Sunday, April 07, 2013

Entre dos aguas



Tenía tiempo sin escribir. La técnica a veces se impone y vaya que me ha mantenido ocupado en estos días. Necesito volver al Zen. A los pequeños detalles. Los números son cuadrados. Las letras son más redondas, nos dan más libertad. El problema es cuando ambos conviven dentro del mismo cuerpo. Y el cuerpo, hay que decirlo, los quiere a ambos.

Porque la ingeniería me gusta mucho, me sumerjo en ella y pierdo la noción de lo que pasa alrededor. Lo mismo me pasa con la literatura. Están en campos diferentes. Yuxtapuestos. Cóncavo y convexo. Ying y yang.

La ingeniería me ayuda a formarme como ser humano completo. Estoy en ella desde los 18, cuando entré en la Universidad, y desde entonces no he cesado de aprender no solo la técnica sino una filosofía de vivir y ver las cosas. Entender la ingeniería es comprender la naturaleza en todas sus formas, perseguir el intento de domarla que algunas veces tiene éxito y otras no tanto. Es triunfo y también es derrota.

Triunfo, como cuando ves a la niña que vende bocadillos y café en el tren bala de Japón, viajando a más de 250 kilómetros por hora, sin perder el equilibrio, sin que nada se derrame, como si el tren estuviese detenido.

Derrota, cuando el tsunami destrozó la Central Nuclear de Fukushima y la radiactividad afectó a gran parte de la población. Cuando la producción de bienes de alta tecnología, a la par de proporcionarnos mayor confort, trae como consecuencia la destrucción y contaminación del ambiente natural. Ejemplos sobran.

La literatura es algo diferente. Me permite ocupar un espacio que físicamente es inconcebible, desdoblarme en formas que pueden llegar a todas partes, que llenan todo el espacio. Cuando leo y me identifico con el personaje/narrador, siento que a través de él viajo, traspaso paredes, cruzo fronteras de países, mares, vivo intensas situaciones, veo personas, lugares, paisajes, nunca experimentados. Es la noción más cercana al concepto de libertad. O al de soñar. Es algo que llena el espíritu de buena vibra y hace que un día cualquiera sea triste o muy alegre, dependiendo de lo que leas y de cómo te mueva esa lectura.

Es triunfo cuando a través del personaje, sueños inconfesables se convierten en realidad pura y dura.

Es derrota cuando, como muchas veces pasa, lo que lees te lanza de cabeza, y de forma irremediable contra una dura realidad que quisiste evadir, o más bien, salvar a través de la lectura de un libro.

*Imagen: literaturacervantes.wordpress.com

2 comments:

RosaMaría said...

Mucha verdad en lo que pones sincera y bellamente expresado, las dos caras de una moneda, de la vida, de la tortilla... en fin disfruta las dos a tope. Saludos afectuosos.

Oswaldo Aiffil said...

Hola RosaMaría bella! En eso estamos y así nos pasan los días, tratando de hacerlas compatibles pero no lo son. Un beso grande!