Experiencia es lo que me viene a la mente al observar estas ramas deshojadas por la temporada, que ayer no más estuvieron pobladas de hojas, quizás de flores, o de ambas, y de frutos, y que hoy no están, porque se han ido, para que otros vuelvan por los mismos lugares, alimentados por la misma savia, proveniente de las mismas raíces.
Experiencia, la que se gana con los años, a través de las decisiones, que se toman para bien o para mal. Bien sabemos que la vida no trae manual. Y que esto aplica para todos los casos; en la crianza de los hijos, en comenzar una nueva actividad; en el caminar sin rumbo y llegar a una encrucijada de caminos, en encontrar el amor, muchas veces cuando pensamos que no lo encontraríamos, o que era algo inexistente.
A veces intentas trazar una ruta a seguir, y haces todo lo posible, y hasta lo imposible, para que esa sea tu ruta, pero entonces la vida te detiene, y te saca del camino, porque hay cosas que quizás no has aprendido, o no has asimilado, o debes sumergirte en ellas, o no has vivido, o es la ruta equivocada simplemente, y así no puedes seguir.
Al principio no te lo explicas, y si no eres fuerte de espíritu hasta percibas un poco de frustración, inconformidad, desasosiego, irritación, y puede que hasta te sientas hacer el ridículo, imagínate, el ridículo que tanto criticaste en otros, llama a tu puerta. Pero existe un amigo, o enemigo (según como lo veas), que siempre está allí, como tu sombra que te sigue a todas partes: es el tiempo, que se encarga de decirte que algo te faltaba por aprender, por vivir, por percibir, por experimentar.
Es claro que en esos momentos, por aquello del libre albedrío, podemos elegir continuar en la misma senda en que veníamos, no aceptar los cambios, mantenerse en lo conocido a rajatabla, como un pez en el acuario, que da vueltas y vueltas, voluntaria e involuntariamente, siempre por los mismos lugares, los mismos recovecos, las mismas piedras mohosas, las algas artificiales, la misma hilera de burbujas, las mismas visiones y sensaciones hasta morir.
El cambio es necesario para madurar en la vida. Y está siempre allí, acechando, atacando, volteándonos la papeleta, lanzándonos tierra en los ojos si es posible, para que sepamos que está allí, y que desea que lo tomemos en cuenta.
Es allí, en el momento de las decisiones, donde miramos al cielo en búsqueda del consabido manual, que sabemos que no existe, de una guía para que nuestra decisión sea la mejor para nosotros y los que nos rodean. Es allí donde tomamos conciencia de la existencia de una energía que rige el Universo, que unos llamamos Dios, otros Alá, otros Buda, y algunos simplemente la fuerza superior que rige y guía el Universo.
Puede interpretarse de muchas formas, adaptarse a muchas creencias, pero en la Oración de la Serenidad, escrita por el teólogo norteamericano Reinhold Niebuhr, evidentemente hay un mensaje para quien desee captarlo…
Dios, concédeme la serenidad
para aceptar las cosas que no puedo cambiar,
el valor para cambiar las cosas que puedo cambiar
y la sabiduría para conocer la diferencia.
Viviendo un día a la vez,
disfrutando un momento a la vez;
aceptando las adversidades como un camino hacia la paz;
tomando, como lo hizo Dios, este mundo pecador
tal y como es, y no como me gustaría que fuera;
creyendo que El hará que todas las cosas estén bien
si yo me entrego a Su voluntad;
de modo que pueda ser razonablemente feliz en esta vida
e increíblemente feliz con El en la siguiente.
Amen
Es una oración preciosa, que puedo leerla desde el punto de vista cristiano como también desde el budismo Zen, percibiendo el mismo mensaje.
Siendo así, termino esta divagación filosófica con las sabias palabras del Maestro Daigu Ryokan: “libre de ataduras, como una bruma arrastrada por el aire, me dejo llevar hasta donde me quiera llevar el viento”.
Los quiero mucho a todos ustedes y les agradezco mucho el hecho de venir a esta bitácora a esparcir su buena vibra. Aquí se les recibe de brazos abiertos y se les invita a una infusión de cáscara de mandarinas, o un te, o un café, como prefieran. Esta es su casa…