Hay
gente con la que uno se entiende mejor que con otra. No tiene nada que ver con
la edad o con el sexo de la otra persona. Bastan pocas palabras para saberlo.
Si
la relación con esa persona con quien la química fluye se mantiene en el
tiempo, las formas de comunicación mejoran asombrosamente. Para ello basta una
mirada, un guiñar de ojos, un roce, un codazo, una pisada, un aclarar de la
garganta, un movimiento brusco. Todo empieza a tener un significado.
Cuando
ocurre un encuentro, basta ver a esa persona a la cara para descubrir un
mensaje que para otros es transparente. Con solo unos segundos de fijar la vista te enteras si pasó una mala noche, si tuvo una discusión o altercado con
alguien o si hay algo que está ocurriendo y la está molestando.
Solo
una mirada basta. Y el lenguaje corporal que uno va aprendiendo a descifrar con
el tiempo. Allí se revelan los aspectos más resaltantes.
Claro
que también la conversación está presente. Uno conversa para confirmar que el
mensaje que llegó antes en clave era cierto. Conversa para pulsar
puntos de vista sobre alguna situación de uno de los dos o de ambos. Conversa
para escuchar la voz de la otra persona, que se hace tan necesaria.
A
veces nos equivocamos pero casi siempre cuando conocemos a una persona, a
primera vista sabemos si entre los dos hay o no hay química. Y cuando la hay
esbozamos una sonrisa de saber que justo en ese momento puede que haya nacido,
dependiendo de las circunstancias, una gran amistad.
Creo
que nacemos con una especie de sensor para detectar a estas personas, y el
mismo funciona de forma impecable, aunque a veces no le hagamos caso. No importa si entre la persona y uno no hay un idioma común, no importa si no
hay un país en común y el encuentro es casual. Muchas veces la dejas de ver por años, y en el próximo encuentro sientes que siempre hubo la
conexión del inicio, que siempre estuviste pensando consciente o
inconscientemente en esa persona, y ella (o él) en ti. Que son lazos que se
crean y nunca se destruyen, no importa los años ni la distancia.
A
ese sensor debemos hacerle mucho caso, y abrirnos cuando tengamos frente a
nosotros a esas personas especiales que conviven con nosotros en este planeta y se presentan de vez en cuando ante nosotros.
Brindo
por esas personas que llegaron y llegarán a mi vida.
*Imagen: www-hoyrevista.com
Brindemos!
ReplyDeleteA esto le llamo feeling... creo mucho en esto, las relaciones personales sin feeling no van a ninguna parte, y esto es en todos los ámbitos, personales, laborales etc...
Vine a ver que conseguía por aquí!
Se te saluda!
Hoola Pansy! Estoy de vacaciones y por eso no me había acercado al blog. Dio gusto venir y leer tu comentario. Apenas me incorpore seguiremos escribiendo como lo he hecho desde hace casi 8 años. Un besazo!
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