Mamá
se fue el 12 de noviembre. Es el acontecimiento más fuerte que he tenido que
enfrentar en la vida. Aún no lo asimilo. Me cuesta mucho pensar que ya no
vendrá más esa llamada a ver cómo estoy o si he comido.
Sus
últimos días estuvieron signados por la levedad. Muchas reminiscencias de sus
viejos tiempos. Volvió a nombrar a personajes que tenía años sin mencionar.
Situaciones de las que ya no nos acordábamos. Nos decía lo mucho que nos amaba.
Y nosotros le correspondíamos en el amor.
Cuesta
muchísimo asimilar la muerte de una madre. En principio busqué ayuda en amigos
y amigas que habían perdido a la suya. Pero fue peor el remedio. Todos se
pusieron a llorar, no importa cuanto tiempo había pasado. Vía twitter me enteré
de personas pasando por el mismo trance. Y las respuestas a sus tuits no
alentaban para nada. Es algo con lo que debes vivir para siempre. Una ausencia
que no se llena con nada.
Mamá
tuvo una vida plena. Pudo estudiar hasta sexto grado de Escuela Primaria. Vivió
en varias ciudades con su familia. Desde pequeña perdió a su madre y su padre
volvió a casarse. Mamá no se llevaba bien con su madrastra y decidió irse a
vivir con unas primas en Zulia. Una de esas primas, Petra, estuvo siempre
ligada a Mamá, hasta su muerte este mismo año. Mamá nunca lo supo. Decidimos
ocultarle la noticia, dada su enfermedad. Al final murió sin que le dijéramos.
Mamá
tuvo muchos hermanos y hermanas que murieron antes de ella. Era la
sobreviviente de la familia. Mi propio Abuelo murió hace muchísimos años y a mi
Abuela nunca llegué a conocerla en vida.
Tengo
recuerdos vivos de cuando fuimos a conocer a mi Abuelo en un sitio llamado Caño
Macareo, en el Delta del Río Orinoco. Vivía solo, en una casa sin divisiones
internas, con techo de paja. Abuelo llegó a ser en un momento el dueño de una
Hacienda de cacao, que luego perdió, quien sabe en qué circunstancias.
Uno
de los recuerdos más vivos de Mamá es el de su comida. Sus platos marcaron
huella indeleble en mi paladar. Y en el de muchos de mis amigos, que tuvieron
el privilegio de ser convidados a probar sus platos. Todos la recuerdan por eso
y por su don de gente. La torta negra de Navidad que hacía mi Mamá por estas
fechas tiene ribetes de leyenda. Los preparativos para hacerla comenzaban mucho
tiempo atrás, con el macerado en licor de las frutas,
Volver
a la casa y no encontrarla, no abrazarla, no escuchar sus millones de anécdotas
es una experiencia terrible. Es parte de mi duelo en estos días. Un vacío
enorme el que se siente.
Dios
bendiga tu alma, querida Madre, donde quiera que te encuentres. Yo te voy a
seguir amando lo que me resta de vida. Que puedas siempre descansar en paz.
2 comments:
Querido Oswaldo.
Lamento muchísimo que tengas que pasar por ese trance. Afortunadamente según comentas, tu mamá vivió una vida plena, culminó sus días teniendo el orgullo de saberse mamá de un buen hombre como vos. Yo he debido transitar la despedida de mi abuela, que era como mi madre, pero a diferencia de la tuya, la mía se fue con el corazón roto, y su proyecto familiar destrozado. El covid se llevó a mi suegra, un alma noble, que al igualque tu madre, se fue satisfecha, con la satisfacción de una vida bien vivida. Ha sido muy aleccionador este año. A pesar de las pérdidas, me siento agradecida, porque hicieron parte de mi vida y de mi historia, y sin duda, me dejan mucho para reflexionar y para incorporar en la mía. Te mando un fuertísimo abrazo y te deseo serenidad. Ojalá que cuando nos den el pasaporte al otro lado, también nos vayamos plenos, verdad?
Hola querida Susie. Mamá se fue tranquila y serena. A los que nos quedamos nos dejó un enorme vacío. Tenemos que aprender a vivir con esa ausencia.
Ya estamos en 2021. El mundo sigue girando, sin ella. Le pido paz y serenidad a Dios. Agradezco siempre tus visitas y tu buena vibra. Un beso grande.
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