Caminar
a pies descalzos por la suave arena que, en concesión, te permite hundir tus
huellas y elevar el espíritu.
Levantar
la vista al horizonte y perderte en turquesas, azules, verdes y plateados hasta el infinito.
Pellizcarte
y darte cuenta que nada de lo que sientes, de lo que ves, de lo que escuchas
pertenece a un sueño.
Existe,
es el paraíso en la Tierra.
Sales
de la arena y entras en el agua que, mirada así en vertical, muestra una total
transparencia. Allí tus pies, allí los peces que se acercan curiosos y se
alejan al menor movimiento. Allí una enorme estrella de mar que pinta de rojo
el fondo arenoso.
Levantas
la vista y es un cielo despejado, muy azul, salpicado de nubes blancas como
algodón. Y el sol que pone la claridad. Y el viento que te sacude.
Te
sumerges y el ruido del oleaje se suprime. El ocre del fondo y el verde
alrededor. El sol penetra sin pedir permiso y lo alumbra todo.
Los
sentidos en éxtasis. Asomas la cabeza en la superficie y contemplas la franja
infinita de palmeras, los pájaros que emprenden vuelo, el hombre que corta un
coco para ofrecérselo a una bella mujer.
Das
gracias a la vida por todo lo que te da, y por permitirte estar allí, en la
Isla Saona…
Provoca, al leer esto que describes con tanta exactitud, irse corriendo para allá! ... Que rico disfrutar del mar de esta manera!
ReplyDeleteHola Pansy! La belleza de esa isla no es cuento. Parece que uno estuviese soñando despierto. Sin igual. Ojalá puedas ir. Dicen que allí se filmó "La Laguna Azul". No lo pongo en duda. Un beso grande!
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