Saturday, April 02, 2011

Rebeldía Natural



Una larga hilera de vehículos se mueve lentamente, cada uno con un destino diferente. Dentro moran seres con diversos pensamientos que se suceden a la par que la hilera se desplaza sin prisa pero sin pausa.

Son 18 kilómetros que me separan de mi sitio de trabajo. En tiempo se puede traducir en hora y media, que se pasa lenta, despacio. Siendo ésta mi rutina diaria no me queda más que aprovechar ese tiempo. Jugar con el de manera de no perder la paciencia, de no vociferar, de no colisionar con otros vehículos que conforman el interminable gusano metálico de las mañanas.

Y lo hago de mil maneras. Escucho mucha música, canto algunas canciones, leo una que otra letra de las mismas, y aunque ustedes no lo crean, me llevo mi libro de cabecera y el tiempo alcanza para leer unas cuantas páginas dentro del trayecto.

Hay días en los que planifico lo que voy a hacer, y cuando entro en la autopista el tránsito del gusano metálico es raudo y veloz y me hace pedazos mi recién planificada rutina. Es impredecible. Pero igual sigo planificando al día siguiente, a ver si, como casi siempre, se cumple lo planeado.

Hay días que decido observar la ciudad. Con lo lento del desplazamiento he descubierto parajes que nunca había podido ver bien. Calles desconocidas se abren, se muestran en toda su longitud, con sus casas y sus gentes. Son calles que, en condiciones normales, no tendrías tiempo de observar cuando se maneja a velocidades normales. Allí están, agradeciendo silenciosamente la atención que le prestas entre bocinazos.

El Ávila, majestuoso como siempre, se nos muestra en mil tonalidades de verdes, azules y grises, revolucionando nuestros pensamientos. Caracas, sin él, no sería la misma. El Ávila es su novia, su símbolo natural. Y entre tanto hormigón, tantos puentes, edificios, industrias y vallas publicitarias, de vez en cuando se abre paso una imagen natural, lo que yo llamo un “spot”, un escenario pequeño pero formidable, que te cambia la vida, y te saca una sonrisa.

Esta semana ese árbol de la fotografía que adorna este post se convirtió en el “spot”. Estaba sumido en la desesperación de saber que se aproximaba la hora de una reunión pendiente, y el tráfico de ese día estaba imposible. Nada se movía mucho. Amagos de avance que no duraban mucho, cuando de repente apareció él, muy erguido y orgulloso, en medio del humo de los coches, de la hilera metálica multicolor, de los puentes, apareció mágicamente. Sentí un potente “Stop!” y me quedé anonadado observando tanta belleza, estática, estética, un color rosado o lila, o la mezcla de ambos, su frondosidad, su amplitud me atrapó, y todo lo demás pasó a un segundo plano.

Me salí de la hilera y lo plasmé, tan rápido como pude, pero no quise dejar pasar este momento, este breve instante de la vida. Los sentidos agradecen profundamente tanta rebeldía natural en ese árbol.

9 comments:

Pansy said...

:-) ... Increible el tiempo de vida que uno pierde en una cola matututina y vespertina... Tambien trato de no perderlo, a veces leo, y a veces trato de descubrir la ciudad como tu dices...
La verdad que el arbol es espectacular! Gracias por regalarnos tu foto!!
Vine a dejarte mis cariños y buena vibra como siempre!

Oswaldo Aiffil said...

Hola Pansy! Hay que hacer algo en ese tiempo porque sino es tiempo perdido. Ese árbol es otra de las sorpresas que la naturaleza nos guarda en cada rincón, solo hay que voltear a mirar los pequeños detalles. Gracias por la buena vibra de siempre, un besazo!

Antonieta H. said...

Yo no tendría paciencia para andar metida esas colas,lo confieso soy muy pueblerina jajaja pero menos mal que tu aprovechas el tiempo en la cola y hasta lees :)

Un abrazo

Oswaldo Aiffil said...

Hola Bluesoul! A uno no le queda más remedio. Eso viene incluido en el kit de vivir en esta ciudad, que unas cosas da y otras cosas quita, y que el conjunto resultante sigue siendo positivo. Se hace lo que se puede para evitar perder el tiempo. Un beso grande!

RosaMaría said...

Seguramente lo hubieras visto antes, solo que fue "ese" momento en que lo notaste. Me encanta tu relato, es otra cosa que podrías hacer para llenar esa horita. Feliz viaje amigo!

Silvia said...

Que belleza de árbol Oswaldo!! sin duda un oasis dentro de ese caos de asfalto...Desde que me mude me he liberado de esas colas agotadoras, pero se exactamente a que te refieres en cada palabra, en cada desceripción que haces, tal parece que la vida se nos va allí, la idea es no dejarse!! así que tus actividades dentro del carro me encantaron, a veces funciona incluir un poco de compañía jajaja...

Besos!! TQM

Silvia.

Oswaldo Aiffil said...

Hola mi querida Rosa María! Tienes razón, un momento no se repite, es ése y ningún otro. Y me tocó verlo. Es hermoso, todavía está floreado. Un besazo mi bella!

Hola mi Silvia bella! Suerte tienes de no pasar horas de tu vida mirando una fotografía del gusano metálico, porque es tanta la estática que parece una fotografía. Hay que hacer algo, porque cuando te pones a sumar las horas, al mes se convierten en días, y al año en meses que se pasan allí, y la vida sigue belleza. Un beso grande y un abrazo para tí!

bethsade said...

e encanta la sencilles y la vez la elegancia como narras tus pensamientos, gracias x compartir ese talento maravillso...!!!

Oswaldo Aiffil said...

Hola Bethsade! Antes que nada muchas gracias por tus conceptos. Aqui es tu casa, y eres bienvenida siempre a la misma. Puedes servirte una infusión y compartirla con nosotros. Y volver cuando te apetezca. Un beso inmenso mi bella!