Thursday, March 20, 2008

¿Y de dónde será que soy?



Mi nombre es José Fernando Rodriguez Restrepo, pero desde que tengo uso de razón me llaman “Nando”. Vivo en San Antonio del Táchira, Venezuela, desde hace muchos años. Antes viví en Cúcuta y en Rubio, es decir, a ambos lados de la divisoria de países, la frontera, una línea que sólo he visto en los mapas porque aquí no la he podido encontrar jamás.

Hay que vivir en la frontera para saber pronunciar mi nombre. Si, ya sé que parece fácil, pero es que para los andinos, la pronunciación de la ene tiene algo diferente de la que pronuncian en otras partes de Hispanoamérica. Cuan familiar me suena ese "Nando" cuando me lo dicen en San Antonio o en Cúcuta.

Nací en Rubio, estado Táchira, Venezuela, o mejor dicho, nací en el Hospital Universitario de Cúcuta, Colombia. La verdad absoluta nunca la sabré porque, aparte de que nunca me fue revelada, tengo dos partidas de nacimiento y dos documentos de identidad, uno de Venezuela y otro de Colombia.

Crecí escuchando por igual el vallenato y el bambuco andino, los cuales me gustan por igual, me encanta la chicha criolla y la cola Postobón, el bocadillo de guayaba y los abrillantados merideños.
Soy fanático de “La Vuelta” ¿No les suena? La famosísima vuelta ciclística al Táchira y también de la “Clásica RCN”. Aquí todos somos amantes del ciclismo y del fútbol. ¿Mis equipos? El Deportivo Táchira y el Cúcuta Deportivo. Rojinegro y aurinegro, pues a ambos los vivo y los siento por igual.

Les cuento de mis padres: mi papá nació en Venezuela, en Petare, una parte de Caracas donde dicen que habita mucha población colombiana, y se vino para acá muy joven, escapando de su familia, pues su padre, mi abuelo, era de férreo carácter, cosa de la que mi padre terminó cansándose. Al llegar aquí, después de mucho trajinar, se puso a trabajar en construcción de casas, y así fue como conoció a mamá, quién era cocinera de los obreros del campamento de construcción. Mamá nació en Barrancabermeja, Santander, Colombia, y nunca supe cómo vino a parar a Rubio. Papá tampoco me habló de esa historia, aunque mis tías me dicen que él iba mucho a Cúcuta los fines de semana, y uno de esos fines regresó con ella, agarraditos de la mano, y desde ese entonces nunca más volvieron a separarse.

Se casaron aquí y se fueron a Colombia por un tiempo, a conocer la familia de ella. Iban y venían con regularidad. En ese ir y venir nacimos mi hermana Luz Stella y yo. Luz también tiene dos documentos de identidad, y tampoco sabe decir si es colombiana o venezolana. Nunca ha entendido, al igual que yo, la diferencia.

Tengo que revelarles que, al igual que nosotros, muchos de nuestros vecinos y amigos de aquí tienen doble nacionalidad, y todos se sienten colombianos y venezolanos por igual.

Cuando tienen hijos, y alguno de ellos destaca una característica venezolana, rápidamente lo apodan “El Veneco”, y si ésta característica es más apropiada del otro lado del puente (Puente Internacional “Simón Bolívar”), lo apodan “El Cachaco”. Esto me trae más confusión, porque nunca puedo discernir cuál de ellos es “El Veneco” y cual “El Cachaco”, por lo cual ambos, con risa cómplice, se burlan de mi enredo.

Me casé hace diez años con una venezolana, María, llanera para más señas, de Calabozo, estado Guárico. Ella vino a parar aquí por uno de esos avatares de la vida, y yo, al verla por primera vez, supe que era la mujer de mi vida. Cuando se percibe la mirada del amor no hacen falta muchas explicaciones, es una magia que te envuelve, y eso es lo más hermoso de la vida.

María y yo tuvimos dos hijos, Luis Carlos y John Jairo, que nacieron en San Antonio, y ahora estudian la primaria en un internado de Cúcuta. Los vemos los fines de semana, cuando están libres. María los va a buscar y los trae a casa.

Hace unos días, cuando llegué a casa, encontré a María angustiada entre noticias de cierre de frontera y movilización de unidades de combate del ejército de Venezuela. Los tambores de la guerra resonaron en el Táchira. Lo que hicimos fue llorar toda la noche, pues nuestros hijos estaban del otro lado, posiblemente con mayor angustia que nosotros. No supimos qué hacer, dónde ir, ni siquiera entendíamos los motivos de la lucha. Tenemos tantos amigos en ambos lados que nos aterrorizaba la mera posibilidad de vernos enfrentados. Nos conocemos de toda la vida, y somos hermanos de sangre, de destinos y circunstancias.

Gracias a Dios los tambores dejaron de sonar, y en su lugar retumbó un concierto multitudinario, realizado en el propio puente, al que llamaron, muy apropiadamente, “Paz sin fronteras”.

Claro que nos fuimos todos, junto a los niños, que no tuvieron clases el lunes siguiente, y una enorme legión de vecinos y amigos.

Allá nos encontramos con multitud de amigos y conocidos, brindamos con ron y aguardiente, bailamos, cantamos, reímos, nos abrazamos, nos sentimos uno en medio de una raya fronteriza que ninguno de nosotros, ni antes ni después, atina a ver.
Apoteósico el concierto, muy bonito, María y los niños lo disfrutaron muchísimo. A mi me pareció que era un sueño hermosísimo, del que no quería despertar jamás. Los artistas que vinieron estuvieron fenomenales, maravillosas actuaciones que no olvidaré jamás en mi vida.
Somos un solo pueblo, y para saberlo, hay que venir a San Antonio y ver la cantidad de personas que cruzan el puente a ambos lados, todos los días de la vida, unos viven aquí y trabajan allá, y viceversa. Aquí cada quién tiene un cuñado colombiano, un sobrino venezolano, una comadre, un compadre, dos documentos de identidad, aquí todos somos uno solo…

Sunday, March 16, 2008

Tepuy, el triunfo de la tenacidad


Es para mí un gran orgullo darles la noticia de que mi viejo amigo Henry González ha editado su primer libro de fotografías, titulado “Una aventura llamada Tepuy” (Criteria Editorial).


Conozco a Henry desde hace más de 30 años. Era un niño meditativo, siempre pensativo e inteligente, cosa que llamó mi atención. En ese tiempo de la infancia, cuando hablaba con él, el tema era siempre la naturaleza, especialmente la descripción de sus experiencias en excursiones a El Avila y al Parque Nacional de Guatopo.


De adolescente tuvo sus primeros contactos con la escalada, acercándose cada domingo al Parque “Las Cuevas del Indio”, en El Cafetal, Caracas, donde existe una pared montañosa que permite la práctica del ascenso vertical. Recuerdo mucho cuando me decía que estaba reuniendo dinero para comprarse su propia cuerda de escalar, lo que me demuestra que Henry es una persona de grandes logros, con la persistencia y tenacidad que muy pocos tienen, pues hoy por hoy es uno de los mejores representantes del montañismo y el ascenso vertical (Sub-Campeón Suramericano de Escalada Deportiva en Curitiba, Brasil), convirtiéndose al mismo tiempo en uno de los mejores fotógrafos de la naturaleza a nivel mundial.


Las más de 12.000 fotografías que enriquecen su colección, las cuales se han expuesto en diversos lugares de América y Europa, y que son solicitadas por diversas entidades, medios de comunicación y publicaciones a nivel mundial, hablan de la calidad de su trabajo.


Henry conoce el Parque Nacional “La Gran Sabana” , aquel que inspiró a Sir Arthur Conan Doyle en su novela “El Mundo Perdido, como la palma de su mano y ha ascendido a la cumbre de todos los tepuyes que se encuentran en la zona. Para los que no saben del término, un tepuy es una formación natural muy antigua (de origen precámbrico), un tipo de meseta montañosa de paredes verticales y cumbre aplanada, de apariencia imponente, cuyo nombre es una derivación del original, en idioma pemón, tepu, que significa montaña de los dioses.




Tener en mi pequeña colección de libros de fotografías de la naturaleza la obra de Henry, es para mí un motivo de gran alegría, no sólo por tenerlo entre mis amigos de la infancia, sino porque representa un ejemplo de la Venezuela que debe prevalecer, de la victoria del temple y el talento por encima de las adversidades que nos pudiesen bloquear el camino; es un triunfo de la tenacidad, es el demostrar que hombre y naturaleza pueden integrarse y convivir de la mejor manera posible.


Además de la fotografía y la escalada, Henry organiza excursiones a cualquiera de los tepuyes y diferentes escenarios naturales de “La Gran Sabana”, un parque natural único en el mundo, donde se concentra una energía natural sin precedentes, una magia que envuelve en esos lugares al visitante y lo transforma. La vida nunca vuelve a ser igual al asistir a la experiencia de ascender y coronar un tepuy, y mirar desde allá arriba la naturaleza alrededor. Todos los testimonios que poseo lo confirman, y es para mí un poderoso sueño el poder coronar el Roraima Tepuy este mismo año, acompañado de mi hijo Andrés, y bajo la guía de mi amigo de tantos años, Henry González, siempre sencillo, de conversaciones interesantes, de tenacidad a toda prueba.


A aquellos a los que les gustan las fotografías de paisajes naturales, no pueden perderse el disfrute de éste libro, un verdadero colirio, en el cual, a través de la ventana de Henry, veremos paisajes únicos, irrepetibles, increíblemente espectaculares, que atraen a científicos y exploradores de todo el mundo, todo el año, todos los años.


*La página web de Henry González es http://www.exploratreks.com.ve/

*El e-mail de la editora del libro es criteriaeditorial@cantv.net

Saturday, March 08, 2008

Divagando...

Así se llama un programa de radio de mi filósofo favorito Pedro León Zapata, artista plástico, y Miguel Delgado Estévez, músico. Ellos empiezan hablando de un tema en particular y nunca se sabe dónde terminan porque de un tema pasan a otro, y a otro con una sencillez y un conocimiento de muy pocos. Y eso es precisamente lo que significa divagar, según el diccionario de la Real Academia Española: “Hablar o escribir sin concierto ni propósito fijo y determinado”. Eso es muy sabroso y estimulante para mi.

En estos días entré a una librería, cuya particularidad es la apuesta hacia los libros de escritores chinos y japoneses. Me gusta ir a buscar novedades, y en estos días busco específicamente “El Rumor del Oleaje” de Yukio Mishima, recomendación de mi amiga Waipu Carolina. No estaba. Entonces me puse a mirar los libros en exhibición. Hubo uno que llamó mi atención, se llama “Seda” (Editorial Anagrama), del escritor italiano Alessandro Baricco. Lo que llamó mi atención fue una cinta roja que cubría la portada, en la cual se leía, entre fabulosos comentarios de la crítica, “41a edición”. Dios, para que un libro tenga 41 ediciones, es porque algo bueno debe tener en sus páginas, y basado en ese criterio simplista lo compré, y lo leí rapidísimo, porque es muy sencillo y fácil de leer.

En la contraportada hay una pequeña reseña, que, entre otras cosas, dice: “Todas las historias tienen música propia. Ésta tiene una música blanca. Es importante decirlo, porque la música blanca es una música extraña, a veces te desconcierta: se ejecuta suavemente y se baila lentamente. Cuando la ejecutan bien es como oír el silencio, y a los que la bailan estupendamente se les mira y parecen inmóviles. La música blanca es algo rematadamente difícil.” De nuevo por aquí los sonidos del silencio…

Pues bien, la paradoja consiste aquí en lo que pensé cuando la compré, “voy a leer algo que no tenga que ver con Japón, para variar un poco”, y comencé. Nunca relacioné el título de la novela con otra cosa que no fuese la suave tela que todos conocemos. En la página 19 me quedé perplejo, y leí una y otra vez:

-No hay elección. Si queremos sobrevivir tenemos que llegar hasta allí.

Silencio.

Verdun, apoyado en la barra, levantó la mirada hacia los dos.

Baldabiou se empeñó en encontrar todavía un sorbo más de Pernod en el fondo del vaso.

Hervé Joncour dejó el cigarrillo en el borde de la mesa antes de decir:

-¿Y dónde quedaría, exactamente, ese Japón?

Baldabiou levantó el extremo de su bastón, apuntando con él más allá de los tejados de Saint-August.

-Siempre recto.

Dijo.

-Hasta el fin del mundo.

Pues bien, Japón está metido en la novela de Alessandro Baricco. Y yo, sin saberlo, he terminado leyendo un libro más relacionado con mi querido país del lejano Oriente. ¿Causalidad?

La novela es increíble, fantástica, maravillosa, y todo en apenas 125 páginas de lectura sencilla, muy sencilla, y de profundo contenido, al mismo tiempo. Recomendada.

Una vez que la terminé, porque la leí en un par de días, le quité la cinta roja y pude ver que la portada es un grabado de unas flores, sobre el cual está el ideograma chino de la seda. No lo había visto antes sino cuando finalicé y me puse a detallar la edición y otros detalles del libro.

Ahora me dispongo a terminar con “La perla y otros cuentos” de Yukio Mishima, un auténtico maestro del cuento. Son diez cuentos, de los cuales ya he leído 8, y son todos excelentes. Uno de ellos se llama “La Perla”, y les digo algo, ojalá puedan comprar el libro y leerlo, porque es simplemente magistral.

Saturday, March 01, 2008

La ranita y el escarabajo

Me encontraba una vez saliendo de casa, y al mirar a un jardín, pude captar una hermosa ranita, mimetizada en las hojas de un naranjo, inmóvil, atenta a mis movimientos. Me encantó esa imagen, espectacular imagen, y quise volver por mi cámara, ¿por qué será que uno no sale siempre con su cámara a cuestas?, pero al final desistí, y me quedé a mirar unos instantes a la ranita, minutos tal vez.

Ella permaneció inmóvil, impertérrita, mirándome y pensando quién sabe qué cosas; ¿qué pensarán los insectos y animalitos de las acciones de los humanos, siendo muchas veces tan antagónicos, con tantas fobias entre si y para con ellos?

Me fui pensando en la ranita hermosa, y otras tantas veces he pasado por el mismo naranjo, pero nada que aparece, o al menos no se deja ver por mi. Ya me la imagino, dentro del follaje, susurrándole a otras ranitas, entre risas: “allí va el que perdió su única oportunidad de fotografiarme”.

Otro día salí de la oficina a despejar la mente, a cobijarme en un buen café y apareció, frente a mis ojos, un escarabajo verde. Lo miré, como quien mira a un extraño más, y seguí adelante. Pero su intenso color verde nubló mi vista, y me hizo retroceder.

El me esperaba, intuía que volvería sobre mis pasos, se sabía de antemano el centro de la atención. “Nadie puede ser indiferente a mi elegancia, a mi hermoso traje verde de domingo”, pensaría.

Desafiante, permaneció posado sobre la verja blanca, que, en complicidad con el sol, hacía relucir más su espectacular traje verde.

De nuevo estaba sin mi cámara. La había dejado en la oficina. Pensé en volver por ella, pero intuí que este señor de los insectos no me iba a esperar. Lo miré. Me miró. Le pedí esperarme. Sonrió maliciosamente. Mi sexto sentido me dijo que, de alejarme, no volveríamos a vernos nunca más, como la ranita del naranjo.

No, esta vez no, miré a mi alrededor, nadie conocido; mi teléfono celular vino a salvar el momento. Acerqué la cámara, no mucho para no perturbarlo. Pero el sabía de mis intenciones, o al menos eso creí. Ni siquiera atinó a moverse. Lo fotografié. Permaneció con la misma indiferencia, todo orondo, envuelto en su llamativo traje verde, quizás pensando en la estupidez humana, que le ha dado su nombre a un vehículo que nada tiene, a su real saber y entender, que ver con el, que ha prestado, sin su consentimiento, por supuesto, su sobrenombre mas famoso, “el coco”, a un objeto de miedo para obligar a los niños de su especie a comerse la tan odiada sopa.

“¡Bah!”, habrá pensado, “¿Qué pretenderá este humano al engañarme, como si me fuese a pasar una llamada, ¡habráse visto!, engañar a un tipo tan elegantemente trajeado como yo y luego tomarme, sin mi permiso ni consentimiento, una instantánea?”. “Seguro que lo hace con uno de su especie y tendría serios problemas”.

No se por cuanto tiempo permanecí contemplando la singular escena, hasta que recordé la razón por la cual había abandonado la oficina, y seguí mi senda hasta el café de la esquina.

Al volver la vista atrás puede notar que se mantuvo en su puesto de vigía, contemplando mi partida, murmurando quién sabe qué cosas. Volví mi vista y fingí ignorarlo. Digo que fingí porque mientras caminaba, no dejaba de pensar en él. Me lo imaginé divagando: “No me importa lo que haya hecho este señor, yo soy un tipo elegante y refinado, y por nada del mundo perderé la compostura ante un humano. Nada puede hacerme perder el glamour. Total, no todos los días sale un humano a la calle y se encuentra a un singular escarabajo como yo, vestido con un llamativo y elegante traje verde de domingo”.

Me alejé a paso lento, seguí pensando en cómo habría ido a parar sobre esa verja blanca, habiendo tantos árboles alrededor. Y justo cruzarse en mi camino. Y yo sin mi cámara, pero con mi celular salvador, gracias a Dios.

Demás está decir que al volver de la cafetería el ya se había marchado, molesto quizás por mi osadía de fotografiarlo, volando elegantemente con su hermosísimo traje verde, en su afán de descubrir nuevos lugares de la jungla de concreto.

Yo he pasado miles de veces por el mismo lugar, al igual que por el naranjo aquel del jardín, pero tanto la ranita como el escarabajo verde, muy esquivos, no han querido volver a posar.

Por lo visto odian las fotografías, o tal vez mi atrevimiento de querer llevármelos en imágenes, en vez de disfrutarlos así mismo como los encontré, al natural…

Sunday, February 24, 2008

Los muñecos japoneses



Esta semana comenzó la celebración de la “Semana Cultural del Japón en Venezuela”, un evento ya tradicional en esta época del año.

Siempre habrá algo que ver cuando se trata de Japón, y no me hice esperar. Hoy estuve en la exposición y me encontré con la sorpresa de que la Fundación Japón trajo una exposición itinerante de muñecos japoneses.

La belleza de estos muñecos (ningyo, en japonés) es indescriptible.

Tal como lo explican en la exposición: “Los muñecos japoneses se caracterizan por sus expresiones faciales serenas. Estas delicadas expresiones se logran esculpiendo cuidadosamente la capa externa de la concha de ostra pulverizada, que cubre los rostros de los muñecos. Otra importante característica son los bellos colores de los muñecos, que muestran la riqueza de los trajes y la pompa antigua”.

Para muestras, un botón, ¡disfrútenlos!
























Saturday, February 16, 2008

Vómero, el Café de Don Giovanni


(Don Giovanni Misciagna, QEPD)

¡Hola a todos! Tengo la suerte de tener unos cuantos amigos que son dueños de negocios a los que voy de compras de vez en cuando. Esos amigos tienen una particularidad, y es la de la permanencia en el negocio, sabiendo que permanencia no significa estancamiento, sino, de vez en cuando, renovación.

Son dueños de negocios que frecuento por mis gustos literarios, musicales, y también por los de víveres, comestibles, ferretería, telas, zapatos, restaurantes, barberías y hasta muebles.

Uno va entretejiendo relaciones con esas personas, y a final de cuentas, se convierten en verdaderos aliados, conocedores de los gustos de uno, del humor, de las temporadas de compra, de los colores.

De vez en cuando me detengo en alguno de esos negocios a platicar, a tomarnos un café en petit comité, a comparar los diversos estilos de los clientes en diferentes épocas, a saber de nuestras vidas, que llevan caminos diferentes, a descubrir que tenemos amigos comunes y que el mundo es un pañuelo.

Esas personas son necesarias para mucha gente. Llegan a hacerse imprescindibles. Uno les comenta situaciones laborales para buscar soluciones desde otra óptica (la de ellos), cosas personales que no están a su alcance pero que una opinión de ellos vale mucho para uno, y así por el estilo.

Algunos de esos negocios se convierten en puntos de encuentro de asiduos a los mismos, entonces las tertulias se extienden a los clientes comunes, y la conversa se enriquece sobremanera.

En Caracas hay varios negocios emblemáticos, cuyos dueños son verdaderas insignias, patrimonios de la ciudad.


(En plena faena en sus últimos años al frente de la cafetera)


(Don Giovanni a mediados de los 60)

Hoy quiero recordar a uno de ellos, que, aunque ya no está con nosotros, sus clientes y amigos lo seguiremos recordando por siempre. Se trata de Don Giovanni Misciagna, creador y artífice del legendario Café Vómero (desde 1959).

Sus paisanos tienen su negocio como punto de encuentro. Cada vez hay menos, pero hoy mismo comprobé que siguen allí, con sus tertulias, su nostalgia y sus recuerdos de infancia. Se ven tan felices como cuando él estaba. Es como si estuviera entre nosotros (¿lo estará?).

Cada vez que voy converjo con algún conocido de años, converso con su hija Anna, observo a su nieto con la misma estampa del viejo, preparando el café, me lleno de nostalgia y recuerdos, converso con los asistentes unas veces, otras me dedico a hurgar entre los recuerdos de fotografías adosadas a las paredes, pienso, saboreo mi cappucino extrañando el de él (único e imitable tan solo por su hijo Gianfranco).

Café Vómero, en Campo Claro, Caracas, un verdadero ícono de la Caracas contemporánea, demostrativo del amor por lo que se hace, del buen trato, de la sencillez, la cordialidad y la amistad. ¡Gracias por siempre Don Giovanni!


(Café Vómero, Campo Claro, Caracas)


(Don Giovanni en sus años mozos)


* Todas las fotografías fueron tomadas por cortesía de Anna Rosa Misciagna.

Sunday, February 10, 2008

Las Sendas de Oku

¡Hola a todos! Esta semana me ha tocado viajar a la ciudad de Cumaná, a dar soporte a una exposición de motivos, ante autoridades ambientales, para la realización de un proyecto de una planta de gas.
Como compañero de viaje, me llevé a “La Perla y Otros Cuentos” de Yukio Mishima. Extraordinarios los cuentos del novelista japonés. Alcancé a leer “Muerte en el Estío” y “Los Siete Puentes”. Había comenzado “El Sacerdote y su Amor”, una interesantísima historia sobre un sacerdote budista que está a punto de alcanzar el Nirvana (en la religión budista el nirvana es el cese del sufrimiento; un estado que resulta de la extinción de los deseos, y que se alcanza mediante la meditación), y conoce a una mujer de la que se enamora, estando a punto de dejarlo todo por ese amor tan repentino.
Entre reuniones y exposiciones no logré terminarlo, lo que dejé para el viaje de retorno. Guardé por equivocación el libro en la valija y cuando fui a buscarlo en el bolso de mano, me di cuenta que no estaba allí. Como no puedo estar sin leer, busqué una librería en el aeropuerto, pero no me identifiqué con ninguno de los libros puestos allí a la venta. Decidí comprar la revista del National Geographic de febrero. En su interior encontré un reportaje de Howard Norman y fotografías de Michael Yamashita sobre las “Sendas de Oku”, una especie de “Camino de Santiago” realizado por el poeta japonés Matsuo Basho, en el cual recorrió mas de 2000 kilómetros en 1689, y los plasmó en un diario de viaje, que combina haikús (poesía corta japonesa) con prosa, combinación conocida como haibun.

El peregrinaje incluyó sitios importantes por su historia literaria, religiosa o militar. Antes de hacer el recorrido, Basho confió a uno de sus amigos su necesidad de hacerlo, pues “sentía la brisa del más allá soplar sobre su rostro”. Caminó durante 5 meses por valles, colinas, aldeas y montañas situadas al norte de Tokio (llamada Edo en ese entonces) y cerca del Mar de Japón. En el diario se habla de paisajes, templos, castillos, curiosidades históricas y naturales, de una forma única, hermosísima.
El Fondo de Cultura Económica lo editó en el año 2005, traducida al castellano por Octavio Paz y Eikichi Hayashiya, e ilustrada por Yosa Buson (las ilustraciones son tan bonitas como lo que está escrito, haciendo del libro una auténtica joya ).
A decir de Octavio Paz, “Su poesía es un verdadero calmante, aunque la suya sea una calma que no se parece ni al letargo de la droga ni a la modorra de la digestión. Calma alerta, que nos aligera: Oku no Hosomichi es un diario de viaje que es, asimismo, una lección de desprendimiento.”
A continuación algunos Haikús extraídos del libro:


Un viejo estanque:
salta una rana ¡zas!
chapaleteo.

Se va la primavera,
quejas de pájaros, lágrimas
en los ojos de los peces.

Bajo un mismo techo
durmieron las cortesanas,
la luna y el trébol.

Saturday, February 02, 2008

El silencio o la pérdida de atención.


En el Zen se dice que el significado real del silencio es la pérdida de atención (es como ratificar la relatividad del fenómeno).

Cuando escucho la composición “El Trancao”, de Luisa Elena Paesano, siento que ella comprende muy bien lo que significan los sonidos del silencio. Siempre hay una nota que suena en la mente de uno pero que en la composición brilla por su ausencia, o quizás haya sido ejecutada a contratiempo, o sincopada como dicen los músicos. Si escuchan la melodía en el vínculo que he dejado, donde un pianista ejecuta la composición de Paesano, entenderán de lo que estoy hablando. Luisa Elena es genial, y junto a su trío “El Trancao” ha recorrido diversos escenarios de Venezuela y el mundo, con muchísimo éxito.

Continuando la exploración de los sonidos del silencio, me he quedado perplejo con el testimonio de mi amiga Nerim, quien nos cuenta (ver comentarios del post anterior) los sonidos que inevitablemente continuará escuchando mientras esté viva, el sonido de la circulación de su sangre a través de su oído derecho, del cual quedó sorda a raíz de un infarto.

John Cage, compositor norteamericano, ganó fama internacional al componer una pieza titulada 4´33” (se lee 4 minutos y 33 segundos), que el mismo calificó como música no-intencional, en cuya partitura se especifica que el, o los intérpretes no ejecutarán sonido alguno durante los 273 segundos que dura la pieza. La obra se convirtió en una de las más controversiales en la historia de la música, teniendo las mas variadas interpretaciones y críticas.

Cage, en su búsqueda del silencio absoluto, visitó en 1951 la cámara acústica de la Universidad de Harvard, para tener una perspectiva. Al encontrarse allí dentro, se dio cuenta que percibía dos sonidos, uno alto y uno bajo. El primero, su sistema nervioso, y el segundo, los latidos de su corazón y la circulación de su sangre. De esta forma llegó a la conclusión de que no había manera de experimentar “el silencio” mientras se estuviera vivo.

Para terminar mi larga divagación sobre este tema, les dejo un poema que encontré en un post denominado, precisamente, “El Silencio”, en el blog español “El Mundo de los Sueños”, espero que lo disfruten, ya saben que se les quiere mucho por estos lares de Dios.


EL SILENCIO


No digas nada,

no preguntes nada.

Cuando quieras hablar,

quédate mudo:

que un silencio sin fin sea tu escudo

y al mismo tiempo tu perfecta espada.


No llames si la puerta está cerrada,

no llores si el dolor es más agudo,

no cantes si el camino es menos rudo,

no interrogues sino con la mirada.


Y en la calma profunda y transparente,

que poco a poco y silenciosamente,

inundará tu pecho de este modo,

sentirás el latido enamorado,

con que tu corazón recuperado,

te irá diciendo todo, todo, todo.

Francisco Luis Bernárdez.
*
*La obra del post se llama "Erased De Kooning Drawing" (1953) de Robert Rauschenberg

Saturday, January 26, 2008

Los sonidos del silencio...


Me he puesto a investigar sobre el silencio, sobre los sonidos del silencio, y he encontrado tantas respuestas sabias.

Entre otras cosas he descubierto que el silencio absoluto, es decir, la ausencia total de sonido, no existe. El silencio, como titulé mi anterior post, es relativo.

Encontré una historia de un maestro que envía a su pupilo al bosque a escuchar, luego el pupilo viene a contarle que oyó el trinar de los pájaros, el zumbido de las abejas y esas cosas. El maestro lo vuelve a enviar muchas veces hasta que un día el pupilo le cuenta que escuchó “el inaudible sonido de las flores abriéndose, el sonido del sol saliendo y calentando la tierra y el de las hierbas bebiendo el rocío de la noche”. Fue allí cuando el maestro asintió, y dijo: “oír lo inaudible es tener la calma necesaria para convertirse en una gran persona. Recién cuando se aprende a oír el corazón de las personas, sus sentimientos mudos, sus miedos no confesados y sus quejas silenciosas, una persona puede inspirar confianza a su alrededor; entender lo que está errado y atender las reales necesidades de cada uno”.

El Maestro Ramakrishna nos muestra el valor del silencio con estas palabras:


"La abeja revolotea zumbando
hasta tanto no se posa sobre la flor
y liba la dulzura de la miel que hay en ella.
Pero, una vez dentro de la flor,
degusta el néctar silenciosamente.
Mientras el hombre disputa
sobre doctrinas y dogmas,
demuestra que no ha probado
el néctar de la verdad.

Una vez que lo prueba, se torna silencioso."


Por su parte, Simon & Garfunkel nos describen poéticamente el significado de los sonidos del silencio.

Excelente tema, éste del silencio, para reflexionar un poco en estos días…
*Obra del post: "Los sonidos del silencio" de Annrika McCavitt
*El poema de Ramakrishna lo transcribí del blog Alcione, de Chile

Saturday, January 19, 2008

La relatividad del silencio...


¡Hola a todos! La semana pasada estuvo mi amiga virtual Kira en Venezuela. ¿Y pueden creer que no pudimos concretar un encuentro por no haber leído mi correo durante una semana? Cosas de la vida. Cuando me enteré ya se iba del país. He vuelto a la rutina de trabajo, lo cual me impide, a veces, estar en contacto con el mundo real y virtual. Todo se circunscribe a planificaciones, diseños, productos atrasados, contactos telefónicos para solucionar problemas de trabajo, el computador de la oficina está electrónicamente aislado del mundo virtual y sólo permite accesos a nivel laboral e investigativo, quedando vedadas páginas como yahoo, hotmail, gmail y enlaces parecidos.

No se si a ustedes, los que tienen rutinas similares, les pasa, pero a mi la presión de trabajo me aísla, hago mutis, mi mente entra en modo “resolución de problemas” y casi todo el tiempo está buscando la solución a algún entuerto. Apenas para al ir a comer y al final de la jornada, cuando entra en modo “descanso”, descompresión total, una cerveza fría para darme cuenta de que he parado, luego el camino a casa, vía musical de jazz o chill-out en el tráfico caraqueño, y finalmente las conversas nocturnas con mi familia y amigos, para intercambiarnos el resumen del día.

Mi vida virtual se sume en un profundo silencio que mi otro yo, el escritor lamenta y se queja amargamente. A veces, si el sueño no me vence, lo tranquilizo con una amena lectura antes de dormir. Él, el escritor, se sonríe y me entiende, disfruta de la lectura, así sea a sorbos pero lectura al fin y al cabo. Otras veces, cuando me despierto de madrugada porque el modo “resolución de problemas” no ha quedado apagado del todo, me levanto y vuelvo a la biblioteca a buscar, en medio de la noche, la lectura inconclusa, hasta que el sueño vuelve a aparecer y a hacer de las suyas, terminando en el momento en que el despertador musical decrete el comienzo de una nueva jornada, y modificar el modo “descanso” a modo “resolución de problemas” de nuevo.

Y para finalizar el post, y a propósito del silencio virtual, les regalo este viejo cuento zen, precisamente sobre la relatividad de hacer silencio…

En un remoto templo que se ubicaba en las montañas de Japón, cuatro monjes decidieron hacer un retiro que les exigía un absoluto silencio. En la noche, el frío arreció, y una fuerte brisa entró en el templo.

El monje mas joven de todos exclamó: “¡Se ha apagado la vela!”

“¿Porqué hablas?” le dijo el monje de mayor edad. “¡Se supone que estamos en un retiro de silencio!”

“¡Me pregunto porqué están hablando en lugar de mantener el silencio, tal como habíamos acordado!” gritó el tercer monje.

“¡Yo soy el único que no ha abierto la boca!” recriminó el cuarto monje.

Saturday, January 12, 2008

Contando sobre lo que escucho...

¡Hola a todos! Ya inmerso en la rutina de labor, las cosas cambian, nada como unas buenas vacaciones pero, como dice la canción, todo tiene su final.

Muchos acontecimientos noticiosos durante la semana, entre ellos la liberación de dos rehenes de las FARC, la muerte de Sir Edmund Hillary, quién finalmente fue a reunirse con Tenzing en el cielo, y una en exclusiva, que me hizo llegar Allison Goodsall, en nombre de la gente de Imax Corporation, y es que tendremos IMAX en Caracas en el primer trimestre del 2009.

A lo que iba, cuando estoy en etapa rutinaria de trabajo, la presión de finalización de las actividades y las interminables embotellamientos del tráfico de Caracas son causas de enfermedades derivadas del stress. Hay muchas formas de combatirlo, partiendo del hecho de aceptar que está en ti.
Mis rutinas principales son la de los cinco minutos diarios de respiración profunda (inspirar, mantener el aire en los pulmones el mayor tiempo posible y luego dejar salir el aire lentamente hasta expulsarlo por completo, repetido durante cinco minutos) y la terapia musical a la que me someto durante los embotellamientos. Háganlo y verán que rinde sus frutos. Les muestro algunas de las medicinas actuales y los invito, cuando puedan, a que las prueben, les van a gustar. Ya saben que se les quiere mucho por estos lares de Dios!








Sunday, January 06, 2008

La concepción de la piedra


Hola a todos. Disfruté de manera muy especial estas dos semanas de vacaciones que finalizan hoy. Las dediqué principalmente a la continuación de la lectura de autores japoneses.

Nunca antes había dedicado unas vacaciones a la lectura. Me pregunto si será que uno, a medida que va madurando, le va huyendo a las aglomeraciones de festividad, ¿quién sabe?.

Finalicé “Kafka en la Orilla” y “Al sur de la frontera, al oeste del sol”, dos excelentes novelas del genio de Haruki Murakami. Particularmente me gustó más la última de las mencionadas, la cual se parece más a mi favorita, “Tokio Blues. Norwegian Wood”.

Fueron unas vacaciones bastante compartidas con la familia y los amigos, teniendo el relajamiento mental y el descanso la primera prioridad.

A partir de mañana todo cambia, el tiempo es implacable. El escritor vuelve a dar paso al ingeniero; sin embargo, seguirá estando presente, escribiendo de cualquier tema que venga a mi mente en el momento adecuado.

En el post anterior les escribí sobre mi visita a un jardín de contemplación. Hoy les dejaré unas palabras llenas de misticismo, provenientes de un monje Zen llamado Shunmyo Masuno, quien tiene la particularidad de ser un renombrado paisajista, tanto en Japón como a nivel internacional. Sus palabras nos enseñan mucho sobre la concepción que tienen los japoneses de los jardines, y en especial, la que tienen de los denominados karesansui, o jardines sin presencia de agua. Shunmyo Masuno dice:

“Creo que lo más importante en la ejecución de un diseño es hablar a las plantas y a las piedras, y escuchar lo que ellas tienen que decir respecto a donde les gustaría estar situadas”.

“El budismo concede una importancia especial a los jardines, como si éstos fueran la recreación del paraíso de Amida, el Buda de Occidente. Cuando el budismo Zen llegó a Japón, en el siglo XII, lo hizo acompañado de un concepto específico de jardín, que influyó profundamente en los japoneses.

Como monje Zen, encuentro extraño, e incluso inaceptable, ver como el Zen se ha convertido para muchos occidentales en un término utilizado únicamente en el contexto del diseño, como sinónimo de minimalismo. El Zen es mucho más que eso, ya que ha llevado a la formación de nuestra cultura, que es única.

Gran parte de la cultura, del arte en general, y de las artes escénicas características de Japón, como la ceremonia del té, las pinturas de tinta china sumi, el teatro noh, la caligrafía, la cerámica o los jardines son inconcebibles sin el Zen. La capacidad estética de los japoneses, que aman generalmente la simplicidad y una sutileza profunda, personifica en la práctica el espíritu del Zen.

Dado que el Zen era algo incorpóreo, se intentó expresar formalmente a través de las artes. El Zen significa diligencia y purificación, y por ello los monjes construyen jardines cuyo fin es el estudio. Ello se denomina disposición de piedras por parte de un monje (ishidateso), y comprender las piedras es ser capaz de leer su corazón (ishigokoro).

La piedra en el jardín japonés desempeña un papel que no se concibe en Occidente. Las piedras gozan de vida espiritual, al igual que las plantas y los animales, y se convierten en uno de los elementos más importantes en el desarrollo del jardín Zen. En el caso de un monje que diseña un jardín con el fin de alcanzar de la mejor manera la esencia, la cuestión está en simplificar, no en añadir, utilizando para ello materiales simples que expresen las cosas. La clave está, precisamente, en la piedra.”

*Fotografía del jardín del Templo Toufukuji, Kanagawa, Japón (http://www.sonofsoy.com/).

*Fuente de las palabras del monje Masuno: "El Jardín Japonés Moderno" por Michiko Rico Nose, ediciones Gamma, 2002.

Wednesday, January 02, 2008

Jardines de Contemplación


Hoy les escribo sobre los jardines de contemplación, jardines para meditación o relajación. Todo jardín implica en su esencia una relajación del espíritu, pero me quiero referir a uno en específico, considerado por muchos como la expresión visual absoluta del budismo zen, un koan visual, donde cada quién le da la interpretación que desee.

Se encuentra al noroeste de Kyoto, Japón, dentro de los límites del Templo del Dragón Pacífico (Ryoan-ji).

Se trata del famoso jardín seco o karesansui (sin presencia de agua), un seki-tei o jardín de rocas, plasmado en un rectángulo de 10m x 24m y formado por un plano horizontal de arena blanca, rastrillada, semejando un mar tranquilo, dentro del cual se encuentran 15 rocas inmersas, agrupadas o en solitario, algunas cubiertas con musgo verde.

“Sentémonos tranquilamente y contemplemos este hermoso jardín de piedras y arena” dice el folleto que entregan en la entrada. A pesar de ello, si no se llega temprano, hay pocas probabilidades de que esto ocurra, dadas las grandes mareas de turistas y escolares que lo atestan durante el horario de visitas.

Sin embargo, verlo, estar frente a él nos invita a la relajación pura, a la reflexión.

Declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO en 1994, en su larga historia se cuenta que los terrenos donde se alberga fueron adquiridos por el Samurai Hosokawa Katsumoto en 1450, para dedicarlo a la enseñanza del Zen a través de la escuela Rinzai.

No se sabe a ciencia cierta quien fue su verdadero creador, cosa que algunos atribuyen al pintor paisajista Soami (1455-1525), aunque no hay pruebas fehacientes de ello. Tampoco se conoce el objeto de su creación, aunque salta a la vista el propósito de meditación.

Cuando lo ví por primera vez, en 1998, lo que me vino a la mente fue un mar tranquilo, dentro del cual emergían cinco islas hermosísimas.

Ahora se que también nos da la imagen de cinco montañas que emergen de las nubes y hay quien le atribuye la visión de una tigresa cruzando un río, seguida de sus cachorros.

Antes de sentarme a contemplarlo, alguien me preguntó sobre la cantidad de piedras que veía. Conté catorce y así se lo expresé. La persona me dijo que eran quince, y que una vez relajado mentalmente las volviera a contar; así lo hice y al finalizar volví a hacer la cuenta cuidadosamente y en efecto eran quince rocas en total.

Mis mejores deseos para ustedes y que toda la buena energía posible los rodee en sus buenos propósitos, planes y proyectos para el 2008 que ya comenzó.


*Koan es una especie de adivinanza con la que los Maestros Zen ayudaban a sus discípulos a cortar las ataduras de la lógica, y a percibir la realidad directamente.


Sunday, December 30, 2007

El Haiku de la Mariposa


¿Estoy viendo flores caídas
que retornan a la rama?
¡Es una mariposa!
Moritake
¡Hola a todos! He venido a escribir el post final del año 2007, un año en el cual ocurrieron tantas cosas, y que ha dejado pendientes otras que están por ocurrir. Un aprendizaje que siempre nos deja es que muy pocas cosas son predecibles, y por lo tanto hay que dejar fluir la energía, pues todo, al fin y al cabo, sigue un curso inexorable.
Les agradezco infinitamente sus visitas a esta casa virtual, su buena vibra que nunca faltó y que le da vida a esta casa virtual.
Les confieso que me produce una alegría infinita escribir aqui, y aún cuando es poco el tiempo que dispongo, siempre encuentro un momento para venir y dejar mi huella. Así mismo agradezco sus comentarios que contribuyen a enriquecer el intercambio que se produce con cada post plasmado.
Les sugiero no perder un minuto de sus vidas cuando se trate de hacer el bien a los demás. Inviertan el tiempo que se necesite para procurar una sonrisa. No se la nieguen a nadie porque en realidad se la niegan a ustedes mismos. Piensen que cada minuto del año que está por venir es una joya, y como tal deben aprovecharlo.
Llenen su mente de buenos pensamientos, de buenos deseos, realicen buenas acciones. La humanidad se los agradecerá de alguna forma.
Los veré de nuevo en el 2008, y no quiero irme sin dejarles un regalo espiritual. En esta ocasión se trata de una poesía de Takuan Soho (1573-1645):
"No viene dos veces este día.
Ni pulgada ni paso ni gema
vienen tampoco otra vez.
Cada minuto es una joya inestimable"
¡Mucho éxito y buena suerte en el 2008! Se les quiere mucho por estos lares de Dios...
*La obra que acompaña este post es un regalo invalorable de Yazz, me ha gustado mucho y la comparto con todos ustedes. Un millón de gracias Yazz!

Friday, December 28, 2007

Carta para Ingrid

Hola Ingrid:
Espero que te encuentres bien. Dentro de las condiciones en que te encuentras, que no son las mas idóneas para un ser que se ha criado en la ciudad. Es una prueba dura que Dios te ha puesto por delante. Lo se. Creo que has tenido suficiente. Ya van a ser seis años.

Hoy me he enterado por televisión que algunos rehenes o retenidos, o como quieran llamarlos, serán liberados. Enhorabuena por ellos, y a la vez siento tristeza porque tu sigues allí.

Empiezo por contarte el presente inmediato. Malas noticias. Una política como tu, llamada Benazir Bhutto, ha sido asesinada cobardemente, por razones hasta ahora desconocidas, pero que no hacen más que encubrir la parte escabrosa de la política, la parte más deshumanizada y cruel.

A ella, como a ti, se le veían las buenas intenciones en su cara. Fue capaz de retar, como tu, las amenazas que le llovían. No más llegar a su país sufrió un atentado, al cual sobrevivió. Sin embargo cien personas inocentes quedaron en el camino. Esta vez no fue así. Dos balas acabaron con una mujer valiente, capaz de hacer cosas que yo, como hombre, quizás no haría, o tendría miedo. Hoy amanecimos con una valiente menos en esta vida.

Pero no quiero traerte sólo malas noticias. Te imagino viviendo en las condiciones más inhóspitas, enfrentándote con valentía a fieras nocturnas, serpientes amenazantes, insectos despiadados. Te veo en muchos casos amarrada a los árboles para evitar que escapes. Tú lo sabes bien, pueden amarrar tu cuerpo pero no tu alma, tu espíritu valiente, el mismo que te llevó a ser capturada por tener la entereza de asumir tus derechos a caminar por cualquier rincón de tu patria.

Tengo recuerdos de la selva. Los quiero compartir contigo, si me lo permites. Como la vez que conocí los caños del Orinoco, en el Delta Amacuro (noreste de Venezuela), donde caminábamos en plena espesura del bosque y de repente nos topábamos con serpientes de todo tipo, algunas gigantescas, como nunca antes había visto en mi vida. Mis acompañantes, acostumbrados a ese medio ambiente, me indicaban sus nombres, diversos, cascabel, mapanare, culebra de agua (anaconda) y la tragavenados, inmensa e imponente, con sus manchas que de lejos parecen flores. Y digo de lejos porque nunca fui capaz de acercarme, aún a sabiendas de que la que vimos estaba muerta.

Disfrutaba mucho de los baños en las oscuras aguas de los caños (ramales del delta del gran río) del Orinoco, donde yo ya sabía que se ocultaban caimanes (cocodrilos), peces caribes (pirañas), tembladores (especie de anguilas que al contacto producen descargas eléctricas) y rayas (mantarrayas). Aún así, todos los que me acompañaban no se resistían a sumergirse en sus aguas, y por ello me atreví, y entendí que es una experiencia única e insuperable. Tenía miedo, si, porque los cuentos de las picadas de mantarrayas, o mordidas de peces caribes eran espeluznantes. Bañarse en esas aguas es sentirse parte de esas tierras, esos bosques, ese cielo, esas aves y esos peces de colores que otras tantas veces ví, y comí.
Lo de los insectos me parecía terrible. Vivía bañado de repelente, y aún así, los mosquitos kamikazes se abalanzaban sobre mi piel sin misericordia. Conocí el tábano, que parece una mosca común y corriente, pero que se alimenta de sangre, y cuya picada es más bien una quemada de la piel. Es duro, y tú lo sabes bien.

El sol que se abate sin piedad, y que nos obliga a tomar mucha agua para no deshidratarnos, el aire puro que se respira a toda hora, que huele a naturaleza, a verde, a animal salvaje, el mismo que cuando llueve huele a tierra mojada, que refresca todo y trae el frío a estos lugares donde el calor reina casi siempre. Bañarse en la lluvia, tu ya debes conocer ese placer, es como bañarse en una ducha gigante, con fondo musical de truenos e iluminación de relámpagos. Te hace sentir liberado, un ser de otra galaxia.

El paisaje es único e irrepetible, el color de barro de las aguas del río contrastando con el verde de la selva y el azul del cielo es algo que nunca olvidaré.

Sin embargo, tampoco olvido que yo fui voluntariamente, las veces que quise, y volví cuando se me antojó, que no es tu caso, porque ya van a ser seis años y sigues allí, en contra de tu voluntad. Todos los días le rezo al Señor de los Cielos para que tu cautiverio finalice, igual que el de otros que tampoco lo merecen. Le pido a Dios por tu salud mental, por que te alimentes y, a pesar de que ha pasado mucho tiempo, no pierdas la esperanza.

¿Sabes? Este año escribí una carta al niño Jesús. No lo hacía desde mi infancia, pero al leer varios blogs donde lo hicieron otros adultos me entusiasmé y escribí una, casi 40 años después de haber escrito la última, porque en ése entonces mi mamá me confesó una verdad que todavía duele en mi alma, por la cual dejé de escribirla desde la siguiente Navidad. Y allí te incluí. Ojalá se cumpla mi deseo.

Supe ayer que tu esposo ha lanzado miles de fotografías de tu familia en las selvas donde aparentemente te tienen tus captores, con la esperanza de que las encuentres. Si lo haces, y antes de que te la quiten, míralas bien y atesora las imágenes en tu corazón. Allí mismo, donde sigues siendo libre. Te seguiré escribiendo. Te quiero. Un beso!
*La foto es de Associated Press

Wednesday, December 26, 2007

Contando sobre lo que leo...



Ya pasó la Navidad. Tras las celebraciones de los días previos siento que las cosas vuelven a la normalidad. Estoy de vacaciones, que no me las esperaba puesto que soy nuevo en la empresa donde trabajo, pero me han permitido adelantar algunos días, y la verdad es que me hacía falta el descanso. He aprovechado para intensificar la lectura.


En los últimos dos meses me he enfocado en los autores japoneses. Maravillosa experiencia la que he tenido. Ya les conté que leí a Akiyuki Nosaka en “La tumba de las luciérnagas” y “Las algas americanas”, dos novelas breves que vienen en un solo ejemplar, editadas por Acantilado.


Antes de ésta, ya me había sumergido en las aguas misteriosas de Yasunari Kawabata y “Lo bello y lo triste” (editorial Emecé). Final asombroso para una historia increíble y muy real al mismo tiempo. Antes de ésta leí “La Presa” de Kenzaburo Oé (Anagrama). Duro y triste relato de los hechos que ocurren tras la caída, durante la guerra del Pacífico, de un avión norteamericano en una aldea montañosa de cazadores en el interior de Japón. El único sobreviviente, un soldado negro, es capturado y trasladado a la aldea donde termina siendo confinado en un almacén y, mientras se decide su destino, es dejado al cuidado de un niño, protagonista de la historia. Trágica y asombrosa al mismo tiempo.


En este momento estoy leyendo a Haruki Murakami en “Kafka en la orilla”, editado por Tusquets (ya antes, en 2006, había leído su espectacular novela Tokio Blues-Norwegian Wood). El que se ha convertido en el autor mas prestigioso de Japón en tiempos modernos vuelve a atraparme con un libro que promete dejar huella, a juzgar por los comentarios de la crítica especializada, alguno de los cuales escribo a continuación:


“Cualquiera puede contar una historia que se parezca a un sueño, pero éste es el caso extraño de un artista que nos hace sentir como si la soñáramos nosotros mismos”. The New York Times Book Review.


“Acabar de leer Kafka en la orilla equivale a despertarse de un magnífico sueño: nada ha cambiado realmente, pero uno ve el mundo de una manera distinta”. Newsweek.

“Un libro que no sólo se lee de un tirón, sino que te tensa metafísicamente el pensamiento”. John Updike, The New Yorker.


“Murakami ha creado una vez más una historia que el lector devorará con sorprendente rapidez y facilidad, pero que a la que volverá y permanecerá en su memoria durante largo tiempo”. Hugo Barnacle, Sunday Times.


He leído más de 150 páginas en apenas dos días y no oculto que lo que me provoca es dejar otros compromisos de lado y centrarme exclusivamente en esta historia espectacular, enigmática, misteriosa e interesante.


Definitivamente Murakami es un genio literario, y estas vacaciones me han venido de perlas, como anillo al dedo…

Saturday, December 22, 2007

Carta al niño Jesús


¡Hola a todos! Muchas gracias por sus bonitas palabras y la buena vibra que dejan siempre en esta casa virtual que, como siempre, les recibe con los brazos abiertos.
Voy a escribir en este post mi carta al niño Jesús y vine también con el propósito de dejarles un regalo muy especial, para ustedes que son tan especiales.
Quiero que lo tengan presente durante sus vidas, que lo pongan en práctica, que sea el ave que los guíe en su diario trajinar por la vida. Es mi mejor y mayor deseo para todos ustedes, a quienes, como muchas veces les he escrito, se les quiere mucho por estos lares de Dios.

El regalo

“Miles de velas pueden encenderse con una sola vela, y la vida de la vela no será, por ello, más corta. La felicidad nunca mengua por el mero hecho de ser compartida” Siddharta Gautama.

La Carta

Querido niño Jesús:

Eric Clapton, cuyo hijo tienes en tu regazo, escribió una canción que dice: “If I could change the world" (si pudiera cambiar al mundo). Esa frase me dice tanto mi querido Jesús…

Sólo te pido que me ayudes a hacer de éste un mundo más justo, un lugar donde todos podamos sonreír cuando el sol salga; donde no exista más un sitio llamado Darfur, o mejor dicho, la tragedia que sobre él se cierne impunemente; un mundo donde no se pierda nunca el legado de la Madre Teresa de Calcuta.

Quiero, querido niño Jesús, que ilumines la mente de los estrategas del mundo, y que decidan terminar, de una vez por todas, la guerra en Irak. Te pido que Ingrid Betancourt (Ingrid, quiero que sepas que no estas sola en esto, muchos corazones elevamos oraciones al Señor por tu salud mental , tu paciencia y entereza durante el cautiverio), y todos los demás secuestrados en el mundo, sean liberados y puedan de nuevo abrazarse con la gente que, con infinita paciencia y amor eterno, los espera.

Quiero, querido niño, que no haya un infante en el mundo que deje de recibir amor en su corazón, que ningún niño pase hambre ni miserias, que se sustituya el miedo por la alegría, las lágrimas por la sonrisa ingenua (que me mata). En esto, querido niño, pongo mi vida a tu servicio.

Quiero, mi niño Dios, y me lo he propuesto todos los días de mi vida, hacer una pequeña contribución, un granito de arena que, unido al de muchos sería una gran montaña, para hacer felices a nuestros semejantes; no se si será mucho pedir niño querido…pero quiero que en nuestras conciencias se siembre el germen de LA PAZ.

En Caracas, Venezuela, a los veintidós días del mes de diciembre de 2007.

Oswaldo

Monday, December 10, 2007

Agradecido



Este domingo, mientras leía la prensa de Caracas, me llevé una agradable sorpresa al ver publicado un artículo que trataba sobre este blog, en el diario “El Nacional”. A medida que salía de mi sorpresa, y leía su contenido, pude darme cuenta que fue escrito por una persona que se ha tomado la molestia de leerme en profundidad.

Compartí mi alegría con mi familia, mi esposa, mi hija e hijo, con mi colega Luisanna, amiga de siempre, y que aunque pocas veces comenta, es gran admiradora de mi forma de escribir, y ahora lo hago con todos ustedes, mis queridos amigos y lectores.

Quiero aprovechar esta tribuna para agradecer a esa persona que ha puesto esta bitácora en la prensa escrita. Quiero que sepa que lo que plasmamos aquí, lo hacemos con amor, muchísima buena vibra y honestidad, por sobre todas las cosas.

Desde aquí le quiero decir que es bienvenido(a), que puede venir a leer todas las veces que guste, a compartir con todos los amigos y amigas que hacemos la magia del ambiente de esta casa virtual. Ellos están en mi y yo estoy en ellos. Considero sus comentarios tan valiosos como los escritos que plasmo aquí.

También quiero hacer de su conocimiento que es por esa misma gente que me siento tan motivado a venir aquí y dejar escritas muchas de las cosas que pasan por mi mente día a día, compartir los libros que leo, disertar sobre uno u otro tema.

Gracias a esta bitácora he podido conocer gente maravillosa, personas increíbles que se han proyectado ante mi, más allá de sus interesantes letras, las mismas letras que nos han permitido tender puentes de amistad y de maravillosas vibraciones.

Ellos están en muchas partes, aquí en Venezuela y en el exterior, pero nuestros vínculos nos hacen sentir como si viviésemos en la misma vecindad, los siento cercanos, me leen y los leo, nos hemos aprendido a querer a nuestra manera, y a donde quiera que voy los llevo conmigo.

Gracias a ellos soy blogadicto, y a pesar de que mi profesión no me permite mayores libertades en el tiempo, vuelvo siempre para decir lo que pienso, para compartir puntos de vista, y como bien dice mi colega Horacio, de Unocontodo, para leer y ser leído.

Gracias de nuevo, y un abrazo a todos los que a bien tienen venir por estos lares de Dios.

Saturday, December 08, 2007

La tumba de las luciérnagas.

“Por la mañana, habían muerto la mitad de las luciérnagas y Setsuko las enterró en la entrada del refugio, “¿qué estás haciendo?”, “La tumba de las luciérnagas”, y sin levantar la mirada del suelo, “A mamá también la han metido en una tumba, ¿verdad?”, mientras Seita vacilaba sobre qué podía responder, “Me lo dijo la tía, me dijo que mamá había muerto y que estaba en una tumba”, y a Seita, por primera vez, se le anegaron los ojos en lágrimas.”


Se trata de un pasaje de la novela “La Tumba de las Luciérnagas” (1967), del escritor japonés Akiyuki Nosaka. ¿Habían oído hablar de él? Pues se trata de uno de los escritores más queridos de Japón, debido, en gran parte, al éxito obtenido por esta historia de dos hermanitos, Seita y Setsuko, durante el asedio a Japón en la Segunda Guerra Mundial. La historia ya ha sido llevada al cine y al animé japonés.

Es una novela corta (65 páginas en su versión española) pero profunda a más no poder. Seita narra su propia historia, descarnada y cruda, en las que ve a su padre partir en una fragata, rumbo al Pacífico, para jamás volver. Su madre, enferma, es trasladada a un refugio, donde muere luego de resultar herida en un bombardeo. Desde allí, Seita queda sólo en el mundo, con la única compañía de su hermanita de cuatro años, Setsuko, que es la ternura hecha persona. No pienso adelantar más de la historia. El resto tienen que leerlo (publicada en español en el año 2007 por Editorial Acantilado).

Nunca antes había leído un libro que, en tan solo 65 páginas, pusiera a prueba toda mi sensibilidad: miedo, angustia, dolor, rabia, alegría, impotencia, crueldad, envidia, ternura (nunca te olvidaré querida Setsuko) y tristeza, una tristeza profunda, de esas que empequeñecen el corazón.

Ya lo trataba de explicar el poeta Vinicius De Moraes en su “Samba da bençao”:

“Es mejor ser alegre que ser triste,
alegría es la mejor cosa que existe,
es como la luz en el corazón.
Pero para hacer samba con belleza
es necesario un poquito de tristeza,
sino no se hace samba, no.”

Conmovedora e inolvidable, muchas gracias Nosaka san por regalarnos una historia tan real y tan profunda.

Después de leer este descubrimiento literario, que lo recomiendo a todos, les confieso que ha quedado, dentro de mi, una mezcla de sentimientos que se mueven, sin ton ni son, entre la tristeza y la ternura.

Te quiero mucho Setsuko-chan, donde quiera que estés…