Hay
seres humanos tan, pero tan frágiles que se protegen con una gran coraza. Y esa
misma coraza puede hacerlos ver como seres insufribles, complicados,
irascibles, amargados.
Ocurre
que siempre hay algo que ha quedado, que viene de muy atrás, que los ha
golpeado de manera tal que les ha sido imposible sobreponerse, levantarse con
todas las de la ley para seguir su camino.
A
veces no llega a saberse el pasado, sobre todo cuando el individuo es cerrado y
se ha trasplantado a un lugar muy lejano a donde sucedió el hecho cumbre.
Otras, el pasado se va reconstruyendo poco a poco, a partir de algunos gestos,
de pequeñas muestras que van dejando a su paso. Porque si algo queda claro es
que por más lejos que te muevas, los problemas van a ir allá contigo, y aunque
no quieras ellos van a ir tratando de flotar, de formar parte de tu superficie.
Un
gesto, una palabra, imágenes que salen y quedan, como tinta indeleble. Un tono
de voz, un movimiento brusco. Hay cosas que nos delatan.
Lo
mejor es siempre dejar que esos problemas que de alguna forma nos marcaron en
un momento dado fluyan, salgan a la superficie. Y allí afuera, asumirlos,
airearlos, dejarlos ir lentamente. Porque su hábitat no es precisamente la
superficie. No soportan que se los asuma. El contacto con el rocío los reduce a
su mínima expresión, a polvo cósmico. Y es entonces cuando salen a buscar otro
rostro, otro cuerpo que los albergue, que los esconda, que los muestre
disfrazados, que no los suelte ni los exponga.
Allí
crecen nuevamente y son felices. Escondidos como están, limitados a salir, se
expanden, toman otras formas, se encrespan, se disfrazan cuando salen al
exterior accidentalmente.
Son
como la ropa que no se seca bien hasta cuando decides tenderla al sol,
exponerla a las miradas, sin miedo, sin penas, sin dolor.
Cuando
se van de nosotros dejan el anuncio, somos y nos sentimos más libres, más
seguros.
Lo que antes nos hacía sufrir y llorar a escondidas ahora hasta nos
hace reír al pensar lo tonto que fuimos resguardando y manteniendo por tantos
años esa pena.
Y
el viento se hace presente, las atrapa, se las lleva lejos, muy lejos…
*Imagen:www.lapizarradeyuri.com
Muy cierto lo que escribes querido amigo ... Hay cosas que te ocurren que te marcan para toda la vida, solo cuando te das cuenta que no vale la pena llevar a cuestas esa carga tan pesada es que te liberas y vuelves a vivir ...
ReplyDeleteGusto es venir por aquí a leerte
Hola querida Pansy! Tal cual. Como cuando perdonas a alguien que te ha hecho daño. Se siente la liviandad. Un beso grande!
ReplyDeleteWooaoo muy cierto de verdad!!! Y este post cae como anillo al dedo con una situación que viví. Hay ciertas cosas que te marcan y esas marcas son las que amoldan (en cierta parte) tu manera de pensar. Pero cuando pasa algo en donde esas marcas salen a flote, uno trata de dejarse llevar por el camino del perdón para así poder llevarla sin salir lastimada. Tratas de cambiar lo malo de esas marcas a algo bueno...
ReplyDeletePero hay veces q' simplemente no se te da completamente lo q' buscabas. Algo así me pasa con alguien que conozco...
Buen post y gracias por tan sabia reflexión. Un abrazo ;)
Hooola Maroleeee! Nada es perfecto pero sí debemos buscar lo que más se amolde a nuestro caracter y deseo. A todos nos marcan esas situaciones de la vida. Esa persona que tanto buscas puede que exista, solo que aún no se han cruzado los caminos. Paciencia, que lo que ha de ser, será. Un beso grande mi bella!
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