Los
días pasan muy lentamente en una calma que nos remite al ojo del huracán.
Sabemos que todo alrededor se mueve vertiginosamente. Que todos los días pasan
cosas que marcan y que poco a poco le van dando forma a la situación del país.
Somos
parte en la medida de que lo que hagamos contribuya a cambiar el statu quo. No parece probable que
cualquier acción pueda cambiar la situación pero sí que se puede porque existen
las reacciones en cadena.
En
la medida que todos rememos en la misma dirección de bienestar, en esa medida
las cosas van a ir cambiando. Y lo noto en el ambiente. Hay situaciones negativas
que son muy difíciles de mantener por el mismo hecho de que son insostenibles
en el tiempo. Los que tienen la sartén agarrada por el mango te hacen ver que
están sólidos en sus posiciones pero los acontecimientos cambian y poco a poco
te dejan ver sus pies de barro. Todo muta, lenta e inexorablemente, pero muta.
La
señora va entrando a su condominio. Baja el vidrio para accionar el mecanismo
de apertura de la barrera. Salta un maleante armado desde la oscuridad y la
sorprende. “Dame el teléfono móvil” le indica en su jerga de calle. La dama, sorprendida, reacciona según su espíritu de guerrera: “¡No te lo voy a dar,
anda a trabajar!” (Esos momentos no dejan mucho tiempo para pensar y
reaccionamos casi exclusivamente con el instinto). El hampón desespera y se
ofusca antes de responder como solo él sabe hacerlo: “¡Este es mi trabajo, maldita!”,
seguido de un fogonazo y una detonación. Mata a la señora y desaparece en las
mismas sombras de donde había surgido. Luego lo que sigue: alguien grita, alerta,
se acercan a constatar. Y si. Lo que nos imaginamos. Lo que no debe pasar y
sigue pasando. Lo que nadie parece poder impedir.
Otra
escena. Autopista en hora pico. Calor. Desesperación por el tráfico. De repente
un conductor se detiene. Abre la puerta y sale a la calzada. Pienso que hay un
incendio en el motor por sus movimientos hacia la parte delantera del auto. Se agacha.
Cuando se levanta tiene una enorme iguana en sus brazos. Muy grande. Yo no me
hubiese atrevido a cargarla. Parece como recién salida de un Jurassic Park. Desde el borde de la
autopista la deja caer con suavidad en la margen del río. Yo aplaudo desde mi
carro. Muchos veían atónitos la escena. Hombres como éste son los que se
necesitan en este momento.
Dos
sucesos, dos reacciones, dos marcas, una negativa y otra positiva, sobre la
misma tierra.
Me
dicen que a pesar de convivir en el mismo pedazo de tierra no somos iguales. Y
si, es verdad, pero se puede convivir socialmente, con sus normas. No es difícil.
Está probado. Debemos seguir remando en la dirección correcta. Cada día van a
seguir pasando cosas que cambiarán la situación. ¿Lento? Sí, pero seguro.
*Imagen: vaticano en www.panoramio.com
*Imagen: vaticano en www.panoramio.com
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