La lectura y la escritura
son dos actividades que el cerebro maneja de forma diferente. No implican lo
mismo. Sin embargo, y muy particular en el caso de la ficción literaria,
mientras más cosas interesantes lees, más se activa algo dentro de ti que te
impulsa hacia el hábito de la escritura. Unas veces te empiezas a creer capaz
de escribir algo mejor de lo que le has leído a un autor consagrado; en otras,
la lectura te impulsa a tratar de describir situaciones similares a las que has
leído, vistas desde otro ángulo, tal vez de otra índole. Después de todo, el
hecho es que al final terminas escribiendo.
Al principio todo lo que
dejas plasmado queda confinado a la categoría del texto simple. Texto con el que
no quedas conforme cuando lo relees. Te planteas hacerlo mejor la siguiente
vez. Y así empieza el gusanito de la escritura. Así empiezas a caer en sus
redes.
Y llega el momento en que
tienes doce años en el plan. Que sueñas con ver tus escritos plasmados en un
libro que sostiene un lector desconocido. Que despiertas en ese lector
emociones indescriptibles.
Dicen los que saben que el
mejor profesor para la escritura es leer a los que escriben bien. Eso lo
comparto. Y también a los que están aprendiendo. Eso hago. Y a los que te
mueven con sus narraciones. Aprendo de unos y de otros. De los noveles, el
desenfado. De los grandes, la técnica.
De todos ellos intento
quedarme con algo, a la vez que creo mi propia mezcla y le doy un acento, un
estilo.
Hubo un tiempo en que
escribir en un blog era lo máximo. Venía mucha gente a dejar huella. Sin
embargo, recibía muy poca crítica. Había mucha gente en lo mismo. La fiebre se
mantuvo un tiempo hasta que llegaron otras formas de intercambiar en redes, más
novedosas e interesantes. Y con ellas se fue la mayoría. Y en este mar de la
escritura creativa quedamos muy pocos. Y, ahora sí, siguieron viniendo los que
se identifican con mi estilo. Con mi forma de tratar los temas. Se percibe más
lo que se siente cuando lee alguien un libro de tu autoría. Aunque nunca sepas
quién lo está leyendo ni qué emociones le estás causando. Quizás los que están
en la cumbre perciban algo del buzz.
Los que ganan los premios y asisten a ferias con frecuencia. Queda un camino
por recorrer. Y una experiencia mayor de lectura. Un aprendizaje. Una huella…
Hacia allá vamos.
Gracias miles a los que aún
vienen a leer.
*La fotografía es de Naky Soto en Octubre de 2007.