En un día soleado como el de hoy, llama la atención que el gato esté sentado en su posición de siempre, en el jardín de la entrada.
No hay sombra que le cobije, y los rayos inclementes hacen brillar aún más su hermoso pelaje.
Sin embargo, estoico, permanece.
Pocos conocen la razón de su mirada, fija en el horizonte, como esperando que algo suceda.
Su ama y señora no aparece, y el parece intuirlo, a juzgar por su postura imperturbable en el jardín.
Karina, que así se llama, ha decidido probar suerte en el cine de Hollywood, y se ha marchado a Los Ángeles, con muy pocos recursos, buscando, de la mano de su agente, dar el salto definitivo a la fama.
De eso su gato nada entiende. Y aguarda pacientemente su retorno.
Un retorno que parece alargarse en el tiempo, en la misma medida que Karina le va tomando el gusto a su nuevo estilo de vida, que ahora transcurre entre castings, flashes, y la esperanza de, más temprano que tarde, recibir esa llamada que cambiará su destino.
Ayer llovió, y el gato se ha cobijado en la casa. Ha comido un poco, mucho menos de lo que acostumbra, y tan pronto el sol ha salido ha vuelto a su posición de siempre en el jardín, esperando.
Esos ojos rayados, a veces esmeralda y a veces grises, contemplan la nada en el infinito. A veces otea a lo lejos a una joven vestida con un vaporoso vestido, afina la vista, solo para darse cuenta de que no es Karina. Un leve movimiento de cabeza muestra su decepción, mientras la joven desaparece en el horizonte, caminando vigorosamente y haciendo que un transeúnte voltee a mirarla a la vez que le suelta unas palabras con cara de regocijo.
Mientras, a unos cuantos kilómetros de distancia, la rutina de su ama transcurre entre el gimnasio, un trabajo a medio tiempo en una floristería, y revisar el móvil a cada instante, estirando los labios al final, con cara de aburrimiento.
En algún rincón oscuro de su memoria han quedado congelados los recuerdos de su pasado reciente. Mientras, un poco más allá, en el jardín donde yace el gato que no hace mucho era uno con ella, las rosas ya no parecen ser las mismas.
2 comments:
Qué bonita historia! Un gato fiel a su ama. Dulce pero triste relato, como algunos momentos en la vida. Abrazo gordote.
Hola mi RosaMaría bella! Agridulce, como tantas cosas de la vida. Un beso enorme para tí!
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