Saturday, April 28, 2007

Corcovado...


Esta semana ha sido una semana de casualidades o causalidades con esta canción, escrita por Antonio Carlos Jobim, mi compositor favorito. A comienzos de la semana alguien me preguntó que si, gustándome tanto el bossa nova, no me sabía una canción para que la cantara (no canto sino en la bañera). Algo que no me esperaba, y desde mis tiempos con mis amigos brasileños a mediados de los 90, no cantaba nada en portugués.

Como no me gusta quedar mal, me lancé a cantar la que me vino a la mente: “Corcovado”. Ante mi propio asombro la canté toda, hasta el final (no se cómo hice para recordarla). Luego me pidieron la letra, que conseguí en internet, y la traduje. Allí me equivoque, cuando traduje “cantinho” por cantico y lo que es, en realidad, es un diminutivo de canto, que es rincón o esquina.

Al final de la semana me topé con un viejo amigo que no veía desde 1995 (casi todos mis amigos brasileños regresaron a su país alrededor del año 2000). No me sabía su nombre de pilas, pero se que le dicen “Sardinha” (sardina) y me dio pena llamarlo asi (aunque si alguien lo ve, inmediatamente lo asocia al sobrenombre). Pues “Sardinha” iba a tocar esa noche en “Boston Bakery”, un Café en Caracas, y me quedé a escucharlo.

Yo sabía que cantaba muy bien Bossa Nova porque lo había escuchado antes, además que toca la guitarra muy bonito. Pues valió la pena, ¡¡“Sardinha” abrió, sin pedírselo, con “Corcovado”!! ¿mensaje del cielo?

Para los que desconocen, Corcovado (jorobado en español) es un famoso cerro de Rio de Janeiro, en cuya cúspide hay una estatua del Cristo Redentor, uno de los símbolos de la ciudad. También es el título de una de las canciones más famosas del Bossa, autoría del maestro Jobim. Y la letra tiene mucho que decir, aquí se las dejo, la original en portugués y la traducción al español…

Num cantinho um violão,
este amor, uma canção,
prá fazer feliz a quem se ama.
Muita calma prá pensar
e ter tempo prá sonhar,
da janela vê-se o Corcovado
O Redentor, que lindo!
Quero a vida sempre assim
com você perto de mim
até o apagar da velha chama.
E eu que era triste
descrente deste mundo
ao encontrar você
eu conheci
o que é felicidade,
meu amor.

En un rinconcito, una guitarra,
este amor, una canción,
para hacer feliz a quien se ama.
Mucha calma para pensar,
y tener tiempo para soñar,
desde la ventana se ve el Corcovado,
El redentor ¡Qué bonito!
Quiero la vida siempre así,
contigo cerca de mí,
hasta que se apague
la vieja llama.
Y yo que estaba triste,
que no creía en este mundo,
al encontrarte conocí
lo que es la felicidad,
mi amor.

Saturday, April 21, 2007

Hanami (mirar las flores)

Hoy decidí hacer algo diferente, quise salir de la rutina y alimentar el espíritu. Fui a ver uno de esos espectáculos que tenemos en mi ciudad, y que muchas veces no aprovechamos, sumergidos como estamos en tantos problemas de todo tipo. Hoy, decidí parar, y mirar alrededor...

Hace unos años, mi profesora de japonés, Miyuki Sensei, me llamó la atención sobre algo que es costumbre en Japón, en el mes de abril: la tradicional ceremonia de observar los cerezos en flor. Hanami (花見), o "mirar las flores", que atrae a miles de japoneses todos los años, quienes se reunen en multitudes debajo de los árboles floreados de la cereza a deleitarse.

Ella (Miyuki Sensei) me hacía referencia a que, en Caracas, había unos cuantos ¿cerezos? (en realidad son apamates) en flor en la misma fecha, cosa que ella disfrutaba en solitario, ya que aqui no es costumbre. Insistía en que debía ir a verlos en abril, es una belleza que mis ojos no podían perderse. Este año me hice la promesa flexible (Naky dixit) de ir a verlos, en mi ciudad. Y alli están, para que ustedes también los disfruten, y los que viven en Caracas pueden ir a verlos todavía, pues están floreando desde finales de marzo y ya quedan pocos. La mayoría de los fotografiados estan en "Campo Alegre" y "La Castellana" a excepción de la última fotografía, que está en "El Bosque".

Rodando y disfrutando, me detuve cerca de una esquina para decidir entre continuar en linea recta o cruzar a la derecha, y cayó una de las flores, justo sobre el parabrisas. Asi, cuan hermosa era, lo tomé como un agradecimiento del cielo por dedicar mi tiempo a tan hermoso acontecimiento.

Miyuki Sensei me dijo que en Japón, a diferencia de Caracas, no caen las flores enteras, como me sucedió a mi. Caen son los pétalos con la brisa, y la escena es hermosísima, super romántica.

Tenía toda la razón Miyuki Sensei, el espectáculo de ir a ver las flores es único, la alegría que produce es infinita, y demuestra una vez más que es en las cosas sencillas donde está la verdadera felicidad.

Update: Fe de erratas, pues resulta que los árboles que ven en las fotos no son cerezos, son apamates. La corrección la hace la señora Popelina Kaamos. Muchas gracias señora Kaamos, usted está en lo cierto. Igual no he perdido la felicidad que esto me ha causado hoy. Disculpen de verdad el error de botánica :-) , se parecen mucho. En este link pueden ver una flor de cerezo del Japón y en esta otra un árbol de cerezas en Galicia.


Saturday, April 14, 2007

Mi nombre es Jota Jota



Mi nombre es “Jota-Jota”. Naci hace más de 40 años, en Chacao, un sector de Caracas. Recuerdo que me concibieron en una oficina pequeña, un ingeniero y un dibujante o delineador, a mano, con tinta, con reglas de cálculo, nada de computadoras ni dibujos electrónicos, pero si con mucha mística e iniciativa.

Recuerdo también cuando comenzaron a construirme, le debo mi agradecimiento al “maestro costruttore”, quien con mucho esfuerzo dirigía mi conversión a ente físico.
Era, para la época, uno de los más modernos de la ciudad y eso me llenaba de orgullo, mis vigas, mis columnas, qué autenticidad la mía.

Cuando estuve listo comenzaron a llegar mis ocupantes. Se hacían llamar vecinos. ¡Cómo me alegraron la vida! Eran muy amistosos entre sí y me cuidaban mucho, por dentro y por fuera de sus apartamentos. Había mucha buena vibra entre ellos. Los niños llamaban tíos a los mayores y abuelos a los de la juventud prolongada. Eramos felices, y nunca lo llegamos a saber, ni siquiera nos preocupaba. Esos mismos niños jugaban siempre, al regresar de la escuela, en las escaleras, y hablaban de sus sueños, de lo que querían llegar a ser.

Los años pasaban y yo estaba allí, orgulloso como el primer día, cuando me inauguraron y vino un cura a bendecirme. Todos en la avenida volteaban a verme cuando pasaban. Es que yo era una belleza, modestia aparte, moderno, altivo.

Pero un día llegó la gran rueda del progreso, y demolieron a los edificios contiguos, mis amigos de toda la vida, los mismos edificios cuyos ocupantes, que tambien se hacían llamar vecinos, se hicieron amigos de los que vivían en mi, algunos hasta llegaron a casarse entre si, y crecieron como familia.
Yo no distinguía quienes de ellos eran familiares y quienes no, porque todos llamaban a los mayores tíos y tías, y todos se trataban entre si como verdaderos parientes. No era fácil distinguir entre uno y otro.

Hubo un tiempo en que me quedé solo en la avenida. De mis grandes amigos-edificios no quedó piedra sobre piedra. Me costó acostumbrarme a no escuchar los ruidos de siempre, los que venían de al lado, los de la vecina gritona, seguidos de los "si, mi amor" de su marido, que era buen samaritano, los del señor que no escuchaba bien y tenía que subirle por demás el volúmen al televisor a la hora de la telenovela, los del vecino que silbaba a las muchachas hermosas y voluptuosas que solían caminar en las tardes, al caer el sol, por la avenida. Un buen día ya no estuvieron.

Por suerte mis ocupantes se quedaron, y no fui derribado. Pasé noches sin dormir, temiendo lo peor. Podía escuchar a través de las paredes lo tristes que quedaron los vecinos y lo firmes que se tornaron cuando se habló tambien de mi demolición. Ninguno de ellos lo aceptó y es por eso que permanezco aquí, erguido y desafiante.

Pronto llegaron unas máquinas y comenzaron a cavar en el suelo, justo al lado. Un poco más tarde llegó el olor del cemento, y los ruidos típicos de la construcción. Martillazos, taladros, sierras y pare usted de contar se convirtieron en el pan nuestro de cada día. Los vecinos se quejaban del polvo que había en el ambiente. Los niños enfermaron, los grandes también, mucho polvo, mucho ruido.

Mis nuevos vecinos (edificios) comenzaron a crecer. No eran como los que habían demolido, muy parecidos a mí. Estos eran mucho más grandes, inmensos, poco amistosos, desafiantes. Sus ocupantes no vinieron con sus familias. Más bien lo hicieron con sus portafolios, sus computadoras y un estrés impresionante. De sus familias nunca supe nada, apenas algunos tenían pequeñas fotografías en sus escritorios. Nunca he escuchado sus conversaciones, las ventanas son selladas al exterior, para mantener el clima artificial creado internamente.

A pesar de todo no me amilané, permanecí allí, con el mismo orgullo de siempre, aunque a decir verdad, me siento apabullado, por la modernidad, por el progreso, por unos edificios poco amistosos que, es mi creer, es mi opinión que les incomodo, les estropeo sus fachadas, quisieran aplastarme porque, entre otras cosas, no me consideran un hijo de la modernidad, cosa de la cual, en un momento de mi existencia, estuve bastante orgulloso de ser parte.
Si alguna vez pasan por esta avenida, voltéen a mirarme como antaño, sigo estando aquí, sigo siendo el "Jota-Jota" de siempre...
*La historia anterior pertenece a la ficción. Cualquier parecido con la realidad no es sino mera coincidencia...

Monday, April 09, 2007

Asi nació la leyenda de Billie Holiday...


Hettie Jones (Brooklyn, New York, 1934) escribió en 1974 un libro titulado “Big Star Fallin´ Mama. Five women in black music”. Se trata de la vida de cinco legendarias cantantes negras de jazz, gospel y blues, a saber, Ma Rainey, Bessie Smith, Mahalia Jackson, Billie Holiday, y Aretha Franklin.
En el se recoge el testimonio de la propia Billie Holiday sobre sus comienzos en la New York de 1932. El cuento, adaptado un poco por mi, es más o menos asi:

“Un día teníamos tanta hambre, que apenas podíamos respirar. Salimos a la calle. Hacía un frío de mil demonios. Caminé desde la calle 145 hasta la 133, de local en local, tratando de encontrar un trabajo que me permitiera calmar el hambre, y sin un dólar en el bolsillo.
Me paré en el Club “Log Cabin”, busqué a Jerry Preston, que era su dueño en ese entonces y quien se encargaba de contratar al personal, y le dije: “Soy bailarina”, a lo cual me respondió, con cierto desdén: “Baila”. Lo intenté. Al instante me dijo: “Apestas”. Insistí, le dije que podía cantar. Me respondió: “canta”. Un poco mas allá de donde estabamos, había un viejo que tocaba en ese momento el piano. La melodía era “Trav´lin” (en realidad se llama “Trav´ling light”, de Johnny Mercer, Jimmy Mundy y Trummy Young). Me la sabía, y canté. Los clientes pararon de beber, e incrédulos se acercaron a verme cantar. Se ubicaron a mi alrededor. El viejo en el piano cambió la melodía, comenzó a tocar “Body and Soul”. La canté con el alma ¡Dios!, ¡tenías que haber visto a esa gente!, de repente todos rompieron a llorar.

El dueño, Preston, que se había alejado un poco, se acercó abismado, no podía creer lo que estaba viendo, sacudió su cabeza como para ver que no estaba soñando, y me dijo: “Muchachita, tú ganas”.

Billie Holiday aún no cumplía los 17 años. Corría el año de 1932. Jerry Preston la contrató por 18 dólares a la semana, y ella en cambio debía cantar cada noche, de 12 a 3 de la madrugada. El “Log Cabin" empezó a atraer más y más gente a medida que la fama crecía. Había nacido una leyenda.
UPDATE: La historia completa puede leerse en mi post "Billie Holiday: la tragedia y el sentimiento reflejados en una voz" .

Thursday, April 05, 2007

Y Bernie no estuvo…


“Todo pasa y todo queda, pero lo nuestro es pasar…” Antonio Machado.

Comenzó la temporada de Grandes Ligas, y por primera vez, en la lista de peloteros de los New York Yankees no estaba el nombre de Bernie Williams, mi jugador favorito.

A Bernie le fue dada la opción de asistir al campo de entrenamientos en Tampa, Florida, pero sin garantía alguna de estar en la lista definitiva, algo que Bernie pensó que no se merecía, dada su trayectoria durante las 16 temporadas anteriores, y sobre todo en la última, donde trabajó mucho más de lo que se esperaba, dadas las lesiones de el jardinero izquierdo Hideki Matsui y el derecho Gary Sheffield.

La temporada pasada, los Yankees contrataron a Johnny Damon para cubrir el jardín central, lo cual significó el puesto de suplente para Williams. Los Yankees pensaron que Williams ya no era el mismo temible jugador de otras épocas y llamaron a Damon de las filas de sus archienemigos Medias Rojas de Boston, eso si, obligándole a quitarse su famosa barba, por aquello de las reglas del equipo.

Yo discrepo de la opinión de la directiva de los Yankees. Bernie aún tiene mucho para dar, no es un jugador llamado para tener que ganarse un puesto en el equipo, lo confirman sus numeros (de por vida), un promedio de bateo de 297, 287 home runs y 1.247 carreras impulsadas en 16 temporadas no son números malos. Williams formó parte de los equipos campeones de la Serie Mundial en 1996, 1998, 1999 y 2000. En la última temporada, aún siendo suplente, puso numeros suficientes para llevar a su equipo a la post-temporada. Posee récords de todos los tiempos en post-temporada, como son el numero de home runs disparados, 22, y de carreras impulsadas, 80. Es uno de los tres jardineros centrales más famosos de los Yankees junto a Mickey Mantle y Joe DiMaggio.

Uno comparte la tristeza cuando ve a su jugador favorito quedarse en el banco a comienzo de los juegos, en la espera de ser llamado para sustituir a alguien. Múltiples veces era enfocado por las cámaras de TV y se notaba la tristeza en su mirada. La mirada del ocaso de una carrera ilustre, brillante, dentro y fuera del terreno, lo cual se refleja en el amor que los aficionados de New York sienten por su persona.
El día inaugural de la temporada 2007, no fueron pocas las voces que, desde las tribunas, gritaban: “We want Bernie! We want Bernie!” (¡Queremos a Bernie!, ¡Queremos a Bernie!).

Bernie es guitarrista clásico, lo cual es su verdadera pasión. En el año 2003 grabó su primer CD titulado “The Journey Within” (El viaje interno), en ritmos de jazz y blues. He escuchado algunas piezas por internet, de alta factura. El CD aún no está en mis manos. Espero que pronto lo pueda escuchar.
Ojalá podamos verte de nuevo vestido de Yankee Bernie!
En este link hay un video homenaje que está muy bonito, espero lo disfruten!