Los acontecimientos que ocurren ahora
en Caracas me han hecho estar más tiempo en la casa. Mi rutina de librerías no
está ocurriendo como antes de las protestas, en gran parte porque mis librerías
favoritas están ubicadas en sitios neurálgicos.
Pero soy con los libros como las
hormigas. Esas que van recogiendo la comida cuando todo el mundo está
entretenido en otras cosas, y cuando viene el invierno pueden guardarse por
meses, que no les faltará alimento.
Así estoy yo, con una lista larga de
lecturas pendientes que estoy aprovechando, ahora que no puedo ir con
frecuencia a ver libros afuera. Y de la misma forma me descubro como una
persona que, pese a saber que tiene una lista larga de pendientes, va a las
librerías a buscar novedades, e insiste en comprar.
Donde quiera que vaya lo primero que
hago es preguntar donde hay una buena librería y para allá voy. Soy adicto a
ese olor de papel y tinta, a pasearme lentamente por los anaqueles, hojeando
aquí y allá, comparando las lecturas que me provocan con las que tengo
pendientes en la casa y, finalmente, antecediendo alguna nueva que llame mi
atención.
A veces, la falta de novedades es mi
salvación: no compro. Pero eso no ocurre siempre, porque a pesar de los
problemas para traer libros actualmente a Venezuela, los libreros se las
arreglan para poner siempre algo interesante frente a mis ojos.
En estos días vi una edición
hermosísima de “Doña Bárbara” de Rómulo Gallegos, de Editorial Armitano, con
unas preciosas ilustraciones del artista plástico Alirio Palacios, de
colección, y de repente en mi mente se armó un plan de releer a Doña Bárbara.
Salí con ella debajo del brazo.
Falleció Gabriel García Márquez y me
entraron ganas de releer la que para mí es la obra perfecta: “Cien años de
soledad”. Afortunadamente ya había comprado la edición del 40 aniversario.
Y así voy, pasando el tiempo entre
lecturas, viajando a esos universos paralelos, producto de la creatividad de un
escritor, que a veces se confunden con la realidad y nos dejan como a Chuang
Tzu, sin saber si es un hombre soñando como una mariposa o viceversa…
*Imagen: www.impulsocreativo.com.ve
Si, hay tiempos en los que recogerse es una orden ineludible, también estoy recogiendo los libros que en algún momento deje a un lado... Y escribiendo full, así sea hilando textos en mi mente. Así andamos.
ReplyDeleteAbrazos totales
Estimado Oswaldo, parece que la necesidad de lectura es consecuencia de lo que estamos viviendo en esta tierra llena de incertidumbres.
ReplyDeleteYo estoy leyendo "Sincro Destino" de Deepak Chopra y releyendo "El General en su laberinto".
También siento necesidad espiritual de volver a leer "Cien años de Soledad" y tengo en lista de espera a "Entre dos Aguas" de Plinio Apuleyo Mendoza.
Quisiera tener más tiempo para leer, leer, leer y encontrarme en todos los otros mundos posibles que nos estamos perdiendo porque esta dura realidad venezolana nos esta depauperando el alma y ESO HAY QUE EVITARLO.
Un saludo lleno de cariño.
¡Que todas las bendiciones se queden en tus caminos de vida!
Hola Pansy! Si, es parte de lo que digo en el texto. Vendrán tiempos mejores, ¿no? Un beso grande amiga!
ReplyDeleteHola Yolanda! Luz verde a todas esas lecturas pendientes. Ahora es buen tiempo para retomarlas. Esa obra de Plinio Apuleyo Mendoza me ha llamado la atención también. Gracias por los buenos deseos. Que se te multipliquen. Un beso grande amiga!