Sunday, December 30, 2007

El Haiku de la Mariposa


¿Estoy viendo flores caídas
que retornan a la rama?
¡Es una mariposa!
Moritake
¡Hola a todos! He venido a escribir el post final del año 2007, un año en el cual ocurrieron tantas cosas, y que ha dejado pendientes otras que están por ocurrir. Un aprendizaje que siempre nos deja es que muy pocas cosas son predecibles, y por lo tanto hay que dejar fluir la energía, pues todo, al fin y al cabo, sigue un curso inexorable.
Les agradezco infinitamente sus visitas a esta casa virtual, su buena vibra que nunca faltó y que le da vida a esta casa virtual.
Les confieso que me produce una alegría infinita escribir aqui, y aún cuando es poco el tiempo que dispongo, siempre encuentro un momento para venir y dejar mi huella. Así mismo agradezco sus comentarios que contribuyen a enriquecer el intercambio que se produce con cada post plasmado.
Les sugiero no perder un minuto de sus vidas cuando se trate de hacer el bien a los demás. Inviertan el tiempo que se necesite para procurar una sonrisa. No se la nieguen a nadie porque en realidad se la niegan a ustedes mismos. Piensen que cada minuto del año que está por venir es una joya, y como tal deben aprovecharlo.
Llenen su mente de buenos pensamientos, de buenos deseos, realicen buenas acciones. La humanidad se los agradecerá de alguna forma.
Los veré de nuevo en el 2008, y no quiero irme sin dejarles un regalo espiritual. En esta ocasión se trata de una poesía de Takuan Soho (1573-1645):
"No viene dos veces este día.
Ni pulgada ni paso ni gema
vienen tampoco otra vez.
Cada minuto es una joya inestimable"
¡Mucho éxito y buena suerte en el 2008! Se les quiere mucho por estos lares de Dios...
*La obra que acompaña este post es un regalo invalorable de Yazz, me ha gustado mucho y la comparto con todos ustedes. Un millón de gracias Yazz!

Friday, December 28, 2007

Carta para Ingrid

Hola Ingrid:
Espero que te encuentres bien. Dentro de las condiciones en que te encuentras, que no son las mas idóneas para un ser que se ha criado en la ciudad. Es una prueba dura que Dios te ha puesto por delante. Lo se. Creo que has tenido suficiente. Ya van a ser seis años.

Hoy me he enterado por televisión que algunos rehenes o retenidos, o como quieran llamarlos, serán liberados. Enhorabuena por ellos, y a la vez siento tristeza porque tu sigues allí.

Empiezo por contarte el presente inmediato. Malas noticias. Una política como tu, llamada Benazir Bhutto, ha sido asesinada cobardemente, por razones hasta ahora desconocidas, pero que no hacen más que encubrir la parte escabrosa de la política, la parte más deshumanizada y cruel.

A ella, como a ti, se le veían las buenas intenciones en su cara. Fue capaz de retar, como tu, las amenazas que le llovían. No más llegar a su país sufrió un atentado, al cual sobrevivió. Sin embargo cien personas inocentes quedaron en el camino. Esta vez no fue así. Dos balas acabaron con una mujer valiente, capaz de hacer cosas que yo, como hombre, quizás no haría, o tendría miedo. Hoy amanecimos con una valiente menos en esta vida.

Pero no quiero traerte sólo malas noticias. Te imagino viviendo en las condiciones más inhóspitas, enfrentándote con valentía a fieras nocturnas, serpientes amenazantes, insectos despiadados. Te veo en muchos casos amarrada a los árboles para evitar que escapes. Tú lo sabes bien, pueden amarrar tu cuerpo pero no tu alma, tu espíritu valiente, el mismo que te llevó a ser capturada por tener la entereza de asumir tus derechos a caminar por cualquier rincón de tu patria.

Tengo recuerdos de la selva. Los quiero compartir contigo, si me lo permites. Como la vez que conocí los caños del Orinoco, en el Delta Amacuro (noreste de Venezuela), donde caminábamos en plena espesura del bosque y de repente nos topábamos con serpientes de todo tipo, algunas gigantescas, como nunca antes había visto en mi vida. Mis acompañantes, acostumbrados a ese medio ambiente, me indicaban sus nombres, diversos, cascabel, mapanare, culebra de agua (anaconda) y la tragavenados, inmensa e imponente, con sus manchas que de lejos parecen flores. Y digo de lejos porque nunca fui capaz de acercarme, aún a sabiendas de que la que vimos estaba muerta.

Disfrutaba mucho de los baños en las oscuras aguas de los caños (ramales del delta del gran río) del Orinoco, donde yo ya sabía que se ocultaban caimanes (cocodrilos), peces caribes (pirañas), tembladores (especie de anguilas que al contacto producen descargas eléctricas) y rayas (mantarrayas). Aún así, todos los que me acompañaban no se resistían a sumergirse en sus aguas, y por ello me atreví, y entendí que es una experiencia única e insuperable. Tenía miedo, si, porque los cuentos de las picadas de mantarrayas, o mordidas de peces caribes eran espeluznantes. Bañarse en esas aguas es sentirse parte de esas tierras, esos bosques, ese cielo, esas aves y esos peces de colores que otras tantas veces ví, y comí.
Lo de los insectos me parecía terrible. Vivía bañado de repelente, y aún así, los mosquitos kamikazes se abalanzaban sobre mi piel sin misericordia. Conocí el tábano, que parece una mosca común y corriente, pero que se alimenta de sangre, y cuya picada es más bien una quemada de la piel. Es duro, y tú lo sabes bien.

El sol que se abate sin piedad, y que nos obliga a tomar mucha agua para no deshidratarnos, el aire puro que se respira a toda hora, que huele a naturaleza, a verde, a animal salvaje, el mismo que cuando llueve huele a tierra mojada, que refresca todo y trae el frío a estos lugares donde el calor reina casi siempre. Bañarse en la lluvia, tu ya debes conocer ese placer, es como bañarse en una ducha gigante, con fondo musical de truenos e iluminación de relámpagos. Te hace sentir liberado, un ser de otra galaxia.

El paisaje es único e irrepetible, el color de barro de las aguas del río contrastando con el verde de la selva y el azul del cielo es algo que nunca olvidaré.

Sin embargo, tampoco olvido que yo fui voluntariamente, las veces que quise, y volví cuando se me antojó, que no es tu caso, porque ya van a ser seis años y sigues allí, en contra de tu voluntad. Todos los días le rezo al Señor de los Cielos para que tu cautiverio finalice, igual que el de otros que tampoco lo merecen. Le pido a Dios por tu salud mental, por que te alimentes y, a pesar de que ha pasado mucho tiempo, no pierdas la esperanza.

¿Sabes? Este año escribí una carta al niño Jesús. No lo hacía desde mi infancia, pero al leer varios blogs donde lo hicieron otros adultos me entusiasmé y escribí una, casi 40 años después de haber escrito la última, porque en ése entonces mi mamá me confesó una verdad que todavía duele en mi alma, por la cual dejé de escribirla desde la siguiente Navidad. Y allí te incluí. Ojalá se cumpla mi deseo.

Supe ayer que tu esposo ha lanzado miles de fotografías de tu familia en las selvas donde aparentemente te tienen tus captores, con la esperanza de que las encuentres. Si lo haces, y antes de que te la quiten, míralas bien y atesora las imágenes en tu corazón. Allí mismo, donde sigues siendo libre. Te seguiré escribiendo. Te quiero. Un beso!
*La foto es de Associated Press

Wednesday, December 26, 2007

Contando sobre lo que leo...



Ya pasó la Navidad. Tras las celebraciones de los días previos siento que las cosas vuelven a la normalidad. Estoy de vacaciones, que no me las esperaba puesto que soy nuevo en la empresa donde trabajo, pero me han permitido adelantar algunos días, y la verdad es que me hacía falta el descanso. He aprovechado para intensificar la lectura.


En los últimos dos meses me he enfocado en los autores japoneses. Maravillosa experiencia la que he tenido. Ya les conté que leí a Akiyuki Nosaka en “La tumba de las luciérnagas” y “Las algas americanas”, dos novelas breves que vienen en un solo ejemplar, editadas por Acantilado.


Antes de ésta, ya me había sumergido en las aguas misteriosas de Yasunari Kawabata y “Lo bello y lo triste” (editorial Emecé). Final asombroso para una historia increíble y muy real al mismo tiempo. Antes de ésta leí “La Presa” de Kenzaburo Oé (Anagrama). Duro y triste relato de los hechos que ocurren tras la caída, durante la guerra del Pacífico, de un avión norteamericano en una aldea montañosa de cazadores en el interior de Japón. El único sobreviviente, un soldado negro, es capturado y trasladado a la aldea donde termina siendo confinado en un almacén y, mientras se decide su destino, es dejado al cuidado de un niño, protagonista de la historia. Trágica y asombrosa al mismo tiempo.


En este momento estoy leyendo a Haruki Murakami en “Kafka en la orilla”, editado por Tusquets (ya antes, en 2006, había leído su espectacular novela Tokio Blues-Norwegian Wood). El que se ha convertido en el autor mas prestigioso de Japón en tiempos modernos vuelve a atraparme con un libro que promete dejar huella, a juzgar por los comentarios de la crítica especializada, alguno de los cuales escribo a continuación:


“Cualquiera puede contar una historia que se parezca a un sueño, pero éste es el caso extraño de un artista que nos hace sentir como si la soñáramos nosotros mismos”. The New York Times Book Review.


“Acabar de leer Kafka en la orilla equivale a despertarse de un magnífico sueño: nada ha cambiado realmente, pero uno ve el mundo de una manera distinta”. Newsweek.

“Un libro que no sólo se lee de un tirón, sino que te tensa metafísicamente el pensamiento”. John Updike, The New Yorker.


“Murakami ha creado una vez más una historia que el lector devorará con sorprendente rapidez y facilidad, pero que a la que volverá y permanecerá en su memoria durante largo tiempo”. Hugo Barnacle, Sunday Times.


He leído más de 150 páginas en apenas dos días y no oculto que lo que me provoca es dejar otros compromisos de lado y centrarme exclusivamente en esta historia espectacular, enigmática, misteriosa e interesante.


Definitivamente Murakami es un genio literario, y estas vacaciones me han venido de perlas, como anillo al dedo…

Saturday, December 22, 2007

Carta al niño Jesús


¡Hola a todos! Muchas gracias por sus bonitas palabras y la buena vibra que dejan siempre en esta casa virtual que, como siempre, les recibe con los brazos abiertos.
Voy a escribir en este post mi carta al niño Jesús y vine también con el propósito de dejarles un regalo muy especial, para ustedes que son tan especiales.
Quiero que lo tengan presente durante sus vidas, que lo pongan en práctica, que sea el ave que los guíe en su diario trajinar por la vida. Es mi mejor y mayor deseo para todos ustedes, a quienes, como muchas veces les he escrito, se les quiere mucho por estos lares de Dios.

El regalo

“Miles de velas pueden encenderse con una sola vela, y la vida de la vela no será, por ello, más corta. La felicidad nunca mengua por el mero hecho de ser compartida” Siddharta Gautama.

La Carta

Querido niño Jesús:

Eric Clapton, cuyo hijo tienes en tu regazo, escribió una canción que dice: “If I could change the world" (si pudiera cambiar al mundo). Esa frase me dice tanto mi querido Jesús…

Sólo te pido que me ayudes a hacer de éste un mundo más justo, un lugar donde todos podamos sonreír cuando el sol salga; donde no exista más un sitio llamado Darfur, o mejor dicho, la tragedia que sobre él se cierne impunemente; un mundo donde no se pierda nunca el legado de la Madre Teresa de Calcuta.

Quiero, querido niño Jesús, que ilumines la mente de los estrategas del mundo, y que decidan terminar, de una vez por todas, la guerra en Irak. Te pido que Ingrid Betancourt (Ingrid, quiero que sepas que no estas sola en esto, muchos corazones elevamos oraciones al Señor por tu salud mental , tu paciencia y entereza durante el cautiverio), y todos los demás secuestrados en el mundo, sean liberados y puedan de nuevo abrazarse con la gente que, con infinita paciencia y amor eterno, los espera.

Quiero, querido niño, que no haya un infante en el mundo que deje de recibir amor en su corazón, que ningún niño pase hambre ni miserias, que se sustituya el miedo por la alegría, las lágrimas por la sonrisa ingenua (que me mata). En esto, querido niño, pongo mi vida a tu servicio.

Quiero, mi niño Dios, y me lo he propuesto todos los días de mi vida, hacer una pequeña contribución, un granito de arena que, unido al de muchos sería una gran montaña, para hacer felices a nuestros semejantes; no se si será mucho pedir niño querido…pero quiero que en nuestras conciencias se siembre el germen de LA PAZ.

En Caracas, Venezuela, a los veintidós días del mes de diciembre de 2007.

Oswaldo

Monday, December 10, 2007

Agradecido



Este domingo, mientras leía la prensa de Caracas, me llevé una agradable sorpresa al ver publicado un artículo que trataba sobre este blog, en el diario “El Nacional”. A medida que salía de mi sorpresa, y leía su contenido, pude darme cuenta que fue escrito por una persona que se ha tomado la molestia de leerme en profundidad.

Compartí mi alegría con mi familia, mi esposa, mi hija e hijo, con mi colega Luisanna, amiga de siempre, y que aunque pocas veces comenta, es gran admiradora de mi forma de escribir, y ahora lo hago con todos ustedes, mis queridos amigos y lectores.

Quiero aprovechar esta tribuna para agradecer a esa persona que ha puesto esta bitácora en la prensa escrita. Quiero que sepa que lo que plasmamos aquí, lo hacemos con amor, muchísima buena vibra y honestidad, por sobre todas las cosas.

Desde aquí le quiero decir que es bienvenido(a), que puede venir a leer todas las veces que guste, a compartir con todos los amigos y amigas que hacemos la magia del ambiente de esta casa virtual. Ellos están en mi y yo estoy en ellos. Considero sus comentarios tan valiosos como los escritos que plasmo aquí.

También quiero hacer de su conocimiento que es por esa misma gente que me siento tan motivado a venir aquí y dejar escritas muchas de las cosas que pasan por mi mente día a día, compartir los libros que leo, disertar sobre uno u otro tema.

Gracias a esta bitácora he podido conocer gente maravillosa, personas increíbles que se han proyectado ante mi, más allá de sus interesantes letras, las mismas letras que nos han permitido tender puentes de amistad y de maravillosas vibraciones.

Ellos están en muchas partes, aquí en Venezuela y en el exterior, pero nuestros vínculos nos hacen sentir como si viviésemos en la misma vecindad, los siento cercanos, me leen y los leo, nos hemos aprendido a querer a nuestra manera, y a donde quiera que voy los llevo conmigo.

Gracias a ellos soy blogadicto, y a pesar de que mi profesión no me permite mayores libertades en el tiempo, vuelvo siempre para decir lo que pienso, para compartir puntos de vista, y como bien dice mi colega Horacio, de Unocontodo, para leer y ser leído.

Gracias de nuevo, y un abrazo a todos los que a bien tienen venir por estos lares de Dios.

Saturday, December 08, 2007

La tumba de las luciérnagas.

“Por la mañana, habían muerto la mitad de las luciérnagas y Setsuko las enterró en la entrada del refugio, “¿qué estás haciendo?”, “La tumba de las luciérnagas”, y sin levantar la mirada del suelo, “A mamá también la han metido en una tumba, ¿verdad?”, mientras Seita vacilaba sobre qué podía responder, “Me lo dijo la tía, me dijo que mamá había muerto y que estaba en una tumba”, y a Seita, por primera vez, se le anegaron los ojos en lágrimas.”


Se trata de un pasaje de la novela “La Tumba de las Luciérnagas” (1967), del escritor japonés Akiyuki Nosaka. ¿Habían oído hablar de él? Pues se trata de uno de los escritores más queridos de Japón, debido, en gran parte, al éxito obtenido por esta historia de dos hermanitos, Seita y Setsuko, durante el asedio a Japón en la Segunda Guerra Mundial. La historia ya ha sido llevada al cine y al animé japonés.

Es una novela corta (65 páginas en su versión española) pero profunda a más no poder. Seita narra su propia historia, descarnada y cruda, en las que ve a su padre partir en una fragata, rumbo al Pacífico, para jamás volver. Su madre, enferma, es trasladada a un refugio, donde muere luego de resultar herida en un bombardeo. Desde allí, Seita queda sólo en el mundo, con la única compañía de su hermanita de cuatro años, Setsuko, que es la ternura hecha persona. No pienso adelantar más de la historia. El resto tienen que leerlo (publicada en español en el año 2007 por Editorial Acantilado).

Nunca antes había leído un libro que, en tan solo 65 páginas, pusiera a prueba toda mi sensibilidad: miedo, angustia, dolor, rabia, alegría, impotencia, crueldad, envidia, ternura (nunca te olvidaré querida Setsuko) y tristeza, una tristeza profunda, de esas que empequeñecen el corazón.

Ya lo trataba de explicar el poeta Vinicius De Moraes en su “Samba da bençao”:

“Es mejor ser alegre que ser triste,
alegría es la mejor cosa que existe,
es como la luz en el corazón.
Pero para hacer samba con belleza
es necesario un poquito de tristeza,
sino no se hace samba, no.”

Conmovedora e inolvidable, muchas gracias Nosaka san por regalarnos una historia tan real y tan profunda.

Después de leer este descubrimiento literario, que lo recomiendo a todos, les confieso que ha quedado, dentro de mi, una mezcla de sentimientos que se mueven, sin ton ni son, entre la tristeza y la ternura.

Te quiero mucho Setsuko-chan, donde quiera que estés…

Saturday, December 01, 2007

Días de radio...


Eran los días en que la televisión no imperaba. Recuerdo vivamente cuando llegaba del colegio, al mediodía, y almorzábamos escuchando una voz inconfundible que decía: --aquí Radio Reloj Continente!! –seguido de una música de presentación. Era Don Armando Pompeyo Martínez, con la famosa campanita intermedia, entre noticia y noticia. Luego mamá se cambió a Radio Rumbos porque hubo un problema en Continente y los narradores se mudaron de emisora. En Rumbos, nuestro narrador favorito pasó a ser Don Alexander Freites Pulido. Recuerdo a Arquímedes Rivero, actor de radio, nuestro héroe de juventud, en sus papeles de la radionovela Juan Centella, primero en Continente, y luego Martín Valiente, en Rumbos. Comentario obligado en la escuela era el capítulo del día anterior de Martín Valiente, y con ello comenzábamos a hacer conjeturas acerca de cual sería el desenlace.


Los fines de semana mi papá nos hacia tragar nuestra ración obligatoria de Radio Nacional de Venezuela, con su programación de música académica. Papá nos ordenaba escuchar conciertos completos de Bach, Beethoven, Prokofiev, Vivaldi, Tchaikovsky y tantos otros. Nuestra cultura musical creció en ese entonces, pero a ninguno nos gustaba la música académica, quizás, más que todo, porque era impuesta y no voluntaria su audición.


En la radio que había en casa, se podían sintonizar emisoras de onda corta, sobre todo en las noches, y fue así como pude escuchar transmisiones de Radio Habana Cuba, la BBC de Londres y La Voz de los Estados Unidos de América, entre otras. Buscar emisoras de onda corta, en las noches, era una gran aventura para mi. Nada más imaginarme a los locutores, las ciudades desde las que transmitían, el estudio, mi creatividad no tenía límites.


Los juegos de béisbol, mi deporte favorito, narrados por las legendarias voces de Don Carlos Tovar Bracho, Delio Amado León, Musiú Lacavalerie, los comentarios de Carlitos González, Néstor López, Mario Dubois, Carlos Castillo y Gonzalo López Silvero. Años después, cuando un narrador de futbol popularizó un slogan que decía que “escuchar es como ver”, me venían a la mente aquellas narraciones que hacía Delio Amado, donde, no se cómo ni porqué, te hacía ver las jugadas, pegado como estabas al aparato de radio.


Eran días bonitos, donde cada uno de mis hermanos tenía un programa de radio favorito, y lo comparábamos y comentábamos. Cuando la televisión irrumpió con fuerza, nosotros seguimos apegados a la radio, donde, al ir creciendo, cambiamos el estilo, y buscábamos entonces estaciones de corte musical, como Éxitos 1090 y Radio Caracas 750.


Jesús Leandro, Carlos Eduardo Ball, Carlos Efraín Martinez McCartney, Ivan Loscher, todos ellos eran los locutores favoritos de nosotros, y yo diría que lo fueron hasta bien entrada la Universidad.


Después recuerdo que la televisión atacó con fuerza y prácticamente las emisoras de radio desaparecieron, ahogadas en una crisis económica, debido en gran parte a que los anunciantes publicitarios prefirieron la televisión para invertir comercialmente.
La radio estuvo en un gran letargo en los años 80 hasta que, a comienzos de los 90 se afianzaron las emisoras F.M. con transmisiones en estéreo que cautivaron de nuevo a la audiencia.


Por mi parte, nunca me he despegado de la radio, un medio que he considerado como más íntimo, donde puedes hacer contacto e intercambiar experiencias con un locutor que te escucha y atiende. Siempre he tenido un programa favorito de radio al que he seguido por años, como “Mundo Exclusivo”, de Jesús Leandro, y más recientemente “Circuito Cerrado” con Julio César III Venegas, quien me impresiona con sus enormes conocimientos musicales y Polo Troconis en las mañanas. También me agrada escuchar una voz radial en particular, que me relaje durante el tráfico automotor de Caracas, y que actualmente comparto entre Raquel Lares y Astrid Aurora Martínez. Escuchar esa gran dicción, dulzura y sensualidad al hablar no tiene precio. Eran, son y serán siempre mis días de radio.