La época que vivimos en la actualidad
de Venezuela podría ser catalogada como una crisis. Se sabe
que se está en crisis cuando no sabes a ciencia cierta qué va a pasar al día
siguiente con nada.
Hay cosas que sí se saben. Seguirá
habiendo impunidad en el crimen. Los presos políticos seguirán presos. Los
precios de la comida seguirán subiendo. Habrá escasez de algunos rubros básicos
para la vida. Y así. Pero al mismo tiempo vives rodeado de una incertidumbre
general que no se pasa.
En ese estado de las cosas, trato de
seguir viviendo en una normalidad que ya tiene aspecto de nube. De sueño. En
medio del frenesí, trato de despejar las incógnitas que se me presentan sin
caer en el hastío ni el frenesí. Trato de seguir viviendo en un estado ideal de
las cosas mientras pienso en el próximo paso, que muchas veces tarda más tiempo
de lo que el entorno espera. A veces tanto, que ni yo mismo sé si me estoy
quedando atrás.
Veo gente correr, irse del país, cambiar de ramo de negocio, de
partido político, es decir, veo gente desdoblarse de diferentes maneras, hacer
millones de diligencias burocráticas que los preparen para un hecho eventual de
sus vidas que no parecen tan seguros de ver con nitidez, mientras yo sigo
pensando, y haciendo cosas muy pequeñas, quizás imperceptibles para la masa,
dejando que la arena decante poco a poco para poder ver bien lo que muestra el
camino.
Siento que voy bien. Algo me lo dice.
Pero es algo que no se puede explicar fácilmente.
Mañana es lunes. Volveré a la rutina
del trabajo. Cumpliré con mis propósitos a corto plazo. Mientras sigo pensando
en lo que me depara el destino. A mí y a los que me rodean.
Estoy escribiendo poco. Mi otro yo
Ingeniero es el que tiene la batuta, el dueño de la casa corporal y mental. El
otro yo contempla agazapado. Sopesando ideas. Quitando un poco de peso aquí y
allá, para que el deseo de escribir no se convierta en obligación. Escribiendo
párrafos en el silencio, aún sabiendo que de no plasmarse pronto, correrán el
triste destino de ser olvidados (de repente, quizá algún día recordados aguas
abajo).
También leo. No importa lo que pase,
no dejo de leer. Y de buscar material para que la llama de la lectura no se le
ocurra agotarse en medio de la crisis. Afortunadamente hay material suficiente.
Gente que se va y deja los libros en librerías de viejo por evitar el
sobrepeso. Gente que vende libros que se han ido quedando en el estante a
buenos precios. Novedades que, aunque poco, siguen llegando. Para cubrir lo
anterior me obligo a visitar muchas librerías. Y en todas hay sorpresas. Eso está bien.
Un abrazo a los que aún se acercan a
esta casa virtual que no se cierra nunca.
Hubo una época en mi vida, que mi realidad era insoportable. Era una niña, en medio de mucho abandono y mucha violencia, y la lectura, me ayudó a evadir esa realidad, transportándome a otras. Y sobreviví...y me hice más fuerte, y todo ese torbellino de situaciones que tuve que llevar, me moldearon para sobrellevar mejor los desafíos futuros. Hoy cuando tengo un desafío frente a mí y estoy a punto de entrar en desespero, recuerdo aquellos días, la serenidad vuelve a mí, y recuerdo que esto que estoy viviendo, no me matará, que ya he pasado por cosas peores, y que si no pierdo la serenidad y establezco una estrategia, en la cual la lectura es actividad imprescindible, tarde o temprano saldré adelante, y enriquecida con la experiencia. Hay que darle sentido a la dificultad y al sufrimiento, para que no muera la esperanza. Espero que no pierdas la serenidad y encuentres la sabiduría para enfrentar tus desafíos. Un abrazo Oswaldo.
ReplyDeleteUn saludo, querido Oswaldo.
ReplyDeleteTe deseo lo mejor en esta incertidumbre...
Hola Susie. Hermosas. Muy hermosas tus palabras. Te agradezco de verdad el haberlas plasmado aquí, en esta casa virtual que también es tuya. Un beso grande.
ReplyDeleteHola Yolanda. Gracias por permanecer. Un abrazo y un beso.