Thursday, March 28, 2013

El "cardio"

Llevo casi dos semanas haciendo ejercicio con una máquina. Lo hago así porque siempre se me hace difícil salir a ejercitarme. Los imponderables de siempre.


Resulta que hacer ejercicios en la máquina no es tan sencillo como parece. Hay que medirse las pulsaciones so riesgo de sufrir un accidente cardiovascular.

Nunca antes me había pasado por esta dificultad. Quizás el tener cincuenta trae como consecuencia cosas como ésta.

Ya Google me dijo que debía realizar una ecuación: 220-(mi edad) = máximas pulsaciones. Y además me dijo que no debía sobrepasar el 60%, máximo el 70% de las mismas. Lo cierto es que la cuenta me da como tope 120 pulsaciones durante el ejercicio.

Siempre había escuchado la palabra “cardio” relacionada con el ejercicio. Y la gente corriendo en el parque con unos medidores que sonaban una alarma en el preciso momento en que las pulsaciones marcaban un valor. No sabía porqué.

También recuerdo que el cardiólogo me hizo una prueba de esfuerzo hace más de diez años y me llevó a 180 pulsaciones por minuto durante un lapso que no recuerdo, pero que para mí fue eterno, para ver cómo estaba funcionando mi corazón. Pero “mi cuore” ya no es el mismo y debo cuidarlo mucho.

Hoy, luego de 20 minutos continuos de ejercicio medí las pulsaciones. Estaban en 110. Por lo menos estoy en la cuenta. Vamos a ver cómo funciona todo. Lo bueno es que estoy bajando de peso poco a poco. Esperemos que todo vaya bien.

Sunday, March 24, 2013

Sabor amargo...



Amarga resultó la derrota de la Selección de Fútbol ante Argentina, en el inicio de la segunda parte de las eliminatorias a la Copa del Mundo Brasil 2014.

Como muchos, puse toda mi energía en el equipo pero la demostración que dieron en la cancha fue pobre, carente de ideas en todo el juego.

Argentina comenzó cautelosa, quizás pensando en la derrota que sufrió con Venezuela en el partido de casa. Poco a poco fue tomando confianza y sus estrellas mostraron lo que son capaces de hacer en una cancha.

A falta de 6 partidos por jugarse, la “Vinotinto” deberá darlo todo si quiere lograr una plaza en el Mundial. La lucha será a muerte en una eliminatoria donde apenas sobresalen Argentina y Colombia.

Este martes va contra una Colombia crecida por los últimos resultados que ha obtenido. Esperamos una vuelta de página y poder obtener un buen resultado para seguir con vida ante unos rivales también comprometidos con la clasificación.

¡Vamos Vinotinto!

“Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”. Hebreos 11:1.
Update: el 26 de marzo la Vinotinto ganó 1x0 a Colombia.
*Fotografía de Associated Press.

Friday, March 15, 2013

Arena negra



Día soleado en el que no podemos salir con libertad. Hay muchas vías cerradas por el cortejo fúnebre del Presidente. Mejor es quedarse en casa y ver películas en la TV. Leer también es una alternativa.

Hablando de lecturas, hace poco leí una joya del escritor venezolano Juan Carlos Méndez Guédez, titulado “Arena Negra” (Lugar Común, 2012). Extraordinaria novela, plagada de imágenes que nos terminan poseyendo y no nos permiten avanzar a la velocidad que queremos sino que por el contrario, se empeñan en retenernos y en compararse con experiencias de vida propias o ajenas que nos han sido contadas.

Arena negra, como en algunas playas de las Islas Canarias, donde se ambienta gran parte de la novela, un hecho que considero exótico al compararla con los colores de las arenas de las playas de Venezuela. Uno de los muchos cambios que genera el vivir en tierras lejanas.

Un hombre que se marcha a Venezuela dejando atrás a su familia. Una hija que espera siempre un retorno que no termina de ocurrir, y termina cobijándose en su ausencia. Una madre que lo espera cada día, escondiendo inútilmente sus penas ante sus hijos. Y un narrador omnisciente, que aparece y desaparece cada tanto.

El estilo es único, con capítulos titulados con las letras del alfabeto, que cambian a medida que se pasa de un personaje a otro, o al narrador. Me ha parecido un gran acierto la selección de este libro para leer en estos momentos que vivimos, donde hay tanta gente querida afuera, añorando el terruño, y otro grupo que más bien se quiere ir, cuando ya no soporta tanto desorden y confusión.

En parte por eso, las escenas narradas en el libro te retienen y te llevan a rememorar las de los tuyos viviendo situaciones muy parecidas.

Las imágenes que vienen a mi mente son de amigos y amigas que hace rato se marcharon, algunos con la mente en lo temporal, otros con la idea de quemar las velas y quedarse a vivir en otros suelos. 

Hoy los extraño en muchas situaciones en que se me hace necesaria su presencia, pero no están. 

Donde quiera que estén, se que reniegan de ciertas cosas a las que nunca se acostumbraron y no dejan de pensar en volver en cuanto vean vientos de cambio que no terminan de surgir. Y como no pueden volver, suelen reunirse en grupos del mismo origen a rumiar su descontento y soñar con una vuelta a una tierra que poco a poco se les va haciendo lejana, y en algunos casos imposible.

Por eso, y por la belleza de una prosa que merecemos en los libros que leemos, recomiendo de corazón internarse en la narrativa de “Arena Negra”.

*Imagen: www.playascalas.com

Wednesday, March 06, 2013

Miedo



Atento a las miradas que lucen impacientes, me dejo llevar por el camino de entrada. Sé que todos esperan saber lo que voy a decir; es la misma certeza que tienen atravesada entre pecho y espalda.

Fui testigo. Estuve allí. Lo vi. Y no tengo pelos en la lengua. Quiero hablar. No importa lo que cueste.

Subo lentamente las escaleras del estrado, escuchando uno a uno mis pasos sumergirse en el silencio que lo envuelve todo.
Al llegar al escenario me doy cuenta que mis piernas están temblando. Hago el esfuerzo de disimularlo mientras un frío recorre mi cuerpo.

Miro al público y veo muchas caras iluminadas por los rayos del sol. Son como miles de pantallas que me enfocan. Los pies me pesan cada vez más, a medida que me aproximo al micrófono. Al llegar casi lo tumbo. Trato de sostenerlo con las manos, que también me tiemblan.

Tengo la sensación de que una vez que me suelte a hablar ya el mundo no será el mismo. Mi casa no será mi casa. Y no podré andar libremente por los bares de la ciudad, como solía hacerlo. “La madre que lo parió”, pienso.

Al instante, la gente empieza a aplaudir. Suenan como pasos. Atronadores. Uno tras otro con una leve pausa. Conminándome a comenzar. Siento que estoy en un trampolín, justo al borde de la piscina. Al fondo veo el agua quieta de la que seré parte en segundos. Respiro profundo…

Y comienza a llover. Había notado unas gotas en el piso del escenario pero las atribuí a otras cosas. Ahora percibo que son más. Y que en el público se han abierto unos paraguas.
El horizonte empieza a cubrirse con una pátina gris y el ruido de la lluvia lo invade todo. La gente sigue firme, expectante, ilusionados unos, con rictus de terror otros. Y yo no empiezo. 

Ya lo he intentado pero no me sale voz alguna. Disimulo como puedo, doy vueltas, miro a la gente que comienza a pedirme que hable, desesperada como está, y mojada.

No puedo hacerlo. Lo he visto todo, todos saben que estuve allí, que lo viví, pero no puedo hablar. No tengo voz. Soy el único con arrestos para decir la verdad, pero no puedo.

Comienzan a lanzarme objetos. Una piedra nefasta da con mi cabeza y pierdo la visión antes de caer al piso. Quiero gritar pero no puedo. Escucho voces que se acercan. Me hundo en un sopor. Gritos. Siento que me dan con los pies. Me escupen. Vociferan cosas que no alcanzo a entender. Intento respirar un aire que ya no existe. Son muchos sobre mí. Me duele todo. El calor y el olor de la sangre sobre mi cara me anuncian el fin.

Me voy con el secreto. Siento que me elevo y al fondo una muchedumbre destroza un cadáver. Hay una luz muy brillante, como viniendo de un túnel. Camino hacia la luz. Alguien me espera. 

Es él. Se ve sereno. Me abraza. Caminamos. No puedo creer que sea el mismo y lo miro de nuevo a la cara. Si. Es el. Lo que no pude decir se muestra ante mis ojos. Yo era el único que podía hablar. Los demás tienen miedo. Jamás contarán lo que saben.

*Imagen: Hablarenpúblico1a.wordpress.com