Quería escribir sobre el fenómeno Ronaldinho pero estaba en una encrucijada, pensando en si de verdad estaba arando en el mar, o lloviendo sobre mojado ¿para que escribir sobre alguien del que todo el mundo ha escrito hasta lo inimaginable?
Pero mis manos me pican por escribir sobre él. Provoca.
Ronaldinho lo ha ganado todo o casi todo. Campeón de Liga. Campeón de Europa a nivel de clubes. Campeón del Mundo. Mejor Jugador Europeo. Mejor Jugador del Mundo. Calidad Indiscutible.
Yo quiero escribir sobre el Ronaldo de Assis Moreira, su verdadero nombre, el muchacho que se divierte con lo que hace naturalmente. El hombre espectáculo por sí mismo. La persona de quien Carles Puyol, capitán del Barcelona dijo: “el es la alegría total en el clubhouse”.
Aquella pose de niño en una de las mejores ligas del mundo es cautivante. Ríe cuando falla un disparo. Ríe cuando con su efectivísimo regate deja en el camino cualquier cantidad de defensores y dispara a las redes dejando al arquero descolocado. Ríe cuando un enjambre de periodistas acude a él al final del partido queriendo obtener una primicia que ya no lo es tanto. Ríe cuando escucha su adorada samba y también cuando la ejecuta porque es un percusionista consumado. Ríe también cuando la canta, que bonito, y hasta podría dedicarse a la música con éxito.
Donde quiera que voy veo una valla publicitaria con su famosa sonrisa. Son miles, millones en todo el mundo. Millones de dólares también en publicidad. Aún así la sonrisa es la misma de cuando era un niño en su Brasil natal. Es nativo de Porto Alegre, ¿tendrá que ver?
Dicen que el deportista mas conocido del planeta es Pelé. Para mi el ícono de todos los deportes es aún Michael Jordan. El sólo ver la silueta de Jordan en uno de sus acrobáticos saltos al aro ya identifica al famoso número 23 de los Chicago Bulls de la NBA estadounidense. Pero nada me hace sonreír más que ver en cualquier valla publicitaria la famosa sonrisa del crack Ronaldinho, contagiosa por lo demás.
No va a pasar mucho tiempo para que sea la cara mas conocida del planeta en lo que a deporte se refiere. Lo tiene todo, sobre todo humildad y carisma.
Dijo Tostao, el crack brasileño que jugó con Pelé en aquella famosa selección del año 70: “Jugué con Pelé. Pelé siempre ha sido el mas grande. Y creo que Ronaldinho aun está detrás de él, pero...”
Entrena durísimo. Lo he escuchado decir que “la gente piensa que yo tengo esta velocidad y este movimiento de cintura de una manera innata pero la verdad es que entreno muy fuerte, mas de lo que la gente se imagina”.
Pero no es su fuerza física y velocidad lo que más impresiona. Es también su humildad, vuelvo y repito, su gran carisma y su velocidad mental, la misma que le permite driblar jugadores que se interponen en la ruta cuando se encamina a alta velocidad hacia el arco, la que lo hace cambiar súbitamente de ritmo, realizar el pase preciso hacia el jugador mejor ubicado, con un sentido tal que le permite ponerle el balón aéreo si el jugador cabecea bien o delante de sus piernas si es mejor pateando.
“El balón es mi corazón” suele decir. Cuando un periodista una vez le preguntó sobre qué era para mejor para él, si ganar o jugar bonito respondió: “ganar es lo que cuenta en el fútbol. Pero si algo bonito ocurre como resultado, eso, por supuesto, es lo ideal”.
Tiene un hijo de un año de edad, con una presentadora de la TV brasileña. Se llama Joao y vive con su madre en Brasil. Dice que no va a arreglar su dentadura deformada. El sabe que esa es su marca de fábrica. Algo que lo identifica. Conoce de mercadeo.
Sus negocios se manejan familiarmente. Su hermano es su agente y el resto del equipo lo conforman su hermana y su madre.
Sus compañeros del Barcelona Football Club cuentan que es un experto en juegos de video. Que cuando no está en el campo está jugando Playstation con habilidad pasmosa. Su juego preferido es el de la versión virtual de si mismo.
Donde quiera que va a jugar un enjambre de chicas lo siguen. Quizás no sea el mas guapo de los jugadores cediendo preferencias a Beckham, Totti y otros pero el enjambre igual lo sigue a todas partes y le grita cosas como “¡¡Ronaldinho, quiero tener un hijo tuyo!!”, “¡¡Ronaldinho bésame!!. “¡¡Guapoo!!”. Los periodistas que cubren el fútbol son testigos.
Cada vez que marca un gol, Ronaldinho mira al cielo y apunta con su dedo índice. Lo dedica a su finado padre, quien murió trágicamente, ahogado, tras sufrir un infarto cuando se encontraba en la piscina de la casa que su hermano, que también es futbolista, había comprado en Porto Alegre. Ronaldinho tenía en ese entonces ocho años de edad.
Ante la pregunta de un periodista: -¿Qué es lo que mas y lo que menos le gusta del fútbol? Responde sin titubeos: “Del fútbol me gusta todo, me gusta todo, me gusta todo...y lo que menos me gusta es cuando no juego (ríe). ¡Si pudiera jugar siempre sería perfecto!”
“Estoy viviendo un sueño” se le ha escuchado decir muchas veces con su característica humildad. Y nosotros también.