Kluivert se llama aquel famoso ariete
del Ajax, legendario club holandés. Aquel jugador que la tarde del
24 de mayo de 1995 marcó el único gol de la final Ajax-Milan de la Copa de
Campeones de Europa (hoy llamada La Champions) con apenas 18 años de edad.
En
aquella época yo era fanático de un Ajax plagado de jugadores fantásticos que
jugaban el futbol total de Louis Van Gaal y que luego brillarían en diferentes
equipos europeos. Hablo de un equipo que tenía en sus filas a Kanu, Edgar
Davids, Seedorf, Rijkaard, Van der Sar, Litmanen, Finidi George y Marc Overmars.
Nunca vi otro club como ese y nunca olvido ese golazo de Kluivert.
Kluivert también se llamaba un niño,
fanático del club de futbol Deportivo Táchira de San Cristóbal (Táchira, Venezuela). Un joven estudiante de 14 años
de edad que fue asesinado vilmente por un policía durante una manifestación en
San Cristóbal.
De acuerdo con los vecinos del lugar
donde le dispararon, Kluivert, estudiante de segundo año de bachillerato y Boy
Scout en su tiempo libre, ayudaba a una joven estudiante que había sido herida
por perdigones. En ese momento llegó la policía disparando a los que se
encontraban allí. Todos corrieron pero a él no le dio tiempo sino de esconderse
debajo de un carro, donde fue descubierto y sacado por el agente que, pese a
sus ruegos, le disparó a corta distancia, ocasionándole una herida mortal en la
cabeza.
Kluivert fue asesinado por un policía
que no estaba bien entrenado, porque a corta distancia los disparos de perdigones
tienen efecto de balas. Un policía que actuó con saña y alevosía porque se
trataba, a todas luces, de un adolescente desarmado. Una canallada.
Los jóvenes a los 14 años (y lo digo
porque lo fui, porque tengo hijos y porque actualmente convivo con una) están
llenos de sueños. Hablan de lo que quieren ser. De sus primeros amores. De sus
relaciones. De sus descubrimientos de la vida. Preguntan mucho a la gente de
confianza. Piensan mucho. Sueñan mucho.
Al Kluivert venezolano no le dieron tiempo de
nada. Y no es como dicen algunas autoridades, que ahora hay dos víctimas,
porque si eres policía se supone que tuviste un entrenamiento. Que sabes de
balas y de armamento. Que sabes de control de manifestaciones. Que sabes
diferenciar a un adulto de un niño. Por eso no hay dos víctimas. La víctima es
Kluivert. Y los dolientes somos todos los padres conscientes del mundo. Porque
Kluivert también es nuestro hijo. Y sentimos mucho el no haber estado allí para
protegerlo del monstruo que lo atacó sin piedad. Un pobre ser que ya nunca
tendrá paz.
De ahora en adelante cuando escuche
decir Kluivert, van a ser dos los recuerdos: el del jugador holandés estrella que nos
puso a soñar en 1995 y el del niño venezolano que nos quitaron vilmente, sin
darle tiempo a soñar, en el 2015.
*Créditos de las imágenes: Patrick Kluivert por TNTN Photos (www.tntnphotos.com). Infografía: Runrunes Web (runrun.es). Joven protestando frente al pelotón: Caraota Digital (www.caraotadigital.net).