Leer es toda
una experiencia sensorial. Es increíble como lees a algunos autores y sientes
que estás viendo una película ajena, con unos personajes extraños a ti, que los
sigues porque, bueno, porque empezaste a leer el libro y nunca se sabe cuando
la trama va a dar un giro y se va a poner buena. A veces esto nunca sucede. Y
otras veces nunca lo sabrás porque rehusaste continuar leyendo aquel bodrio. Me ha
pasado.
Algunas veces
el libro te engancha, y ya no eres dueño de ti mismo. No puedes dejarlo, ni que
quieras, y termina el libro siguiéndote durante todo el día, a todas partes, hasta cuando vas al baño
(a veces no terminas de abrir la ducha buscando un momento de parar la adictiva
lectura).
Otras,
terminas descubriendo que el personaje eres tú mismo, o tu otro yo (a quien
sólo tú conoces y no le cuentas a nadie). Vas leyendo y te vas sorprendiendo al
saber que ese fantasma que habita dentro de ti, que piensa, siente y padece
como tú, aunque no igual que tú, es el mismo que el escritor plasmó en su obra.
Ya tu fantasma interior deja de ser un secreto, y aunque no le dirás a nadie,
el personaje se hará famoso en letra ajena, y te mirará rimbombante, sabiendo
que tu verdadero yo, ése que la gente conoce, se ha quedado en la estacada.
A recorrer otros
mundos nos lleva la lectura. Mundos a veces desconocidos, unas veces reales,
otras, inventados, y las más de las veces en un limbo entre lo real y lo
imaginario, como en los cuentos de Onetti o las novelas de John Grisham.
Sensación de déjà vu dejan algunos.
Me gusta cuando me
identifico con el personaje. Bueno, me refiero a mí, el que la gente conoce, o
al otro que habita en mí, lo mismo da. Es entonces cuando vivo los relatos con
mayor intensidad. Lloro, río, me lleno de rabia, destapo una carcajada, ante la
mirada atónita de los que me rodean, y me hace feliz que me vean como loco
porque ellos no saben de los caminos que recorro con la lectura, de cuánto me
identifico con el protagonista de aquellas letras, y cuan vivos son los hechos
y la realidad virtual que se ha abierto frente a mí.
Son esos los libros
que más me gustan, y Haruki Murakami sabe mucho de eso.
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