Van 6 meses que no escribo nada en
esta bitácora. Solamente leer literatura y trabajar en un proyecto a futuro,
porque todavía sigo pensando en proyectos, cosas que quiero hacer en mi
profesión antes de colgar los guantes, cosas que quiero hacer con la
literatura, para lo cual me aconsejan Salvador Fleján y Carlos Sandoval que no
debo dejar la lectura por nada del mundo.
Y bueno, no la he dejado. La
literatura técnica me ha quitado tiempo ficcional. Aprender cosas nuevas es más
difícil conforme van pasando los años. Se nota que el esfuerzo es mayor, quizás
hay menos neuronas o quién sabe qué.
Trabajo mi cerebro para que no se
amodorre. Aprendo idiomas, mejor dicho, insisto en aprender cosas nuevas de
idiomas que ya manejo. Y esas cosas nuevas me devuelven la actividad perdida,
la versatilidad, la resiliencia mental. Hay que mantenerse haciendo gimnasia
mental, todo el tiempo, porque no es fácil recuperar la actividad de un cerebro
que ya se acostumbra a no hacer nada. Cuesta mucho prenderlo, y no digamos
echarlo a andar…
Trabajo con ahínco en mis planes.
Diagramo mis pasos a seguir, programo actividades. Pero claro, estando en casa
se hace un poco cuesta arriba, bien porque la nevera está cerca, bien porque la
cama también lo está. Y también estoy solo. No tengo ahorita a nadie que me
diga “esto está bien”, “esto está mal”, “está mejor así”, y bueno, si quiero
dormir, duermo, si quiero salir a ejercitar lo hago, si quiero leer todo el día
también está bien. También hago algunas actividades que me generan un poco de
ingresos y que no me quitan tanto tiempo. Trabajo de transporte a personas, doy
clases de cosas que sé, y preparar la logística de eso también consume tiempo,
pero no es tanto como cuando trabajaba en la oficina. En aquel momento sabía
cuando salía de la casa, pero nunca la hora en que regresaba. Ya esos tiempos
pasaron, por lo menos en este país donde aún vivo. La empresa ya no existe, la
cerraron. Y así otras por el estilo donde pude haber recalado. La actividad donde
me desenvolvía profesionalmente, petróleo y gas, ya en sí misma no es
actividad. La industria trabaja a niveles mínimos históricos, y las empresas de
servicios, que eran muchas, motivadas por la demanda, ahora pasaron a ser muy
pocas y con otro tipo de actividades. Lo que era ya no es.
Dicho esto, mis días transcurren como
en un retiro. Ya no hay la prisa diaria, ya no hay el correr, la entrega, la
firma, ya no. Ahora hay paz, tiempo para repensar el futuro, o por lo menos
para esquematizarlo. Ya sabemos que no siempre pasa lo que se piensa. La vida
te va moldeando, y en el principio eres masa, y luego serás pizza o arepa o
torta, de acuerdo a los ingredientes y la preparación.
Una nueva etapa está por comenzar. Y
estoy expectante. “Algo bueno tiene que pasar” (Yordano’s dixit).