Saturday, April 19, 2014

Breve pausa de librerías


Los acontecimientos que ocurren ahora en Caracas me han hecho estar más tiempo en la casa. Mi rutina de librerías no está ocurriendo como antes de las protestas, en gran parte porque mis librerías favoritas están ubicadas en sitios neurálgicos.

Pero soy con los libros como las hormigas. Esas que van recogiendo la comida cuando todo el mundo está entretenido en otras cosas, y cuando viene el invierno pueden guardarse por meses, que no les faltará alimento.

Así estoy yo, con una lista larga de lecturas pendientes que estoy aprovechando, ahora que no puedo ir con frecuencia a ver libros afuera. Y de la misma forma me descubro como una persona que, pese a saber que tiene una lista larga de pendientes, va a las librerías a buscar novedades, e insiste en comprar.

Donde quiera que vaya lo primero que hago es preguntar donde hay una buena librería y para allá voy. Soy adicto a ese olor de papel y tinta, a pasearme lentamente por los anaqueles, hojeando aquí y allá, comparando las lecturas que me provocan con las que tengo pendientes en la casa y, finalmente, antecediendo alguna nueva que llame mi atención.

A veces, la falta de novedades es mi salvación: no compro. Pero eso no ocurre siempre, porque a pesar de los problemas para traer libros actualmente a Venezuela, los libreros se las arreglan para poner siempre algo interesante frente a mis ojos.

En estos días vi una edición hermosísima de “Doña Bárbara” de Rómulo Gallegos, de Editorial Armitano, con unas preciosas ilustraciones del artista plástico Alirio Palacios, de colección, y de repente en mi mente se armó un plan de releer a Doña Bárbara. Salí con ella debajo del brazo.

Falleció Gabriel García Márquez y me entraron ganas de releer la que para mí es la obra perfecta: “Cien años de soledad”. Afortunadamente ya había comprado la edición del 40 aniversario.

Y así voy, pasando el tiempo entre lecturas, viajando a esos universos paralelos, producto de la creatividad de un escritor, que a veces se confunden con la realidad y nos dejan como a Chuang Tzu, sin saber si es un hombre soñando como una mariposa o viceversa…

*Imagen: www.impulsocreativo.com.ve

Sunday, April 06, 2014

Mientras pasan los días...


Esta mañana me levanté temprano a escribir algo en mi blog, que está medio abandonado en los actuales momentos, debido a las terribles circunstancias que vivimos en Venezuela.

Antes de comenzar a escribir di una pasadita por Twitter para enterarme que estaban bombardeando la zona donde vivo con gases lacrimógenos.

Pronto empezaron a llover los tuits de varias personas denunciando los abusos y las detenciones.

Pronto se me quitaron las ganas de escribir.

Eso fue a las 5 am y son las 12, y todavía permanecen alrededor, gaseando los edificios y las calles sin contemplación. Sin detenerse a pensar que hay niños y ancianos durmiendo en los edificios aledaños.

Y así no provoca escribir. Todos los días rezo para que termine esta pesadilla, pero va para largo.

Todos los días aumenta el número de detenciones de estudiantes, de represión de manifestaciones y de violaciones de derechos humanos fundamentales. Y todo eso ante la mirada indiferente del mundo, con pocas, muy pocas excepciones.

Nunca la compra de conciencias fue tan evidente. Nunca quienes en otro momento nos habían pedido apoyo y refugio habían tenido la oportunidad de darnos la espalda como lo han hecho ahora.

Nos sentimos solos, y así, en solitario, llevamos esta lucha.

Todos nos sentimos afectados de un modo o de otro. Hay mucha gente que lucha y sufre callada. No se puede confiar en nadie. Se han puesto de moda las delaciones, como en Cuba.

Aspiro a despertar un día y ver a mi país en libertad. Solo aspiro a eso. Mientras tanto resuenan en mi mente aquellas palabras del Nobel mexicano Octavio Paz:
“Las masas humanas más peligrosas son aquellas en cuyas venas ha sido inyectado el veneno del miedo... del miedo al cambio."

*Fotografía de Isaac Paniza en Instagram (Ipaniza).