Saturday, November 09, 2013

El mecánico


Hoy tenía planeado hacer un montón de cosas pendientes. Confié (una vez más) en la palabra del mecánico que repara mi carro desde hace varias semanas. “Mañana te tengo tu carro. Ya está casi listo”. Eso me dijo ayer.

Esta mañana de sábado, luego de desayunar, resolví llamarlo para saber la hora en que debía estar frente al taller para recoger mi carro funcionando bien. La respuesta, una vez más, me dejó mudo. “Tu carro no está listo. El mecánico asignado no vino hoy”.

No pude articular palabra mientras escuchaba, dentro de mí, el ruido proveniente del desmoronamiento de la estatua que simbolizaba el plan de cosas que debía hacer hoy. Y que no ocurrirán. Ya no compraría las macetas, ni la tierra, ni siquiera una nueva planta de la cual me enamorara en el vivero.

Ya no sé si visitaré a Ricardo, el amigo más nuevo que tengo (un bebé), hospitalizado con una infección respiratoria en una clínica de Caracas.

Nada que ver con el recorrido de algunas avenidas de la ciudad para escuchar su ritmo, sus vaivenes, la melodía de las voces de sus habitantes. No va.

Me sale reclusión y resignación. Me toca esperar.

Y mientras tanto pienso que alguna gente no tiene palabra. Que dice un lapso pero ni siquiera piensa en cumplirlo. Lo dice por decir. Porque al final algún día estará listo el fulano carro. O como me ha pasado otras veces. Me lo entrega. Le pregunto si lo ha probado y le consta que esté bien. Lo afirma. Le pido confirmación. Lo confirma. Y basta que ruede algunos metros para que me dé cuenta que no ha sido así. Que debo volver y dejarlo. Que no ha sido reparado a satisfacción. Que sigo sin carro. Que a él en realidad no le importa. Que solo soy un cliente más. Que no sirve de nada si vuelvo o no vuelvo nunca.

He cambiado de mecánico como quien cambia de ropa. He seguido recomendaciones de amigos. He preguntado en la calle. He leído en prensa los avisos. He probado. Y he probado. Y he probado.

No encuentro ese mecánico en el cual pueda creer. Que no me mande a callar directa o indirectamente cuando le estoy explicando la falla del carro. Que no crea que lo sabe todo. Que sepa que escuchar al cliente es el paso más directo hacia un buen diagnóstico y una buena solución del problema del carro. Que cumpla con lo que dice que va a hacer y con los lapsos de tiempo para la entrega. Que no se escude en excusas para justificar lo injustificable.

No lo he encontrado y he llegado a un punto en que no se si exista. Y mientras tanto el tiempo pasa. Y el carro sufre. Y sufrimos ambos. Sueño con salir del taller y saber que no tengo que volver a reportar otra falla, o la misma, ni a reclamar, ni a escuchar justificaciones. Y que no me vuelvan a decir mentiras. Ni promesas falsas. Sino la verdad.


¿Pido mucho?

*Imagen: www.autoblog.com

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