"Dicen que las personas abren su corazón cuando están frente al mar". N.P. Banana Yoshimoto
Monday, May 29, 2006
La tenue y muchas veces difusa frontera entre cuerpo y alma (Parte 2 y final)
(Continuación) Quería demostrarle que deseaba ser su amigo, a pesar de las circunstancias.
Traté infructuosamente de ir mas allá de el “hola” y el “adiós” pero mis intentos terminaban estrellados contra la misma muralla infranqueable.
De tanto insistir, un buen día accedió a ir más allá de un simple saludo.
Nos citamos para hablar. Convinimos en un restaurante. Ordené una cerveza y ella un vino. Dejé que tomara la iniciativa o pudo ser que ese era su plan. Me preguntó insistentemente sobre el interés mostrado por mi para conocerla a ella y a su hija, y sobre cómo había logrado saber la ubicación de su sitio de trabajo.
No impliqué a mi amigo. Mentí al decirle que la seguí un día en que me encontraba en los alrededores y la avisté desde lejos.
Le pedí que no se sintiera avergonzada por ese hecho, que mi amistad, la que le estaba ofreciendo, iba mucho más allá de ello. Sonrió. Y poco a poco se fue abriendo a contarme la historia de su vida. Era como si tuviese la imperiosa necesidad de hablar con alguien familiar o querido, en un mundo que le era extraño y adverso hasta ese momento.
Me contó muchas cosas, muchísimas.
Yo escuchaba atento mientras sorbía mi cerveza. Tenía muchas cosas que preguntar pero no quería arruinar el contacto que tan difícil había sido de lograr así que me dediqué a escucharla, y a contarle también algunos aspectos de mi vida, lo cual nos permitió conocernos mutuamente.
Después de ese encuentro todo cambió. Volvimos varias veces al restaurante y algunos días accedí a acompañarla con Annie al parque de diversiones. Annie veía en mi a ese padre ausente que luego supe que también salió de su país a hacer un postgrado en Estados Unidos, donde finalmente fijó su residencia.
La niña y yo hicimos muy buena relación. Mucho mejor que la que hubo entre Eddy y yo.
Fuimos a la playa varias veces y yo atendía a esa niña como si fuese mía.
Con Eddy la relación fue diferente. A pesar del cariño que nos tomamos quedaban muchas dudas por resolver. Algo dentro de mi desaprobaba su conducta pero al mismo tiempo pensaba en los difíciles momentos que siguieron a la quiebra del taller de costura, a la situación de indefensión en que quedaron ambas en un país desconocido. También pensaba en el amor que Eddy en todo momento transmitía a su hija, la protección que le daba y el énfasis que hacía en su educación.
Y a pesar de no entender algunas cosas le abrí mi corazón. Nos hicimos muy buenos amigos y mantuve su secreto.
Apenas me gradué en la universidad, comencé a trabajar y la compañía que me contrató me ordenaba trasladarme a lugares de trabajo en el interior del país, lo cual trajo como consecuencia que nuestro contacto se hiciera cada vez mas distanciado.
A veces dejábamos de vernos por meses. Manteníamos contacto esporádico por teléfono, pero aun así se puede decir que siempre sabíamos el uno del otro.
Planeábamos encuentros cuando yo regresaba a Caracas. Salíamos a comer y platicábamos mucho.
Un día me confesó que dejaría la prostitución, cosa que finalmente pudo lograr y de nuevo se abocó a formar un nuevo taller de costura. Alquiló un nuevo local, compró las máquinas. Contrató nuevas costureras. Las telas.
Solo había un conveniente: el dinero que ganaba era muchísimo menos del que obtenía en el comercio sexual. Y ella se debatía entre volver y no volver. Conversé mucho con ella sobre el particular, motivándola a no regresar, mas que todo por el amor que le tenía a Annie. Yo temía siempre que cuando creciera lo descubriese todo.
Pero mi trabajo se desenvolvía principalmente en el interior del país y no podía por ello estar atento. Eddy aún vivía en un apartamento en alquiler y últimamente la propietaria manifestaba inconformidad con el monto del arrendamiento. Eddy resolvió por si misma ir a tribunales para dilucidar el asunto e intentar obtener un precio justo para el alquiler.
Regresé de uno de mis viajes al interior, y teniendo mas de tres meses sin saber de ellas, decidí visitarlas.
La conserje del edificio se encargó de darme la triste noticia. La propietaria ganó el juicio y recuperó su apartamento, desalojando a Eddy y Annie intempestivamente de lo que hasta ese momento fue su hogar.
Nunca más volví a saber de ellas. Me pesó mucho no haber ido a visitarla al taller de costura, cuya dirección exacta también desconocía. Por aquello de las ocupaciones era siempre pospuesta la fecha de la visita.
Así, de la misma forma como las conocí, perdí la pista de mis dos queridas amigas. Ni rastro de ellas, ni llamadas, nada.
Annie tendría hoy 20 años.
Me pregunto si Annie se habrá ido a vivir con su padre en Estados Unidos, tal como Eddy me había confiado varias veces que estaba entre sus planes. Y ella. ¿Habrá logrado salir definitivamente de ese mundo como era su eterno sueño?
Su nombre no está en la guía telefónica. Y al sol de hoy no he podido reconocer a Annie en los ojos de cada niña de 20 años con la que me he topado en Caracas. Ojalá les vaya bien donde quiera que estén.
Puedo decir que Eddy siempre fue una buena madre que lo dió todo por el bienestar de su hija. Estoy convencido de que todo lo que ha hecho ha sido pensando en ella y la prostitución fue producto de la desesperación de encontrarse sola en un mundo inhóspito, con una niña para la que siempre quiso lo mejor.
¿Que me quedó de esa relación? Muchos recuerdos hermosos de los momentos compartidos entre los tres.
Uno tiende a estigmatizar a las prostitutas pero ellas son seres humanos iguales a cualquier otro, empujados por las circunstancias hacia senderos dificiles de transitar para algunos. Me di cuenta que de verdad hay en esas mujeres una delicada, sutil, tenue frontera entre lo que es su intimidad, su privacidad y lo que es su cuerpo.
Nosotros, los seres “normales” quizás nunca alcanzamos a comprenderlo pero es algo que realmente existe, y rompe paradigmas
Thursday, May 25, 2006
La tenue y muchas veces difusa frontera entre cuerpo y alma (Parte 1)
“Era un jueves gris, llovía.
Pídeme un remís decía,
en el lobby de un hotel barato,
viene de rentar su piel un rato,
con la algarabía del deber cumplido”
Ricardo Arjona: Iluso
Pídeme un remís decía,
en el lobby de un hotel barato,
viene de rentar su piel un rato,
con la algarabía del deber cumplido”
Ricardo Arjona: Iluso
Pienso mucho en “Once Minutos” de Paulo Coelho. La leí hace tres años buscando en ella la fórmula mágica que me descifrara la tenue frontera que existe para ellas entre lo íntimo y lo público.
María, la protagonista de la novela antes citada, escribió un día en su diario algo que me pareció clave: “…veo que aquellos que tocaron mi alma no consiguieron despertar mi cuerpo y quienes tocaron mi cuerpo no consiguieron llegar a mi alma”.
Difícil de interpretar pero allí está escrita la clave de todo.
Quiero entonces contar la historia de Eddy (nombre ficticio, por supuesto). Llegó a Caracas buscando un mejor futuro a partir de un cambio en su vida que había comenzado en su país de orígen.
Allá estaba felizmente casada con un eminente médico, con el cual procreó una hermosa criatura llamada Annie (también ficticio).
Todo era alegría en el hogar. Los hechos se desencadenaron muy rápido. Ella comenzó a notar cambios, inicialmente leves, después mas profundos, en su actitud. Ya no era el mismo hombre amoroso que había sido hasta entonces. Al indagar recibía como excusa los avatares de la profesión, las guardias, los pacientes urgidos, la dura vida de un médico. Pronto acabaría descubriendo lo que poco a poco habían ido anunciando las fragancias femeninas impregnadas en su ropa, las manchas de lápiz labial.
Todo era alegría en el hogar. Los hechos se desencadenaron muy rápido. Ella comenzó a notar cambios, inicialmente leves, después mas profundos, en su actitud. Ya no era el mismo hombre amoroso que había sido hasta entonces. Al indagar recibía como excusa los avatares de la profesión, las guardias, los pacientes urgidos, la dura vida de un médico. Pronto acabaría descubriendo lo que poco a poco habían ido anunciando las fragancias femeninas impregnadas en su ropa, las manchas de lápiz labial.
Al saberse descubierto decidió, sin más, marcharse. Ella no hizo nada por evitarlo.
Se sintió sola en el mundo. Nadie, en principio, quería acercársele. Son asuntos personales entre marido y mujer, alegaban.
Se sintió sola en el mundo. Nadie, en principio, quería acercársele. Son asuntos personales entre marido y mujer, alegaban.
No pudo soportar la presión social. Un día decidió dejar en el camino a amigos, familia y todo lo que había sido su vida en todos esos años. Con sus ahorros compró un par de boletos sin retorno a Venezuela.
El cambio fue radical. Total. No conocía a nadie en absoluto. Nadie a quien pedir ayuda.
Logró alquilar un apartamento adonde se mudó con su pequeña hija. Le estaba costando mucho rehacer su vida en un país extraño donde lo único que le era familiar era el idioma.
Pero tenía una hija convertida en el motivo por la cual debía salir adelante. Invirtió todos sus ahorros en un taller de costura. Compró las máquinas, los hilos, las telas, contrató las costureras.
El taller no fue exitoso debido en gran parte a que no podía estar siempre al frente de éste por el tiempo que dedicaba a su hija, acompañándola a la escuela, motivándola a estudiar y a adaptarse al nuevo escenario.
Logró alquilar un apartamento adonde se mudó con su pequeña hija. Le estaba costando mucho rehacer su vida en un país extraño donde lo único que le era familiar era el idioma.
Pero tenía una hija convertida en el motivo por la cual debía salir adelante. Invirtió todos sus ahorros en un taller de costura. Compró las máquinas, los hilos, las telas, contrató las costureras.
El taller no fue exitoso debido en gran parte a que no podía estar siempre al frente de éste por el tiempo que dedicaba a su hija, acompañándola a la escuela, motivándola a estudiar y a adaptarse al nuevo escenario.
No pudo así evitar que la empresa del taller fracasara. “El ojo del amo engorda el ganado” dicen aquí en Venezuela. Al no poder atender el negocio, este anduvo a la deriva hasta que tuvo que cerrarlo, quedándose esta vez sin sus ahorros y con una hija que mantener.
Justo en esos días la conocí. Era alta, de piel cobriza, ojos grandes y mirada profunda. No accedía a intercambiar mas que monosílabos al principio, y luego no iba mas allá de un “hola” y un “adiós”.
Yo asistía en ese entonces a la universidad y a veces pasaba mucho tiempo antes de verla de nuevo. Llegué muchas veces a pensar que se había mudado. Entonces volvía a verla. Pero nada de avance.
Su hija en cambio era todo sonrisas para conmigo. Ella trataba de evitar que la niña me mirara. Hacía esfuerzos por distraerla. Pero la niña nunca dejó de sonreírme, mirarme y, finalmente, correr hasta mi y abrazarme cuando me veía.
Ella, a pesar de todo, permanecía firme en sus propósitos de aislarme, fría, indiferente. Sabía que no podía evitar mi contacto con su hija, pero hasta allí. Apenas un “hola” y un “adiós” eran mi mayor conquista.
Una noche nos encontramos en el estacionamiento, de manera fortuita. Estaba radiante. Maquillaje perfecto. Perfume afrodisíaco. Su carro fallaba y no encontraba la forma de encenderlo. Me ofrecí para ayudar. Como pude logré ponerlo en funcionamiento. Ese día obtuve un “gracias, es usted muy amable, hasta luego”. Era mi trofeo en el momento. Había ido más allá.
La siguiente vez que nos vimos volvió a campear la indiferencia. No podía entenderlo. De nada valieron mis intentos por avanzar. No encontraba las razones de semejante actitud.
La siguiente vez que nos vimos volvió a campear la indiferencia. No podía entenderlo. De nada valieron mis intentos por avanzar. No encontraba las razones de semejante actitud.
Un amigo me trajo la dura respuesta un buen día. Me dijo: -ven conmigo este sábado y voy a mostrarte el lugar donde trabaja.
No dude un momento en ir hasta allá. La planta principal del negocio era un bar. Había muchísima gente bebiendo, conversando y fumando. Nos desplazamos a través de la densa capa de humo hasta unas escaleras situadas al fondo del local. Subimos y en la parte superior era otro el ambiente. Habían mujeres, muchas mujeres, ligeras de ropas. Era un prostíbulo. Y allí estaba Eddy.
No dude un momento en ir hasta allá. La planta principal del negocio era un bar. Había muchísima gente bebiendo, conversando y fumando. Nos desplazamos a través de la densa capa de humo hasta unas escaleras situadas al fondo del local. Subimos y en la parte superior era otro el ambiente. Habían mujeres, muchas mujeres, ligeras de ropas. Era un prostíbulo. Y allí estaba Eddy.
Al principio no me distinguió entre la oscuridad y se acercó hasta donde estábamos mi amigo y yo. Cuando por fin pudo reconocerme, se quedó estupefacta, mirándome. Luego de unos segundos que parecieron minutos, se dio media vuelta y desapareció tras unas cortinas. No volvió a salir de allí.
Nos fuimos.
La verdad es que no supe que hacer, ni cómo reaccionar, ni cómo manejarlo, me fui muy triste a casa ese día. Nada que decir.
Guardé el secreto y le pedí encarecidamente a mi amigo que no lo divulgara.
Pasó bastante tiempo antes de que nos volviésemos a encontrar. Esta vez no levantó la mirada del piso. Su hija estuvo cariñosa como siempre. Ella, silente, como ausente, y no era para menos. Había descubierto su lado oculto.
Pero la historia no termina aquí...
Monday, May 22, 2006
Las bromelias de mi jardín
Friday, May 19, 2006
Miyuki Sensei
*Traducción de la gráfica: "Profesora: gracias por ser una bendición y por tomarse el tiempo de cuidarnos. En mi boleta usted es una A+ querída profesora. Nadie puede compararse. Enseñar es tocar una vida para siempre".
Miyuki es mi profesora de japonés en Caracas.
Es diminuta, delicada en todos sus detalles.
Nació en Tokio y, según me cuenta, vivió en Paris. Algo le debe haber quedado de su estancia en la ciudad luz. Porque destila clase por los poros de su piel.
Es estricta en su clase. Tiene muchísima pedagogía porque las cosas mas difíciles las hace fáciles. Yo he estudiado mucho el idioma pero una cosa fue antes de Miyuki y otra muy diferente fue después.
Es rápida. No le gusta detenerse mucho. Lo de ella es el avance, la velocidad, la inteligencia.
Y la delicadeza.
No me canso de observarla. Sus blusas resaltan la sencillez y al mismo tiempo la clase que la caracteriza. Sus zapatos, aunque sean deportivos, destilan un brillo inusual, no se si es que va con el tamaño de sus pies, con su forma de caminar, pero verlos, o mejor dicho contemplarlos en un poema.
Ella se concentra tanto en su clase que no nota que la estoy observando a lo lejos. O quizás si lo nota pero no hace gesto alguno que la descubra.
Pregunta, corrige, explica, canta. Siii, canta en clase. Y cuando canta…que forma tan agradable de entonar su voz, tan melódica y delicada al mismo tiempo.
Miyuki canta, recita poemas, exalta a la naturaleza. Y todos extasiados. Las canciones japonesas salidas de su garganta son hermosísimas. Y uno se pregunta en ese momento si son las canciones que son bonitas o es Miyuki quien le da ese toque de dulzura y fina melodía. Probablemente sea lo último.
A veces me mira, después de terminar una canción y sonríe apenas. Yo estoy en las nebulosas. Floto después de aquel espectáculo privado.
Siempre llego cansado a clases. Salgo de mi trabajo y vuelo hasta el salón de clases. Al entrar, si llego tarde, tengo que pedir disculpas a la clase por interrumpir. Son las reglas de Miyuki. Todos las aceptan sin chistar.
Al comenzar la clase damos gracias al cielo por permitirnos estar allí. Si alguien se siente mal en clase, Miyuki aprovecha mientras hacemos los ejercicios y prácticas y lo llama hacia la parte posterior del salón. Lo sienta y le pregunta sobre lo que siente. Le impone sus delicadas manos.
Miyuki conoce muy bien el reiki, una antiquísima técnica de traspaso de energía para lograr el equilibrio entre mente, cuerpo y espíritu. Tiene su don, porque todos nos sentimos mejor al final de la imposición de sus manos. Al final de clase, damos de nuevo gracias por lo armoniosa de la reunión. Y nos vamos felices, cada quien a su manera.
Yo me voy extasiado porque siento que he estado cerca de un ángel. Dios te bendiga Miyuki sensei.
Monday, May 15, 2006
El antes y el despues en la vida de Kim Phuc
Corría el año de 1972. El mundo era sacudido por protestas en contra y a favor de la guerra de Viet Nam. Sentimientos encontrados. “Hagamos la paz y no la guerra” gritaban unos. “Hay que detener el avance del comunismo” decían otros.
Nueve años antes, en la aldea de Trang Bang, localizada a unas 30 millas al norte de Saigón,en la parte central de Viet Nam, nacía una niña cuyos padres la nombraron Phan Thi Kim Phuc. Sus padres eran campesinos agricultores a los que no les iba mal, hasta tenían una pequeña tienda en el pueblo.
Cuando la guerra comenzó, en 1965, alejados como estaban de la gran ciudad, no se imaginaban la pesadilla que estaban por vivir. Tarde o temprano las cosas iban a cambiar para ellos y se verían involucrados directamente en el conflicto.
El día 8 de junio de 1972, la guerra estaba en plena esfervescencia y las fuerzas del norte comenzaban a ganar terreno hacia el sur. La aldea de Trang Bang estaba siendo sitiada por las fuerzas pro-comunistas del Norte. Kim Phuc vive un infierno junto a su familia de agricultores. Al lugar acude el ejército de Viet Nam del Sur con el propósito de retomar el control. La situación se pone cada vez más difícil y se decide pedir ayuda a la fuerza aérea.
Horror. La aldea es bombardeada con Napalm, una especie de gasolina gelatinosa extremadamente agresiva, que al caer se adhiere a cualquier superficie incendiándola inmediatamente.
Según testimonios posteriores de uno de los pilotos que lanzó las bombas, a él le había sido informado que la aldea había sido evacuada previamente de civiles. No fue así, como se confirmó posteriormente. Los pilotos que bombardeaban la aldea vieron desde el aire a una columna armada que avanzaba por la carretera entre Trang Bang y Saigón, hacia las posiciones del ejército de Viet Nam del Sur, lo cual supusieron una amenaza y deciden bombardearla.
Kim Phuc huía del fuego que consumía su aldea por la fatídica carretera junto a su familia y algunos soldados del ejército de Viet Nam del Sur. Dos de los seis hermanitos de Kim Phuc, de nueve meses y tres años respectivamente y dos primos mueren instantáneamente al caer las bombas de Napalm. El resto de los niños corren desesperados hacia el fotógrafo de Associated Press Nick Ut, quien se encontraba en el propio sitio de los acontecimientos.
Nick Ut, instintivamente dispara su cámara y toma la fotografía que mas influyó en la opinión pública mundial que apoyaba el cese de hostilidades y el fin de la guerra, hecho que finalmente ocurrió siete meses más tarde. La foto conmovió al planeta entero (anexa al post, en blanco y negro), capta el horror del momento. Se hizo acreedora del premio Pulitzer. Una foto que aún hoy, 34 años después sigue tan impactante.
En ella se ve a Kim Phuc, corriendo desnuda en la carretera. Sus ropas se consumieron por el calor y más de la mitad de su cuerpo estaba quemado por acción del Napalm. Dijo Nick Ut que la niña gritaba mientras corría: -¡Muy caliente! ¡Muy caliente! El niño que se observa a su mano derecha, corriendo también y llorando es su hermano.
Kim Phuc rememoró el momento: -Yo vi las bombas. Vi el fuego. Había un calor terrible. Me arranqué las ropas quemadas, pero el dolor de las quemaduras no cesaba. La gente me echaba agua de sus cantimploras sobre el cuerpo para aliviar mi dolor, que era insoportable...
Nick Ut la tomó en sus brazos y la niña no dejaba de llorar producto de los intensos dolores que le producían sus quemaduras. La subió a la camioneta de la prensa y la trasladó a un hospital de Saigón junto a algunos miembros de su familia.
Cuando llegaron al hospital, los médicos, al ver su estado, no dieron esperanzas de que sobreviviera. Tenía quemaduras de tercer grado en más del 50% de su cuerpo. El dolor era insoportable.
¡Pero Kim Phuc sobrevivió! Luego de 14 meses en el hospital y 17 intervenciones quirúrgicas, finalmente pudo salir del hospital rumbo a su casa.
Kim Phuc se prometió a si misma que sería médico como los hombres que la salvaron. Comenzó a estudiar medicina en Saigón (que para ese momento ya había sido rebautizada como Ciudad Ho Chi Minh). El gobierno comunista pensó que ella debía servir como instrumento de propaganda del nuevo gobierno y la conminó a retirarse de la Un¡versidad. La ubicó en un sitio donde era vigilada las 24 horas del día y fue designada involuntariamente “Símbolo Nacional de la Guerra”.
En 1986 el gobierno le permitió continuar sus estudios (bajo supervisión) en La Habana, Cuba. Allí conoció al que posteriormente sería su esposo. Se casaron en 1992. Logró conseguir permiso para pasar la luna de miel en Moscú, Rusia. Durante el vuelo de regreso a La Habana, hubo una parada de reabastecimiento de combustible en Terranova, Canadá.
Kim y su esposo escaparon del avión y pidieron asilo en ese país. Actualmente es ciudadana canadiense y vive en Toronto junto a sus dos niños.
La foto en colores del post (de Jim McNally, del equipo de la revista Life) la muestra 23 años después, en 1995, con su primer hijo en brazos.
En 1997 fue nombrada por la UNESCO Embajadora de Buena Voluntad.
Una cita final de Kim Phuc: “Fue el fuego de las bombas el que quemó mi piel. Fue la destreza de los médicos lo que me salvó. Pero realmente fue el poder de Dios lo que sanó mi corazón”.
Saturday, May 13, 2006
¿Cual debe ser nuestra actitud?
Somos seres humanos. Tenemos sangre en las venas. Muchas veces no podemos dominar nuestros propios sentimientos. Y es allí donde debe encenderse la luz de alerta. Todos tenemos ataques de mal humor. Pero no todos podemos controlarlo de la misma manera. A veces la situación nos domina y las cosas se nos van de las manos.
¿La clave?
Mantener la ecuanimidad. Cosa difícil a veces, lo reconozco. Tengo en mis manos un libro del escritor argentino Alejandro Gorojovsky titulado “Cuentos de la India”. Como su nombre lo indica son recopilaciones de cuentos ancestrales transmitidos oralmente durante generaciones en la India. Hay uno que viene a colación con lo que hablamos.
Se llama “Un hombre ecuánime”, a continuación:
“En un pueblo del interior de la India vivía un hombre al que todos respetaban por su rectitud y bondad. Había enviudado tempranamente y tenía un hijo.
Entre sus pocas posesiones, contaba con un caballo.
Una mañana, cuando como de costumbre fue al establo para dar de comer al animal, se sorprendió al no encontrarlo allí. Resignadamente, aceptó que se había escapado.
Como suele suceder en los pueblos pequeños, la novedad se difundió rápidamente. Comenzaron a llegar los vecinos y, con ellos, los comentarios, habitualmente de este tenor:
-En verdad, la fortuna ha sido ingrata contigo. Sólo poseías un caballo y se ha marchado.
-Así es –dijo el hombre.
Pocos días habían pasado desde la huída del caballo. Una soleada mañana, cuando el hombre salía de su casa, se sorprendió al ver en la puerta a su caballo, que había regresado. Mayor aún fue su sorpresa al comprobar que había traído a otro con él.
Los vecinos volvieron para verlo. Dijeron esta vez:
-¡Qué buena suerte la tuya! No sólo recuperas tu caballo, sino que ahora tienes dos.
-Si, así es –dijo el hombre.
Ahora, como disponía de dos caballos, podía salir a montar con su hijo. Iban a cabalgar juntos con frecuencia, hasta que un día, mientras galopaban, el hijo se cayó del caballo y se fracturó una pierna.
Cuando los vecinos lo supieron, fueron a ver al hombre y opinaron:
-¡Lo tuyo si es verdadera mala suerte! Si tu caballo no hubiera traído un compañero consigo, tu hijo no se habría accidentado.
-Si, así es –dijo el hombre sin perder la tranquilidad.
Algunas semanas después, se declaró la guerra y todos los jóvenes del pueblo fueron convocados para la batalla. Todos, con excepción del muchacho que tenía la pierna fracturada. Los vecinos fueron a visitar al hombre y exclamaron:
-¡Qué buena suerte la tuya! Por no poder andar, tu hijo se ha librado de la guerra.
-Si, así es –convino una vez mas, sin inmutarse, el hombre ecuánime”.
Wednesday, May 10, 2006
Las dificiles relaciones humanas
Lo más difícil del mundo es lidiar con algunos seres humanos. A veces he tenido que discutir con personas a las que quiero. Uno se siente mal. Hay días así. Otros en los cuales uno se levanta al revés. O a veces, tal vez, otro se levanta al revés y se lo encuentra a uno. No hay nada más difícil de manejar que las relaciones humanas en esos casos.
Un caso: fui a un banco porque necesitaba dinero en efectivo. Era 24 de diciembre y la cajera del banco estaba trabajando a disgusto porque eran precisamente días festivos. Víspera de Navidad y le tocó trabajar. Y a mi me tocó presentarme a su taquilla. Fui a ese banco caminando porque quería hacer ejercicio y tenía que volver caminando. Pues a la joven no se le ha ocurrido otra cosa que entregarme el dinero en billetes de baja denominación, lo cual se traduce en mayor cantidad de billetes que tenía que traerme a casa. Un paquete pues. Si me lo hubiese dado en alta denominación no se notaba en mi bolsillo. Pues no. Ella estaba de mal humor y me dijo: -¡eso es lo que tengo! Le explique que tenía que volver a pie y podía ser peligroso. Nada. -¡Por favor, habla con el cajero vecino para cambiar! Nada. Y mal encarada la jovencita. Pagué los platos rotos de haber caído en la taquilla equivocada el día menos indicado. Gracias a Dios pude llegar con bien a casa.
Otro caso: Aeropuerto George Bush de Houston, Texas. Voy a la aduana. Funcionario de Inmigración de mal semblante. Me pregunta: -¿Que vienes a hacer a Estados Unidos? Contesto: -negocios… Responde: -Ummmm, ne-go-cios. ¿Dónde vas a quedarte? Respondo: Hotel Marriot at the Park. Responde: Ummmmm… Pregunta: ¿Has venido recientemente a los Estados Unidos? Respondo: -Si, ciertamente estuve en abril de 2005. Respuesta: -Ummmmmm. Pregunta: -¿Y porqué tienes este pasaporte tan viejo? (El mío data del 1994 pero en Venezuela nos dan dos extensiones por lo que está vigente hasta mediados de 2007) Respondo: -Aún está vigente, ha sido prorrogado y tiene validez…El funcionario me mira a los ojos como buscando a Osama Bin Laden en mis pupilas y me dice, reteniendo mi pasaporte y después de tomar mis huellas digitales: -Camina por ese pasillo, al final vas a encontrar un cuartito, alli te van a llamar para hacerte unas preguntitas… Cuando fui hasta el sitio indicado habían mas de 50 personas de todas las nacionalidades, especialmente de países africanos y asiáticos esperando ser llamados, lo cual a veces tomaba, como fue mi caso, 4 horas. Vine con un colega que no tuvo contratiempos, aparte de las preguntas de rigor, al pasar por otra taquilla. Otras veces hasta hemos compartido comentarios sobre Venezuela con los funcionarios, de buen humor por cierto. Pero esa vez caí con el equivocado.
La gente que trabaja directamente con el público, como los vendedores de las tiendas, los empleados de las taquillas de pago de servicios, los policías de tránsito y los choferes de autobuses públicos tienen que lidiar a diario con cualquier cantidad de gruñones, malencarados y aguafiestas que, finalmente aprenden a lidiar con ellos porque si no el mundo se convertiría en un infierno para ellos. Digo, cuando no son ellos los que se levantaron de mal humor y es entonces a uno al que le toca lidiar.
Es así en nuestro caos urbano de todos los días. La vida sigue de todos modos…
Saturday, May 06, 2006
Disney: el hombre detras del Imperio
Hoy estuve viendo en formato VHS la película de Blancanieves y los siete enanitos.
¿Qué me pasó? ¿Un tipo de 43 años viendo a Blancanieves? Pues si. Y hasta mi lagrimita dejé por alli, no lo niego.
He estado pensando en las últimas dos semanas en el hombre que en algún momento tuvo en su mente todo este vasto imperio que es ahora Disney.
Un imperio que maneja canales privados de TV, películas de gran éxito con actores reales y/o animados, cinco resorts vacacionales, once parques temáticos, dos parques acuáticos, 39 hoteles, entre otros. Son billones de dólares anuales.
Walter Elias Disney. Nacido en Chicago el 5 de diciembre de 1901 y fallecido 65 años y 10 dias después en California, el 15 de diciembre de 1966.
Cuando en 1934 Disney pensó en producir una cinta de dibujos animados a partir de un cuento de los hermanos Grimm, Blancanieves, muchos pensaron que estaba loco. Le vaticinaban que ese proyecto iba a acabar con los Estudios Disney. Su esposa y su hermano Roy, su eje financiero, trataron de persuadirlo de dejar el proyecto. Pero Walt veía algo que los demas no veían. Contrató a un renombrado profesor para darle clases de animación real a sus dibujantes, creó efectos especiales, estrenó tecnología de cámaras. Estaba decidido.
La producción comenzó en 1935. Para mediados de 1937 los Estudios Disney se quedaron sin dinero. Walt tuvo que convencer a los ejecutivos del Bank of America para que lo apoyaran financieramente a terminar el proyecto. Lo logró y la cinta se estrenó en el teatro Carthay Circle de Los Angeles el 21 de diciembre de 1937. Contó el propio Walt que para cuando se encendieron las luces del teatro, habiendo terminado la cinta, hubo una ovación de pie por parte de toda la concurrencia. Pudo ver lágrimas en los ojos de los niños y ¡adultos! asistentes. Había logrado el ansiado éxito.
La cinta se convirtió en la mas taquillera de 1938 logrando recaudar 8 millones de dólares de la época (unos 98 millones de dólares de hoy dia) ese año, siendo mayor el éxito cuando se sabe que los niños solo pagaron 10 centavos de dólar por entrada.
Esa era la mentalidad del hombre tras el imperio. Un hombre que fue capaz de viajar de Kansas City a Los Angeles, California con sólo 40 dólares en el bolsillo buscando un sueño dorado, convertirse en la referencia en cuanto a dibujos animados se refiere. Y vaya que lo logró.
En vida obtuvo mas de 950 condecoraciones y reconocimientos de muchísimas naciones alrededor de mundo, entre ellas la Legión de Honor del gobierno francés, doctorado Honoris Causa de Yale y Harvard, 48 premios Oscar y siete Emmys en vida y mas.
El creador, junto a Ub Iwerks, del ratón mas famoso del mundo en 1928, originalmente llamado Mortimer pero gracias a su esposa Lillian, el nombre fue cambiado a Mickey. Muchos dicen que era su otro yo. De hecho prestó su voz para las grabaciones originales hasta 1947. Dentro de dos años cumplirá 80 años.
Luego de Blancanieves, Disney continuó con muchas otras producciones famosas, como Pinocho, Fantasia, Dumbo, Bambi, series de TV como El Zorro.
Creó en 1955 el parque temático Disneylandia en Anaheim, California, contra viento y marea pues nadie mas que el tuvo la visión exitosa del parque, cuya inversión alcanzaba para la época los 17 millones de dólares que luego se vieron recompensados con mas de 5 millones de visitantes por año, aun hoy en dia.
Una anécdota final: Walt poseía un oído finamente dotado para dar voces a los animales. Una vez tuvo que darle voz a un buho llamado Arquímedes. Cientos de actores pasaron por el casting y fueron rechazados. Walt quería que Arquímedes hablara como un buho si un buho pudiera hablar. El decía oir en su interior la voz del buho. Alguien le comentó que un actor llamado Junius Matthews había representado a una patata en una función de radio. Walt dijo: -¡tráiganlo! Si habla como una patata también puede hablar como un buho. Dicho y hecho. Llegó Matthews, hizo la prueba y fue inmediatamente contratado.
Ese es el genio detrás del Imperio Disney.
Friday, May 05, 2006
Entregarse a Dios en el último momento...
La foto del post fue galardonada con el prestigioso premio Pulitzer en el año de 1962.
Es patética. Un símbolo contra la violencia en todas sus expresiones.
Siempre me ha impactado.
Pronto se van a cumplir 44 años de ocurrido el hecho.
Fue en la mañana del 3 de junio de 1962. La foto fue tomada por el venezolano Héctor Rondón y a través de las agencias de noticias le dió la vuelta al mundo.
En ella se observa al sacerdote católico Luis María Padilla, para ese entonces Capellán de la Armada, cuando en medio del tiroteo le da refugio al Cabo Segundo de Infantería de Marina Sequera. Minutos después murió en sus manos. Sus últimas palabras: "¡Ayúdeme Padre! No me deje morir aqui"
Fueron cruentos enfrentamientos armados que marcaron una sublevación militar contra el gobierno del entonces presidente de Venezuela, Rómulo Betancourt, y que quedaron registrados en la historia de Venezuela como "El Porteñazo".
La acción comenzó el 2 de junio de ese año en la ciudad de Puerto Cabello, mas concretamente en la toma de la Base Naval por los insurgentes.
Apenas enterado, el gobierno envió refuerzos de aviación y del ejército a aplastar la rebelión, lo cual se logró dos dias después con un saldo trágico de 400 muertos y 700 heridos al momento de retomar el control de la ciudad.
Tristes dias de los cuales hoy sólo queda el recuerdo...