Día raro

Hoy ha sido un día raro. En la madrugada me ha dado por leer una obra teatral original de Mónica Montañés, titulada “El aplauso va por dentro”. Muy sencilla como lectura, condensada en apenas 23 páginas del libro “El aplauso va por dentro (…y otras que van por fuera)” (Mónica Montañés, Ediciones B, 2010). La contundencia del mensaje es mucho más fuerte. La mujer como objeto y no como ser. La he comparado con un jugo con fecha de vencimiento. Una vez superada la duración nadie la quiere ver. Ni probar. Está allí, en el refrigerador, pero nadie quiere de ese jugo. Prefieren otro, aún sin abrir. O uno natural que está en una jarra. Pero de ese no. Nadie lo toca. Ella hace un esfuerzo por convertirse en un jugo de “larga duración”, va al gimnasio, va a la Clínica y se opera (cirugía cosmética), hace aeróbicos, se inyecta ácido hialurónico, hace dieta, se depila, se tatúa las cejas, añade tinte a su pelo, se hace un corte que le reste unos cuantos años, y unos cuantos etcéteras de la carrera por extender la “duración”. A veces lo logra. Unas buenas tetas, por ejemplo, le dan un segundo aire. Y qué aire, ¡mamma mía! Otras veces no. Como cuando él quiere una “nueva”. Allí no hay teta que valga. Las he visto caer en el juego diabólico de convertirse en objetos de “larga duración”. Y terminar jugando a “40 y 20”. 40 ella y 20 el. Pero es un 20 comprado. Pagado. Allí no hay amor, sólo sexo desenfrenado y satisfacción económica. Nada de escuchar cómo me siento y qué me angustia. Total pragmatismo. Pero ¡qué importa! Si es un afán de demostrarle al “señor tomador de jugo fresco” que “yo también puedo”. Que me cotizo en la bolsa como la que más. Con acciones en alza. A pesar de tu desaire, malparido. Sin entender bien que haciendo eso se ha asumido el rol de convertirse en objeto como forma de vida. Tantas historias que nos tocan de cerca. He pensado en eso todo el día...