Sunday, March 27, 2011

Paolo Giordano y la soledad...


Un físico de 29 años es el escritor del libro “La soledad de los números primos” (Salamandra, 2010). Paolo Giordano, Licenciado en Física Teórica, nos muestra sus excelentes dotes de escritor con este, su primer libro, extraordinario, recomendado sin reservas.

Yo pienso que en el fondo, mi naturaleza humana tiene algo de empatía melancólica, porque este tipo de libros me absorbe, me embute en su mundo, y lo vivo profundamente, haciendo de su lectura una experiencia trascendental. Lo mismo me pasó con otros libros como “Kitchen” de Banana Yoshimoto, “Firmín” de Sam Savage, los cuentos de Sergi Pámies en “Si te comes un limón sin hacer muecas” y “El curioso incidente del perro a medianoche” de Mark Haddon, por mencionar algunos.

Curiosamente, en este último, el tema de los números primos también está presente.

En el libro de Haddon, el personaje principal, Christopher Boone, puede recitar los números primos de memoria, hasta el 7.507 pero le cuesta un mundo relacionarse con otros seres humanos. El libro está escrito en capítulos signados con números primos, o sea que comienza en el 2, luego, 3, 5, 7, 11, 13, 17 y en sucesivo hasta el 233.

En el libro de Giordano, se ahonda aún más en las características de los números primos, y en una genialidad que a su vez sirve de núcleo y metáfora de la historia, se cuenta que existen los llamados “números primos gemelos”, pues entre ellos se interpone siempre un número par. Siendo así, los números tales como el 11 y el 13, el 17 y el 19, el 41 y el 43 están muy cercanos pero nunca llegarán a tocarse porque un número par se lo impide en forma de barrera invisible.

Giordano utiliza esta genial metáfora para ilustrar la historia de Alice y Mattia, cuyas vidas siempre estarán unidas pero sin poder tocarse. Dos episodios que transcurren en la infancia de cada uno los sumen en una inmensa soledad, y son sometidos, cada uno por su lado, al escarnio público, a un inmenso rechazo y a la crueldad social que va desde la infancia, pasando por la adolescencia y la edad adulta. Sin embargo existe una fuerte atracción entre ambos, que harán lo imposible por estar juntos porque se saben, se sienten complementarios, pero siempre aparecerán obstáculos que harán imposible esta unión. El tratamiento psicológico de los personajes que hizo Giordano es genial, único. La historia es maravillosa, y ha hecho que nuevamente, en vez de leer, haya vivido una gran experiencia. Así que vayan, corran a leerlo, que nunca lo olvidarán.

Saturday, March 26, 2011

Resiliencia

Según el diccionario de la Real Academia Española, resiliencia es la capacidad humana de asumir con flexibilidad situaciones límite y sobreponerse a ellas.

Esa es la demostración que en estos momentos está dando Japón como reacción ante la serie de eventos trágicos sucedidos este mismo mes.

Uno de mis amigos japoneses me respondió un correo electrónico diciéndome: “Señor Aiffil, no se preocupe por las imágenes que están saliendo al mundo actualmente sobre Japón. El país se recuperará sin titubear.”

Y yo nunca he tenido la menor duda. La naturaleza les ha dado con fuerza, e incluso los escapes radiactivos traerán problemas, pero la nación está unida y decidida a recuperarse y ocupar su sitial.

La reparación de la severamente dañada Gran Autopista de Kanto, en Naka, en apenas seis días (17 de marzo al 23 de marzo) es un signo de lo que los japoneses entienden como compromiso.

ANTES 
DESPUÉS


*Imágenes tomadas de http://www.autocosmos.cl/

Saturday, March 19, 2011

Topotepuy


Caminar por el jardín produce una sensación de tranquilidad espiritual indescriptible, una especie de gasolina corporal que necesitaba.


Veo la casa enorme con techo de paja, y si a este hecho le sumas la fría brisa del momento y la altura a la que me encuentro, me termino imaginando en otras latitudes.


Todo es verde alrededor, y tiene una vista impresionante de Caracas, que a esa altura luce como un gigante en hibernación.


Las bromelias están en todas partes. Son hermosas. Están en su ambiente natural. Me gustan mucho.


Mientras camino, observo las flores y la cantidad impresionante de colibríes y abejas. Las alas de los colibríes zumban y se mueven vertiginosamente. Al contacto con los rayos solares, su cuerpo muestra una gama de verdes y azules que no puedo describir con exactitud en medio de mi asombro.


Paseamos un poco por el bosque tropical húmedo, cuya atmósfera nos envuelve eliminando del todo los pocos ruidos ambientales y recreándonos con los propios, los siempre misteriosos ruidos del bosque. Arriba, el cielo está oculto por las copas de los árboles de gran altura, procurándonos la sombra y el frescor propios.


Al salir del bosque te reencuentras con los rayos de un sol bonito, que destaca con mayor brillo los colores de las flores y los múltiples verdes de las hojas.


No sé cuánto tiempo estuve en este maravilloso lugar porque allí, simplemente, el tiempo parece detenerse. Como no había mucha afluencia de visitantes nos han dejado estar más tiempo, sin presiones, a nuestro paso, qué delicia.


Y el tiempo, en su detención, te permite flotar mientras admiras la belleza de la naturaleza en pequeña escala. La vibra del lugar es única. Cuando sales te da la impresión de que fuiste al masajista y que te encuentras renovado. Eres otra persona. Los sentidos te lo agradecen enormemente. Las fotografías hablan por sí solas. Que las disfruten.


Es Topotepuy, en Caracas, increíblemente paradisíaco.


Saturday, March 12, 2011

Japón


Japón ocupa un lugar muy importante en mi formación espiritual. Es un privilegio haber estado en su suelo, compartiendo experiencias que han marcado mi vida para siempre.

La filosofía Zen es parte de mi; he estudiado su idioma, visitado sus templos y santuarios; he contemplado el monte Fuji en un día despejado de nubes; conversado e interactuado con sus gentiles habitantes, paseado por la mística ciudad de Kyoto, por la modernidad de Tokyo y contemplado las más hermosas vistas de la naturaleza en Nikko, Hakone, Nara, Kyoto, Tokyo, Yokohama y tantos otros lugares inolvidables.

Japón es un país que se ha quedado en mi corazón y al que le tengo un gran respeto, entre otras cosas por su gran cultura, espiritualidad y la gentileza de su pueblo. Por eso hoy elevo una plegaria al Supremo por todos mis amigos y hermanos japoneses ante la tragedia ocurrida recientemente. Un sismo de inimaginables proporciones ha sacudido el sagrado territorio nipón, dejando tras de sí muerte y desolación.

Estoy seguro que mí querido pueblo japonés saldrá con bien de esta prueba de la naturaleza. Hago votos por su recuperación y el restablecimiento de la normalidad.

En este momento de nostalgia y de amor, les dejo un hermoso poema:

En Suminoe

A la orilla llegan las olas

Pero de noche

Por el camino del sueño

¿Por qué no llegas tú?


Suminoe no / kishi ni yoru nami / yoru sae ya / yume no kayoiji / hitome yokuramu

Fujiwara no Toshiyuki

Poeta japonés



Sunday, March 06, 2011

El niño con el pijama de rayas

Acabo de terminar de leer esta obra del escritor irlandés John Boyne (Salamandra, 2008). Interesante desde todo punto de vista, es una historia narrada en primera persona por un niño llamado Bruno, quien funge de protagonista de una historia escenificada en la Alemania de la Segunda Guerra Mundial. Bruno, hijo de un oficial alemán ve con tristeza como su familia es enviada a un lugar conocido como Auchviz (sic), donde conocerá a Shmuel, un niño de su misma edad que se encontraba internado en el Campo de Concentración. Nadie nunca le dijo a Bruno que Auchviz era un campo de exterminio, pero él, con su mente de niño que lo explora todo, va descubriendo cosas que le van mostrando de qué va todo más allá de la cerca que le impide el acceso a la gente con “pijamas de rayas”.

No es la idea hacer un resumen del libro (de hecho, en la edición que poseo el editor se exime de hacerlo), pero es un libro que te llega muy profundo, que te hace abrir los ojos ante una historia real e impactante.

Es un niño el que nos guía hacia el interior de Auchviz (Campo de Concentración de Auschwitz-Birkenau) y lo que sucedía de uno y otro lado de la cerca. Los ojos de un niño, que no se pierden detalle, y la mente de un niño que se hace todas las preguntas posibles, muchas de las cuales no tenían respuesta adecuada de sus padres.

Admiro realmente la capacidad de algunos autores para expresarse y desenvolverse como niños, tal como lo hicieron Mark Haddon con Christopher Boone en “El Curioso Incidente del Perro a Medianoche” (Salamandra, 2007), Hank Ketcham en las tiras de “Daniel el Travieso” (Dennis the Menace) y Charles Schulz con Charlie Brown y sus amigos (Peanuts).

En este caso, el de Bruno, la historia, como me lo habían advertido, es muy triste y muy real al mismo tiempo. Y está allí para recordarnos que cosas como esa no deben volver a pasar jamás.

Wednesday, March 02, 2011

Aun en los momentos mas tranquilos...


Siendo un adolescente, en 1977, tuve la dicha de escuchar por primera vez, de la mano de un par de amigos de Barquisimeto, Ramón y José Vicente González, un álbum de un grupo de rock único en su estilo, y que dejaría honda huella en mi alma a través de sus hermosas canciones: “Even in the quietest moments”.

Se trata del grupo de rock Supertramp. Para ese entonces lo conformaban Roger Hodgson (voz y guitarra), Rick Davies (piano y voz), Dougie Thomson (bajo), John Anthony Helliwell (saxo tenor) y Bob Siebenberg (batería).

Sus canciones se hicieron himnos de vida para mí, y aún recuerdo vívidamente músicas y letras tales como “Give a Little bit”, “Babaji” , “Lover boy”, “From now on”, “Babaji”, “Downstream” y “Fool´s Overture”. En mi opinión personal, si existe un mejor álbum que ése es un secreto bien guardado.

Roger Hodgson se separó del grupo en 1983 dejando un gran vacío que nunca pudo ser llenado. Sin embargo, el (RH) continúa cantando en solitario y realiza unos conciertos que titula “Night of the Proms” donde incluye canciones legendarias del álbum antes mencionado, con acompañamiento de una orquesta sinfónica de 70 músicos y un coro de 50 personas. Les dejo una muestra de ese maravilloso trabajo. “Fool´s Overture”. ¡Díganme que no es preciosa!







Saturday, February 26, 2011

A Muammar...


Hola Muammar. Quizá nunca leas esto que ahora escribo. Quizá sí. Nunca se sabe. Es como guardar un mensaje en una botella y lanzarlo al mar. Siempre se tiene la certeza de que alguien lo leerá en algún momento. Y lo entenderá. Cuando se lanza la botella con el mensaje, se lanza acompañada del deseo de que alguien invisible, al cual va dirigido el mensaje, en algún momento lo tenga en sus manos. Ése es justamente mi propósito ahora. ¡Allí va! ¡Para ti Muammar!


He sabido de ti desde que era un niño. Ya eras el líder de tu pueblo. Bajo tus alas la nación vivió una transformación importante, en lo social, en lo económico, al menos eso dicen los libros de historia que he leído. El país monárquico se convirtió de tu mano en una revolución socialista, y el producto interno bruto se elevó como consecuencia de una mejor distribución entre la gente de la riqueza petrolera.


Una vez compré un libro, cuyo autor es Jeffrey Gitomer, llamado “El Pequeño Libro Verde Para Lograr Tu Objetivo”. Lo hice para conocer sus consejos acerca de cómo hablar, escribir, presentar, persuadir, influenciar y vender tus puntos de vista a otros. Mucho que decir de este interesante libro, pero no es lo que nos atañe ahora. Quedémonos tan sólo con lo del librito verde.


Mi hermana me vio un día leyéndolo, y me preguntó si también leía a Muammar.


No, –le dije– no es de Muammar, es de Jeffrey Gitomer.


El nombre nada le dijo, aunque eso es lo de menos ahora.

Ella lo examinó y luego de un rato me mostró una edición en español del “Libro Verde”, de Muammar Al-Gaddafi. En aquella oportunidad prometí leerlo. La verdad es que no sé si ahora tenga algún interés por hacerlo.


Porque Muammar, eso de dispararle a tu pueblo…allí sí que no te acompaño. Allí te digo que, con toda propiedad, has pecado. Lao-Tse dijo que gobernar es como freír un pececillo, que se arruina si se le revuelve demasiado. Y vaya que lo has arruinado todo Muammar. Sólo por aferrarte a un poder que has mantenido desde que yo tenía apenas siete años, y mira que ya bordeo los cincuenta. Es como que mucho, ¿no?


Te has hecho rico Muammar, y también tu familia y allegados. ¿Y qué hay de tu pueblo? ¿Se han hecho ricos también? No lo creo porque las protestas contra tu gobierno crecen de manera exponencial, como la espuma. No hay miedo a pesar de la brutal represión que ya no puedes ocultar al mundo.


No dispares a tu propio pueblo Muammar, respétale que ya no crea en ti, busca las razones, aunque lamento decirte que se te ha hecho tarde.


Lee, Muammar, sin importar que sea tarde, el Credo de John Rockefeller Jr. Allí hay muchas verdades. Hubiese sido bueno que las sopesaras antes de que decidieras hacer lo que estas haciendo…


Yo creo


Yo creo en el supremo valor del individuo y en su derecho a la vida, a la libertad, y a la búsqueda de la felicidad.

Yo creo que cada derecho implica una responsabilidad, cada oportunidad una obligación, cada posesión un deber.

Yo creo que la ley fue hecha para el hombre, y no el hombre para la ley; que el gobierno es el sirviente del pueblo y no su amo.

Yo creo en la dignidad del trabajo, sea éste con la mente o con las manos; que el mundo no le debe a ningún hombre la vida pero sí le debe a cada hombre la oportunidad de tener una forma de subsistencia.

Yo creo que el ahorro es esencial para una vida bien ordenada y que la economía es un requisito principal de una buena estructura financiera, sea ésta en el gobierno, en los negocios o en asuntos personales.

Yo creo que la verdad y la justicia son fundamentales para que un orden social perdure en el tiempo.

Yo creo en el sagrado valor de una promesa, que la palabra de un hombre debería ser tan buena como su credibilidad; que el carácter -y no la riqueza, o el poder, o la posición -es de supremo valor.

Yo creo que la prestación de un servicio útil es el deber común de la humanidad, y que sólo en el fuego purificador del sacrificio se encuentra la escoria del egoísmo consumido y la grandeza del espíritu humano hecho libre.

Yo creo en un Dios todo sabio y todo amoroso, llámese como se llame, y que los más grandes logros del individuo, su mayor felicidad, y su más amplia utilidad las encuentra viviendo en armonía con Su Voluntad.

Yo creo que el amor es la cosa más grande del mundo, y que él en sí mismo puede vencer al odio; que la justicia puede y de hecho triunfará sobre la fuerza.

*Imagen: OneStonedCrow.blogspot.com

Saturday, February 19, 2011

La niña es sabia...

Tantas cosas que decir y tan poco tiempo para convertirlas en palabras. Pero aquí estamos, sumergidos en un mar cada vez más vertiginoso. Muchas imágenes dando vueltas en mi mente, sugerentes, cada una en su estilo muy particular.

Tratando de darle forma a mis sueños, dentro de este carrusel que llamamos vida. Ahora mismo escucho una pieza de jazz, swing para más señas, donde armonizan un piano y un saxofón con el apoyo de una excelente sección rítmica. Provoca dejar de escribir y sentarse a escuchar, a degustar la obra que parece salir con toda espontaneidad desde los músicos y a través de sus instrumentos. Decido dejar la música de fondo a esta divagación, y sigo escribiendo.

Evoco las imágenes para escoger a cuál de ellas dedicarle mis palabras de esta hora. Siento que se asoman y al unísono gritan: “¡Yo!, ¡Yo!, ¡Yo!, ¡Yo!”. Claro, no todas gritan con la misma fuerza, ni pugnan con uniformidad por salir. Entre todas, hay una que al parecer es muy paciente, curiosamente no grita, y se muestra como una niña pequeña, digamos, Heidi, y solo me mira con una mezcla de inocencia y claridad al mismo tiempo.

Es un ser en formación, en crecimiento, que no se apura ni se duerme en el tiempo, que sabe que cada momento tiene su hora, y ésta, tarde o temprano, llegará.

Le doy preferencia sobre las demás (yo siempre, nunca cambio) y me inclino para escucharla, ignorando las otras voces. Muy serena, me dice cosas que irán sucediendo y surgiendo en mi vida y a las cuales debo hacer frente. Sé que lo que me dice es verdad, a la luz de los hechos recientes, e incluso he pensado y reflexionado sobre algunas de las cosas que me dice en voz baja, más bien susurrante. El terciopelo de su voz me va exponiendo las cosas que habrán de suceder. Y me gusta lo que dice. Le digo que estoy dispuesto. Que si quiero. Es mi vida. Mi nueva vida. Acaba de llegar.

Aunque algunas lágrimas han colaborado en pavimentar el camino que sigo, confieso que es tan bonito que a veces no me lo creo. Y ya no digo tanto “yo deseo…”, como ahora digo “yo quiero…”. Es evidente que algo está cambiando en mí, en mi entorno, en mi espacio vital, y es para bien. Y cuando busco alrededor, está esa niña allí, sonriente, serena, lista para recordarme que las cosas son así como las pienso, y me sigue diciendo otras cosas que escucho con mucha atención. Es bonito…

Sunday, February 13, 2011

En la plaza


Me aproximo lentamente a la plaza. A medida que voy entrando en su perímetro sigo sin darme cuenta de a quién se la han dedicado. Al andar unos pasos, ya dentro de ella, puedo notar que es en honor a Bolívar, sólo que está en busto y es muy pequeño. Hay muchos árboles que dan sombra y frescura a las sendas internas. Tres abuelos conversan en un banco, dos de ellos riendo a carcajadas, recordando alguna travesura de sus años mozos en el pueblo. Los observo de lejos, pasan los 70. Hay uno de ellos que no ríe. Cuando habla, en tono fuerte, bien por su sordera o para ser escuchado, se le nota su origen italiano en el acento. Y no ríe –elucubro –porque en el momento de las travesuras de sus amigos venezolanos, el estaba sumido en una guerra, con todo lo que ello trae consigo. 70 y tantos años después la risa sigue ausente.

Más allá está sentada una mujer joven, que pasa todo el tiempo alimentando a unas palomas que la rodean y hacen ruido. Las palomas parecen sumidas en una danza ritual, van hacia adelante, hacia atrás, luego dan vueltas en círculo, y de nuevo, hacia adelante y atrás. La danza se ve interrumpida solamente cuando ella introduce lentamente su mano en una bolsa amarilla que reposa a su lado y deja caer los granos de maíz, como lluvia de oro, sobre las palomas. Aletazos y picotazos van y vienen en la disputa por los granos de maíz. La joven lleva lentes de sol por lo que no puedo escrutar su mirada. Hasta pudiera ser que me esté mirando y se haya dado cuenta de mi intención de ubicar su mirada, de mis intentos de explorarla toda.

En el centro de la plaza hay unos niños, con uniformes escolares ya sucios, que juegan y corren alrededor del busto, sin prestar la mínima atención a éste, concentrados en su juego, como solo los niños saben hacerlo. Su universo paralelo, sin tiempo, lo copa todo, tanto como sus risas.

Sigo de largo hacia un banco en una esquina, lejos del busto. Desde allí puedo ver, tanto la plaza como lo que acontece en esa esquina del pueblo. Hay gente conversando en las puertas de los negocios; más atrás viene un grupo de turistas que caminan sin rumbo aparente, mirando a todos lados, y un heladero. El heladero es el más cercano a mí, y suena su campana para tratar de llamar la atención a los niños que juegan cerca del busto; esfuerzo inútil, pues éstos siguen y seguirán ajenos a todo lo que sucede alrededor.

Veo los niños y lo veo a él con su inútil campaneo. Parece haitiano. Le digo: “Bonjour Monsieur!” y sólo sonríe. Repito el saludo en voz más alta: “Bonjour Monsieur!!” y el sonríe de nuevo sin contestar, mirándome como si de un extraterrestre se tratase. Vuelvo a la carga: “Parlez-vous français?”. Y en medio de una sonrisa, que no discierno si es timidez o vergüenza, me responde con un gesto, moviendo la cabeza en círculos, negando. “Êtes-vous haitien?” –prosigo. El me mira sonriente y contesta susurrante: “Oui, oui”. “Aaaah –le digo –vous parlez creole?”. Y fue allí cuando realmente pude escuchar su voz: “Oui, oui!!”.

Hasta allí llegó nuestro intento de comunicación. Le indiqué por señas que no hablo creole (mi francés incluso es muy pobre). “Anglais?” –insistí vanamente. El mismo movimiento de cabeza como respuesta. Fin del intento de diálogo. El parece entenderlo y continúa con su campanear ´atrae-niños´ mientras yo comienzo a divagar en medio de la más sabrosa cotidianidad, en una plaza de un pueblo que aún permanece a salvo de la agitación y el desmadre que, a esta misma hora, se vive en la gran ciudad.

Saturday, February 12, 2011

Ojos que hablan...


Siempre recuerdo una frase que escuchaba mucho de adolescente, que decía “tus ojos son un poema”. Me ha encantado siempre pensar en la profundidad de la misma.

Esos ojos que dicen tantas cosas, esa mirada que sabe tan poco de mentir, y nos revela todo.

Muchas veces escuchas a la persona decir cosas que los ojos desmienten al instante, dejándola muy mal parada, a veces sin saberlo o sin darse cuenta.

Esta vez hablo de la mirada de Sharbat Gula, aquella niña afgana que fue fotografiada por Steve McCurry de National Geographic, cuando, a sus doce años, se encontraba refugiada en Pakistán, huyendo de la guerra en Afganistán, librada aquella vez contra el invasor ruso.

McCurry la buscó incansablemente hasta encontrarla de nuevo, con 30 años, en una remota aldea de Afganistán.

En su rostro se dibuja la huella de la tragedia que ha rodeado su vida. En esos hermosos ojos verdes se revela una vida que nunca fue ni será fácil, plagada de limitaciones, muertes de sus vecinos y familiares cercanos, huida, abandono, hambre y sed en largas caminatas, maternidad adolescente y abusos de toda índole.

Esos tristísimos ojos, verdes como el mar, que hablan, que gritan, que se ahogan, y que, por sobre todas las cosas, se quedan para siempre en lo más profundo de nuestro ser diciéndonos tantas cosas…

Thursday, February 10, 2011

As time goes by...


Aún más que la vista
de las hojas carmesí
volando a merced del viento,
en realidad es la vida
la que pasa efímera.

Oe no Chisato
(Poeta japonés)

Saturday, February 05, 2011

Fauna de librerías


Hay de todo en la viña lectora del Señor. Gente a la que le gusta la lectura como un bonito hábito, entre tantos que hay, y le saca provecho al asunto, y gente que simplemente no le gusta (no entiende, no comprende lo que lee, y un largo etcétera), pero es esnob, y lucha por confundirse con los del primer grupo que menciono.

Cuando voy a las librerías, a hojear uno que otro libro, me encuentro con gente que, a la calladita, conoce de literatura; y lo notas cuando le haces algún comentario o pregunta sobre alguna lectura reciente. Te enteras que aquel ciudadano, que antes permanecía muy callado mirando aquí y allá, se convierte en todo un erudito, conoce al autor, su estilo o sus cambios de estilo en el tiempo, sabe curiosas anécdotas de sus novelas y cuentos.

A veces simplemente han leído la misma obra que tú y le encuentran otros matices interesantes que tú mismo no notaste cuando leíste, o interpretan pasajes del libro de una manera distinta a la tuya pero perfectamente válida y que le dan otra visión a la trama.

Hay en esas mismas librerías, otra fauna, y es aquella de los fanfarrones que, sin preguntarles o sin abrir un diálogo, te ven tocar un libro y comienzan a comentar o pontificar, con cierta incontinencia, y no pocos gazapos, sobre la obra que ven en tus manos. En su perorata confunden nombres, nacionalidades y atributos del autor. ¿Te has encontrado con uno de ellos? Son fácilmente reconocibles. Sus propios movimientos los delatan.

¡Ah! Qué alegría es encontrarse con uno de los primeros, siempre tan silenciosos, tan curiosos, mirando aquí y allá, buscando alguna novedad. Cuando hablan, su labor no puede ser catalogada de otra cosa sino de pedagógica, y aprendes mucho de ellos, más cuando se identifican pasiones literarias comunes.

¡Oh! Qué difícil es, en cambio, soportar a los del segundo grupo. Cuando se disparan, no hay quien los detenga. La catarata verbal es incontenible, y en ella se mezclan hechos ciertos, fábula, falsedades, encuentros con el autor que nunca existieron, pero contados con lujo de detalles y anécdotas que más bien realzan al sujeto de marras por encima del autor famoso.

Asombra verlos dirigirse a la caja con una exagerada cantidad de volúmenes, con los cuales, antes, se han paseado por todos los pasillos, muy campantes, cual carroza en carnaval, con su torre de libros en las manos, en su afán de no pasar desapercibidos ante los presentes. ¡Nadie debe perderse el espectáculo!

Te surgen entonces muchas preguntas. ¿Qué hace con esos libros? ¿Leerá alguno? ¿Pasarán acaso a ser depósitos de polvo en alguna biblioteca? ¿Leerá los resúmenes en internet?

Triste destino el de esos libros, que pasan del anaquel de la librería, donde al menos eran hojeados por los clientes, a otro anaquel, mucho más frio y triste, donde su únicos acompañantes pasarán a ser los ácaros, las polillas y el polvo. Eso si no se les destina a otra función o utilidad, tal como, por decir algo, rellenar el espacio para evitar el bamboleo de una mesa mal construida.

Definitivamente, para los libros, el matrimonio con los lectores es una lotería.


*La fotografía es del maravilloso Fotolog "Mundo de Gea", http://www.alchata.es/

Sunday, January 30, 2011

Flor


Pasa el tiempo y en tu inmunidad

Azarosa viene un ave y posa sobre ti

Permaneces, dando vida, hecha sonrisas

Sin saber, sin proponértelo, transmites paz

Alrededor hay quienes buscan una rosa

Yo te busco a ti

Maravillosa

Porque siempre vienes y te asomas.

Cuando lo deseo, cuando haces falta

Sales de la rama, subes rauda

Y no sé de dónde viene tanto amor

Poco a poco, paso a paso voy sintiendo

El calor que en ti subyace y que me das

Sin pedirme nada a cambio

Mis palabras

Vuelcan sobre ti mil adjetivos

Que se quedan siempre cortos ante tu pureza

Con tus gotas de rocío, tu frescor y tu belleza

Tu presencia atrae luz y da color

Alegría, hermosura y lozanía

Símbolo de vida y armonía

Eres simplemente tú, mi flor

Thursday, January 27, 2011

Amor en tres tiempos


Navegando en internet me entero de la hermosa historia de amor entre Mark Kelly, astronauta de la NASA y Gabrielle Giffords, congresista baleada recientemente durante un atentado en Tucson, Arizona.



Gabrielle y Mark se conocieron en el año 2006 y se casaron al año siguiente.


Lo cumbre del caso es que ella vive en Tucson, Arizona y trabaja en Washington, DC mientras que el vive y trabaja en Houston, Texas, por lo que solo pueden verse los fines de semana.


Aún así se las han arreglado para mantener un amor como pocos, con una devoción tal que en el anillo de bodas que Mark le regaló a Gabrielle se lee una inscripción: “Tu eres lo más cercano que he estado del cielo”; siendo él un hombre que ha pasado gran parte de su vida tripulando vuelos espaciales, de lo cual se desprende que realmente ha estado más cerca del cielo que la mayoría de nosotros, se puede intuir lo que verdaderamente siente por Gabrielle.


Antes del infausto suceso de Arizona, ambos tenían tres semanas sin verse debido a las múltiples ocupaciones de Mark, quien tenía la misión de comandar el “Endeavour”, un transbordador espacial cuya próxima misión está pautada para abril del 2011.


Luego de los hechos acaecidos, Mark ha dejado abierta la posibilidad de renunciar a la misión para estar más tiempo con su esposa. Ella ha sido trasladada a un prestigioso centro médico de Houston para su recuperación, lo cual le viene como anillo al dedo a Mark, quien reside allí.


La recuperación ha sido milagrosa. Y la moraleja de la historia es que el amor, no importa la distancia ni el tiempo, se lleva en el corazón.


Fuente: www.univisionhouston.univision.com

Saturday, January 22, 2011

Fosforera


Los amigos siempre quieren compartir. Por eso me han invitado a un pequeño tour de cocina callejera, a probar una fosforera que catalogan de espectacular.

¿Cocina callejera? Si, de qué otra forma se puede conocer a un local ubicado en una especie de tráiler o caravana, estacionado a un lado de la acera, con un único banco de asiento, donde fácilmente se pueden acomodar unas siete personas, que son servidas desde un largo ventanal ubicado en el tráiler. Prácticamente estas sentado en parte de la acera, con transeúntes pasando a cada rato detrás de ti.

Obviando este “pequeño detalle”, vamos a lo del restaurante elegido para la ocasión, el cual quizá no responda a lo que todos nos imaginamos como un restaurante, pero que sí, es un local donde se expenden comidas y bebidas a una clientela.

Lo atienden tres mujeres originarias de la costa colombiana, de diferentes edades: una abuela, una adulta contemporánea y una muy joven, yo diría que adolescente, muy simpáticas las tres y con una chispa y picardía que les brota espontáneamente, especialmente con los clientes de sexo masculino. Entre miradas y una que otra frase de doble sentido que animan la concurrencia, se manejan con mucha pericia a la hora de servir los platos.

El hecho es que acepté, fui, y me comí una fosforera, mejor conocida como “la sopa que levanta todo”.

Si, ya se que muchos de los que están leyendo no saben a ciencia cierta en qué consiste la dichosa fosforera. En vez de ponerme a tratar de explicarlo en mis palabras, dejaré que sea la Chef Mercedes Oropeza quien lo haga, transcribiendo su receta publicada por la revista Estampas en noviembre de 2007:

"Como soy la reina de la fosforera te voy a dar la receta que yo preparo, que no es más que la suma de todas las cosas que he venido aprendiendo de los cocineros de la zona costera del país. Lo primero que hago es un gran sofrito criollo. Para ello, el secreto es sofreír primero lo blanco: el ajo, la cebolla, el cebollín y el ajoporro. Después, lo rojo: el ají, el pimentón y el tomate. A ese sofrito se le agrega todo lo del mar que debemos tener previamente picadito y sin concha y sin arenita de playa: camarón, calamar, vieiras, pepitonas, chipi chipis y guacucos. Se prepara, paralelamente, un buen fondo de pescado: si hay pargo barato, le pongo pargo, si no, mero. Después de que tiene un rato cocinándose, al sofrito se le agrega el fondo de pescado, se tapa la olla y se deja, aproximadamente, una hora sobre la hornilla. Cuando la sopa está en su punto le agrego limón y casabe. Destapo y estamos listos. Lo ideal es comprar todo fresco, lo cual es una gran ventaja para las poblaciones de la costa. En Caracas, para ello, podemos recurrir al mercado de Quinta Crespo. La llaman Fosforera por la cantidad de fósforo que tiene, que está concentrado, sobre todo, en el pescado. Eso sin mencionar el potasio que se desprende del jugo del tomate, el cual repone, efectivamente, las energías perdidas. Hay quien le agrega cilantro y picante, supuestamente, para aumentarle sus propiedades estimulantes, lo cual es producto de esa mitología urbana y del humor tan rico que nos caracteriza.
Los más osados pican un erizo de mar por la mitad y lo agregan a la olla, con la misma intención”.

Al final, te sirven, cortesía de la casa, un carajillo, un aperitivo que consiste en café con un agregado de licor de ponsigué (especie de cereza de clima tropical).

La aventura culinaria me encantó, principalmente porque los sentidos, el espíritu y el paladar te agradecen los estímulos que le has dado en la breve estadía, que incluyen la colorida y espectacular sopa de múltiples sabores del mar, la energía que transmite, las sonrisas, las miradas, el buen humor, las curvas corporales y la simpatía de las tres anfitrionas, y el carajillo por supuesto. Más no se puede pedir, y se agradece la invitación tan particular realizada por los amigos, que una vez más me demostraron que lo mejor se encuentra siempre en los detalles más sencillos de las cosas.

*La fotografía es de Carlos Guevara en http://www.flickr.com/

Saturday, January 15, 2011

Café Converse


Sentarse a conversar con una persona es la tarea más fácil que uno se puede imaginar. Conversas con el pescador en la orilla de la playa, con el camarero del bar de costumbre, con la persona que te encuentras casualmente en el ascensor, y tantos otros casos.



Tienes la libertad de conversar con quien prefieras y por lo general tiendes a hacerlo con quien más te agrada, con quien te escoge como interlocutor, con quien te busca para aprender algo y así por el estilo.


Pero sentarse a conversar con alguien que no ves a menudo y conoces muy poco, y que la conversación fluya como el agua río abajo es realmente un descubrimiento muy agradable.


Allí pasamos seis o más horas (igual sucedió unos meses atrás) y no parece que hubiesen transcurrido. Lo delata el camarero cuando pasa a tu lado recogiendo las propias mesas y las sillas, signo inequívoco del cierre inminente del establecimiento.


Con ella se puede conversar de cualquier tema, y tiene algo que decir. ¿De qué hablamos esta vez? Futbol, eminentemente. Ella sabe bastante, conoce de jugadores, de entrenadores, de clubes, de historia, todo se va mezclando mientras recorremos las ligas, las anécdotas de juegos memorables, las actuaciones de tal o cual jugador, de aquel país, de éste país. Su saber es enciclopédico.


De béisbol no gusta mucho de conversar, y aunque dice entenderlo, prefiere no hablar de un deporte del que poco domina y mucho menos escribe. Lo suyo es el futbol y el tenis. Ah, y escribir sobre temas cotidianos. No hay día que no deje de pasar a leer sus artículos. Qué bien lo hace con su estilo único.


Es una persona muy sencilla pero al mismo tiempo muy clara de lo que quiere en la vida.


Es ella. Única. Simplemente Mariale.

Saturday, January 08, 2011

De mis lecturas del 2010 y de cómo veo el 2011...



Y llegó el año 2011, así, de repente, unos fuegos artificiales hermosísimos llenaron el cielo de colores y destellos, y anunciaron su llegada como señal de un buen augurio, a pesar de los vientos en contra que soplan muchísimo en estos días.

Yo lo veo así, como la imagen del post, un año delicioso. ¿En qué me baso? No lo puedo explicar bien, pero es eso que algunos llaman sexto sentido, algo que no se puede ver bien y que a la vez no es invisible. Como cuando nos miran a la espalda y sabemos que atrás hay alguien que nos mira. Volteamos y en la mayoría de los casos podemos cotejarlo.

La clave para que nos vaya bien este año es hacer el bien a los demás. Pensar en ellos. Ponerse en su lugar. No ignorarlos. Si ubicarlos en el entorno (dónde debe estar y qué significa para mí esa persona). Apoyarlos en lo que podamos. Dejar que la energía del universo fluya alrededor. Ser justos. Amar muchísimo. Sonreír en la medida de lo posible. Besar, porque besar repotencia la energía vital, y si es con pasión, pues mucho mejor.

Mi deseo para el 2011 es que lean, lean muchísimo. Adéntrense en esos maravillosos universos paralelos.

El año pasado pude leer 28 libros, 8 más que en el 2009, pero con mi trabajo es difícil leer más narrativa porque la literatura técnica también consume tiempo y es necesario estar actualizado en conocimientos.

Disfruté un 80% de los libros que leí. Hubo algunos que me parecieron aburridos y uno que otro que no me gustó o no correspondió a mis expectativas, pero igual me gustó haberme extraviado en sus páginas y vivir esas otras realidades.

¿Cuál fue el que más me gustó? Nunca podré decidirme entre “Firmin” de Sam Savage (Seix Barral, 2009) y “El curioso incidente del perro a medianoche” de Mark Haddon (Salamandra, 2007).

¿La lista (de los que terminé de leer)?

“Mal de Escuela”. Daniel Pennac. Random House Mondadori, 2009.

“Firmin”. Sam Savage, Seix Barral, 2009.

“En la cima del mundo”. Norman Mailer. 451 Editores, 2009.

“El fin del mundo y un despiadado país de las maravillas”. Haruki Murakami. Tusquets, 2009.

“Carta de una desconocida”. Stephan Zweig. Acantilado, 2002.

“La maleta de mi padre”. Orhan Pamuk. Random House Mondadori, 2007.

“24 horas en la vida de una mujer”. Stephan Zweig. Acantilado, 2001.

“Arrancad las semillas, fusilad a los niños”. Kenzaburo Oe. Anagrama, 2002.

“Un grito de amor desde el centro del mundo”. Kyoichi Katayama. Alfaguara, 2008.

“Rain. What a paperboy learned about business”. Jeffrey J. Fox. Jossey Bass / Wiley, 2009.

“Ali Rap. Muhammad Ali, the first heavyweight champion of rap”. George Lois, editor. ESPN Books / Taschen, 2006.

“Perdón, imposible”. Guía para una puntuación más rica y consciente”. José Antonio Millán. RBA Libros, 2006.

“A ese infierno yo no vuelvo”. Patricia Clarembaux. Ediciones Punto Cero, 2009.

“Mientras escribo”. Stephen King. Plaza y Janés, 2001.

“Tsugumi”. Banana Yoshimoto. Tusquets, 2008.

“El clan Inugami”. Seishi Yokomizo. La factoría de ideas, 2008.

“El pasajero de Truman”. Francisco Suniaga. Random House Mondadori, 2010.

“Idéntico al ser humano”. Kobo Abe. Candaya, 2010.

“Paseador de perros”. Sergio Galarza. Candaya, 2009.

“¡Será mejor que lo cuentes! Los relatos como herramientas de comunicación”. Antonio Núñez. Urano, 2007.

“El curioso incidente del perro a medianoche”. Mark Haddon. Salamandra, 2007.

“De la lectura. Del arte de escribir”. Rafael Tomás Caldera. Vadell Hermanos, 2009.

“Margarita Infanta”. Francisco Suniaga. Random House Mondadori, 2010.

“De qué hablo cuando hablo de correr”. Haruki Murakami. Tusquets, 2010.

“Siddharta”. Herman Hesse. Edhasa, 2009.

“Viaje a la ficción. El mundo de Juan Carlos Onetti”. Mario Vargas Llosa. Alfaguara, 2008.

“Los orígenes del mundo. Mitología Japonesa”. Claude Helft y Karine Le Pabic. Blume, 2007.

“La isla bajo el mar”. Isabel Allende. Random House Mondadori, 2009.

Tuesday, December 28, 2010

Cuento Corto Cotidiano

¡Hola a todos! 2010 se acerca raudo a su final, y no puedo sino desearles lo mejor. Ojalá a todos nos de por ponernos creativos en el 2011, y que nuestra cosecha de frutos la podamos compartir.
Antes de irme les dejo un cuento corto titulado "La nena de la blusa verde". Ojalá les guste. Ya saben que los quiero mucho. ¡A los caballeros abrazos, y a las chicas baci, kisses, beijos, muxu bat, petóns, besos!




"La nena de la blusa verde"

La nena de blusa verde mira a todos lados, entre la multitud y no me encuentra. No se ha dado cuenta que estoy en el vagón atestado que acaba de detenerse frente al andén. No he podido avisarle que me metí, bueno, que me metieron va mejor. Veo con angustia que me busca en todas direcciones al mismo tiempo que suena la alarma de cierre de puertas. Intento salir sin lograrlo. La gente comprime más y dejo de verla, tras el hombro del grandullón que se atraviesa. El vagón sigue su marcha. Y yo como sardina en lata. Sin mi nena de la blusa verde.

En medio de todo pienso: “...la siguiente estación, ¡allá la esperaré! ¡Eso es!”. Me logro bajar. Y comienza mi espera en el andén atestado de la otra estación.

La gente empuja, se insultan, conatos de peleas van y vienen, muchísimo calor y agresividad en el ambiente. Y yo allí, en medio de todo eso, esperando un vagón que no termina de aparecer.

Escucho en los altavoces que hay retraso. Ya me imaginaba. Invadido por la angustia, siento que me empujan desde atrás. Me viro a reclamar. Un gigantón me observa directo a las pupilas, las manos empuñadas en la cintura, cara de poco o ningún amigo. A su lado, dos cómplices me miran con sonrisa burlona ¿o retadora? Sigo virando, fingiendo indiferencia, 360 grados, y vuelvo a mirar a los rieles. Atrás sigo escuchando las risas burlonas en el tumulto de voces.

Por fin la bocina del tren. La gente se arremolina en la demarcación de las entradas de vagón. No siguen un orden. Parece (¿es?) un enjambre a punto de atacar. Y pensar que justo allí viene la nena. Suena la alarma y abren las puertas. Comienza la bronca. Forcejeos. Insultos. Gritos femeninos. El caos. Por momentos no se sabe quién entra y quién sale. De la masa humana caen carteras, unas llaves y un teléfono móvil. Los pisan. La cartera cruje por dentro, las llaves chirrían, el móvil en pedazos que solo se mantienen unidos por la funda que los envuelve.

Veo una blusa verde que intenta salir en medio del forcejeo. En la mano empuña unas gafas de sol. ¿Será ella? No puedo verla. Me acerco a ayudar. La halo con fuerza. –¡Suéltame estúpido! –me grita a la vez que se suelta con furia. Me quedo de una pieza. No es ella. Intento disculparme pero no tuvo caso pues siguió su marcha, rauda y furiosa. En el ínterin se vuelve a escuchar la alarma de cierre de puertas y el vagón continúa su marcha.

Sigue llegando más gente, apretujándose unos a otros. Y yo allí, sin idea cierta de qué hacer. Sudo. Un mar de olores me envuelve. Aire caliente alrededor. Nada. Esperar.

Aparece otro tren. La misma historia. Gritos, empujones, alarma, puertas que abren, más empujones. Nadie sale. Algunos entran. Insultos. Alarma. Puertas que cierran y tren que sigue.

Ya no soporto estar más allí. Me viro e intento salir. Busco las escaleras hacia la calle. Sudado. Con una mezcla de olores ajenos, recién adquiridos, entre perfumes y sudores varios. Vejado. Humillado. Y sin la nena de la blusa verde.

Por fin salgo a la superficie. Aire fresco y frustración al mismo tiempo. ¿Dónde habrá quedado la nena? ¿Habrá pensado igual que yo? Quizá no pudo salir y tuvo que continuar en el vagón. Respiro profundo, cierro los ojos, me resigno y camino. Me tocan levemente por detrás. Volteo con susto, pensando que el gigantón viene a por lo suyo, a terminar la faena. En su lugar, una blusa mojada en sudor. Y una sonrisa. Era ella. La nena de la blusa verde.

*Imagen: "The girl in a green blouse". Pintura de Amedeo Modigliani, 1917. National Gallery of Art, Washington, DC, USA