“La
vida no tiene destino en el vivir. Desde la muerte venimos cuando nacimos. Hacia
la muerte vamos cuando morimos. En el camino estamos cuando vivimos. Poco
tiempo, en general, según cada destino.”
Oswaldo
Vigas. Pintor venezolano.
Sabias
palabras de alguien que ha recorrido un largo camino de vivencias.
Esta
mañana salí a hacer mis cosas cotidianas y por cosas del destino fui a parar a una Galería de Arte.
En una de las paredes estaban escritas estas palabras. Más que las obras que se
exponían me impactaron las palabras. Y la causalidad de salir una mañana de
sábado a encontrarme con ellas. Las sabias. Las necesarias.
Las
leí varias veces. Y agradecía al mismo tiempo que alguien las hubiese puesto en
mi camino. Siempre hay alguien que escribe cosas que son tan necesarias para
comprender que estamos aquí de paso y que el tiempo de estadía no es infinito.
Al
salir subí por una calle hermosa y tranquila esa mañana. Llegué hasta la esquina
y de un local comercial, mejor dicho, de un enorme altavoz salía una melodía
bien ingrata. Más que melodía era un ruido que parecía querer taladrar mi cerebro.
Ni siquiera miré de qué iba el local.
Crucé la calle y caminé alrededor de la
plaza. Había poca gente en ella. Estaba adornada de Navidad, con un nacimiento
enorme.
Pude
haberme quedado leyendo en un banco. Pero no quise entrar.
Busqué
una tienda para comprar un portarretratos donde colocar la fotografía de mis
dos hijos. Un parroquiano me indicó dónde hacerlo. Entré y vi mucha artesanía.
Figuras, tapices. Pregunté a una empleada por los portarretratos y me dijo que subiera
un piso. Allí encontré varios, de madera y de metal. Me costó decidirme por uno
de madera.
Ahora
está allí, en casa, con la fotografía de mis hijos. Me gusta cómo se ve. Sobre un mueble y
bajo un cuadro de calas blancas. Al lado de un bambucito chino. Los hijos están
sonrientes. Con la certeza, en su juventud, de que vienen mejores tiempos.
C'est la vie…
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