Tenía
tiempo sin escribir. La técnica a veces se impone y vaya que me ha mantenido
ocupado en estos días. Necesito volver al Zen. A los pequeños detalles. Los
números son cuadrados. Las letras son más redondas, nos dan más libertad. El
problema es cuando ambos conviven dentro del mismo cuerpo. Y el cuerpo, hay que
decirlo, los quiere a ambos.
Porque
la ingeniería me gusta mucho, me sumerjo en ella y pierdo la noción de lo que
pasa alrededor. Lo mismo me pasa con la literatura. Están en campos diferentes.
Yuxtapuestos. Cóncavo y convexo. Ying y yang.
La
ingeniería me ayuda a formarme como ser humano completo. Estoy en ella desde los
18, cuando entré en la Universidad, y desde entonces no he cesado de aprender
no solo la técnica sino una filosofía de vivir y ver las cosas. Entender la
ingeniería es comprender la naturaleza en todas sus formas, perseguir el
intento de domarla que algunas veces tiene éxito y otras no tanto. Es triunfo y
también es derrota.
Triunfo,
como cuando ves a la niña que vende bocadillos y café en el tren bala de Japón,
viajando a más de 250 kilómetros por hora, sin perder el equilibrio, sin que
nada se derrame, como si el tren estuviese detenido.
Derrota,
cuando el tsunami destrozó la Central Nuclear de Fukushima y la radiactividad
afectó a gran parte de la población. Cuando la producción de bienes de alta
tecnología, a la par de proporcionarnos mayor confort, trae como consecuencia
la destrucción y contaminación del ambiente natural. Ejemplos sobran.
La
literatura es algo diferente. Me permite ocupar un espacio que físicamente es
inconcebible, desdoblarme en formas que pueden llegar a todas partes, que
llenan todo el espacio. Cuando leo y me identifico con el personaje/narrador, siento
que a través de él viajo, traspaso paredes, cruzo fronteras de países, mares, vivo
intensas situaciones, veo personas, lugares, paisajes, nunca experimentados. Es
la noción más cercana al concepto de libertad. O al de soñar. Es algo que llena
el espíritu de buena vibra y hace que un día cualquiera sea triste o muy
alegre, dependiendo de lo que leas y de cómo te mueva esa lectura.
Es
triunfo cuando a través del personaje, sueños inconfesables se convierten en
realidad pura y dura.
Es
derrota cuando, como muchas veces pasa, lo que lees te lanza de cabeza, y de
forma irremediable contra una dura realidad que quisiste evadir, o más bien,
salvar a través de la lectura de un libro.
*Imagen: literaturacervantes.wordpress.com
2 comments:
Mucha verdad en lo que pones sincera y bellamente expresado, las dos caras de una moneda, de la vida, de la tortilla... en fin disfruta las dos a tope. Saludos afectuosos.
Hola RosaMaría bella! En eso estamos y así nos pasan los días, tratando de hacerlas compatibles pero no lo son. Un beso grande!
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