El diccionario de la Real Academia Española
tiene, entre otras, la acepción siguiente para esta palabra que titula el post:
Inquietud, aflicción y congoja del ánimo,
que no deja sosegar, o por el riesgo que amenaza, o por el mal que ya se padece. Es lo que siento, es lo que se siente en Venezuela hoy día.
Le pregunto a un joven sobre lo que pasó cuando
mataron a Bassil Da Costa, joven estudiante venezolano, asesinado luego de una
marcha estudiantil, y me dice lo siguiente:
“Fuimos
en manifestación consignar un documento a la Fiscalía General de la República.
La Fiscal General no nos recibió. No se pudo entregar el documento en la entidad.
Leopoldo López nos indicó que hasta allí llegaba la protesta ese día. Que luego
anunciaría próximas acciones. Y se marchó en el Metro.
Nosotros,
los estudiantes, estuvimos allí unos quince minutos más y decidimos irnos a
casa. Yo me fui en el Metro y no fue hasta llegar a casa cuando me enteré de
los eventos trágicos que ocurrieron después, en boca de mi mamá que,
angustiada, me esperaba en la casa, muy desesperada por no tener noticias de
mí, de la misma forma que yo no tuve noticias de lo que había ocurrido minutos
después de haberme ido.
Llamé a un
amigo que se había quedado y me contó que cuando se retiraban en sana paz
fueron emboscados por elementos armados en calles cercanas a la Fiscalía.
Algunos estudiantes se enfrentaron con piedras a quienes les cercaban el paso.
La respuesta fue de disparos. Mi amigo estuvo cerca de Bassil cuando lo
hirieron. Estaba en el grupo que lo esperó cuando lo recogieron. Ya estaba
muerto de un disparo en la cabeza. Ya Bassil, como yo, no podría regresar a
casa. Ya su mamá, como la mía, no tendría sosiego esa tarde, ni la siguiente,
ni las otras tardes por venir.”
¿Qué sientes por lo que pasó? –pregunté.
“Rabia,
mucha rabia e impotencia. Rabia por la represión desmedida hacia estudiantes
desarmados. Rabia de saber que esas son las personas que nos gobiernan. Rabia
de saber que habrá impunidad. Impotencia por no haber estado allí y haber podido
ayudar.”
A partir de allí, la cadena represiva se
incrementó hasta el punto de contabilizar oficialmente 18 muertos hasta la
fecha. Las manifestaciones no cesan, como tampoco las operaciones represivas.
Hay cosas que nunca cambiarán. La imagen del
gobierno, por lo menos en lo que respecta a los derechos humanos consagrados en
la Declaración Universal, ha quedado seriamente dañada tanto dentro como fuera
de Venezuela. Y mientras pasan los días, una sensación desagradable nos invade.
Una inquietud por lo que viene. Por lo que falta por ocurrir. Por las
violaciones reiteradas y el pisoteo a los derechos humanos, ignorados a su vez por
los entes oficiales llamados a resguardarlos y hacerlos respetar.
Venezuela ya no es la misma. Hay zozobra en el
ambiente…
*Imagen: Sitio donde asesinaron a Bassil Da Costa. Fuente: Cuenta Twitter de la FCE UNIMET @fceunimet
Tristemente, aun no hemos tocado fondo, es lo que pienso... Sabes? yo también me quedo pendiente, con el alma en vilo cada vez que mi hija se va a las concentraciones de los estudiantes... Que Dios nos vea con ojos de misericordia y cuide, sobretodo a nuestros hijos
ReplyDeleteHola Oswaldo. Acá en Costa Rica todos están muy pendientes de lo que sucede en tu país, y deseamos con fervor que vuelva la paz al corazón de cada uno. "Y una vez que la tormenta termine, no recordarás cómo lo lograste, cómo sobreviviste. Ni siquiera estarás seguro si la tormenta ha terminado realmente. Pero una cosa sí es segura. Cuando salgas de esa tormenta, no serás la misma persona que entró en ella. De eso se trata esa tormenta..." (Haruki Murakami). Ya nada será igual que antes...sólo espero que en algún momento y de alguna manera, sea para mejor. Abrazo enorme.
ReplyDeleteAmén Pansy! El que tiene un hijo tiene todos los hijos del mundo, lo sabemos bien. Nunca es más oscuro que cuando va a amanecer. Estamos esperando ese mañana de esperanza y libertad muy pronto. Un beso!
ReplyDeleteHola Susie! Un abrazo grande a todos nuestro hermanos costarricenses, que los queremos mucho en esta tierra, desde Oscar Arias hasta ti va mi sincero abrazo fraterno. Si, es verdad, una cosa es cuando empieza y otra, muy diferente, cuando termina. Dios nos proteja siempre. Un beso Susie!
Oswaldo, hoy pasé por la esquina de Tracabordo y me detuve un rato a leer los mensajes que hay para Bassil Da Costa en ese su altar póstumo.
ReplyDeleteMe produce mucha tristeza todo lo que estamos viviendo en nuestro país.
Parece que el futuro se cortó... lo que nos queda es miseria y más miseria.
Hola Yolanda querida! lo más triste es que después quemaron el altar. No nos dejan salir del asombro cuando vienen con algo peor. Que tristeza de verdad. Un beso Yolanda!
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