda Elis Regina y del famoso pianista Cesar Camargo Mariano no podía estar exenta de esa saudade, de ese sabor único, de esa belleza que acompaña a las mejores voces del gigante del sur.

La poesía no está ausente, está presente, junto a la tristeza, el amor, la ternura. Mi pieza favorita es “Cría”, un auténtico homenaje a nuestros hijos, lo rápido que crecen, lo sorprendentes que son, lo que nos enseñan, todo ello enmarcado en un ritmo de samba.

Hay otra pieza muy bonita (todas lo son, en realidad), de Rodrigo Bittencourt, llamada “Meu samba”, y que da título al album. Aquí se las dejo, con mi traducción al español. Si la quieren escuchar, entren a la página oficial de María Rita, y disfruten de esa prodigiosa, maravillosa, extraordinaria y dulce voz.

Meu samba vai curar teu abandono
Meu samba vai te acordar do sono
Meu samba não quer ver você tão triste
Meu samba vai curar a dor que existe
Meu samba vai fazer ela dançar
É o samba certo pra você cantar
Meu samba é de vida e não de morte
Meu samba vem pra cá e traz a sorte
E celebra tudo o que é bonito
Meu samba não despreza o esquisito
Meu Samba vai tocar no infinito
Meu Samba é de bossa e não de grito
Meu Samba, defendi com alegria
Deixe que a noite vadia
Vai saber lhe coroar
Deixo entregue aos bambas de verdade
Que estão nos morros da cidade
Peço a benção pra passar
Mi samba va a curar tu abandono
Mi samba te va a despertar de un sueño
Mi samba no te quiere ver tan triste
Mi samba va a curar el dolor que existe
Mi samba va a hacerla bailar
Es el samba preciso para que cantes

Mi samba es de vida y no de muerte
Mi samba viene aquí y trae la suerte
Y celebra todo lo que es bonito
Mi samba no desprecia lo que es feo
Mi samba va a tocar en el infinito
Mi samba es de voz y no de grito

Mi samba defendí con alegría
Deje que la noche vagabunda
Le va a saber coronar
Dejo la entrega a los bravos de verdad
Que están en los cerros de la ciudad
Pido la bendición para pasar

Sunday, April 13, 2008

Diez mil brazos

¡Hola a todos! Hoy les escribo para contarles una vieja anécdota zen sobre un hecho que muchas veces ocurre por una falta de comprensión hacia otras culturas. Es que a veces nos cegamos y nos creemos dueños de la verdad absoluta, juzgando a otros por cosas que, entendiéndolas bien, tienen su razón de ser.

Antes les he comentado de los amigos libreros, esos que tienen algunas librerías, y que conocen mucho de los gustos literarios y hasta personales de uno. En este caso, entré a la librería de Andrés Boersner. Luego de saludarnos, cada quién se dispuso a hacer lo suyo, él a sus actividades en la librería y yo a buscar a mis autores favoritos, o quizá algún libro de interés personal. Luego de una pequeña búsqueda, por lo corto del tiempo disponible, me dispuse a irme, y Andrés me atajó con un pequeño libro titulado “El Cuenco y El Bastón”, 120 cuentos zen recopilados por Taisen Deshimaru (Edicomunicación, S.A. Madrid, 2002).

Uno de los cuentos versa sobre lo que escribí en el primer párrafo y da título al presente post, a continuación:

“La Kannon original es Sen ju Kannon, la Kannon de los mil brazos. Existen también Bato Kannon, la Kannon de la cabeza de caballo (solamente la parte alta de su cabeza tiene esa forma). La Kannon de once caras. La Kannon de la libertad. Roku Kannon, con seis cuerpos, como un monstruo. La Kannon del agua y de la luna, o bien la Kannon de la Vacuidad. Ryuzu Kannon, la Kannon de la cabeza de dragón, aunque su cara no tiene esa forma.

Todas estas estatuas son orgullo del arte budista japonés. Sucede que un día llegaron unas visitantes americanas al templo donde se encontraba la Kannon de los mil brazos, y al verla, se pusieron a reír groseramente.
El Superior del Templo, al ver la escena anterior, se le acercó a una de ellas y le preguntó:
-¿Tiene usted hijos?
-Si, uno solamente.
-¿Qué método emplea para educarle?
-Muchas técnicas me son necesarias.

Entonces el Superior del templo le replicó:
-Cuando una madre educa a un solo hijo, necesita diferentes métodos y mucho tacto. De la misma manera, para salvar a todos los seres, el Buda debe tener ¡mil o diez mil brazos!

La mujer se quedó impresionada.”

Queda claro el mensaje, les dejo una recreación de Sen ju Kannon que encontré en Youtube. ¡Espero que la disfruten!
*Kannon: nombre japonés de Kuan Yin, diosa de la misericordia en el budismo chino, Buda de la compasión en el budismo tibetano.
*Imagen de www.exoticindianart.com

Tuesday, April 08, 2008

¡¡El avión jefe!!

Al subirse a una cabina de un avión se activan en cada ser humano una serie de comandos y de comportamientos que muchos ni se imaginan.

La tipología de seres que se suben a los aviones es infinita. Hay desde el “valiente” que sube y se sienta a mirar a todo el que está embarcando con cara de “me he montado millones de veces en aviones, para mi es una costumbre, y no le tengo miedo a volar, soy un experto”. Con tan solo bajar la mirada, y ver el movimiento armónico simple y repetitivo al infinito de sus piernas ya uno se da cuenta de que es sólo una máscara la supuesta actitud de sobrado; hasta la señorita que no quiere que nadie la vea, ni la toque, ni le hable, dado su nerviosismo y miedo a volar. Basta que la aeronave caiga en un vacío de aire y pierda un poco de altura para que la susodicha deje escapar un suspiro/quejido profundo, casi un grito reprimido de terror, el cual pretende cubrir después con una cara de muy pocos amigos, habida cuenta de que todos los pasajeros en el avión escucharon el suspirito.

Volar es toda una experiencia. A mi me parece que es maravilloso viajar en aviones. Claro que mi comportamiento es también parte de las tipologías antes mencionadas.

Partiendo del hecho de que considero a los aviones como parte integrante del sexo femenino. Antes de subir la cabina les doy su sobadita, sus palmaditas al fuselaje, y les pido que se comporten bien durante el vuelo, todo ello (por supuesto) tratando de evitar que mucha gente lo perciba, cosa que no logro del todo. Las sonrisas y miradas de picardía de quienes me siguen al abordar me lo dicen todo.

Me encanta ver el cielo y las nubes desde ocho mil metros de altura. Por eso odio los aviones cuyas ventanillas están rayadas. Dentro de la cabina me gusta mucho mirar a la cabina del piloto, con sus miles de instrumentos de todos colores y sabores, lo que, unido a la expresión de confianza y el muy pulcro uniforme que siempre visten los pilotos me produce una sensación de satisfacción y seguridad.

A veces las filas de asientos están muy pegadas entre si, y a pesar de la incomodidad, el solo hecho de sentir la velocidad y la vibración mínima del fuselaje cuando corta el viento me libran de cualquier falta de confort. El ruido de los aviones grandes también me gusta mucho. Es el sonido que asocio a la alta tecnología.

Claro que también me produce miedo volar, porque también vienen a mi mente las tragedias aéreas que han ocurrido, donde he perdido incluso amigos, y me pregunto a veces si saldré vivo de la cabina, o cómo será la experiencia de los momentos previos al accidente. Espeluznante, inimaginable. Confieso que lo pienso, y solo me tranquiliza el saber que nuestra suerte está en manos de Dios, o del destino, como quieran pensarlo. Si está escrito que no vas a morir allí, no morirás allí por más veces que se repita la experiencia. Eso me calma, me da paz.

Hoy experimenté un viaje en avión más en mi vida, y la curiosidad principal fue que saqué un libro titulado “Sauce ciego, mujer dormida” de Murakami. Son 24 cuentos, de los cuales había leído tres. Tenía un marca-libros en la página donde quedé hacía unos días, y al abrirla me encontré con el cuarto de los cuentos, cuyo título era “Avión…o cómo hablaba él a solas como si recitara un poema”. No quiero referirme a la trama del cuento sino brevemente a explicar que se trata de un individuo que tenía la rara costumbre de hablar solo, y una muchacha que lo observaba llegó a hacérselo notar, y no sólo eso, sino que le escribió lo que hablaba en una oportunidad, que parecía (o es) poesía:


El avión
Vuela el avión
Yo en el avión
Vuela
El avión
Pero aunque vuele
¿Es el cielo
El avión?


Esta lectura ocurrió en pleno vuelo, yo sentado, leyendo esto, en la cabina de un avión, y justo me tocaba ese cuento, que no sabía que tenía al avión como tema involucrado. ¡Yo en el avión leyendo "Yo en el avión"! Vaya coincidencia…

Sunday, April 06, 2008

poesía...


Sobre la gran campana
se detiene una mariposa,
y duerme.
Poesía japonesa por:
Yosa Buson (1716-1784)

Saturday, March 29, 2008

Bebel, samba y amor...


¡Hola a todos! Antes que nada muchas gracias por permanecer en esta casa virtual que los recibe siempre con los brazos abiertos. Su buena vibra se siente por estos lares de Dios, y eso se agradece.
Les cuento que esta semana conseguí un CD de Bebel Gilberto, adorada cantante brasileña, hija del grandioso cantautor Joao Gilberto y de la famosa cantante Miucha. Hijo de gatos caza ratones, Bebel es sedosa al oido, con una cadencia única, belleza de voz y de poesía. El CD es una verdadera bendición, y se los recomiendo.
Todas las canciones me encantaron, y las letras, ¡qué letras tan bonitas!

Aquí les dejo una de ellas, titulada “Samba e amor”, con mi traducción al español. El video está en youtube, una preciosidad de mujer y de canción…


Eu faço samba e amor até mais tarde,
e tenho muito sono de manhã,
escuto a correria da cidade,
que arde e apressa o dia de amanhã.
De madrugada a gente ainda se ama,
e a fábrica começa a buzinar,
o trânsito contorna a nossa cama, reclama
do nosso eterno espreguiçar.
No colo da bem-vinda companheira,
no corpo do bendito violão,
eu faço samba e amor a noite inteira,
não tenho a quem prestar satisfação.
Eu faço samba e amor até mais tarde
e tenho muito mais o que fazer
escuto a correria da cidade, que alarde
¿Será que é tão difícil amanhecer?
Não sei se preguiçoso ou se covarde,
debaixo do meu cobertor de lá,
eu faço samba e amor até mais tarde,
e tenho muito sono de manhã.
♥♥
Yo hago samba y amor hasta muy tarde,
y estoy soñolienta cuando llega la mañana.
Escucho el ruido de la ciudad, que arde,
y trae el día de mañana más aprisa.

De madrugada aún hacemos el amor,
y las sirenas de las fábricas comienzan a sonar.
El tráfico hace círculos alrededor de nuestra cama, quejándose
de nuestra eterna pereza.
En el regazo de mi compañera bienvenida,
en el cuerpo de mi guitarra bendita,
yo hago samba y amor la noche entera,
no tengo que explicarle mi satisfacción a nadie.
Yo hago samba y amor hasta muy tarde
y tengo muchas más cosas que hacer.
Escucho el ruido de la ciudad, que hace alarde,
¿será que es tan difícil amanecer?

No estoy seguro si soy perezosa o cobarde,
debajo de mis sábanas de lana,
yo hago samba y amor hasta muy tarde,
y estoy muy soñolienta cuando llega la mañana.

Thursday, March 20, 2008

¿Y de dónde será que soy?



Mi nombre es José Fernando Rodriguez Restrepo, pero desde que tengo uso de razón me llaman “Nando”. Vivo en San Antonio del Táchira, Venezuela, desde hace muchos años. Antes viví en Cúcuta y en Rubio, es decir, a ambos lados de la divisoria de países, la frontera, una línea que sólo he visto en los mapas porque aquí no la he podido encontrar jamás.

Hay que vivir en la frontera para saber pronunciar mi nombre. Si, ya sé que parece fácil, pero es que para los andinos, la pronunciación de la ene tiene algo diferente de la que pronuncian en otras partes de Hispanoamérica. Cuan familiar me suena ese "Nando" cuando me lo dicen en San Antonio o en Cúcuta.

Nací en Rubio, estado Táchira, Venezuela, o mejor dicho, nací en el Hospital Universitario de Cúcuta, Colombia. La verdad absoluta nunca la sabré porque, aparte de que nunca me fue revelada, tengo dos partidas de nacimiento y dos documentos de identidad, uno de Venezuela y otro de Colombia.

Crecí escuchando por igual el vallenato y el bambuco andino, los cuales me gustan por igual, me encanta la chicha criolla y la cola Postobón, el bocadillo de guayaba y los abrillantados merideños.
Soy fanático de “La Vuelta” ¿No les suena? La famosísima vuelta ciclística al Táchira y también de la “Clásica RCN”. Aquí todos somos amantes del ciclismo y del fútbol. ¿Mis equipos? El Deportivo Táchira y el Cúcuta Deportivo. Rojinegro y aurinegro, pues a ambos los vivo y los siento por igual.

Les cuento de mis padres: mi papá nació en Venezuela, en Petare, una parte de Caracas donde dicen que habita mucha población colombiana, y se vino para acá muy joven, escapando de su familia, pues su padre, mi abuelo, era de férreo carácter, cosa de la que mi padre terminó cansándose. Al llegar aquí, después de mucho trajinar, se puso a trabajar en construcción de casas, y así fue como conoció a mamá, quién era cocinera de los obreros del campamento de construcción. Mamá nació en Barrancabermeja, Santander, Colombia, y nunca supe cómo vino a parar a Rubio. Papá tampoco me habló de esa historia, aunque mis tías me dicen que él iba mucho a Cúcuta los fines de semana, y uno de esos fines regresó con ella, agarraditos de la mano, y desde ese entonces nunca más volvieron a separarse.

Se casaron aquí y se fueron a Colombia por un tiempo, a conocer la familia de ella. Iban y venían con regularidad. En ese ir y venir nacimos mi hermana Luz Stella y yo. Luz también tiene dos documentos de identidad, y tampoco sabe decir si es colombiana o venezolana. Nunca ha entendido, al igual que yo, la diferencia.

Tengo que revelarles que, al igual que nosotros, muchos de nuestros vecinos y amigos de aquí tienen doble nacionalidad, y todos se sienten colombianos y venezolanos por igual.

Cuando tienen hijos, y alguno de ellos destaca una característica venezolana, rápidamente lo apodan “El Veneco”, y si ésta característica es más apropiada del otro lado del puente (Puente Internacional “Simón Bolívar”), lo apodan “El Cachaco”. Esto me trae más confusión, porque nunca puedo discernir cuál de ellos es “El Veneco” y cual “El Cachaco”, por lo cual ambos, con risa cómplice, se burlan de mi enredo.

Me casé hace diez años con una venezolana, María, llanera para más señas, de Calabozo, estado Guárico. Ella vino a parar aquí por uno de esos avatares de la vida, y yo, al verla por primera vez, supe que era la mujer de mi vida. Cuando se percibe la mirada del amor no hacen falta muchas explicaciones, es una magia que te envuelve, y eso es lo más hermoso de la vida.

María y yo tuvimos dos hijos, Luis Carlos y John Jairo, que nacieron en San Antonio, y ahora estudian la primaria en un internado de Cúcuta. Los vemos los fines de semana, cuando están libres. María los va a buscar y los trae a casa.

Hace unos días, cuando llegué a casa, encontré a María angustiada entre noticias de cierre de frontera y movilización de unidades de combate del ejército de Venezuela. Los tambores de la guerra resonaron en el Táchira. Lo que hicimos fue llorar toda la noche, pues nuestros hijos estaban del otro lado, posiblemente con mayor angustia que nosotros. No supimos qué hacer, dónde ir, ni siquiera entendíamos los motivos de la lucha. Tenemos tantos amigos en ambos lados que nos aterrorizaba la mera posibilidad de vernos enfrentados. Nos conocemos de toda la vida, y somos hermanos de sangre, de destinos y circunstancias.

Gracias a Dios los tambores dejaron de sonar, y en su lugar retumbó un concierto multitudinario, realizado en el propio puente, al que llamaron, muy apropiadamente, “Paz sin fronteras”.

Claro que nos fuimos todos, junto a los niños, que no tuvieron clases el lunes siguiente, y una enorme legión de vecinos y amigos.

Allá nos encontramos con multitud de amigos y conocidos, brindamos con ron y aguardiente, bailamos, cantamos, reímos, nos abrazamos, nos sentimos uno en medio de una raya fronteriza que ninguno de nosotros, ni antes ni después, atina a ver.
Apoteósico el concierto, muy bonito, María y los niños lo disfrutaron muchísimo. A mi me pareció que era un sueño hermosísimo, del que no quería despertar jamás. Los artistas que vinieron estuvieron fenomenales, maravillosas actuaciones que no olvidaré jamás en mi vida.
Somos un solo pueblo, y para saberlo, hay que venir a San Antonio y ver la cantidad de personas que cruzan el puente a ambos lados, todos los días de la vida, unos viven aquí y trabajan allá, y viceversa. Aquí cada quién tiene un cuñado colombiano, un sobrino venezolano, una comadre, un compadre, dos documentos de identidad, aquí todos somos uno solo…

Sunday, March 16, 2008

Tepuy, el triunfo de la tenacidad


Es para mí un gran orgullo darles la noticia de que mi viejo amigo Henry González ha editado su primer libro de fotografías, titulado “Una aventura llamada Tepuy” (Criteria Editorial).


Conozco a Henry desde hace más de 30 años. Era un niño meditativo, siempre pensativo e inteligente, cosa que llamó mi atención. En ese tiempo de la infancia, cuando hablaba con él, el tema era siempre la naturaleza, especialmente la descripción de sus experiencias en excursiones a El Avila y al Parque Nacional de Guatopo.


De adolescente tuvo sus primeros contactos con la escalada, acercándose cada domingo al Parque “Las Cuevas del Indio”, en El Cafetal, Caracas, donde existe una pared montañosa que permite la práctica del ascenso vertical. Recuerdo mucho cuando me decía que estaba reuniendo dinero para comprarse su propia cuerda de escalar, lo que me demuestra que Henry es una persona de grandes logros, con la persistencia y tenacidad que muy pocos tienen, pues hoy por hoy es uno de los mejores representantes del montañismo y el ascenso vertical (Sub-Campeón Suramericano de Escalada Deportiva en Curitiba, Brasil), convirtiéndose al mismo tiempo en uno de los mejores fotógrafos de la naturaleza a nivel mundial.


Las más de 12.000 fotografías que enriquecen su colección, las cuales se han expuesto en diversos lugares de América y Europa, y que son solicitadas por diversas entidades, medios de comunicación y publicaciones a nivel mundial, hablan de la calidad de su trabajo.


Henry conoce el Parque Nacional “La Gran Sabana” , aquel que inspiró a Sir Arthur Conan Doyle en su novela “El Mundo Perdido, como la palma de su mano y ha ascendido a la cumbre de todos los tepuyes que se encuentran en la zona. Para los que no saben del término, un tepuy es una formación natural muy antigua (de origen precámbrico), un tipo de meseta montañosa de paredes verticales y cumbre aplanada, de apariencia imponente, cuyo nombre es una derivación del original, en idioma pemón, tepu, que significa montaña de los dioses.




Tener en mi pequeña colección de libros de fotografías de la naturaleza la obra de Henry, es para mí un motivo de gran alegría, no sólo por tenerlo entre mis amigos de la infancia, sino porque representa un ejemplo de la Venezuela que debe prevalecer, de la victoria del temple y el talento por encima de las adversidades que nos pudiesen bloquear el camino; es un triunfo de la tenacidad, es el demostrar que hombre y naturaleza pueden integrarse y convivir de la mejor manera posible.


Además de la fotografía y la escalada, Henry organiza excursiones a cualquiera de los tepuyes y diferentes escenarios naturales de “La Gran Sabana”, un parque natural único en el mundo, donde se concentra una energía natural sin precedentes, una magia que envuelve en esos lugares al visitante y lo transforma. La vida nunca vuelve a ser igual al asistir a la experiencia de ascender y coronar un tepuy, y mirar desde allá arriba la naturaleza alrededor. Todos los testimonios que poseo lo confirman, y es para mí un poderoso sueño el poder coronar el Roraima Tepuy este mismo año, acompañado de mi hijo Andrés, y bajo la guía de mi amigo de tantos años, Henry González, siempre sencillo, de conversaciones interesantes, de tenacidad a toda prueba.


A aquellos a los que les gustan las fotografías de paisajes naturales, no pueden perderse el disfrute de éste libro, un verdadero colirio, en el cual, a través de la ventana de Henry, veremos paisajes únicos, irrepetibles, increíblemente espectaculares, que atraen a científicos y exploradores de todo el mundo, todo el año, todos los años.


*La página web de Henry González es http://www.exploratreks.com.ve/

*El e-mail de la editora del libro es criteriaeditorial@cantv.net

Saturday, March 08, 2008

Divagando...

Así se llama un programa de radio de mi filósofo favorito Pedro León Zapata, artista plástico, y Miguel Delgado Estévez, músico. Ellos empiezan hablando de un tema en particular y nunca se sabe dónde terminan porque de un tema pasan a otro, y a otro con una sencillez y un conocimiento de muy pocos. Y eso es precisamente lo que significa divagar, según el diccionario de la Real Academia Española: “Hablar o escribir sin concierto ni propósito fijo y determinado”. Eso es muy sabroso y estimulante para mi.

En estos días entré a una librería, cuya particularidad es la apuesta hacia los libros de escritores chinos y japoneses. Me gusta ir a buscar novedades, y en estos días busco específicamente “El Rumor del Oleaje” de Yukio Mishima, recomendación de mi amiga Waipu Carolina. No estaba. Entonces me puse a mirar los libros en exhibición. Hubo uno que llamó mi atención, se llama “Seda” (Editorial Anagrama), del escritor italiano Alessandro Baricco. Lo que llamó mi atención fue una cinta roja que cubría la portada, en la cual se leía, entre fabulosos comentarios de la crítica, “41a edición”. Dios, para que un libro tenga 41 ediciones, es porque algo bueno debe tener en sus páginas, y basado en ese criterio simplista lo compré, y lo leí rapidísimo, porque es muy sencillo y fácil de leer.

En la contraportada hay una pequeña reseña, que, entre otras cosas, dice: “Todas las historias tienen música propia. Ésta tiene una música blanca. Es importante decirlo, porque la música blanca es una música extraña, a veces te desconcierta: se ejecuta suavemente y se baila lentamente. Cuando la ejecutan bien es como oír el silencio, y a los que la bailan estupendamente se les mira y parecen inmóviles. La música blanca es algo rematadamente difícil.” De nuevo por aquí los sonidos del silencio…

Pues bien, la paradoja consiste aquí en lo que pensé cuando la compré, “voy a leer algo que no tenga que ver con Japón, para variar un poco”, y comencé. Nunca relacioné el título de la novela con otra cosa que no fuese la suave tela que todos conocemos. En la página 19 me quedé perplejo, y leí una y otra vez:

-No hay elección. Si queremos sobrevivir tenemos que llegar hasta allí.

Silencio.

Verdun, apoyado en la barra, levantó la mirada hacia los dos.

Baldabiou se empeñó en encontrar todavía un sorbo más de Pernod en el fondo del vaso.

Hervé Joncour dejó el cigarrillo en el borde de la mesa antes de decir:

-¿Y dónde quedaría, exactamente, ese Japón?

Baldabiou levantó el extremo de su bastón, apuntando con él más allá de los tejados de Saint-August.

-Siempre recto.

Dijo.

-Hasta el fin del mundo.

Pues bien, Japón está metido en la novela de Alessandro Baricco. Y yo, sin saberlo, he terminado leyendo un libro más relacionado con mi querido país del lejano Oriente. ¿Causalidad?

La novela es increíble, fantástica, maravillosa, y todo en apenas 125 páginas de lectura sencilla, muy sencilla, y de profundo contenido, al mismo tiempo. Recomendada.

Una vez que la terminé, porque la leí en un par de días, le quité la cinta roja y pude ver que la portada es un grabado de unas flores, sobre el cual está el ideograma chino de la seda. No lo había visto antes sino cuando finalicé y me puse a detallar la edición y otros detalles del libro.

Ahora me dispongo a terminar con “La perla y otros cuentos” de Yukio Mishima, un auténtico maestro del cuento. Son diez cuentos, de los cuales ya he leído 8, y son todos excelentes. Uno de ellos se llama “La Perla”, y les digo algo, ojalá puedan comprar el libro y leerlo, porque es simplemente magistral.

Saturday, March 01, 2008

La ranita y el escarabajo

Me encontraba una vez saliendo de casa, y al mirar a un jardín, pude captar una hermosa ranita, mimetizada en las hojas de un naranjo, inmóvil, atenta a mis movimientos. Me encantó esa imagen, espectacular imagen, y quise volver por mi cámara, ¿por qué será que uno no sale siempre con su cámara a cuestas?, pero al final desistí, y me quedé a mirar unos instantes a la ranita, minutos tal vez.

Ella permaneció inmóvil, impertérrita, mirándome y pensando quién sabe qué cosas; ¿qué pensarán los insectos y animalitos de las acciones de los humanos, siendo muchas veces tan antagónicos, con tantas fobias entre si y para con ellos?

Me fui pensando en la ranita hermosa, y otras tantas veces he pasado por el mismo naranjo, pero nada que aparece, o al menos no se deja ver por mi. Ya me la imagino, dentro del follaje, susurrándole a otras ranitas, entre risas: “allí va el que perdió su única oportunidad de fotografiarme”.

Otro día salí de la oficina a despejar la mente, a cobijarme en un buen café y apareció, frente a mis ojos, un escarabajo verde. Lo miré, como quien mira a un extraño más, y seguí adelante. Pero su intenso color verde nubló mi vista, y me hizo retroceder.

El me esperaba, intuía que volvería sobre mis pasos, se sabía de antemano el centro de la atención. “Nadie puede ser indiferente a mi elegancia, a mi hermoso traje verde de domingo”, pensaría.

Desafiante, permaneció posado sobre la verja blanca, que, en complicidad con el sol, hacía relucir más su espectacular traje verde.

De nuevo estaba sin mi cámara. La había dejado en la oficina. Pensé en volver por ella, pero intuí que este señor de los insectos no me iba a esperar. Lo miré. Me miró. Le pedí esperarme. Sonrió maliciosamente. Mi sexto sentido me dijo que, de alejarme, no volveríamos a vernos nunca más, como la ranita del naranjo.

No, esta vez no, miré a mi alrededor, nadie conocido; mi teléfono celular vino a salvar el momento. Acerqué la cámara, no mucho para no perturbarlo. Pero el sabía de mis intenciones, o al menos eso creí. Ni siquiera atinó a moverse. Lo fotografié. Permaneció con la misma indiferencia, todo orondo, envuelto en su llamativo traje verde, quizás pensando en la estupidez humana, que le ha dado su nombre a un vehículo que nada tiene, a su real saber y entender, que ver con el, que ha prestado, sin su consentimiento, por supuesto, su sobrenombre mas famoso, “el coco”, a un objeto de miedo para obligar a los niños de su especie a comerse la tan odiada sopa.

“¡Bah!”, habrá pensado, “¿Qué pretenderá este humano al engañarme, como si me fuese a pasar una llamada, ¡habráse visto!, engañar a un tipo tan elegantemente trajeado como yo y luego tomarme, sin mi permiso ni consentimiento, una instantánea?”. “Seguro que lo hace con uno de su especie y tendría serios problemas”.

No se por cuanto tiempo permanecí contemplando la singular escena, hasta que recordé la razón por la cual había abandonado la oficina, y seguí mi senda hasta el café de la esquina.

Al volver la vista atrás puede notar que se mantuvo en su puesto de vigía, contemplando mi partida, murmurando quién sabe qué cosas. Volví mi vista y fingí ignorarlo. Digo que fingí porque mientras caminaba, no dejaba de pensar en él. Me lo imaginé divagando: “No me importa lo que haya hecho este señor, yo soy un tipo elegante y refinado, y por nada del mundo perderé la compostura ante un humano. Nada puede hacerme perder el glamour. Total, no todos los días sale un humano a la calle y se encuentra a un singular escarabajo como yo, vestido con un llamativo y elegante traje verde de domingo”.

Me alejé a paso lento, seguí pensando en cómo habría ido a parar sobre esa verja blanca, habiendo tantos árboles alrededor. Y justo cruzarse en mi camino. Y yo sin mi cámara, pero con mi celular salvador, gracias a Dios.

Demás está decir que al volver de la cafetería el ya se había marchado, molesto quizás por mi osadía de fotografiarlo, volando elegantemente con su hermosísimo traje verde, en su afán de descubrir nuevos lugares de la jungla de concreto.

Yo he pasado miles de veces por el mismo lugar, al igual que por el naranjo aquel del jardín, pero tanto la ranita como el escarabajo verde, muy esquivos, no han querido volver a posar.

Por lo visto odian las fotografías, o tal vez mi atrevimiento de querer llevármelos en imágenes, en vez de disfrutarlos así mismo como los encontré, al natural…