Sunday, October 30, 2011

Breve divagación sobre mi escritura...


Ya hace algún tiempo que dejé de escribir en forma manuscrita.

El ordenador te va seduciendo poco a poco con su estética, su facilidad de uso, con diferentes tipos y tamaños de letras, muy agradables visualmente. Me dejé llevar.

De todos los tipos que encuentro, me gusta escribir en “Verdana”, tamaño “12”. De verdad que me encanta cómo se ve lo que he escrito así, en la hoja en blanco.

Teclear te permite escribir al mismo tiempo lo que vas pensando, y esa es una gran ventaja, no deja diluir ni variar los pensamientos.

Cuando la Musa está alegre el teclear es como una lluvia fuerte, de grandes goterones cayendo sobre el pavimento. Hay días que es tan fuerte el gotear, que te recuerda esos días en el campo, en esas viejas casas con tejado de zinc bajo un aguacero, donde el ruido termina por hipnotizarte. Así de fuerte es.

Hay otros días en los que vienes a escribir y nada fluye. Allí me gusta la teoría de Stephen King, que dice que debes sentarte y retar a esa Musa, comenzar a teclear hurgando en tus pensamientos, hasta que empiezan a brotar pensamientos, como un maná. A veces puedo, a veces no puedo y desisto. A esperar un mejor momento.

Vivir la vida intensamente te nutre al escribir. Esas anécdotas, esas escenas de la vida que para ti se convierten en una veta, de la que se pueden extraer millones de ideas para un relato. A veces, mientras escribo se mezclan acontecimientos que, bien hilvanados configuran uno nuevo, con mucho de real y ficticio al mismo tiempo.

La prosa es importante. Y la comparo con la masa de una pizza. Mientras más lees a tus autores preferidos, más crece, más se parece a lo que tú eres como autor, a tu tono. Hay estilos que te llegan, donde te sientes reflejado. Mientras más los leas, más te vas encontrando con tu propio espíritu de escritor.

¿El resto? Es inspiración.

Cosas que me apetece compartir con ustedes. Se les quiere mucho por estos lares de Dios.

*Imagen: http://www.write-strong.com/

Tuesday, October 25, 2011

Jobs en el cielo...


"¡Tengo una aplicación para eso!"


Sin palabras.


"Para ser honestos, señor Jobs, la última vez que tuvimos tanto barullo aquí por una manzana, el problema involucró a Adán, a Eva y a una serpiente."


"¿Cuándo se actualizó este aparatito por última vez? Necesita ser más amigable. ¿Quién está a cargo de la innovación aquí? ¿Está disponible en otros colores?"

I-Cielo


Sin palabras

"Moisés, conoce a Steve. El va a actualizar tus tabletas..."

Fuentes: Blog Cagle (http://blog.cagle.com) y Blog "Persona" (http://danutm.wordpress.com) por Danut Manastireanu .

Saturday, October 22, 2011

Nostalgia Avileña


Días lluviosos los que vivimos en el mes de Octubre en Venezuela. La montaña mágica de nuestra ciudad, el majestuoso Ávila se nutre de una amplia gama de verdes que los caraqueños disfrutamos a diario, entre aguacero y aguacero.

En estos días circulaba por la Avenida Río de Janeiro, desde la que hay una imponente vista de la montaña y de verdad que provocaba pararse en medio de la vía, simplemente a contemplar el espectáculo de un cielo despejado, casi sin nubes, al caer la tarde, y la gama de verdes que iban desde el muy oscuro, casi negro, pasando por el grisáceo hasta llegar al manzana. Que privilegio el que tenemos.

Me cuenta una señora que trabaja con obras de arte que muchos venezolanos que viven en el exterior, cuando vienen, compran pinturas de la montaña para llevárselas a los lugares donde viven y así tener una presencia permanente de la montaña que tanta falta les hace cuando no están en Caracas.

Es así la dependencia de nosotros los caraqueños con nuestro cerro amado. Cuando estoy en Houston y salgo de cualquier sitio, siempre miro alrededor para tratar de orientarme con nuestro Ávila, una montaña que en realidad está a miles de kilómetros de distancia. Y Houston es totalmente plana, donde quiera que voltees a mirar, así que la nostalgia te invade inmediatamente.

Ni que decir de los que están más lejos y se quedan por más tiempo. Nostalgia, saudade, morrinha de nuestra montaña sagrada, que ha estado con nosotros desde que tuvimos uso de razón y lo estará por siempre en nuestros corazones, donde quiera que vayamos a estar.


* Imagen de http://ciudadoculta.wordpress.com/

Saturday, October 15, 2011

El cambio y la fuerza del espíritu


Desde que el mundo es mundo hay algo que se mantiene en el tiempo. Y ese algo es el cambio.

Si dejas una ciudad y no regresas en tres años, al volver encuentras otros edificios, comercios que han cambiado de ramo y de nombre, grupos de trabajo que ya no son ni la sombra de lo que fueron (para bien o para mal), personajes típicos cotidianos que se han marchado bien lejos, quizá para no volver, modificaciones en el trazado y sentido de las calles, los coches patrulla pintados de manera diferente, los amigos con más canas o calvicie manifiesta. El señor que bajaba a pasear el perro, esta vez sin el perro, que ya murió; el vecino huraño reconvertido en persona cálida y amable, y todo por causa de una enfermedad que logró superar. Personas de cierta edad, a las que creías una nueva versión del Retrato de Dorian Gray, mostrando en sus caras la huella indeleble del implacable paso del tiempo.

Lo más triste es saber que hay personas que deseas que estén toda la vida, y en un alarde de egoísmo no quieres que se vayan antes que tú. Das por sentado que ellas estarán allí, siempre, esperando para saludarte y conversar.

Una llamada, una mirada, una lágrima antecede a las palabras que expresan la terrible noticia de que se han marchado. Te invaden los sentimientos encontrados, querías al menos un encuentro más, una llamada más, una conversa más, una risa más, una palmada más, un viaje a la playa más, un abrazo más, un consejo más, un beso más, pero no. Se han ido. Tardas en llegar a asumirlo, pero ya no estarán más. Tan solo queda el recuerdo de lo vivido y lo compartido juntos. Nada más. Y aunque esa persona viva en ti, físicamente desaparece. Esta es, a mi parecer, la cara más fuerte del cambio.

Dentro de la turbulencia generada, uno no deja de asombrarse con la fuerza interior que muestran algunas personas. Sin dejar de sorprenderse, sin dejar de manifestar un dolor que sienten propio, igualmente no dejan de abrazarte, no dejan de sonreírte, no dejan de explicarle a todo el mundo cómo se sucedieron los hechos, no dejan de reírse cuando escuchan las anécdotas de los demás. Y aunque por dentro el dolor apriete, no dejan de mirar el futuro con esperanzas.

Aquello de que las apariencias siempre engañan es una verdad del tamaño de un templo. Saber que existe alguien que creíste muy frágil, y verla demostrarte, sin proponérselo, que es más fuerte de espíritu que tú en una situación parecida impresiona.

Se fue una persona muy querida por su entorno, su hermano, hecho demostrado en su despedida por una multitud presente y por muy hermosas palabras que se dijeron de él, incluyendo las de mi propia hija, que fue su alumna (pequeño el mundo siempre, ¿eh?).

A ella, que empezó siendo mi amiga virtual y ahora lo es personalmente, no puedo menos que manifestarle mis condolencias, darle un abrazo fuerte, y seguir buscando la forma de compartir mucho más tiempo, amén de confesarle mi sorpresa ante la entereza y la enorme fuerza de espíritu demostrada en los momentos difíciles.

Lore, no tengo palabras.

Mi casa, donde quiera que esté, es tu casa. Y, pues nada, a seguir compartiendo con los buenos amigos y disfrutando de sabrosas conversaciones, donde el tiempo se hace muy muy pequeño y nunca será suficiente, donde le damos la vuelta al mundo a punta de cuentos y anécdotas que se multiplican tanto como las risas y la buena vibra. ¡Te quiero mucho!

Wednesday, October 12, 2011

Nunca falta alguien así...



Hace mucho tiempo, en una aldea del interior, existió un hombrecillo, de condición humilde, que se encontró un buen día sin su principal herramienta de trabajo.

 Desesperado, de solo imaginarse lo que le vendría, corrió hacia el templo y se arrodilló frente a su santo favorito, pidiéndole que le ayudase a encontrar dicha herramienta.

A su vez prometió al santo entregarle tres monedas de oro al templo, a manera de ofrenda, por el descubrimiento del lugar donde la misma se hallaba escondida.

Sucede que al siguiente día apareció el anhelado utensilio. Y el hombrecillo, ¡oh, sorpresa!, no tenía consigo las prometidas monedas de oro.

Volvió al templo con su cara muy lavada, sin inmutarse, ubicó de nuevo al santo, se arrodilló y oró:

"Oooh mi apreciado santo, que has hecho realidad la aparición de mi herramienta… ¿Serías capaz, y si no es mucho pedir, de hacerme encontrar con cierta premura tres moneditas de oro?".

Saturday, October 08, 2011

El concepto Starbucks



No sé cual es la magia de esos locales pero estar allí adentro es toda una experiencia.

Desde la primera vez que fui, por allá en 2005, quedé prendado con su ambiente cool, wi-fi gratuito, las pinturas en las paredes, la música de fondo, sin estridencias ni sobresaltos, los anaqueles llenos de productos fabricados con ingredientes naturales, una muestra de los mejores granos de café del mundo, una atención maravillosa por parte de cada uno de sus empleados, en fin, es el lugar ideal para pasar una mañana de sábado mientras se lee el periódico, se conversa con amigos o simplemente se lee un buen libro.

El concepto del lugar crea adicción. Vas una vez y ya no quieres dejar de volver. Es relax en todas sus presentaciones. Y cada vez que vas puedes vivir diferentes experiencias. No es igual que en tu casa, ni en la oficina; no es estar en un parque ni en un centro comercial, es estar en un lugar cerrado, con ventanas anti-ruido, donde te puedes sentir alejado de la prisa que hay afuera, como en una burbuja, y disfrutas de tus sentidos con productos de una calidad impecable, sin sabores, grasas o colores artificiales, como un excelente muffin de banana, un cappucino frio (frappucino), observar los espectaculares diseños de los empaques de los productos, los vasos con frases motivadoras, curiosear los CDs y los libros en vitrina, deleitarse con la música suave de fondo, mirar las pinturas en las paredes, conversar con tus buenos amigos o navegar en tus páginas favoritas y recibir el trato de sus empleados, mezcla de discreción, amabilidad y simpatía que te hace quererlos desde la primera vez.

A todo lo anterior su presidente, Howard Schultz, lo denomina el “Tercer Espacio”, y es uno de los mejores conceptos comerciales del mundo, único, inimitable y profundamente adictivo.

A los que puedan acceder a uno de sus 17.000 locales ubicados en 50 países se lo recomiendo. Seguro van a pasar allí uno de los mejores (sino el mejor) momentos del día, y seguro volverán.

La fotografía: vaso de Starbucks con su frase motivadora incluida: "Así lo veo #283: la cosa más importante en la vida es parar de decir ´Yo deseo...´ y comenzar a decir ´Yo voy a...´. Considera que nada es imposible y entonces trata a las posibilidades como probabilidades."

Wednesday, October 05, 2011

John Grisham y los avatares de la escritura



John Grisham es un novelista norteamericano, autor de best sellers de ficción tales como “Siete vidas” (Random House Mondadori, 2010).

Al igual que Stephen King, Grisham pasó penurias en sus comienzos como escritor.

Y es que no solo basta con escribir una buena novela (algo bastante difícil de lograr) sino que luego viene la aprobación de público y crítica, que es mucho más difícil, sobre todo si eres un autor novel.

Grisham, quien dedicó su libro “Siete vidas” a su amigo y compañero de penurias Bobby Moak, lo cuenta sin desperdicio en la dedicatoria:

“Cuando hace veinte años se publicó “Tiempo de Matar” (su primera novela), enseguida aprendí la dolorosa lección de que vender libros era muchísimo más difícil que escribirlos. Compré un millar de ejemplares y me costó regalarlos todos. Los metí en el maletero del coche y los repartí de puerta en puerta por bibliotecas, clubes de jardinería, tiendas, cafeterías y un puñado de librerías. A menudo con la ayuda de mi querido amigo Bobby Moak.
Hay historias que nunca contaremos.”

Saturday, October 01, 2011

Orestes



Ruido de fondo del mar batiéndose contra las piedras del malecón. Me salpica el agua y me refresca al mismo tiempo. El calor y la humedad en una noche de poca brisa amenazan con sofocarme. Menos mal que está el mojito con hielo para salvarme, ah, y el rocío proveniente del batir de las olas en las piedras, que me baña a ratos de olor a mar mientras camino.

Del otro lado la hilera de edificios en la oscuridad de la noche, compitiendo con sus oscuras y vetustas siluetas con las estrellas de un cielo completamente despejado. Edificios inertes, cuyos silencios gritan al unísono, como ruido de mil voces con bastante que decir, voces que aunque no sean escuchadas dicen muchísimo, y si acaso lo fuesen, la gente igual calla y es prudente. Todos menos Orestes. Excepto hoy, que lo encuentro en silencio.

Está sentado sobre el propio malecón. De él se dice que estaba allí aún antes de que el mar existiera. Y sigue estando.

Contempla el mar ad infinítum, sin perturbarse, inmerso en sus pensamientos. Ni siquiera se inmuta cuando me le acerco.

Solo cuando lo tengo a tiro me doy cuenta que tiene un radio a su lado, y una fina melodía, fiel a sus oídos, se debate con el batir de las olas en la noche oscura. Es Chan Chan, de Compay Segundo. La reconozco en el instante en que las mismas olas también se detuvieron a escuchar.

“De Alto Cedro voy para Marcané.
Llego a Cueto, voy para Mayarí…”

Repica el tres y la trompeta se deja colar en la poca brisa del lugar. Orestes mueve los dedos levemente, como marcando el compás, inmerso como ha estado en sus cavilaciones.

Epa Orestes –lo saludo –¿Cómo anda todo?

Un “umjúuu” más bien nasal es todo lo que recibo de respuesta.

Ese “umjú” quiere decir todo y nada al mismo tiempo.

“El cariño que te tengo
No te lo puedo negar
Se me sale la babita
Yo no lo puedo evitar…”

Orestes es todo canas, todo sapiencia, todo sencillez en la piel agrietada por el sol, en los ojos que miran al infinito, en sus manos con cicatrices derivadas de duras faenas de pesca.

Palmea mi pierna sin desviar la mirada y continúa silente, como esperando una respuesta que no acaba de venir con el vaivén de las olas.

“Cuando Juanica y Chan Chan
En el mar cernían arena
Como sacudía el 'jibe'
A Chan Chan le daba pena…”

El radio transistor es pequeño, y de vez en cuando parece perder la onda, pero vuelve con renovados bríos, dejando a Compay Segundo y su tres cubano dominando sobre el rugir del oleaje.

La brisa ha vuelto desde el inmenso mar, y ahora es menor el sofoco que provoca la humedad. El olor a mar lo cubre todo, excepto cuando la brisa cambia, vira paralela al malecón, y me trae el olor de Orestes, olor a barco pesquero, a óxido, a escama de pescado, a salitre, a almizcle y tela vieja, mojada y vuelta a secar mil veces en agua de mar.

“Limpia el camino de pajas
Que yo me quiero sentar
En aquel tronco que veo
Y así no puedo llegar…”

El viejo descansa, sentado en el malecón, en una noche interminable, sin tiempo, buscando respuestas al sentido de la vida, esperando que el mar, que todo le ha dado, se las traiga y las deje sobre la arena húmeda. Son respuestas que han ido quedando a lo largo de inmensas faenas, en el mar y fuera de él, sobre adónde se habrá ido su mujer, dónde vive ahora, si es que vive, ella, que un día se fue mientras él estaba de faena, para más nunca volver, sin dejar huellas visibles, dejando toda su ropa y pertenencias, ni una carta, nada. Nunca más se supo de ella y la leyenda se ha alimentado desde entonces.

Muchos la han visto de la mano de un marino de otras tierras, otros en cambio la vieron en una finca del interior, donde ahora es ama y señora. Hay quien la vio ahogarse. Un denominador común, ningún testimonio ha podido comprobarse, al final nadie sabe, nadie supo. Desde entonces Orestes deambula, en completa soledad, por el malecón, quizá esperando un barco que un buen día la traiga, así sea de la mano de otro, para al menos poder morir en paz.

“De Alto Cedro voy para Marcané.
Llego a Cueto, voy para Mayarí…”

Tuesday, September 27, 2011

Torta de chocolate


Hoy almorcé un pollo a la plancha en salsa de maíz, y polenta, acompañado de una ensalada “pico de gallo”. Sencillo pero delicioso el plato. Luego a trabajar toda la tarde.



Cuando eran las cinco, me dio hambre como si no hubiese almorzado. Y no tenía una galletita que mordisquear, ni un chocolate, cosa rara en mí.


Me puse a pensar en la razón del hambre intempestiva, y me vino a la mente la “pico de gallo”, que tenía mucho tomate, al parecer. Quizás.


Bajé un momento y compré unas galletas de avena, que comí acompañadas de un café con leche. Volví a la oficina, pensando en que en mi estómago aún faltaba algo dulce, con chocolate.


Fue entonces cuando a mi memoria vino esta torta (en la fotografía del post), que sirven en un restaurante de Houston, y de la cual comen varias personas de lo grande que es.


Hay cosas que se extrañan repentinamente. Y lo de hoy fue esa deliciosa torta de chocolate. ¿Dónde habrá una como esa en Caracas?

Saturday, September 24, 2011

La lectura, yo y mi otro yo.



Leer es toda una experiencia sensorial. Es increíble como lees a algunos autores y sientes que estás viendo una película ajena, con unos personajes extraños a ti, que los sigues porque, bueno, porque empezaste a leer el libro y nunca se sabe cuando la trama va a dar un giro y se va a poner buena. A veces esto nunca sucede. Y otras veces nunca lo sabrás porque rehusaste continuar leyendo aquel bodrio. Me ha pasado.

Algunas veces el libro te engancha, y ya no eres dueño de ti mismo. No puedes dejarlo, ni que quieras, y termina el libro siguiéndote durante todo el día, a todas partes, hasta cuando vas al baño (a veces no terminas de abrir la ducha buscando un momento de parar la adictiva lectura).

Otras, terminas descubriendo que el personaje eres tú mismo, o tu otro yo (a quien sólo tú conoces y no le cuentas a nadie). Vas leyendo y te vas sorprendiendo al saber que ese fantasma que habita dentro de ti, que piensa, siente y padece como tú, aunque no igual que tú, es el mismo que el escritor plasmó en su obra. Ya tu fantasma interior deja de ser un secreto, y aunque no le dirás a nadie, el personaje se hará famoso en letra ajena, y te mirará rimbombante, sabiendo que tu verdadero yo, ése que la gente conoce, se ha quedado en la estacada.

A recorrer otros mundos nos lleva la lectura. Mundos a veces desconocidos, unas veces reales, otras, inventados, y las más de las veces en un limbo entre lo real y lo imaginario, como en los cuentos de Onetti o las novelas de John Grisham. Sensación de déjà vu dejan algunos.

Me gusta cuando me identifico con el personaje. Bueno, me refiero a mí, el que la gente conoce, o al otro que habita en mí, lo mismo da. Es entonces cuando vivo los relatos con mayor intensidad. Lloro, río, me lleno de rabia, destapo una carcajada, ante la mirada atónita de los que me rodean, y me hace feliz que me vean como loco porque ellos no saben de los caminos que recorro con la lectura, de cuánto me identifico con el protagonista de aquellas letras, y cuan vivos son los hechos y la realidad virtual que se ha abierto frente a mí.

Son esos los libros que más me gustan, y Haruki Murakami sabe mucho de eso.

Monday, September 19, 2011

Seis años



Hace seis años comencé a escribir en esta casa virtual de grandes ventanales por donde entran los rayos del sol radiante, con muchos sueños e ilusiones de comunicarme con ese mundo, entonces desconocido, que está allí afuera, más cerca de lo que se puede imaginar.

Escribía desde tiempo atrás, en hojas sueltas que quedaban por allí, perdiéndose siempre entre mudanzas y viajes, y esa fue la primera gran diferencia que percibí. Aquí todo queda, y puedes volver a ello cuantas veces quieras.

He plasmado unos cuantos ejercicios de imaginación, y me he dado cuenta que algunas cosas que escribí en un entorno y un tiempo dados, al pasar ese tiempo, cambiar el entorno, al releer, de seguro habrían sido escritas de manera diferente luego del cambio posterior.

Las vivencias, la gente que conoces, el ambiente que te rodea, todo influye enormemente en las cosas que escribes, en el cómo las escribes, el cómo las percibes en un momento dado.
Vivir nuevas experiencias es fundamental para encontrar inspiración. Es parte de lo que reflejas en tus líneas, más allá del mensaje.

Seis años y más de 380 publicaciones han logrado llevarme hasta ese punto en el que te sientas a escribir y el tema y las palabras vienen solos hasta la punta de tus dedos.

Soy feliz por eso, si, porque simplemente me encanta escribir. Es uno de los mayores placeres de la vida. Estoy estudiando un poco acerca de ese arte, el de escribir, leyendo recomendaciones de algunos de mis autores favoritos, y aprendiendo de lo que ellos escriben. Y leyendo, porque la buena prosa es bastante lo que enseña.

En esas ando, seis años después…

Agradezco mucho y abrazo fraternalmente a los habitués, que los hay, a los fortuitos, que también los hay, a todos los que alguna vez han recalado en esta bahía y se han quedado a leer. Para ustedes escribo.

Seis vueltas al Sol. ¿Quién lo diría? Cin cin! Cheers! ¡Salud! Kanpai!

Tuesday, September 13, 2011

La piedra


Momentos de paz y de armonía. La sencillez prevalece. No hace falta mucho para propiciarlos.

No es cuestión de un lugar en el mundo. Cada uno tiene su magia.

Importan mucho las personas que nos rodean. Su buena vibra concurre para hacer especiales los momentos.

Momentos de contemplar el paisaje y regocijarse en la quietud del mismo. En el fondo melódico de los ruidos naturales, que asemejan la banda musical del escenario. El salto de un pez en el agua. El canto de una bandada de pájaros que sobrevuela. Las olas al chocar con la orilla. Todo se confabula. Todo conspira.

Lanzo una piedra hacia el agua. Un ruido particular al chocar con la superficie, seguido de cerca por el de las gotas que han saltado nomás entrar la piedra a invadir la quietud del fondo. Se altera el paisaje submarino. Se levanta la arena y hace turbio lo que antes fue claro, diáfano, transparente.

Por momentos dejo de ver los bancos de peces brillantes como metales pulidos al sol. La roja estrella de mar. Las verdes algas aferradas al fondo marino. La turbiedad, con el tiempo, desaparece. Todo vuelve a ser lo que era. Con la sola excepción de la piedra que ahora yace en el fondo. Nuevo huésped. De allí, de ese mismo fondo había venido y hasta allí ha vuelto. Ha marcado el último compás. Como en la danza perfecta del Universo…

*Fotografía de Anibas en http://objetivomalaga.diariosur.es/fotos-anibas/jugando-agua-476333.html

Sunday, September 04, 2011

Jerry


Un amigo blogger y a su vez colega Ingeniero dice que a él le gusta venir a este blog porque soy el único ingeniero que no escribe sobre su profesión sino que muestra otros aspectos de su personalidad.

La verdad sea dicha, escribo muy poco sobre la ingeniería, salvo ese aspecto indeleble que es el eterno enfrentamiento entre mi yo escritor y el ingeniero, tan disímiles ambos y, como el famoso comic “Catdog”, obligados a convivir en estas cuatro paredes corporales.

Pero he aquí que en este mundo ingenieril también suceden cosas un tanto alejadas de los números y las coordenadas, más bien unidas a la psicología y a la complejidad e insatisfacción eternas del ser humano, que bien valdría la pena escribir sobre ellas, eso sí, cambiando la identidad de los personajes para protegerlos, así que, cualquier parecido con la realidad es solamente coincidencia.

Comenzaré escribiéndoles de Jerry. Nos conocimos de manera fortuita, pues recibí una “asignación”, que es como se conoce en este mundo al hecho de que te agreguen a un grupo de proyecto o de tarea específica.

Cuando uno es asignado, sabe ya de por sí que lo esperan tareas arduas, no tanto desde el punto de vista ingenieril, sino del psicológico. Se trata de encontrarse con nuevos personajes que se identifican tanto con la tarea asignada, que muchas veces cualquier extraño no es bienvenido, porque es visto como alguien con quien hay que compartir una torta que es finita, y por lo tanto, los pedazos serán más pequeños a partir de ese momento. Cruda realidad.

Pero vamos, que es de mi jefe en el grupo de tarea de quien hablaremos. Nunca vi en Jerry puntos de coincidencia conmigo cuando nos topamos por primera vez. El, blanco, alto, ojos azules, estadounidense del sur, alborotó mis prejuicios. De buenas a primeras solo pasó una palabra por mi mente: racista. Nada más que decir. A partir de allí mi trabajo se haría sobre alambre de púas.

Jerry, por su parte fue más simple y fue directo al tema que nos ocuparía las próximas semanas. Explicó la tarea con lujo de detalles, qué esperaba él de mí, en cuanto tiempo debería ejecutarse y cada cuanto debería enviarle un reporte de mis acciones, ya que estaría ubicado en otro lugar, trabajando a distancia. En ese tiempo no se había popularizado el mensaje de texto y nuestra comunicación estaría basada en el teléfono y el correo electrónico.

Yo opté por la segunda alternativa, prejuiciado como estaba de un americano oriundo de Pascagoula, Mississippi, con cara de pocos amigos, muy estricto y circunspecto.

Así nos mantuvimos por espacio de dos meses hasta que un buen día recibí una llamada. Se trataba del mismísimo Jerry, harto ya de recibir solo reportes, y cambiando las reglas iniciales que el mismo impuso, solicitando mí presencia un día a la semana en su oficina, separada de la mía por 30 kilómetros de carretera nacional. A medida que el trabajo avanzaba, se fue alargando la estadía semanal en la oficina de Jerry, hasta establecer visitas puntuales a mi antiguo lugar de trabajo permanente.

De esta manera terminé de conocer al americano con pinta de Marine, sureño de ojos azules, que fungía de jefe en ese entonces.

Como había intuido era un hombre estricto en su trabajo. Era el primero en llegar y el último en salir. Y a diferencia de sus coterráneos expatriados, no se dejó deslumbrar por la belleza y las curvas de la mujer venezolana, sino que se dedicaba por completo, durante largas jornadas, al avance del trabajo. No salía a almorzar durante la hora que nos daban al mediodía. Traía su comida en una cava y almorzaba en su escritorio, desde el cual lo veía reírse mirando al ordenador. Quién sabe qué cosa miraba que la causaba mucha risa y una que otra carcajada.

Muchas veces me llegó la hora de irme y él se quedaba trabajando como si fuesen las ocho de la mañana. Mucha energía destilaba Jerry, y como también soy workaholic, comenzamos a llevarnos mejor al saber que hablábamos el mismo idioma.

Y fue así como pude conocer al Jerry persona. Un tipo enigmático, poco dado a la expresión corporal. Pendiente del más mínimo detalle con respecto al trabajo. Yo lo abordaba en sus aspectos personales al final de nuestras largas reuniones.

“Pascagoula” –le decía– “¿acaso sale en el mapa?”

El se reía animosamente y respondía:

“Claro que sale, tiene un astillero muy famoso”.

“¿Pascagoula? ¿Astillero? ¿Dónde? ¿Cuándo?” –le respondía en tono de broma.

Así, de a poco, fuimos bordando un buen compañerismo, circunscrito, claro, al ambiente de trabajo. Es que éramos muy diferentes. El vivía para trabajar y yo, por más énfasis que le ponga al trabajo, lo hago para vivir.

El día que terminé mi trabajo en la asignación me dijo que siguiéramos trabajando, más allá de la hora de almuerzo, que el invitaría al final. Me emocioné, en parte por haber abierto esa puerta intransitable y siempre cerrada de Jerry, entre lo personal y lo laboral. Un almuerzo contribuiría a cimentar un buen piso para una futura amistad.

La sorpresa llegó alrededor de las dos de la tarde, cuando ya todos habían vuelto del almuerzo y trabajaban de nuevo, me dice Jerry: “Bienvenido a Jerry´s Restaurant”, y sacó de debajo de su escritorio la famosa cava. Al abrirla me la mostró y continuó: “Escoge el que quieras, hay de jamón de pavo y de queso solo, ah, y escoge tu bebida”. Adentro reposaban entre los cubos de hielo algunas latas de Pepsi, Fanta Naranja y Sprite. Ese era nuestro almuerzo de despedida. Nunca hubiese imaginado que ese almuerzo final fuese a salir de esa cava. Por el contrario, hacían horas que mi estómago crujía de placer imaginando un buen pescado frito, humeante, a orillas del mar en las cercanías.

Como si eso fuera poco, me mostró la razón de sus carcajadas durante sus almuerzos diarios desde la cava. En su ordenador había una especie de tablero con un título: “Fart Soundboard”. Había una larga hilera de botones que, al ser accionados, daban lugar a diferentes sonidos de pedos, sí, pedos que de acuerdo a su sonido eran bautizados con nombres como “Puerta dura”, “La Mecedora”, “El Suavecito”, “El Cortagramas”, “El Trompetero” y un largo etcétera.

Nunca hubiese imaginado que hubiesen sitios en la red destinados a almacenar los ruidos que producen los pedos al salir (buscar con google “fart soundboard”), y menos que fuesen la diversión de personas como Jerry, afanados y apegados al trabajo duro, pero, ya sabemos que “caras vemos y corazones no sabemos”.

Sunday, August 28, 2011

What´s it all about



Cada vez que viajo hay canciones que se vienen conmigo, que suenan muchas veces en mi mente dependiendo de la situación que esté viviendo.

Son canciones que me traigo de acompañantes y que aparecen como flotando en el ambiente en medio de una reunión, y de vez en cuando logran sacarme de concentración sin que nadie lo imagine.

¿No les ha pasado que a veces piensas en una canción, la escuchas con fuerza en tu mente, y de repente alguien la pone en su i-pod o la tararea como si también la hubiese escuchado de tu mente?

Volviendo al tema de las canciones que viajan conmigo, sucede también que en la estadía uno escucha canciones en la radio, o en una tienda, no importa el lugar, que se le quedan prendidas en la mente, y aparecen entonces muchas veces en diversas situaciones.

En mi caso personal, suelo buscar esta canción para escucharla completa y eso refuerza el trabajo mental, el mero hecho de escucharla por completo termina de llenar esas pequeñas brechas que nos quedan cuando hemos escuchado apenas una parte de la misma.

Pat Metheny es uno de esos artistas que o se va conmigo o viene en la mente cuando regreso. Hay varias de sus producciones que para mí mente son bastante familiares, yendo o viniendo, como “The way up”, “The secret story” y “Day Trip”.

En este viaje descubrí un CD de Pat que puedo catalogar de maravilloso. Se llama “What´s it all about”. Son 10 canciones que han marcado al artista durante su vida. Y a cada uno de nosotros de alguna forma.

En cada canción, la guitarra de Pat nos lleva hacia un inmenso mar de recuerdos, de una forma que solo este extraordinario artista puede hacerlo. Sobresalen, en mi opinión, tres de ellas: “Los sonidos del silencio”, de Simon y Garfunkel, “And I love her” de los Beatles y “Alfie”, de Burt Bacharach, con lo difícil que es sobresalir en esta obra maestra de Metheny.

En mi experiencia personal, escuchar a Pat Metheny es sentirte acompañado en la soledad del viaje. Es sentir que hay alguien allí, elevando tu espíritu y llenándote de paz espiritual a través de las cuerdas de una guitarra ejecutada magistralmente. “What´s it all about” es un "MUST" para todos los que aman la música de Metheny, como yo…

Saturday, August 27, 2011

Virtual


“Nunca pensé que los acercamientos virtuales fuesen a veces tan íntimos como los físicos, o mucho más”, dijo Manuel mientras hacía las tareas de su hogar. Las mismas que había heredado desde que comenzó a vivir en solitario. Lavar la ropa, plancharla, barrer la casa, pasar la mopa, limpiar las ventanas.

“Esas cosas pasan” respondió Miguel mientras saboreaba su cerveza fría, sentado en la mesa del comedor. Había venido a compartir con Manuel, para hacerle un poco de compañía mientras aquel se fajaba con las tareas de la casa. Un poco de apoyo y solidaridad nunca estaba demás.

“Me escribió”, prosiguió Manuel, “para decirme que no más contacto virtual porque su marido había conversado con ella y le manifestó su preocupación por su ´relación´ conmigo”.

“¿Cómo así?” dijo Miguel. “Si estás más solo que la una en el reloj”.

“Pues así como lo oyes. Una persona con quien nunca habías tenido un encuentro, fuera del espacio virtual, con quien tan solo has hecho un ejercicio profundo de imaginación, alimentado por las fotografías que cuelga en su página de Facebook y los diálogos que comparten con la multitud en twitter y algunos más privados en el Messenger que, vamos, tampoco llegaban a tanto”.

“¿Y qué pasó entonces?” insiste Miguel.

Manuel hace una larga pausa antes de continuar: “Antes de perderse en el ciberespacio me ha contado algo. El marido ha sentido una falta. No sabe de qué. Su vida sexual continuaba tan monótona y vacía como el primer día. Almuerzan juntos al mediodía, casi siempre. Y se encuentran al salir del trabajo para compartir un poco en un café. Pero el sentía una falta, que no mencionaba de qué, pero por alusiones ella terminó amarrando que se trataba de mí”.

“¿Qué tipo de falta mi Dios?” inquirió Miguel, un tanto inquieto y con angustia, “¿y que alusiones?, ¡joder!”.

“¿Qué voy a saber yo? Si no vivo con ellos. Intuyo que a veces se nota la falta en los pequeños detalles. Una mirada que no es tal. Disminución del contacto visual y físico. La presencia de un muro invisible pero palpable a leguas en la cama. Son los mismos detalles que se escapan por millones en fantasías a través de las cañerías de las redes virtuales. Son detalles que nadie ve pero que muchos resienten, por ejemplo, en una notable disminución de la intensidad de una relación amorosa”.

“¿Y en qué quedaron al final?”, preguntó Miguel mirando fijamente a las pupilas de Manuel.

“Nada… diálogo interruptus… y ha pasado el tiempo, y no hay contacto de correos, me ha dejado de seguir en el twitter. La rastreé por search twitter y no escribe de mí. Me he convertido en polvo cósmico. Si, es lo que soy… el polvo cósmico me describe perfectamente. Nada siento, nada soy. Ya no soy su amigo en Facebook, y mi imaginación se difumina poco a poco, lentamente. Trato de buscar su olor en el ambiente, pero en vano, porque es alguien que nunca estuvo, y al parecer ni estará. Siento que mi PC ha pasado a ser un vulgar artefacto, luego de haberlo visto y sentido como mi ventana al mundo. Ella ya no está… y yo no sé que es lo que estoy sintiendo. ¿Será lo que llaman soledad virtual? Tan profunda como la real”.

*Imagen: www.ibloggr.com

Sunday, August 21, 2011

Sobran las palabras...

"Un perro caliente en el estadio es mejor que un churrasco en el Ritz". Humphrey Bogart.
Cada cosa en su santo lugar...

Sunday, August 14, 2011

C'est la vie


"A solas medito…

…nada mejor que saber que alguien te espera...

Y también que te recuerda con cariño."

Vivir la vida es como arar, como sembrar…

…con la esperanza de algún día ver brotar la tierra.

La vida.

Tránsito rápido.

Acciones que nos marcan.

Buenas. No tan buenas.

Una suma en el camino.

Se irán contigo.

Esas acciones.

No el dinero, no los bienes.

Cuando ya nadie pueda verte.

Servirán de acompañante.

Eternamente.

Equilibrio es la palabra.

Paciencia ilimitada.

Porque “todo pasa y todo queda. Pero lo nuestro es pasar”.

Lluvia de imágenes.

 Que precipitan sobre ti.

Veloces, raudas.

Sin poder editar.

Nada cambiar.

Son sensaciones.

Es lo que queda…

* Hermosa imagen de Tomás en http://www.nuestrohuerto.com/