Desde entonces miles de hectáreas se
han sembrado y extendido más allá de Monagas, hasta Anzoátegui. No sé realmente
cual ha sido el efecto, pero 40 años después seguimos importando papel y para
ser más honestos, hoy muchos diarios han cerrado precisamente por falta de
papel para imprimir las noticias.
Pero los pinos siguen allí, y cada
vez que paso me parece que hay más.
En esos mismos campos se halla la
llamada Faja Petrolífera del Orinoco. En etapa de explotación, se traduce en
pozos e instalaciones petroleras mezcladas con los pinos para el papel.
Los pinos se han sembrado
ordenadamente, de modo que cada 500 metros hay un corta fuegos (una vereda libre
para impedir la propagación del fuego). Y así, miles de hectáreas y miles de
veredas.
La gente de los pueblos vecinos le
teme a los pinares. Sabe que esos lugares son guaridas de delincuentes que se
esconden en esa inmensidad para cometer fechorías sin posibilidad de ser
vistos. Y en eso compiten con los pozos petroleros. Tenebrosa simbiosis.
Puede parecer que estás en un bosque
canadiense. Pero el clima y los cuentos de los lugareños te hacen ver que
realmente no es así.
No comments:
Post a Comment