Friday, May 19, 2006

Miyuki Sensei


*Traducción de la gráfica: "Profesora: gracias por ser una bendición y por tomarse el tiempo de cuidarnos. En mi boleta usted es una A+ querída profesora. Nadie puede compararse. Enseñar es tocar una vida para siempre".

Miyuki es mi profesora de japonés en Caracas.

Es diminuta, delicada en todos sus detalles.

Nació en Tokio y, según me cuenta, vivió en Paris. Algo le debe haber quedado de su estancia en la ciudad luz. Porque destila clase por los poros de su piel.

Es estricta en su clase. Tiene muchísima pedagogía porque las cosas mas difíciles las hace fáciles. Yo he estudiado mucho el idioma pero una cosa fue antes de Miyuki y otra muy diferente fue después.

Es rápida. No le gusta detenerse mucho. Lo de ella es el avance, la velocidad, la inteligencia.

Y la delicadeza.

No me canso de observarla. Sus blusas resaltan la sencillez y al mismo tiempo la clase que la caracteriza. Sus zapatos, aunque sean deportivos, destilan un brillo inusual, no se si es que va con el tamaño de sus pies, con su forma de caminar, pero verlos, o mejor dicho contemplarlos en un poema.

Ella se concentra tanto en su clase que no nota que la estoy observando a lo lejos. O quizás si lo nota pero no hace gesto alguno que la descubra.

Pregunta, corrige, explica, canta. Siii, canta en clase. Y cuando canta…que forma tan agradable de entonar su voz, tan melódica y delicada al mismo tiempo.

Miyuki canta, recita poemas, exalta a la naturaleza. Y todos extasiados. Las canciones japonesas salidas de su garganta son hermosísimas. Y uno se pregunta en ese momento si son las canciones que son bonitas o es Miyuki quien le da ese toque de dulzura y fina melodía. Probablemente sea lo último.

A veces me mira, después de terminar una canción y sonríe apenas. Yo estoy en las nebulosas. Floto después de aquel espectáculo privado.

Siempre llego cansado a clases. Salgo de mi trabajo y vuelo hasta el salón de clases. Al entrar, si llego tarde, tengo que pedir disculpas a la clase por interrumpir. Son las reglas de Miyuki. Todos las aceptan sin chistar.

Al comenzar la clase damos gracias al cielo por permitirnos estar allí. Si alguien se siente mal en clase, Miyuki aprovecha mientras hacemos los ejercicios y prácticas y lo llama hacia la parte posterior del salón. Lo sienta y le pregunta sobre lo que siente. Le impone sus delicadas manos.

Miyuki conoce muy bien el reiki, una antiquísima técnica de traspaso de energía para lograr el equilibrio entre mente, cuerpo y espíritu. Tiene su don, porque todos nos sentimos mejor al final de la imposición de sus manos. Al final de clase, damos de nuevo gracias por lo armoniosa de la reunión. Y nos vamos felices, cada quien a su manera.

Yo me voy extasiado porque siento que he estado cerca de un ángel. Dios te bendiga Miyuki sensei.

1 comment:

Deliamar said...

Hola otra vez..no podia pasar pòr alto este post...estudio medicina tradicional china y aunque no tiene nada que ver con tus clases de japonés...me identifico contigo plenamente...que bonita mirada Oswaldo¡¡la mirada con que miras el mundo me reconcilia con él...y una pregunta:¿ tienes una bebé en brazos en la foto? ¿tu hija? ..gracias otra vez por un blog sin desperdicio