El día se
me ha hecho largo hoy. He quedado para salir pero un malentendido
ha hecho que la cita se haya ido al traste. Ha fallado la comunicación.
Y es que
uno se abruma con tantas noticias que la perspectiva entre lo real y lo irreal
se termina perdiendo.
Mi hija y
yo conversamos hoy por teléfono. Ella está lejos. Sin embargo la línea nos
acerca, luego de vencer más de un obstáculo. El amor lo puede todo.
Estamos
todos tristes porque un angelito que llegó a nuestras vidas se nos fue esta
semana.
Se llamaba Tequila, un yorkshire terrier hermosísimo por fuera y por
dentro. Nuestro último encuentro ocurrió hace apenas dos semanas porque luego
del divorcio ella fue de los que se quedaron en la otra casa…
Hace
algún tiempo hice un ejercicio literario sobre un perro. No sé de donde me
salió porque nunca había tenido uno en casa y teníamos la regla de no tenerlo
porque consideramos que para un perro no es el ambiente adecuado tenerlo en un
apartamento. Pero igual me gustó y quizás correspondió a un deseo oculto que no
sabía cómo manejar (pueden leerlo aquí, si gustan).
Menos de
un año después de haber hecho el ejercicio llegó mi hija una noche a casa con
un perro debajo del brazo (la historia, también si gustan, la pueden leer aquí).
Viviría con nosotros. Temporalmente, porque en mi caso (previo al divorcio) ya
se había acordado que me iría a vivir a otra parte. Mejor dicho, ya me lo
habían pedido. Y con el tiempo en contra yo sabía de antemano que mi
permanencia en esa casa no sería lo suficientemente larga como para disfrutar
a la nueva vecina.
Demás
está decir que fue amor a primera vista. Pero amor del bueno. Al día siguiente
ya nos necesitábamos. Ya nos extrañábamos. Y se fue incrementando con el pasar
de los días. Hasta llegar a lo que fue siempre, un amor que superó las
distancias (cuando me mudé) y el tiempo de contacto (cuando nos veíamos
teníamos que darnos un tiempo para el abrazo prolongado).
Todos los
días pensaba en ella, en la próxima visita, en el próximo contacto, y a veces
pasaban días, semanas sin poderla ver. Pero el amor permanecía intacto, por
parte de los dos.
El
sentimiento mutuo es una cosa en la que no bastan las palabras para describirlo
porque ya lo he intentado y nunca he podido hacerlo. Yo creo que a eso le
llaman amor y es el único vínculo que nos unió desde siempre.
Y utilizo
el verbo unir en pasado porque Tequila se ha ido. Ha muerto el 29 de abril,
tres años después de haber venido a nuestras vidas.
Fue un
tiempo muy breve, muy corto, pero que estuvo lleno de momentos inolvidables
para mí. Todos, absolutamente todos los encuentros fueron momentos de extrema
felicidad. Nunca los olvidaré y los llevaré conmigo adonde vaya. Porque Tequila,
allá mismo donde estés, tienes un pedazo de mi corazón, como yo tengo uno del
tuyo, para siempre…