Tiempo ya sin
escribir algo en mi bitácora querida. Han pasado tantas cosas desde la última
vez que escribí, hace cinco meses.
Entre otras
cosas, emigré definitivamente el 13 de septiembre. Ya no vivo en Caracas, mi
ciudad natal. Ya no puedo ver el Ávila desde mi ventana. Lo extraño,
sinceramente. Mi periplo fue de Caracas a Estambul, porque no hay vuelos
directos a Madrid, a donde llegué el día 15. Yo no conocía nada de Europa.
Todos mis viajes anteriores fueron a países de América: Panamá, Colombia, México,
Estados Unidos y Canadá.
Mi hija me
recibió en Madrid, donde vive. Como llegué en la mañana, tuvimos tiempo de
pasear por el centro de una ciudad que me cautivó de inmediato. Preciosa es el
calificativo que le doy. En la noche fuimos a una cena de bienvenida en un
restaurant italiano. Enamorado quedé de esta urbe. Al día siguiente debía
partir hacia Sevilla, donde esperaba mi esposa, y donde voy a vivir desde
ahora. Hay ciudades bonitas en el mundo, y Sevilla. Qué extraordinaria belleza.
Aún no me creo que vivo aquí. Ya pasaron tres meses. Estudio un Máster en la
Universidad, donde he coincidido con mucha gente de Latinoamérica, que también
está cautivada por la ciudad, su gente, su comida, todo. Estamos como en una
nube. Pasamos más de dos años separados como pareja, entre asignaciones de
trabajo y la pandemia que cerró fronteras.
España me
sorprende todos los días. Es un país de primer mundo. Muy bien organizado, con sus
bemoles y sostenidos. Sorprende saber que aquí se habla un español muy distinto
al de Venezuela. Cada palabra puede que tenga un significado distinto. Me ha
tocado aprender. Sorprende saber lo preparado que está el país en materia de
turismo, una de sus principales actividades. Sorprende saber que mis profesores
en la Universidad son gente muy preparada de los cuales he podido descubrir
tantas cosas. Sorprenden los cambios de clima estacionales. Sorprende la forma
de llevar la vida, de manera tranquila y ordenada. Me ha gustado mucho y si es
verdad aquello de que la primera impresión es la que queda, entonces he quedado
enamorado de este país que tan poco tiempo que llevo conociendo.
Paso los días
estudiando mucho, adaptándome de nuevo a un ritmo de estudio. Mis compañeros de
clase tienen el promedio la mitad de mi edad, y se asombran de mi insistencia
en estudiar, que es algo que siempre me ha gustado. No me ha quedado mucho
tiempo para mi pasatiempo favorito, que es la literatura. Espero retomar el
paso, a medida que me vaya adaptando al ritmo de las cosas que estoy haciendo y
que tengo planes de hacer. Dan ganas de hacer muchas cosas, profesionalmente
hablando. Vamos primero con el Máster y luego vamos modelando el plan.
Por aquí
siempre estaré para contar la aventura. Espero que me vaya bien. Le estoy
poniendo ganas. Los abrazo, a ustedes, los que siempre vienen a leer a pesar del
tiempo de ausencia. Soy de ustedes.