Wednesday, November 12, 2014

El faro de la esperanza


El ruido del mar es una música de fondo. La gruesa alfombra de arena un complemento. Los colores en los que se torna el mar con la incidencia de la luz son la guinda del pastel.

Dentro de este paraíso, que es más que un sueño, me pregunto: ¿qué fue lo que vinimos a hacer en esta vida? ¿Lo habremos hecho? ¿Estamos en proceso? ¿De dónde venimos y hacia dónde vamos?

En la ciudad el ambiente es cada vez más confuso. Grupos en pugna. Policías desbordadas. La gente está muy estresada. Hay mucha violencia en el ambiente. Muchos se han ido, huyendo de una violencia que se llevan tras de sí.

No tenemos tiempo para pensar en el otro. En los otros. En el destino que ya nos está alcanzando. Podemos sentir su presencia. Busco una pausa. Pido licencia. Voy a una isla.

En el bote hay gente que viaja como rutina. Niños que van a la escuela. Mujeres volviendo del mercado. Mascotas que van a donde las lleven. Y estoy yo, que quiero escapar por un momento de la guerra inminente. Que quiero respirar profundo. Mirar al cielo. Las nubes. Las gaviotas en vuelo libre. Y meditar.

Me acerco a un faro y veo lo necesitados que estamos de él. La falta que nos hace. Tiene la guía de la que carecemos. Ante mí se yergue estoico. Con sus franjas enormes, rojas y blancas, hasta el cenit donde converge el azul. Y me surgen más preguntas.

Sin embargo, y pese a la inminencia del caos, sé que hay gente que sonríe. Que guarda como un secreto su pedacito de esperanza. Que se aferra a ella como si de Dios se tratara.

¿Dónde está la clave? ¿Qué cosa ven que yo no puedo? ¿En qué piensan? ¿De dónde sacan esa paz?


Sigo en esa búsqueda. Ojalá la respuesta llegue a tiempo. Y pueda encontrar esa paz que tanto anhelo…

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