Fue
un día de septiembre de 2005 cuando comencé a narrar. Ya tenía muchas cosas
escritas en papeles que se había llevado el viento. Había poemas que me daría
vergüenza publicar. Poemas de los primeros amores. De los primeros viajes a las
playas y lo que pasaba en ellos. Muchísimas reflexiones de adolescencia.
Empecé
a escribir breve en el “Espacio del Lector” de la BBC. Y el gusanito de la
escritura digital fue creciendo.
En
mi bitácora, que empezó con timidez, he dejado mi vida entera, a veces en tono
real, a veces metafórico, a veces con otros protagonistas, a veces siendo
testigo, a veces escuchando historias de los demás.
Ha
sido una experiencia increíble, de catarsis, de servir de consuelo a otros que
han vivido cosas similares, de compartir, y hasta de hacer amistades.
He
sabido de gente que viene a leer y no comparte. Se basta con la sola lectura y
se va sin dejar rastro. He encontrado personas en ambientes más ligados a la
profesión que me han confesado que leían mis escritos durante las pausas de
estudio en la Universidad, porque mis escritos les permitían relajarse. Me he
topado con gente que me conoce, y al indagar, resulta que ese conocer fue a
través de las páginas plasmadas en este blog. Y si, eso también es darse a
conocer.
Hoy
estoy fuera de mi entorno familiar, de mi país, y una de las cosas que hago
para calmarme, para sentirme acompañado, es leer mis posts de tiempo atrás, los
comentarios de gente de la que ya no he vuelto a saber, y de gente que sigue
estando y cuya vida también ha dado vueltas.
En
ese lapso, desde 2005, he aprendido también a escribir mejor. He seguido
talleres de escritura creativa y he leído muchísima literatura de ficción, que
es mi favorita. Autores nuevos y clásicos me han enseñado. Con algunos me he identificado
en su narrativa, y tengo su huella en cada escrito, en cada relato. Ellos
llegan a tu vida para no abandonarte jamás. Y si, sientes que los conoces, que
son parte de tu vida, aunque no se lo hayan propuesto, ni ellos ni tú.
Por
eso entiendo a las personas que me leen y dicen que me conocen, que les soy
familiar, porque me pasa lo mismo con algunos autores.
Si
bien los cambios en mi vida han hecho que escriba un poco menos que antes,
sobre todo el tener que irme de mi país, el gusanito de la escritura sigue
vivo. Me sigue cautivando, así como también el de la lectura. Van de la mano.
No me abandonan, y no los abandono.
Esperen
mucho más en esta Bitácora donde se les quiere y se les recibe con mucho
cariño. Prometo venir más a menudo a dejar mis vivencias, y las de otros con mi
narrativa. La vida sigue. Los quiero mucho.