¿quién te decía cómo manejar?"
Mi hijo Andrés tiene una afición por las comiquitas (dibujos animados) que no ha cambiado ni siquiera por tener doce años. Es tal y les presta tanta atención que muchas veces me he puesto a examinar el porqué de tanto apego. Y me llama la atención el gusto hacia las tiras de niños que piensan como niños, que también me atraían a mi cuando tenía su misma edad.
Una de sus primeras favoritas, cuando era más pequeño, era Rugrats. Nunca he podido soportar el tono estridente de las voces de los protagonistas de la tira en cuestión. A veces llegaba al extremo de desesperarme y pedirle que cambiara de canal, en contra de su voluntad.
El (Andrés) lo hace sin desesperarse, e intenta convencerme de que las comiquitas no son veneno, que tienen buenos mensajes para los jóvenes, y créanme que en oportunidades lo ha logrado. Como cuando me invitó a que lo acompañara a ver Doug.
Doug es un muchacho que estudia en una escuela primaria, y vive las aventuras propias de un niño en edad escolar, tiene un “mejor amigo” y una mujer con la cual sueña por las noches, llamada Patti Mayonnaise. Demás está decir que terminé quedándome pegado a Doug por mucho tiempo.
Una de sus primeras favoritas, cuando era más pequeño, era Rugrats. Nunca he podido soportar el tono estridente de las voces de los protagonistas de la tira en cuestión. A veces llegaba al extremo de desesperarme y pedirle que cambiara de canal, en contra de su voluntad.
El (Andrés) lo hace sin desesperarse, e intenta convencerme de que las comiquitas no son veneno, que tienen buenos mensajes para los jóvenes, y créanme que en oportunidades lo ha logrado. Como cuando me invitó a que lo acompañara a ver Doug.
Doug es un muchacho que estudia en una escuela primaria, y vive las aventuras propias de un niño en edad escolar, tiene un “mejor amigo” y una mujer con la cual sueña por las noches, llamada Patti Mayonnaise. Demás está decir que terminé quedándome pegado a Doug por mucho tiempo.
Luego me conquistó con Arnold, el niño con cabeza de balón de fútbol americano (Oye Arnold), otro pre-adolescente que vive aventuras propias de la edad y donde también se realzan los valores como la amistad, el amor, el compañerismo y la tolerancia. Me gustó muchísimo también.
Cuando era pequeño, al principio me gustaban mucho las comiquitas de superhéroes, como Batman, Superman, Spiderman, Johnny Quest, El Fantasma y Mandrake El Mago. Luego de superar este furor por los superhéroes de moda, empecé a interesarme por lo que yo llamo comiquitas inteligentes.
Cuando era pequeño, al principio me gustaban mucho las comiquitas de superhéroes, como Batman, Superman, Spiderman, Johnny Quest, El Fantasma y Mandrake El Mago. Luego de superar este furor por los superhéroes de moda, empecé a interesarme por lo que yo llamo comiquitas inteligentes.
Y no me refiero a tiras como Mafalda, de Quino, con quien nunca he estado de acuerdo porque la considero una niña que piensa como adulto, y en mi parecer los niños deben pensar como niños y vivir esa etapa de la vida plenamente.
Por eso mi favorito pasó a ser “Daniel El Travieso” (Dennis The Menace), un niño que me divertía muchísimo, y a quien seguía de domingo a domingo en el periódico que papá compraba. De Daniel me encantaba su manera de pensar como niño, de resolver sus problemas como niño, y de reclamarle a sus padres cualquier diferencia como bien lo haría un niño de 5 años, que es la edad que se le atribuye. Hank Ketcham, su dibujante, demostraba para mi un gran talento al poder expresar a través del personaje, la forma de pensar y el accionar propio de un niño de su edad. Me entretenía muchísimo con las peleas y molestias que causaba al siempre malhumorado abuelo George (el señor Wilson), su vecino, y el cariño que, muy pero muy en el fondo, este último sentía por Daniel, el amor y calidez que le daba la abuela Martha, esposa de George, quien siempre lo obsequiaba con su delicioso y favorito pastel de manzana, y la rivalidad que mantenía con la sabelotodo de Margarita.
Por mucho, Daniel El Travieso sigue siendo mi favorita de todos los tiempos, por su ingenuidad, su dulzura, su disposición a ayudar en cosas que no eran propias de su edad, lo que conducía muchas veces al desastre. Si quieren recordar las imágenes, pueden verlas aquí.
Por eso mi favorito pasó a ser “Daniel El Travieso” (Dennis The Menace), un niño que me divertía muchísimo, y a quien seguía de domingo a domingo en el periódico que papá compraba. De Daniel me encantaba su manera de pensar como niño, de resolver sus problemas como niño, y de reclamarle a sus padres cualquier diferencia como bien lo haría un niño de 5 años, que es la edad que se le atribuye. Hank Ketcham, su dibujante, demostraba para mi un gran talento al poder expresar a través del personaje, la forma de pensar y el accionar propio de un niño de su edad. Me entretenía muchísimo con las peleas y molestias que causaba al siempre malhumorado abuelo George (el señor Wilson), su vecino, y el cariño que, muy pero muy en el fondo, este último sentía por Daniel, el amor y calidez que le daba la abuela Martha, esposa de George, quien siempre lo obsequiaba con su delicioso y favorito pastel de manzana, y la rivalidad que mantenía con la sabelotodo de Margarita.
Por mucho, Daniel El Travieso sigue siendo mi favorita de todos los tiempos, por su ingenuidad, su dulzura, su disposición a ayudar en cosas que no eran propias de su edad, lo que conducía muchas veces al desastre. Si quieren recordar las imágenes, pueden verlas aquí.
Por mucho que maduremos, siempre seguimos siendo niños, eso es algo que nunca desaparece de nuestro corazón.