Thursday, August 23, 2012

El mundo de Juan Carlos Onetti



Juan Carlos Onetti fue un escritor uruguayo nacido en 1909 y fallecido en 1994.

Descubrí a Onetti mediante la lectura de un maravilloso ensayo escrito por el Premio Nobel Mario Vargas Llosa, titulado “El viaje a la ficción: el mundo de Juan Carlos Onetti” (Alfaguara, 2008).

En ese libro, Vargas Llosa nos muestra la intensa e interesante personalidad de Onetti a través de un paseo por sus obras narrativas, entre las cuales sobresale “El Astillero”, “Juntacadáveres”, “El pozo” y “La vida breve”.

Vargas Llosa define la ficción en su ensayo como “esa otra realidad inventada por el ser humano a partir de su experiencia de lo vivido, y amasada con la levadura de sus deseos insatisfechos y su imaginación”.

La ficción en Onetti es la propia vida, tanto que más de uno ha estado escudriñando en Uruguay para ver si encuentra, aunque sea con otro nombre, el ficticio pueblo de Santa María, donde Onetti ambienta algunas de sus novelas como “El Astillero” y “La vida breve”.

Onetti le aseguró a un amigo escritor que inventó Santa María luego de un viaje que hizo a la provincia argentina de Entre Ríos, donde “tuve una sensación de felicidad. Sólo fui una vez, ni un día completo y en pleno verano. Pero aún recuerdo el aire, los árboles frente al hotel, la placidez con que se desplazaba y abordó la balsa, así como la sencillez de los habitantes, que no tienen nada que ver con los porteños”.

Después de leer con fruición la obra de Vargas Llosa sobre Onetti en 2010, quedó en mí impregnado el gusanito de la curiosidad por leer sus novelas y cuentos, cosa que no había hecho hasta este año de 2012, cuando por fin empecé con “El pozo” (Punto de Lectura, 2007). Fue grande la felicidad de conocerlo a través de ésta, su primera novela (1939). La curiosidad se hizo aún mayor, y no tardé en encontrar “El Astillero” (1961), quizás la más deseada, luego de haber leído el ensayo de Vargas Llosa.

“El Astillero” (Punto de Lectura, 2007) es una novela maravillosa. Conocí a través de ella el famoso pueblo de Santa María, y a personajes tan enigmáticos como Larsen, alias “Juntacadáveres”. Las razones de ese alias están quizás reveladas en “La vida breve” o “Juntacadáveres”, pero no me pienso adelantar al misterio.

La prosa de Onetti enamora al que le gusta la narrativa. Es fina, precisa, rica en imágenes. Los personajes de Onetti son sacados de la vida misma, con su carga de miserias y de virtudes. Son personajes que terminas viendo muchos días después de haber terminado la lectura, pues se quedan en tu mente y revolotean a diario, hasta hacer que vuelvas a leer extractos de la novela en los que tal vez descubras facetas que a la primera pasaron inadvertidas.

El sábado pasado fui a conocer una nueva librería (nueva para mí). Se llama “Sopa de Letras” y está ubicada en terrenos de una hacienda antigua llamada “La Trinidad”, aquí en Caracas. Además de disfrutar las imágenes retro de la casa de la Hacienda y descubrir lo que había en la “Sopa”, encontré sobre una mesa unos libros usados, ofrecidos en remate, apilados. Entre ellos pude rescatar, a un módico precio, la “Antología del Cuento Triste” de Augusto Monterroso y Bárbara Jacobs (Suma de Letras, 2004). Dentro del libro encontré un cuento de Onetti titulado “Un sueño realizado” (1951). Mi admiración por el autor creció exponencialmente por la maestría de este cuento.

Ahora espero por “La Vida Breve” para seguir disfrutando la dura y hermosa prosa de este gran maestro de la narrativa, que es Onetti. Los invito a descubrirlo.

Monday, August 13, 2012

Isla de Margarita, parte de mi mundo. Tercera Parte


"Yo tengo un mundo mío, y voy a compartirlo con alguien como yo, sueños de amor y fantasía serán las normas mías para regir mi vida, mi mundo es complicado, difícil de explorarlo, difícil de vivir, pero es mio, es el mundo mío, lleno de triunfos y fracasos, virtudes y pecados, y en él no cabes tú".

He vuelto a Margarita, mi mundo, luego de dos años de sequia, es decir, dos años sin visitarla.




La encuentro bella, como siempre, y me vienen a la mente mis posts del 2006 y del 2010.

Como siempre, me he recluido en las playas del norte de la isla, que son las que más me gustan, con el mar azul turquesa hermosísimo.




La isla vive un auge a nivel de bienes raíces, que se nota mucho en zonas como Pampatar, con lujosos condominios de hermosa arquitectura combinada con unas vistas espectaculares de las riberas del Mar Caribe.




Al mismo tiempo pude notar una reducción en el número de turistas que visitan las playas del norte de la isla. Indagando por aquí y por allá supe que en parte se debe al incremento de la criminalidad en los últimos años, manifestado en asaltos con uso de violencia hacia los turistas.




Yo mismo estuve a punto de ser víctima de los vándalos que la azotan. Gracias a Dios pude evitarlo pero no siempre se tiene la suerte de poder evadir los asaltos.




Yo estoy seguro que mi isla bonita no merece ese trato y exijo a las autoridades gubernamentales que pongan a la seguridad como máxima prioridad en sus políticas.



No hay una isla más bella en el Caribe pero la gente quiere sentirse segura al 100% y para ello hay que hacer un gran esfuerzo que permita recuperar la confianza de la gente que la visita.



"Mío, yo tengo un mundo mío, de grandes desafíos, de eterna evolución. Raro, inmensamente humano, de paz y sobresaltos, extraño pero mío, mi mundo es complicado, difícil de explorarlo, difícil de vivir. Me recibe ese mundo mío… "



Volveré a ti mi isla bella, lloraré por ti, brindaré por ti y haré todo lo posible porque recibas el trato que mereces, tú que eres tan preciosa, tan generosa y que guardas en tu seno la imagen de la Virgen del Valle. 

Buscaré con mi lente y mostraré la belleza de tus paisajes únicos y hablaré maravillas de la calidez de tu gente. Eres parte de mi mundo, y es para siempre.

Thursday, August 02, 2012

Andrés




Sorprende el paso del tiempo. Lo rápido que ocurre todo. Tenía la costumbre de llevar a mi hijo a la escuela, para lo cual caminábamos cuatro cuadras cada mañana.

En esas cuadras, tomados de la mano, hablábamos de cosas personales, yo respondía la curiosidad infantil de mi hijo por todo, saludábamos a otros padres y madres que, con el mismo propósito, llevaban a otros niños de la mano y disfrutábamos de la humedad que, en las mejillas provocaba el rocío de la mañana.

Cuando, luego de dejarlo en la escuela, devolvía el camino hasta mi casa, era un hombre feliz de vivir esa experiencia diaria, que no cambiaría por nada del mundo.

El tiempo siguió su curso y el niño fue creciendo y haciéndose un hombrecito. Hasta que llegó el día en que me dijo que podía y quería irse solo, que a sus amigos, como muestra de madurez y confianza, sus padres los dejaban ir solos a la escuela. Y tuve que prescindir de esos momentos diarios que me hacían sentir tanta alegría.

Tuve que admitir que el niño ya era grande, que había crecido y madurado, y que, en verdad, podía irse solo.

Fue cambiando de aspecto, de altura, de tono de voz y yo sentía que no quería darme cuenta de que en efecto era así, que había crecido. Para mí siempre sería el niño que llevaba de la mano en la mañana.

Esta semana terminó la escuela secundaria, y en tres meses estará en las aulas universitarias que un día me recibieron a mí. Y sigo sin creerlo.

Me presentó a su novia. Lo vi recibir su diploma. Lo sentí abrazarme agradecido. Y lo que hice fue llorar en silencio. Llorar de alegría. Evocar sus primeros días en la escuela, que como tinta indeleble han quedado en mi corazón.

El niño ha crecido. Y cada mañana, cuando me despierto, sigo pensando en aquellos momentos cuando el frío rocío en las mejillas y el calor de su mano apretada con la mía, me hacían sentir que la vida es bella.

Mi hijo es un hombre, con sus criterios, con su propia forma de vivir y de pensar. Y me mata cuando lo veo hacer sus cosas como la gente grande, cuando con su fuerte voz me abraza y me dice: “Te amo papá”.