Cuando comencé a escribir en la red no
fue porque me gustaba hacerlo desde antes, en papel, no. Fue porque alguien me
contó que un compañero de curso escribía en la red y tenía muchos seguidores de
sus textos. ¿Seguidores? ¿Textos? Palabras nuevas. Indagué un poco más y
descubrí que en ésa internet donde estaba cansado de navegar existía el BLOG.
Algunos de mis amigos ya habían
escuchado la palabra, yo incluso la había visto entre “google” y “google”, sin
prestarle mucha atención. Ahora, y gracias a un compañero de curso, he tecleado
la palabra “blog” en google obteniendo más de 16 millardos de resultados. El
amigo me orientó en el bosque de resultados: Escribe: “¿Cómo crear un blog?”. Así
llegué a “Blogger”, vía “Crea tu propio blog. Date a conocer al mundo”.
"Just what I needed!" (Justo
lo que necesitaba), diría Mario Bros.
Acto seguido me convertí en escritor.
Comencé a “generar contenido”, por decirlo con los vocablos de moda. Escribir
era mi norte, con o sin errores de ortografía, lo que importa es expresarme. De
repente utilizar el corrector. Corrí de nuevo al amigo y él me explicó cómo
usarlo. Listo. No más errores. Ahora, el corrector no genera ideas. Como que me
toca a mí. Uhmmm.
Meses de escritura, publicando inicialmente
de a tres por semana, que poco a poco se fueron reduciendo, en la misma medida
que me fui cansando del boom, y fue declinando la voluntad. Luego uno por
semana. Después uno al mes. A los seis meses: “Blogcito querido, he venido a
revivirte. No creas que te he abandonado. Son los avatares de la vida. A ti te
debo mucho. Me has hecho famoso. A ti vuelvo y prometo no abandonarte jamás”.
Luego de un año sin publicar, un día cualquiera,
mientras indagaba sobre los MTV Music Awards, por coincidencia apareció una
vieja entrada propia. “¡Es mi blog!”. Ya no me acordaba de la clave de acceso.
Ni de cómo poder recobrarla. Ya no estaba el amigo al cual preguntarle. Ni otro que
se ocupara de nimiedades tales como el acceso a un ¿blog? Bueno, tampoco es que
había ganas de escribir, ni tiempo. Como que para ser escritor hacer falta
mucho más que amigos cercanos que digan que lo eres. Mucho más que textos
vacíos y nimios, que nadie lee.
Ahora pienso que debí confesar que en
la escuela, en las clases de Lengua, leía los resúmenes de los libros que me
ordenaban leer en internet porque nunca he sido capaz de abordar, mucho menos
terminar de leer un libro. Si tuviera la clave de acceso lo escribiría. Un “Yo
confieso”. Pero no. Total, ¿quién lo va a leer? ¿Yo escritor?
…Nah.
4 comments:
Serás un escritor express q' escribe de vez en cuando y de cuando en vez pero igual se aprecia lo q' se vé por estos lares blogueros jajaja. Y bueno, te digo q' muchas de las cosas q' expresas pues me ha pasado a mi...más q' todo en lo de la frecuencia de la escritura, donde era full frecuencia antes pero q' ahora se ha convertido en algo muy escaso.
Pero te digo algo, nunca pares de escribir. No dejes de sacar esos pensamientos al mundo bloguero...q' ahora es un mundo de nostalgia, ya q' se dejo atrás buenas memorias de ese boom q' describes en tu post. Espero seguirte leyendo por mucho tiempo :D
Cuidate mucho ;)
Hola Marole! Jajaja, gracias por lo que me corresponde.
La historia va de un personaje de la vida real y de cuyo nombre no quiero acordarme (historia enterrada de un ser de la nada).
A mi (el que escribió esta historia) si me encanta leer y no resúmenes precisamente.
De escritor no tengo mucho aún, a juzgar por lo que relata Stephen King en "Mientras escribo", Vargas Llosa en "Cartas a un joven novelista", Orhan Pamuk en "La maleta de mi padre" y Humberto Eco en "Confesiones de un joven novelista".
Estoy dando mis primeros pasos.
Y de esta casa no he salido desde 2005, y espero seguir con la misma voluntad de siempre.
Un beso enorme y gracias por los buenos deseos!
Uhm...El caso es que cada vez que entro sigues ahí, y que de vez en tanto -igual que el título de no sé qué canción (desde que blogueo no retengo toda la información que pasa delante de mis neuronas)- entro, escribo, recuerdo que un día me prometí y me propuse de nuevo por décima vez el compromiso de por vida al coste de una entrada diaria. Ja!! Si es que... no controlamos los imprevistos, los días en los que un accidente o un mal de estómago o el simple deseo de no mirar hacia dentro nos hace recaer en la falta: Hoy no he escrito. Y además, me siento culpable. Y por si fuera poco, tampoco entro a leer mis blogs-reconfortantes. Y no sigo, Oswaldo, que seguimos ahí y aquí, hasta quién sabe cómo, cuándo y por qué. A mi plin! Besotes intercontinentales :-))
Hola Laura! Da gusto saber que sigues allí. Tengo unos cuantos días alejado pero, como has dicho, son otras cosas que se atraviesan. El asunto es que seguimos aquí, con mucho gusto, más sabiendo que hay gente como tú siempre presente. Un abrazo y un beso grande!
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